31 de marzo de 2022

MEMORABILIA GGM 919

Zócalo

Ciudad de México

25 de octubre de 2021


  Como se aproxima noviembre, dos altares de muertos pueblan el espacio, uno pequeño solo para Gabo, decorado con calaveras y nombres de algunos de sus libros

 ARTE


Casa de la Literatura Gabriel García Márquez, una memoria táctil del afamado escritor

El hogar que habitó con su esposa Mercedes en el Pedregal de San Ángel 

desde 1975 se          alista para convertirse en la Casa de la Literatura

Por Agencia Reforma

 Ciudad de México. - El hogar que habitó con su esposa Mercedes en el Pedregal de San Ángel desde 1975 se alista para convertirse en la Casa de la Literatura Gabriel García Márquez

El jardín de la casa ha sido cariñosamente rebautizado Plaza Gabriel García Márquez -o, más  bien, Place, en lugar de “plaza”-, como lo anuncia un letrero idéntico al que cuelga de un poste en el séptimo distrito de París, entre Rué de Montalembert y Rué du Bac.

“Hombre de letras colombiano. Ganador del Premio Nobel de Literatura”, declara, en francés, la placa que honra al autor, uno de los primeros objetos que atrapan la vista al entrar a la residencia en el Pedregal de San Ángel.

Fue precisamente ahí, en ese jardín, donde “Gabo” y su esposa, Mercedes Barcha, posaron todavía en bata para la lente de su hijo Rodrigo, en una célebre Polaroid tomada la mañana del jueves 21 de marzo de 1982, cuando la Academia Sueca los desmañanó con la buena nueva.



Las sonrisas amplias del retrato, de dicha sincera, de una de las parejas más famosas de la literatura latinoamericana, de alguna forma establecen el tono de lo que los admiradores del autor han podido imaginar sobre la vida en esa casa, hasta ahora cerrada para preservar la intimidad de sus habitantes.

En una decisión respaldada por toda la familia, esa magia de ambos, que está patente en los objetos que pueblan la morada, como la biblioteca y el estudio de Gabo, las fotografías de la pareja y sus amigos, y su particular decoración casera, podrá ser compartida con el público en general, se proyecta, a mediados del próximo año. 

Además de ser un autor señero de eso que todavía se insiste en llamar “Boom Latinoamericano”, pero en realidad como un autor fundamental de su siglo, a secas. García                      Márquez tenía una bien ganada fama de extraordinario conversador y amiguero.

 “A Gabo le encantaba sentarse con sus amigos a hablar de literatura, entonces para nosotros es muy importante seguir eso, que sea un lugar donde se pueda hablar de literatura de todas las maneras posibles, ya sea un taller, una plática, una presentación de libro, una lectura, cosas de ese tipo que creemos que son un poco continuar con lo que Gabo empezó”, apunta.

 La primera mirada hacia el interior de la casa, en su actividad inaugural, es una decididamente íntima, con la puesta en venta del armario de la pareja para la beneficencia.

 “Pienso que entrar al clóset de alguien es no como algo prohibido, pero sí digamos que es un lugar muy íntimo”, reflexiona García Elizondo, quien pasó varios meses revisando las prendas, una a una, entre el recuerdo y el cariño.

Asomarse al interior de la sala donde fueron dispuestas las piezas produce una sonrisa instantánea, pues, aunque las prendas estén colgadas en percheros y soportes para ropa, o cuidadosamente dobladas en mesas, todo es inconfundiblemente Gabo.

Cualquiera de esos sacos de tweed, con una pañoleta de seda, una camisa y pantalones bien planchados y las botas de piel, pudieron haber sido usados en una de las tantas veces en que, como dictaba la tradición infaltable, García Márquez salía a la calle en su cumpleaños a recibir el cariño de sus lectores, quienes iban hasta su puerta a llevarle flores amarillas, las de la buena suerte.

En las bolsas interiores de dos de los sacos, explica García Elizondo, incluso aparecieron dos plumones negros que el autor llevaba siempre consigo por si había algún ejemplar que firmar.

“Creo que siempre tenía como este estilo muy elegante, en el sentido en el que siempre traía un pantalón con un saco bonito, a lo mejor un traje completo, y las botas siempre eran como una cosa imprescindible de su vestimenta; las camisas, las corbatas.

Veíamos a Gabo mucho en eso, aunque estuviera en la casa sin hacer nada, etcétera, siempre traía una vestimenta muy elegante; yo creo que elegante es la manera de describirla”, rememora su nieta.


 90 por ciento de lo que está ahí, estima, fue hecho a la medida, como dan cuenta las etiquetas de la ropa, algunas con su nombre escrito y la fecha de su confección.


Aunque prefiere no hablar de precios, algunas etiquetas indiscretas que han salido ya en fotografías o reportajes televisivos dan cuenta, por ejemplo, de que una prenda hecha por la tradicional camisería de Raúl González, fundada en 1970, en San Isidro, Argentina, puede llevarse a casa por 5 mil pesos, lo mismo que un pañuelo rojo de seda, por 2 mil pesos.

 Por otro lado, unos zapatos de casas italianas de tradición, como Amedeo Testoni o Artioli, así como un saco a la medida, ya llegan a precios en el orden de las decenas de miles.

La totalidad de lo recaudado, detalla la directora del proyecto, será para el Fideicomiso para la Salud de los Niños Indígenas de México (FISANIM), fundado por la actriz Ofelia Medina,     amiga personal de la familia.

Según ha trascendido, en los primeros días de la venta, reservados para el círculo cercano de la familia, a la residencia han asistido amistades como la periodista Fernanda Familiar, el productor de cine Jorge Sánchez Sosa, la editora Deborah Holtz y la ex Secretaria de Cultura,  María Cristina García Cepeda.

“Yo creo que para todos ha sido muy emocionante”, celebra García Elizondo, quien abrirá la casa los primeros días de esta semana para quienes pidieron cita vía Instagram.



“Aunque para nosotros tiene cierto valor emocional, creo que para la gente tiene otro valor emocional que también es muy padre y muy admirable también con Gabo, de ver lo que ha hecho que un saco, una camisa, lo que sea, hace muy feliz a alguien”.

En uno de los soportes para ropa menos visibles, casi ocultos como si se tratara del verdadero tesoro, tres overoles hechos a la medida, uno guinda, uno beige y uno verde, son quizá las prendas más íntimas de García Márquez en sus momentos de escritura.

Cómodos, de un algodón que todavía acaricia al tacto, es difícil no imaginar a García Márquez enfundado en uno de ellos, tecleando por horas en su estudio, del otro lado del jardín con la placa parisina que lo honra de la Place Gabriel García Márquez.

Galería de afectos 

Tan así lo clama el lugar, que incluso en un día lluvioso de octubre se mira plenamente iluminado, acogedor, e invita a tratar de descifrar el orden estricto, pero no excesivamente académico, de los libros, o de reconocer a los rostros que acompañan a Gabo y a Mercedes en las fotografías, o tan sólo de imaginar qué habrían significado para el escritor algunas chucherías dispuestas por todos lados. 

Algunos ojos, por ejemplo, podrían posarse de inmediato en la pintura de su compatriota Noé           León, fechada en 1968, que muestra a un barco de vapor con la bandera colombiana cruzar el  Río Grande de la Magdalena, y que seguro arrancará un suspiro a los lectores de El amor en los tiempos del cólera y El general en su laberinto.

O quizá, quien se interese en las posturas ideológicas del escritor, reparará pronto en un  original del famoso retrato Che melancólico, de Rodrigo Moya, que muestra al revolucionario argentino fumándose un habano con la tristeza.

La vista, sin embargo, se desvía rápido hacia el más mítico de los espacios: el estudio donde García Márquez escribió todos sus libros desde que llegó con Mercedes Barcha a esa casa en la Ciudad de México, en 1975.

Para entrar, es necesario primero cruzar la vista con un retrato grande de Ernest Hemingway,    que funge como una suerte de centinela, y a quien Gabo admiró sin cortapisas, tanto que, según lo narra él mismo, en su único encuentro en París, en 1957, tan sólo se atrevió a gritarle “Maeeeestro” desde una acera opuesta.

El estudio está presidido por un escritorio sobrio de madera, elegante, con su infaltable ramo de flores amarillas -como las que Mercedes colocaba, frescas, todos los días-, un periquito de jade, una esfera de cristal, una escultura en forma de pluma, un tintero y una concha con perlas.Tras de sí, en los libreros más próximos, como quien conoce a la perfección la materia de su trabajo, García Márquez dispuso diccionarios y enciclopedias de todo tipo, de español, inglés, italiano, francés, de mexicanismos, de símbolos, pinturas, arquitectura y, desde luego, de santos.

Sabiéndose, también, parte de una tradición, como comenta personal de la biblioteca, en el espacio de su estudio únicamente colocó los libros de autores hispanoamericanos, como los de los escritores que lo precedieron, como Jorge Luis Borges y Juan Rulfo, o de sus amigos como Carlos Fuentes y Julio Cortázar.

“Tenía mucho a sus autores más queridos cerca de él, quiero decir, al lado de donde él se sentaba, en su estudio, los tenía mucho cerca de él”, comenta Emilia García Elizondo sobre este acomodo.

 

Justo detrás de su silla, también cerca por siempre, esta su colección de discos, en la que irremediablemente destaca la antología de seis discos 100 años de vallenato, que remata con el libro del mismo nombre escrito por Pilar Tafur y Daniel Samper Pizano, y que dice muchísimo sobre el autor que describió a su Cien años de soledad como “un vallenato de 350  páginas”.


En esta galería de afectos tampoco faltan los retratos, tanto con amigos y colegas escritores, como Carlos Fuentes y Juan Rulfo, como con políticos, como Bill Clinton, Barack Obama, Felipe González y Felipe Calderón.

Ninguna, sin embargo, tan grande y central como el retrato de pared completa en el que abraza a su amigo y paisano Alvaro Mutis, a quien apenas se le ve la cara por encontrarse en medio de una carcajada.

Sobre un mueble junto a una ventana, su hijo Gonzalo, diseñador, sonríe hacia la cámara; Rodrigo, cineasta, dirige un capítulo de la serie Los Soprano; y el abuelo materno de Gabo, el Coronel Nicolás Márquez - inspiración para El coronel no tiene quien le escriba-, junto con su esposa Tranquilina Iguarán, conviven en un mismo tiempo congelado.

Inabarcable, como una invitación al hallazgo, la biblioteca se extiende hacia afuera del estudio, hacia un cuarto largo con libreros de pared completa que muestran su colección de autores británicos, estadounidenses, sus volúmenes sobre cine, ejemplares que reúnen textos periodísticos suyos, todas las publicaciones para las que escribió un prólogo y sus libros en otros idiomas.

 

Es una biblioteca impresionante. Yo creo que una de las cosas más valiosas que hay en esta casa es la biblioteca que tiene. Gabo hizo un muy buen trabajo y está catalogada muy bien y   todo está organizado a la perfección y creo que eso es algo muy importante, que además ha generado muchísimo interés, muchísimo interés”, celebra Emilia García Elizondo.

 

A la espera de que ese espacio ya pueda ser recorrido por el público en general, como, desde hace mucho, miles de lectores ya desearían, la biblioteca mantiene, por el momento, su cualidad de tesoro por descubrir.

Como se aproxima noviembre, dos altares de muertos pueblan el espacio, uno pequeño sólo para Gabo, decorado con calaveras y nombres de algunos de sus libros, con un tequila Tradicional como ofrenda, y otro más grande, coronado por dos bustos, del escritor y Mercedes, que se miran con el cariño de siempre. 

Las flores de cempasúchil, desde luego, son amarillas.

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Caras

Ciudad de México

22 de octubre de 2021

 

Así era el armario de los García Márquez

Caras entró a la casa del escritor Gabriel García Márquez, al sur de la ciudad de México y entrevistó a su nieta, Emilia García Elizondo, quien nos platica del evento “El armario de los García Márquez”, que consiste en poner a la venta piezas del armario de   Gabo y Mercedes, para una noble causa.

Por María del Mar Barrientos

 “Era la persona más chistosa que he conocido”, nos dice Emilia García Elizondo, sobre su abuelo Gabo. Esta y otras anécdotas nos contó la nieta del escritor desde su casa en el sur de la Ciudad de México, en el marco de la apertura de la Casa de la Literatura Gabriel García Márquez, que tiene el objetivo de continuar con el legado del colombiano y cuyo primer evento, se llama “El armario de los García Márquez”, en el que a partir del 20 de octubre, recibirán a las personas que estén interesadas en comprar las piezas de Gabo y Mercedes. El 100 por ciento de estas ventas se irá a la fundación FISANIM, dirigida por Ofelia Medina, que se encarga de apoyar a la niñez de las comunidades indígenas de México.




Emilia García Elizondo 

Foto Einar González


“Está como si no hubiera pasado el tiempo y ellos siguieran viviendo aquí”, nos cuenta Ofelia Medina, sobre la casa de los García Márquez. La conocida actriz y directora de la fundación FISANIM, ha sido amiga de la familia desde hace muchísimos años, y esa fue la primera impresión que tuvo cuando entró a la casa, el día de la venta del armario de García Márquez.




Casa de Gabriel García Márquez Foto Einar González- (Placa igual a la que enseña la plaza      en nombre de Gabo en Paris, Francia. N del E.)

Sacos, zapatos, corbatas, pañuelos, maletas, son algunas de las piezas que sacaron del armario de Gabo. De Mercedes, llamaron la atención de los presentes, los espectaculares huipiles, que había a la venta. Eso aunado a sus múltiples abrigos, sacos y vestidos. Todos expuestos, en busca de su siguiente dueño. Todos menos una prenda, el vestido verde militar con bordados negros, que Mercedes usó para la ceremonia en la que su esposo ganó El Premio Nobel de la Literatura en 1982.

El vestido que usó Mercedes en la ceremonia del Premio Nobel de Literatura en 1982.

Foto Einar González


Dentro de su casa, llama la atención el famoso estudio del escritor, con alfombra blanca, llena de libros, como era de esperarse, y múltiples marcos con fotografías, de las cuales, una llama la atención, una que está en blanco y negro, sonriendo con su familia, porque como dice Emilia, para él lo importante era que su familia estuviera bien, todo lo demás “le valía  madres”.

Algunos retratos que hay en su casa al sur de la Ciudad Foto Einar González©

Proporcionado por Gabriel García Márquez con Bill Clinton. Foto Einar González©



El retrato familiar. Foto Einar González© Proporcionado por Caras


Emilia, ¿Qué recuerdos tienes de esta casa cuando eras niña?

Desde que tengo memoria vengo a esta casa y tengo muchos recuerdos. Entraba por la puerta      y Mercedes estaba lista con la comida en la cocina. Mateo mi hermano que es más grande, y yo, corríamos a saludar a Gabo y se volteaba nos veía y nos decía “perros, burros, infecciosos”. Nos platicaba cinco minutos y se regresaba a escribir. Mateo mucho se quedaba con él en el estudio porque ahora él es escritor y yo me regresaba a la cocina con Mercedes. Ese es uno de los recuerdos que tengo de esta casa en mi niñez, y luego viví mucho tiempo con ellos en la peor edad, en la adolescencia. Le pedía a Gabo que me llevara a fiestas, pero me decía que no me podía llevar y siempre que le preguntaba que qué íbamos a hacer en la noche, su respuesta era la misma: “Vámonos a bailar”.


Te refieres a tu abuelo siempre como Gabo…

Sí. Gabo nunca quiso que se le dijera abuelo. Todos los nietos le decíamos Gabo y mi papá también le decía así.

 
Lo que cuenta el armario de los García Márquez


Nos encontramos en su casa, para el proyecto “El armario de los García Márquez”, ¿Cómo  surge este proyecto?

Cuando murió mi abuela el año pasado, tuvimos que decidir qué iba a pasar con todo y cuando entramos al closet, vimos que estaba completamente lleno, entonces no supimos qué hacer, si todo eso lo íbamos a donar o qué podíamos hacer. Creímos que lo mejor era hacer una venta y propuse este proyecto. Me embarqué con todo mundo dijo que si, y me embarqué        con Regina Hernández, quien me ayudó a seleccionar las piezas y ver qué estaba en buen estado, la curaduría y poner los precios.


Los huipiles de Mercedes y los sacos de Gabo Foto Einar González


Las ventas de las piezas se irán a la fundación FISANIM, ¿por qué hacer este proyecto con 

esta causa?

Mi familia y yo creemos que la niñez es lo más importante. Y fue muy fácil decidir esto porque Ofelia, directora de la fundación FISANIM es muy cercana a la familia, desde hace  mucho tiempo.

 

De las piezas del clóset de tus abuelos, ¿hay alguna que tenga un significado especial para ti?

Si. El vestido de mi abuela que usó mi abuela en el Premio Nobel de la Literatura es de las piezas más importantes. Los sacos de Mercedes también porque era lo que se ponía todos los  días para bajar a comer. De mi abuelo los monos, que se ponía siempre para trabajar y estar

en la casa. Eso era “muy Gabo”, algunos se los mandaba a hacer. Con las corbatas también lo veíamos siempre. Creo que el clóset es algo muy revelador de la persona, es muy íntimo y es

un lugar súper privado, mi abuela nunca nos daba acceso rápido a él. Ver los cortes de vestido de Mercedes, las diferentes tallas a lo largo de su vida, fue reconocerla una y otra vez. 

Veo una gran colección de huipiles..

Mi abuela era fan de los huipiles y eso que estás viendo expuesto, es probablemente una séptima parte de los que había en su clóset.

¿Qué recuerdos tienes de tus abuelos?

A Gabo lo recuerdo como una de las personas más chistosas en el mundo. Se inventaba todo y es padrísimo porque nunca sabías si lo estaba diciendo en serio o si no. Y además siempre fue muy cariñoso. Gabo siempre fue muy pendiente y muy presente con su familia. Mercedes era una persona súper dura, muy estricta y muy amorosa. El cuidado que le tenía a la gente de su alrededor, era impresionante y como se ocupó de Gabo es algo que muy poca gente le ponía atención. Pero sin Mercedes no hubiera habido Gabo ni ninguno de nosotros. Todos estamos educados de cierta manera por Mercedes. Nos decía como verter, peinar, maquillar y comportarnos y todo lo hacía con un humor tan grande que era muy bien recibido.


El altar de muertos de la casa de Gabriel García Márquez. Foto Einar González©

 

¿Tenías dimensión de quien era tu abuelo cuando estabas chica?

Muy joven si me enteré, pero no dimensioné. Dimensionar quien era Gabo, fue hasta el día que murió.

 

SOBRE OFELIA MEDINA Y LA FUNDACIÓN FISANIM

 Ofelia, platícanos sobre la fundación FISANIM..

El Fideicomiso para la Salud de la Niñez Indígena de México, se fundó en 1990, por el pintor Francisco Toledo y yo. Es un fideicomiso privado que se dedica a hacer proyectos y programas para mejorar la salud de la niñez indígena. Que el problema es la desnutrición y en este momento la emergencia alimentaria. Trabajamos en Chiapas de manera permanente desde el año 94 y en la montaña de Guerrero.


Ofelia Medina, directora de la fundación FISANIM  Foto Einar González

 ¿Qué relación tienes con la familia García Márquez?

Fui muy amiga de ellos. Tengo ese privilegio desde hace muchos años, conozco a sus hijos y             a Pía Elizondo, que es la mamá de Emilia.



Emilia García Elizondo y Ofelia Medina. Foto Einar González

 

¿Qué sentiste cuando volviste a entrar a esta casa?

Recuerdo conversaciones inteligentes, profundas, amorosas, y mucho cine. Ellos amaban el cine. Tengo muchos recuerdos maravillosos y todo está tal como si estuvieran ellos todavía  aquí. Tengo esa sensación.

 

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