18 de junio de 2022

MEMORABILIA GGM 925


EL PAÍS

Madrid – España

18 de junio de 2022

 

Noticia

 

Querido Gabo:

las cartas a García Márquez

que aparecieron en una caja

 

La familia del escritor descubre misivas que el novelista recibió de personalidades como Fidel Castro, Woody Allen o el rey Juan Carlos y las exhibe en Ciudad de México. La muestra coincide con otra dedicada al autor en el Museo de Arte Moderno

 

Las cartas de Gabriel García Márquez

 

Carta de Fidel Castro a Gabriel García Márquez. Foto: Rodrigo Oropeza | Video: EPV

Por Constanza Lambertucci

México

Todas estaban en una caja archivada. Los remitentes las habían enviado desde La Habana, Nueva York, Tel Aviv o la selva de Chiapas, y el destinatario era Gabriel García Márquez. Fidel Castro, en tinta, le contaba que un periodista italiano lo había entrevistado durante 15 horas para la televisión; Robert Redford le pedía que la visita a Sundance fuera “la primera de muchas”; Pablo Neruda le confirmaba una cita: el 12 de julio con “Mario, Cortázar y los Donoso” en la Taberna del Caballo Verde en París. Eran más de un centenar de misivas enviadas al escritor colombiano entre 1972 y 2013, pero su familia, asegura Emilia García Elizondo, nieta del premio Nobel de Literatura, jamás las había visto.

La caja estaba en un mueble con más cajas. Era blanca, de plástico, y tenía una inscripción en el frente que decía “nietos”. Se suponía que allí había fotos, pero cuando García Elizondo y su padre, Gonzalo García Barcha, la abrieron, encontraron 150 cartas conservadas dentro de sobres de plástico. Así las había guardado Mercedes Barcha, esposa del intelectual, fallecida en 2020. La familia todavía no entiende qué hacían allí las cartas, ya que todo el legado de García Márquez se conserva en la Universidad de Texas, en Austin. El hallazgo fue hace poco más de un mes y los descendientes del escritor se apresuraron a seleccionar las más “interesantes”. “Escogimos aquellas en las que se podía leer la relación de amistad entre Gabo y la otra persona”, señala la nieta del autor.


 La exposición 'El escritor sí tiene quien le escriba'. Foto Rodrigo Oropeza

“Estás en una edad en la que probablemente no quieras que te recuerden tu edad, pero si juegas bien tus cartas, puedes vivir para siempre. Así que feliz cumpleaños”, le recomienda Robert Redford en una misiva firmada en 1988, cuando García Márquez acababa de cumplir 61 años. El actor redactaba ese mensaje después de que el novelista y su esposa lo visitaran en el festival de cine de Sundance, en Utah, Estados Unidos. García Márquez ya estaba, de todos modos, encaminado hacia esa inmortalidad de la que le hablaba Redford: había ganado el Premio Nobel de Literatura; había publicado Cien años de soledad, que se convertiría en la segunda novela en español más leída después de Don Quijote, y había escrito la que él consideraba su mejor obra, El coronel no tiene quien le escriba.

Un guiño a ese libro de 1961 es el título de la muestra que reúne una treintena de las cartas halladas por la familia. El escritor sí tiene quien le escriba se inauguró el jueves en la casa donde vivió el autor en Ciudad de México hasta que murió en 2014. En simultáneo, otra exposición sobre el legado de García Márquez llega al Museo de Arte Moderno a partir de este sábado. Las dos coinciden este año, cuando se cumplen cuatro décadas desde que el escritor recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982. En la vivienda donde García Márquez llegó a juntar más de 5.000 libros, la familia acondicionó un espacio como sala de exposiciones y desde el pasado octubre, organizan allí eventos como esta muestra de cartas desconocidas, a la que se accede con una entrada de 200 pesos (10 dólares) y cita previa.

Robert Redford no era el único que quería felicitar al escritor el 6 de marzo. Bill y Hillary Clinton le desean un día “verdaderamente memorable”. Expresidentes mexicanos —desde Ernesto Zedillo a Enrique Peña Nieto— lo saludan en pocas líneas. Carlos Fuentes celebra una amistad “de medio siglo”. El rey Juan Carlos le envía un telegrama: “Ayer intenté llamarte por teléfono (...). Muchas felicidades. Un abrazo”. También llegaban felicitaciones para Mercedes, que cumplía años en noviembre. “Estas son las mañanitas que le canta el tío Joaquín”, escribe Sabina en 2004, tras la publicación de Memoria de mis putas tristes, la novela en la que García Márquez narra la relación de un anciano con una menor: “Todas putas y tristes menos Mercedes, / Todas tan listas, tan tontitas de baba, / todas vinagre, afeites y sal si puedes, / todas culiparlando menos la Gaba”.

También hay cartas firmadas por Fidel Castro que arrancan con un “Querido Gabo”. En una de 1987, el revolucionario cubano, ya al frente del Gobierno de la isla, le narra su encuentro con el periodista italiano Gianni Miná. “Dice ser amigo tuyo”, le escribe Castro. “Miná quería un pequeño prólogo (...). Aquí estuvo hace unos días y me rogó que te hiciera llegar su deseo”, continúa. La carta está escrita con caligrafía puntiaguda en un papel blanco sin dobleces. “Yo dudé mucho en hacerlo pero tuve que cumplir. Prólogos, discursos y cosas por el estilo han sido siempre para ti con sobrada razón un gran fastidio. Además, los intelectuales en Europa te asocian demasiado con nosotros”, escribe Castro, “por ello, yo simplemente cumplo con Miná”.

El compromiso político de García Márquez, cercano a los gobiernos y guerrillas de la izquierda latinoamericana, también se ve en las cartas que le envía el subcomandante Marcos, líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, desde “las montañas del sureste mexicano” en julio de 1994, seis meses después del alzamiento en Chiapas. La primera, al parecer, se había extraviado. Entonces Marcos le manda una segunda, de cuatro páginas. “Acá, como quien voltea al sur que nos duele, nos vamos a reunir para conspirar contra las sombras que nos ahogan. Háganos el favor de acompañarnos con el cabito de luz que en sus letras anda”, lo invita y cierra: “Vale, maestro. Aunque no venga lo esperamos… Siempre”.


 Fragmento de una carta escrita por el subcomandante Marcos. Foto Rodrigo Oropeza

En 1999, después de que García Márquez fuera diagnosticado con un cáncer linfático, empiezan a llegar las cartas en las que le desean que se encuentre mejor. “Si me necesitas para cualquier cosa, llámame”, le dice Woody Allen, “lo peor de estar enfermo cuando ya eres adulto es que no te permiten faltar a clase”. El escritor hondureño Tito Monterroso le dice que tras la noticia no supo qué hacer: “Me he debatido entre respetar tu privacía o romperla”. El siguiente sábado se iban a ver, según cuenta el narrador en su carta, pero aun así le anticipa “un gran abrazo” del “viejo amigo de siempre”.


Un mensaje de Woody Allen a García Márquez. Foto Rodrigo Oropeza

El fotógrafo Richard Avedon le suplica también ese año que le permita retratarlo: “Sé que no te encuentras bien, pero me llevaría un mínimo de tiempo, y daría el máximo de mi ser”. Según explica en la carta, la fotografía que le había tomado hacía años “bajo la lluvia sin luz” había sido un “fracaso” que lo perseguía. “¿Me permites que lo intente de nuevo? ¿Podría ir a Ciudad de México para retratarte como es debido?”, le pide. García Márquez aceptó la propuesta y Avedon pudo volver a retratarlo en 2004, pero murió semanas después y la familia no supo nada de esos negativos. Otra foto hecha por Avedon, sin embargo, cuelga hoy en la sala donde se exponen las cartas, un espacio vidriado, donde solo hay otra imagen: el escritor, su esposa y sus dos hijos, unos sobre otros, todos riendo.

Hay más misivas: de Simon Peres, ex primer ministro de Israel, que le agradece un desayuno “tan cálido y refrescante” y le envía tres libros; de Pasqual Maragall, alcalde de Barcelona en 1982, que lo invita a ser parte del Consejo de Honor del Festival de las Artes durante los Juegos Olímpicos que se van a celebrar en la ciudad; del ex secretario general de Naciones Unidas Kofi Annan, que en 2004 le agradece por compartir tan “francos e interesantes pensamientos sobre la situación en Colombia”. Pero García Márquez raramente respondía por escrito esos mensajes, cuenta García Elizondo. “Él no era de escribir cartas, se la vivía hablando por teléfono”, recuerda la nieta.

Un legado de más de 27.000 archivos

De joven, sin embargo, cuando hablar por teléfono era todavía demasiado caro, García Márquez no podía permitirse otra cosa que contestar por escrito. En aquellas misivas, cuenta el historiador Álvaro Santana-Acuña, se lee al joven periodista colombiano intentando convertirse en escritor. “En una carta, dice que está tratando de ser escritor profesional, pero no puede porque tiene que mantener a su familia y no consigue buenos contratos”, explica Santana-Acuña. “Cuando está escribiendo Cien años de soledad”, continúa el académico, “expresa que tiene dudas sobre si la novela es buena”. Solo después, cuando su situación económica mejora, las cartas que redacta empiezan a ser pocas y breves.

La correspondencia de su juventud está resguardada por el Harry Ranson Center, la institución de la Universidad de Texas en Austin que conserva todo el legado del Nobel, que incluye además originales de obras publicadas e inéditas, material de investigación, fotografías, guiones, cuadernos de notas y ahora, también, las cartas recientemente encontradas. Aunque más de 27.000 documentos están digitalizados, otros, como el original de su última novela, En agosto nos vemos, no pueden verse en línea. En 2020, el centro organizó la exposición La creación de un escritor global para enseñar el material al público. Tras ser postergada por la pandemia de covid-19, la muestra se ha trasladado por primera vez a América Latina y desde este sábado se podrá recorrer en el Museo de Arte Moderno, en Ciudad de México.

La exposición reúne más de 300 objetos. Santana-Acuña, curador de la muestra, apunta que “la gran sorpresa” durante la selección del material fue descubrir “la enorme cantidad de trabajo que le llevaba la creación de una sola página”. “Era una persona muy perfeccionista”, dice Santana-Acuña, que destaca cómo el autor corregía sus textos incluso después de publicados: “Tras la primera edición de El amor en los tiempos del cólera, por ejemplo, revisó todo el texto e hizo cambios que se metieron de manera silenciosa en la siguiente edición”.

El visitante podrá ver, por ejemplo, el original de Cien años de soledad y escuchar al autor leyendo el comienzo de la novela en una grabación. Verá también una de las máquinas de escribir eléctricas donde García Márquez redactaba antes de comprarse su primera computadora. “Él a veces se quejaba y decía que al haber empezado a usar el ordenador, su estilo había empeorado”, cuenta Santana-Acuña. Hay, además, declaraciones elogiosas a Shakira y felicitaciones para Rigoberta Menchú por haber ganado el Nobel de la Paz en 1992. Y también objetos personalísimos del autor, como su carta astral. La agente literaria Carmen Balcells la mandó a hacer después de que se descubriera, en 1997, que el intelectual había nacido un año antes del que se creía. “Estaba preocupada por si le iban a ocurrir cosas diferentes”, dice Santana-Acuña. “La carta astral que se muestra en la exposición dice que no”, asegura el curador, “que a García Márquez le aguardaban grandes cosas en la vida y que seguía teniendo una fantasía desencadenada”.

 

** ** **

 

 

Carta de Pablo Neruda

** ** **

La Vanguardia

Barcelona

16 de junio de 2022

 

Redacción

Aparecen más de 150 cartas inéditas 

de Gabriel García Márquez


 

Gonzalo García Barcha y Emilia García Elizondo, hijo y nieta del autor de 100 años de soledad se encontraban en el estudio de García Márquez, ubicada en la calle Fuego 144 de Ciudad de México, cuando encontraron una misteriosa caja con la leyenda “Nietos”. Inicialmente, pensaron que la caja contendría fotografías, pero resultaron ser más de 150 cartas inéditas.

Con motivo del 40 aniversario del Premio Nobel de literatura de Gabriel García Márquez, que el autor ganó en 1982, las cartas serán expuestas al público en la Casa de la Literatura Gabriel García Márquez a partir del 16 de junio y hasta el 16 de agosto. La exposición, titulada Gabo a 40 años del Nobel: El escritor sí tiene quien le escriba exhibe una treintena de cartas con políticos, escritores, cineastas y actores.

Se expondrán cartas con Robert Redford, Woody Allen, Pablo Neruda, Fidel Castro o Bill Clinton, entre otras personalidades influyentes.

“Si a Gabo le hubiese tocado vivir en los tiempos de los teléfonos móviles, hubiera sido un usuario despiadado del celular”, admite Emilia García Elizondo en conversación con EFE. Junto con su padre, Gonzalo García Barcha, añaden que Márquez nunca escribía cartas, que prefería tener conversaciones en persona y que vivía hablando por teléfono.

García Barcha explica que entre las cartas encontradas hay algunas de los nietos del autor, que no serán expuestas por ser demasiado personales. "A mí la que más me gusta es la de Pablo Neruda porque me encanta la poesía. Es una carta de 1972, eso quiere decir que mis padres eran jóvenes y Neruda no tanto, debió emocionarlos mucho", comenta el hijo sobre la carta del poeta chileno en la que invita al autor y a su esposa a un evento en el que aparentemente también estaban invitados Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar.

La nieta de García Márquez admite haberse sorprendido con el descubrimiento de la amistad entre su abuelo y el expresidente estadounidense Bill Clinton o el mandatario cubano Fidel Castro: "Me gustan mucho las cartas con Fidel, hay cierta ternura de la amistad que tenían y las de Bill Clinton son bastante buenas", confiesa la joven, quien no deja de asombrarse con la vida de sus abuelos por la discreción que siempre mantuvieron. "Todo lo exhibido es vintage, muy siglo XX, la Guerra Fría, Cuba, Clinton. Supongo que se trataba un poco de mantener las cosas muy en secreto", añade el hijo de Márquez.

Aunque cuenta la leyenda que las cartas de amor que García Márquez le escribió a su esposa Mercedes en su juventud fueron quemadas, Emilia promete seguirlas buscando.


** ** **

24 HORAS

Santiago de Chile

3 de junio de 2022

 

NOTICIAS

 

"Fue un capricho de Pinochet":

los 15.000 libros que Chile le quemó

a Gabriel García Márquez

En noviembre de 1986 la dictadura militar de Chile ordenó la incautación del libro "Miguel Littin clandestino en Chile" del premio Nobel de Literatura cuando se dirigía a Santiago.

 BBC Mundo


El 28 de octubre de 1986, después de varios días de viaje, el Peban, un vapor de bandera panameña, atracó finalmente en el puerto chileno de Valparaíso. Mientras se preparaba para diligenciar los papeles de aduana, la tripulación recibió la noticia de que se procedería con la incautación de una parte del cargamento.

El capitán, que estaba seguro de que todo lo que llevaba en su barco estaba en regla, preguntó cuál era la mercancía que iban a retener.

La respuesta oficial fue la que menos esperaba: "Los libros", específicamente, 15.000 ejemplares de "La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile", escrito por el ganador del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez que habían sido enviados desde el puerto de Buenaventura, en Colombia.

Y que debían llegar a manos de Arturo Navarro, el representante de la editorial Oveja Negra -que publicaba los libros del Nobel en aquellos años- en Chile.

El libro narraba las peripecias que había que tenido que sortear el cineasta chileno Miguel Littín, quien vivía en el exilio desde el golpe de Estado que llevó a Augusto Pinochet al poder en 1973.

Littín había vuelto a Chile durante dos semanas en 1985 para filmar en la clandestinidad un documental sobre lo que estaba pasando en el país 12 años después de la irrupción militar.


 Arturo Navarro. Foto BBC

Luego estrenaría el documental "Acta Central de Chile" en el Festival de Cine de Venecia del 86.

Pero el libro de García Márquez iba más allá: contaba sobre todo detalles que no aparecían en la cinta como por ejemplo el encuentro de Littín, quien se había hecho pasar por un empresario uruguayo, con el propio Pinochet en los pasillos del Palacio de la Moneda, donde el presidente de facto no lo reconoció.

"Yo me enteré de la incautación de los libros dos semanas después porque estaba fuera del país", recuerda Arturo Navarro tomándose un café bajo la nave central del Museo Nacional de la Memoria en el corazón de Santiago.

Navarro había regresado de un viaje por EE.UU. a visitar a su familia cuando se encontró con un mensaje de alerta en el contestador automático de su casa. Era de su agente aduanero y le describía una situación crítica: "Arturo, me dicen que los libros fueron quemados".

"Esto fue un capricho de Pinochet: no quería ver un libro, mucho menos después del atentado, en el que básicamente describen cómo le habían metido los dedos en la boca"",


Para Navarro, el cargamento era fundamental: era el principal producto que esperaba exponer durante la feria del libro de Santiago, que se iba a celebrar pocas semanas después del incidente.

Él, que había sido empleado de la Editorial Nacional Quimantú (ampliamente perseguida por el régimen) y había visto a los militares ejercer la destrucción de libros en primera fila, también sabía que el régimen de Pinochet había flexibilizado sus políticas de censura.

En ese contexto, creyó que la incautación debía ser más un malentendido que un acto de represión y decidió viajar a Valparaíso para resolver el problema personalmente.

"El libro ya había sido publicado en capítulos en Chile por una revista (Análisis) meses antes", señala Navarro. "Sin embargo, lo que me preocupaba es que de acuerdo a la prensa, la incautación de los libros se debía al mal estado de los contenedores, que me parecía una disculpa inusual".

Los ejemplares habían quedado bajo el control de la jefatura de Zona en Estado de Emergencia, a cargo de militares.

Cuando Navarro se acercó al edificio castrense donde podría intentar rescatar los libros, percibió de inmediato la tensión que se sentía dentro del gobierno por esos días: un mes y medio antes, el 7 de septiembre, militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez habían estado muy cerca de acabar con la vida de Augusto Pinochet, en un feroz atentado cuando este regresaba a Santiago desde su residencia en el Cajón del Maipó, a unos 50 kilómetros de la capital.

El asalto había dejado cinco escoltas muertos y varios heridos.

"En el edificio logré hablar con un militar de rango medio al que le pedí que al menos me permitiera devolver los libros a Lima", señala. "Pero después de hacer un par de llamadas, finalmente me dijo 'Navarro, no se preocupe, que los libros ya los quemamos'".

La versión en los medios se mantenía: contenedores en mal estado, lo que podría explicar la incautación, pero nunca la incineración.

Para Navarro era claro que la orden había venido de arriba y, aunque no tuviera pruebas, no se iba a quedar quieto hasta que la gente supiera que el régimen de Pinochet había mandado a quemar 15.000 volúmenes de nada menos que un premio Nobel.

"Yo sigo sosteniendo que esto fue un capricho de Pinochet: no quería ver un libro, mucho menos después del atentado, en el que básicamente describe cómo le habían metido los dedos en la boca", afirma Navarro.

La noticia lo dejó abatido y sin ejemplares para la feria.

Entonces convocó a ruedas de prensa para dar a conocer lo que había pasado, hizo la denuncia pertinente ante la Cámara Chilena del Libro y aunque dentro del país no hubo mucho eco, en el mundo sí publicaron la noticia.

Navarro guarda recortes de prensa de medios de Grecia, Holanda y Estados Unidos que hablan de los ejemplares calcinados.

Pero quedaba por saber qué era realmente lo que había pasado. "Yo de verdad no creía nada de lo que me habían dicho. Ni siquiera que los habían quemado".

Uno de sus colegas le recomendó que el mejor camino para obtener una respuesta del régimen era la vía diplomática, por lo que decidió acudir a la embajada de Colombia, país de donde originalmente habían salido los libros.

"Ahí conocí a Libardo Buitrago, el cónsul colombiano, quien se ofreció a ayudarme".

Poco después, gracias a la presión de un país extranjero, le llegó al cónsul un papel muy revelador, una carta fechada del 9 de enero de 1987, firmada por el vicealmirante John Howard Balaresque, en la que no solo se confirma la incineración de los libros sino también las razones: a los ejemplares de "La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile" se les impuso "una medida de censura previa" por considerar que el contenido "transgredía abiertamente las disposiciones constitucionales".

"Ese papel es el único documento oficial que existe en el que el régimen de Pinochet acepta que quemó libros y que lo hizo por censura. Algo imposible de obtener en esos tiempos", relata Navarro.

"Y ahora está acá, en el Museo de la Memoria".

El documento, con firma oficial, le sirvió a la editorial Oveja para poder cobrar el seguro por la pérdida, pero además implantó en la cabeza de Navarro una certeza que no lo abandonó nunca más: la cultura sería clave en el fin del régimen.

"Esta represión a los libros, a la cultura, se daría vuelta y terminaría siendo uno de los principales motivos por los que Pinochet saldría del poder. Porque fueron los cantantes, los artistas, los escritores quienes serían fundamentales en la campaña de votar No en el plebiscito de 1988 que acabaría con la dictadura", concluye.

 

** ** **

 

** ** **

LA VANGUARDIA

Barcelona – España

29 de mayo de 2022

 

Noticia

 

La biblioteca García Márquez,

un pedazo de Macondo en Barcelona

El tercer centro más grande de Barcelona abre sus puertas

en el distrito de Sant Martí Horizontal

La biblioteca García Márquez, un pedazo de Macondo en Barcelona. Foto: Llibert Teixidó

Por Magí Camps

Barcelona fue la ciudad de Gabriel García Márquez durante ocho años, de 1967 a 1975, unos tiempos políticamente grises pero culturalmente en ebullición en la ciudad de los prodigios. El hogar mediterráneo del premio Nobel colombiano, que murió en el 2014, le rinde ahora homenaje con una biblioteca de referencia, en el distrito de Sant Martí, en el barrio de la Verneda.

La biblioteca Gabriel García Márquez es la tercera mayor de la ciudad (3.300 m2), con una inversión de 11,3 millones de euros, y está especializada en literatura latinoamericana. También acogerá el fondo del caricaturista Francisco Ibáñez, padre de Mortadelo y Filemón y vecino de Sant Martí, que ayer asistió a la inauguración.

Especialidades

La nueva biblioteca tiene una especialización en literatura latinoamericana y también alberga el fondo del dibujante Francisco Ibáñez.

Durante todo el día, una serie de actos culturales y festivos celebraron la apertura de este nuevo foco cultural de la ciudad. Algunos de los vecinos aprovecharon para hacerse el carnet y tomar prestados los primeros libros de los 40.000 que llenan los estantes de este edificio diáfano, obra de los arquitectos Elena Orte y Guillermo Sevillano, del estudio Suma Arquitectura. Las obras del creador de Macondo, como Cien años de soledad o El coronel no tiene quien le escriba, se pueden leer en diversos idiomas y ediciones.


Inauguración Biblioteca Gabriel García Márquez.  Llibert Teixidó / Propias

La biblioteca dispone de los últimos avances, una atractiva sala infantil, Habitació de les Sensacions, y también una emisora, Ràdio Maconda, una radio comunitaria de la Xarxa de Biblioteques de la Diputació de Barcelona, para que, más allá de los libros, el equipamiento se convierta en un punto de encuentro vecinal. Situada en la calle del Treball, 219, esquina con Concili de Trento, un busto del escritor, obra del escultor colombiano Óscar Noriega, sonríe dulcemente a los visitantes.

La Biblioteca Gabriel García Márquez, en la Verneda, acogerá el nuevo festival

En la inauguración de ayer, con la asistencia del ministro Joan Subirats y la directora de la nueva biblioteca, Neus Castellano, la alcaldesa Ada Colau anunció la ambición de que la biblioteca sea un nuevo polo de atracción de la ciudad y también “un centro neurálgico de la vida cívica y cultural del barrio”.

“Hemos de defender que la libertad no es el capitalismo del sálvese quien pueda. La libertad es que haya una biblioteca como la García Márquez en todos los barrios de Barcelona”, dijo en su parlamento. Y también se dirigió a los chiquillos: “Me dirijo a vosotros, niños y niñas. Esta biblioteca es vuestra. Os hará poderosas. Así que usadla todos los días”.


 Inauguración Biblioteca Gabriel García Márquez / Foto: Llibert Teixidó

 Del 16 al 19 de junio, la flamante biblioteca García Márquez celebrará la primera edición del nuevo festival de literatura latinoamericana de Barcelona KM América, con la participación de 22 escritores. Y hasta aquí las nuevas de Macondo.

 

** ** **


 Busto de Gabriel García Márquez en la Biblioteca que lleva su nombre en Barcelona. España

 

































 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


No hay comentarios: