En
agosto nos vemos. (IV)
CLARIN
Buenos
Aires – Argentina
9 de
marzo de 2024
Opinión
Gabo, la música contada
"En agosto nos vemos", el libro más insólito e
inesperado de García Márquez, ya está en la calle desde este miércoles 6 de
marzo. Aquí, una crónica de su presentación en Barcelona.
Por Juan Cruz
Dotado de un oído especial para convencer al idioma de que lo obedezca, el novelista más musical del siglo XX, Gabriel García Márquez, el autor de Cien años de soledad, el hijo del telegrafista de Aracataca, acaso el mejor prosista que haya conocido el largo tiempo que lo separa del pasado, concitó este miércoles a los astros de la lírica para que compartieran con él en Barcelona la grandeza de su escritura.
La razón es la existencia de un libro insólito, inesperado, e incluso rechazado por él cuando empezó a empeorar su relación con la realidad y también con el futuro. Empujados por la novedad, insólita porque ya parecía culminada la presencia de Gabo en las estanterías, antiguos amigos suyos de Barcelona, sus editores españoles e hispanoamericanos, periodistas, admiradores de su obra y de su trayectoria, se unieron en una especie de homenaje que parecía también, como él hubiera querido, un concierto de palabras y de música, o de música a secas, entendiendo por tal también las propias palabras de su literatura.
Su libro más esperado y más improbable, En agosto nos vemos, que superó con los años la maldición con la que él mismo lo había arrinconado (“hay que destruirlo”, vino a decirle a sus hijos) ya está en la calle, se puso de largo precisamente este miércoles 6 de marzo, cuando él hubiera cumplido 97 años, en medio de una expectación que sólo puede superar ahora la que a lo largo de algunos años concitó el más enervante de sus atrevimientos, Cien años de soledad. Y la concentración, entre admirada y agradecida, fue en Barcelona, el talismán de la vida del joven Gabo, que se vino a hacer más famoso en la Barcelona que todavía soportaba las raíces podridas del franquismo.
Atacado por la enfermedad que halló nombre cuando él era un muchacho, el alzeimer, Gabo terminó siendo desobedecido por sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, que, ayudados por un gran editor que ya lo había sido de su padre, Cristóbal Pera, le dijeron a sus editoras (Random House en todo el mundo de habla hispana; Planeta en México y Centroamérica) que ya podían contar con esta música póstuma que siempre se tituló, cuando Gabo sabía y cuando él ya no sabía, En agosto nos vemos.
Esta celebración del nacimiento de una novela, y ya no habrá más novelas, dijo Gonzalo en la presentación definitiva de este hallazgo, tuvo efecto en Barcelona, donde Gabo conoció el éxito de Cien años de soledad mientras simulaba en los bailes de la gauche divine catalana que él todavía no era verdaderamente un escritor… Vivió durante meses simulando ser otro, aunque se llamara Gabo, pero en aquellas noches de Bocaccio de pronto sus mejores amigos (eso me contó Beatriz de Moura, la creadora de Tusquets) lo hallaron presumiendo de ser el autor de Cien años de soledad. “Porque lo era”, me contó Beatriz.
Él vivió en Barcelona, con su mujer, con sus dos hijos, en la calle Caponata, a la espera de que, desde Argentina Paco Porrúa, su editor, le dijera que aquella maravilla, Cien años…, que le abriría los cielos del olimpo, en efecto lo iba a convertir en millonario.
No fue cualquier cosa aquella premonición. Cuando él y Mercedes Barcha, la madre de los chicos, contrajeron matrimonio alguien le fue con cuentos al suegro: ese muchacho será siempre un muerto de hambre. A quien quisiera oírle Gabo le decía, para que fuera con el cuento al suegro, que él un día sería millonario.
Lo fue, también millonario de lectores. En Barcelona, donde escribía descalzo y bailaba como un colombiano, supo de la buena nueva que acompañó la suerte de la novela más importante de la literatura en español del siglo XX, vivió allí su idilio familiar con la ciudad, compartió las mieles del boom hasta que rompieron, con Mario Vargas Llosa, y encontró al gran amor de su vida de escritor: Carmen Balcells, la agente literaria que procuró que la riqueza que venía por un lado no se le fuera por el otro.
Jamás se dejaron ni se interrumpieron la agente y él, hasta el final de los días de Gabo, que murió dos años antes que Carmen. Hasta que ésta tuvo respiración, esa reunión astral (a Carmen le encantaba comprobar la suerte consultando a los astros) les dio beneficios mutuos.
Ella, Carmen, como los hijos, como los que leyeron las distintas fases de la novela que ahora reaparece como una emocionante novedad, tenían el pálpito de que era francamente exagerado romper en pedazos, tirar lo escrito a la basura llorosa de la historia.
Los hijos dicen en el prólogo de esta edición que ahora es materia de lectura universal, pues en mucho tiempo un libro no ha creado tanta expectativa, que ojalá el padre les perdone por haber sacado de los arcanos universitarios esta obra de arte.
En el acto de Barcelona, donde la actriz de origen argentina Barbara Lennie leyó párrafos que llenaron de emoción el auditorio de la Biblioteca Gabriel García Márquez, el marco de esta celebración, se escuchó la absolución laica de Héctor Abad Faciolince, colombiano como él, enamorado del texto y de su música. Dijo Héctor, mirando a Gonzalo: “Dénse ustedes por perdonados”.
Hubo en este acto mucha gente que aun recuerda al Gabo que escribía descalzo o jugando con sus hijos; aquel que recibía a los visitantes, para quitarse a sí mismo la timidez o la vergüenza, activando un artilugio que desprendía una risa fantasmal. Con aquella indumentaria como de arreglar coches, parecía vivir en el limbo infantil de sus hijos, en una casa que sabía a Bach y seguía siendo como un bromista de Cartagena de Indias y ya estaba en su estantería chica la legendaria cubierta de Cien años de soledad.
Esa atmósfera de sorpresa y alegría había este 6 de marzo, como si en efecto Gabo hubiera vuelto, tras una larga excursión, a la ciudad de Barcelona, y se hallara entre amigos antiguos, como Leticia Feduchi y sus hijos, escuchando en la Biblioteca que lleva su nombre la música de jazz o algunas de las composiciones de sus músicos más queridos.
Fervor por Gabo. Xavi Ayen, uno de los grandes escritores del periodismo que sabe del boom, Pilar Reyes, la directora de la literatura en la casa Random House, y el paisano Abad Faciolince, el hijo Gonzalo, le pusieron literatura, evocación, a un acto que parecía una resurrección de bienvenidas. Aquella atmósfera, llena de música y de palabras, parecía dirigida por Gabo y por Carmen Balcells (alguien dijo: “Es como si resucitaran a la vez Carmen Balcells y Gabriel García Márquez”) en la ciudad que fue gran parte de la vida que ambos celebraron.
He vivido años junto a escritores, trabajando con ellos, leyéndolos, haciéndoles café o excursiones, desde Paul Bowles a Elena Poniatowska, Octavio Paz o Jorge Luis Borges, a todos los he visto hablar de sí mismos y sobre otros. A quien conocí cuando yo aun no sabía cómo eran los escritores fue precisamente a Gabriel García Márquez.
Abrió con su carcajada de cartón la calle en la que guardaba la intimidad de la casa, su cabeza pesando sobre unas manos que había adiestrado para que lo sorprendieran haciéndole caso a su ritmo, el que sigue intacto en esta novela que es la sinfonía para una mujer triste que se pasó la vida viajando para recuperar su alegría.
Algunos van diciendo que quizá este libro, en efecto, pudo esperar la suerte de la nada. Nos hubiéramos perdido la mejor metáfora de Gabo. Quien abre este libro, que es como una alcancía de secretos, abre también un cajón de lágrimas por las que él camina abriéndole la puerta al que tiene la voluntad de envolverse con su modo de decir, con su melancolía. Esa cara que tenía Gabo cuando, al final de sus tiempos lúcidos, empezó a saber que lo que tenía delante ya tan solo era el pasado, se entiende mejor aquí, en esta caja de música con la que se despidió de la salud de vivir.
Esta novela lo ha desvelado para ser reconocido otra vez con la alegría de ser leído como si fuera por primera vez y este libro inaugurará de nuevo su viaje por la música de escribir.
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EL ESPECTADOR
Bogotá –
Colombia
10 de
marzo de 2024
El
Magazín Cultural
Lectura crítica de
En agosto nos vemos:
que García Márquez
nos jale las patas
Llegó a las librerías la novela que dejó en borradores nuestro premio nobel de literatura, y se abrió un debate sobre si se debía publicar o no la obra póstuma. Aplaudo tenerla en mi biblioteca.
Por Nelson Fredy Padilla
Gabriel García Márquez (1927-2014) cumplió 97
años de nacido el pasado 6 de marzo, día en que se publicó a nivel mundial “En
agosto nos vemos”. Las celebraciones por su vida y obra continuarán hasta el
próximo 17 de abril, día en que se cumplen diez años de su muerte.
Foto: EFE y Penguin
Las 109 páginas en que terminó editada su novela póstuma, En agosto nos vemos, genera sentimientos contradictorios. La presentan con el mea culpa de los hijos, Rodrigo y Gonzalo García Barcha, que le piden perdón al padre de antemano tras el “acto de traición”, y eso despierta cierta indignación y morbo por haber ido en contra de la última voluntad literaria del autor, que les pidió destruirla, aunque también les dijo “hagan lo que quieran”. (Recomendamos: La lucha de los García Márquez contra el alzhéimer, investigación de Nelson Fredy Padilla)
Pero al empezar la lectura eso se vuelve anécdota, porque como siempre lo hizo el premio nobel de literatura 1982, la historia de Anna Magdalena Bach y su isla lo agarra a uno por el cuello desde la primera frase y no lo suelta hasta hacerlo cómplice de una trama sobre cómo el amor materno, el amor de pareja y el amor casual entretejen la vida de esta mujer hasta el límite de sus pasiones de cuerpo y alma.
Desde el primer hasta el último párrafo aparece su impronta en el dominio del idioma, para hacerlo sonar como una pieza musical, con ritmo y melodía dosificados con la composición de frases cortas y puntos seguidos. Eso mientras propone una banda sonora conmovedora y la lista de libros que lee Anna y que constituyen un regalo adicional. Es un reencuentro con la esencia del autor: sintaxis y gramática únicas, liberadas de “corsé”, como él decía, con la búsqueda eterna del adjetivo preciso que da vida suprema a los sustantivos.
No es el encuentro con una ficción clásica de la importancia de El otoño del patriarca, Cien años de soledad o El amor en los tiempos del cólera, en el orden que a mí me gustan. Pero sí es una novela corta valiosa, fruto de un ejercicio virtuoso de condensación narrativa que me recordó a El coronel no tiene quien le escriba.
He leído a críticos que opinan que En agosto nos vemos debió desaparecer y que este caso no puede compararse con lo que hizo el editor Max Brod cuando decidió no incinerar los libros de su amigo Franz Kafka. Gonzalo García Barcha explicó en las ruedas de prensa de estos días que la publicación fue meditada en familia y con asesoría literaria por al menos ocho años. Dentro de los factores que tuvo en cuenta para aprobar la publicación fue definitivo que la novela estaba completa y con final revisado, que las versiones evidencian que la reescribió entre finales de los años 90 y 2004, y que su padre publicó obras a las que les corrigió detalles para ediciones posteriores.
Hay una que otra repetición de giros y adjetivaciones, un par de contradicciones que no voy a enumerar, para que el lector las descubra, pero asistimos, ahora sí, al último concierto del estilo garciamarquiano.
Recordándolo a él, a su rigurosidad “de hormigón” para corregir textos, como lo vimos ejercerla y nos la enseñó a la “muchachada” de la revista Cambio a finales de los años 90, seguramente no estaría satisfecho y, tal vez, por eso pidió botar los borradores. Habría dicho, como en la autocrítica que anotó sobre las páginas del perfil que escribió sobre el presidente venezolano Hugo Chávez en febrero de 1999, “El enigma de los dos Chávez”: “Indigno de un premio Rómulo Gallegos… el texto es lo que pudo haber sido y no fue”.
El hijo de Gabriel García Márquez, Gonzalo
García Barcha (c), junto al periodista Xavier Allen (i) y el escritor Héctor
Abad (d), el pasado miércoles en el acto de presentación de "En agosto nos
vemos", en la biblioteca Gabriel García Márquez de Barcelona.
Bien dijo en la presentación en Barcelona el escritor colombiano Héctor Abad que esos lunares le lucen a la novela. Las enmendaduras a mano sobre una y otra versión, páginas que los lectores verán al final del libro, dan cuenta del proceso creativo de un obrero del idioma, que en este caso no había corregido su última obra al ciento por ciento porque el cáncer y el alzhéimer lo diezmaron, pero que reivindicó antes de irse, como dicen los hijos en el prólogo, “su capacidad de invención, la poesía del lenguaje, la narrativa cautivadora, su entendimiento del ser humano”.
Por eso, al cerrar la bella edición de Penguin Random House, estructurada por Cristóbal Pera, mi sentimiento es de agradecimiento con él y con los hijos de García Márquez. Lo que nos han compartido es invaluable para mí como alumno del mejor maestro, como lector y como profesor de escritura creativa. No tenía sentido que esos originales, vendidos en 2015 por la familia García Barcha a la Universidad de Texas, siguieran guardados en los archivos del Harry Ransom Center, en Austin, sino que se volvieran de dominio y debate público.
Ahora podré sentarme con mis alumnos de la maestría de escrituras creativas de la Universidad Nacional, como lo hemos hecho varias veces, a “desarmar” otro libro de García Márquez “por las costuras”, como él ordenaba al recomendar alguna obra en la revista Cambio.
Lo haremos para seguir aprendiendo de él en el siglo XXI, no porque queramos narrar como si viviéramos en los tiempos del boom latinoamericano y del realismo mágico, sino porque nos dejó una lección final de disciplina para seguir adelante: si uno ama escribir, debe ser consciente de que la escritura es “un oficio de todos los días y de todas las horas”, hasta que la salud decrete el día final.
Llamo a embarcar hacia la isla y la vida de Anna Magdalena Bach, así el fantasma caribe de Gabo venga a jalarnos las patas.
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EL TIEMPO
Bogotá- Colombia
17 de marzo de 2024
Columna de opinión
De
un librito y otros demonios
‘En agosto nos vemos’ es una
pesca desordenada de ideas
contenidas en varios
proyectos de la novela.
Por María Isabel Rueda
De todas las críticas y defensas que he leído y escuchado alrededor de la obra póstuma de García Márquez, ‘En agosto nos vemos’, quizás una de las que más pistas contiene de por qué la publicaron es la de Alexandra Alter en el ‘New York Times’.
Sobre el libro, al que titula escuetamente ‘En agosto’, dice que García Márquez “lo alcanzó a batallar para terminarlo y estuvo haciendo cambios durante años, eliminando frases, garrapateando en los márgenes y dictando notas a su asistente. Y finalmente se rindió”.
Probablemente se dio cuenta de que no era publicable porque nunca estuvo terminado. La original historia es la de una mujer casada de mediana edad, Ana Magdalena Bach, que cada agosto hace un viaje para visitar la tumba de su madre en una isla del Caribe no identificada, que combina algunas veces (en el libro solo dos, que yo recuerde) con encuentros sexuales que mantenía con hombres desconocidos.
Se citan muchísimos ejemplos de famosos escritores que encomendaron la tarea de destruir textos inéditos a su muerte a familiares, amigos o albaceas, que los traicionaron publicándolos, de lo que a veces surgieron obras maestras. En el caso de García Márquez, según dice el artículo, la solicitud se la hizo a su hijo, Gonzalo García Barcha: “Me dijo directamente que había que destruir la novela”.
Sin embargo, de común acuerdo, sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo, concluyeron que había que publicarla, y aquí viene la peor parte de la descripción del ‘New York Times’: su argumento se basó en que, por su demencia, “Gabo perdió la capacidad de juzgar el libro”. ¿Y por qué no pensamos en que pudo ser al revés? ¿En que el mayor acto de lucidez en el ocaso de su vida fue ese, destruir esas páginas deshilvanadas, cuando la neblina del alzhéimer ya levantaba vuelo alrededor de su mente?
Según el NYT, hace
dos años sus hijos resolvieron darle un nuevo vistazo a la novela, que “era
confusa en algunos lugares”, pero se sentía completa. (¿Según quién?) Dejó de
ella al menos cinco versiones y en una carpeta había un OK. A partir de esa
versión fue que empezó a trabajar Cristóbal Parra para editar el texto final.
Pero igualmente tomó pedazos de otras versiones y de un documento compilado por
un asistente del escritor con los cambios que había querido hacer. Se nota,
porque en un solo capítulo Parra nos cuenta tres veces que la hija de su
protagonista quería ser monja.
Y ahí viene esa especie de engaño que es ‘En agosto nos vemos’: que salió al mercado como la novela póstuma de García Márquez y no como una obra inconclusa. Lo que evidentemente es.
La han defendido personas de tanta autoridad como mi profesor y amigo Juan Esteban Constaín, quien pregunta en su columna de EL TIEMPO: “¿Cuál es la obra completa de un artista? ¿Solo la de sus grandes momentos y su esplendor y su gloria o también la de su vida misma, su vida toda, forjándose día a día? Yo creo que es lo segundo. (…) Siento que el espíritu de un genio, su destino, está contenido en cada una de sus creaciones, no importa cómo, no importa cuándo”. Disiento de Juan Esteban. Este libro es una pesca desordenada de ideas contenidas en varios proyectos de la misma novela por parte de manos ajenas a las del autor. Por lo tanto, es una compilación que produjo un librito bastante malo.
En cambio, las críticas de Aura Lucía Mera (exdirectora de Colcultura) en ‘El Espectador’, así como las de la escritora Carolina Sanín, en Cambio, son implacables. La primera sostiene que no piensa leerse el libro, porque “me parece que publicarla es una falta de ética de sus hijos, de los editores del libro y de toda la propaganda que se le está haciendo. Mientras Sanín dice: “Este libro es bastante pobre y no es la primera novela cursi de García Márquez. El gran genio americano publicó en sus últimos años libros en los que parecería estar copiando lo peor de sí mismo”. Y remata: “Este es un negocio gigantesco y como tal deberíamos tratarlo”. Por lo demás, sugiere que sospechosamente está escrito casi como un guion de cine en espera de que se filme la película que está esperando a Ana Magdalena Bach, que, con seguridad, pienso yo, será mejor que el libro.
Yo lo compré porque mi librero de cabecera, el adorable Felipe Ossa, cuyos consejos sigo a ciegas, me dijo que el estilo de Gabo estaba retratado de principio a fin. También lamento discrepar. Si no se hubiera publicado esta novela, y siento decirlo, García Márquez habría ganado mucho y habría perdido nada. Por desgracia, la publicación de ‘En agosto nos vemos’ invierte la ecuación.
Tiene al comienzo, sí, quizás unas primeras hojas muy garciamarquianas que retratan su realismo mágico; pero en escasos renglones se irá diluyendo hasta ya no existir al final de esta historia inconclusa, que termina como el libro: arrastrando sin misterios un saco de huesos.
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2 comentarios:
Gracias mil. Muy valiosa y sostenida dedicación. Felicitaciones!!!
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Acte de presentació de la novel·la pòstuma de Gabriel García Márquez, 'En agosto nos vemos'
Biblioteques de Barcelona
Emitido en directo el 6 mar 2024
Amb la participació de : Bárbara Lennie, Pilar Reyes, Gonzalo García Barcha, Xavi Ayén i Héctor Abad Faciolince. Ho organitza: Penguin Random House Hi col·labora: Biblioteques de Barcelona
VIDEO: 01:47:15
https://www.youtube.com/watch?v=bwwgEW_Clc8
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Presentación de EN AGOSTO NOS VEMOS, de Gabriel García Márquez
Youtube, Penguin Libros
Presentación mundial de EN AGOSTO NOS VEMOS, la novela inédita de Gabriel García Márquez, en la biblioteca pública de Barcelona que lleva su nombre.
11 mar 2024
En el acto participaron, por orden de aparición: Pilar Reyes, directora editorial de Penguin Random House Grupo Editorial, Jaume Collboni, alcalde de Barcelona, Núria Cabutí, CEO de Penguin Random House Grupo Editorial, la actriz Bárbara Lennie, el Ana Magdalena Ensemble, el periodista Xavi Ayén, Gonzalo García Barcha, hijo de Gabriel García Márquez, y el escritor Héctor Abad Faciolince.
VIDEO, 01:32:05:
https://www.youtube.com/watch?v=OXmKtlbo_Uk
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Publica y difunde: NTC … , Nos Topamos Con … https://www.facebook.com/ntcnostopamoscon/
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Gracias mil. Muy valiosa y sostenida dedicación. Felicitaciones!!!
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When Dementia Strikes a Beloved Writer
Gabriel García Márquez’s posthumously published “Until August” provides a glimpse into the decline of a creative mind.
Foto: In 2006, Colombian writer Gabriel García Márquez attends the New Latin American Cinema Festival in Havana, Cuba. Visual: Joe Raedle/Getty Images
BY JOANNE SILBERNER
UNDARK , 04.12.2024 ,
https://undark.org/2024/04/12/essay-until-august-dementia/
---Publica y difunde: NTC … , Nos Topamos Con … https://www.facebook.com/ntcnostopamoscon/
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