4 de enero de 2018

MEMORABILIA GGM 883


Occidente
Cali – Colombia
2 de enero de 2018


Macondo: pueblo de emprendedores

Por Luis Ángel Muñoz Zúñiga*

Se han publicado ensayos suficientes que analizan el estilo innovador literario de Gabriel García Márquez  y  contextualizan a Cien años de Soledad. Sin embargo, a la par que investigan el realismo mágico macondiano, a los críticos les ha faltado auscultar un concepto empresarial implícito en la narración novelística, actualmente de moda: el emprendimiento. Tal vez porque erróneamente los críticos piensan que hablar de emprendimiento sea un asunto exclusivo  de  los economistas y que el tema sea invisible en la literatura porque son pocos  los novelistas que tienen en cuenta  que las relaciones sociales y las  pasiones  humanas  son determinadas o intervenidas por el modo de  producción económico de cada época.

La literatura, igual que el arte,  la política, el pensamiento y el derecho, hace parte del nivel ideológico o superestructural de la sociedad y en cada época histórica este será reflejo de la base económica o modo de producción, es decir, de las relaciones sociales de producción determinadas por la propiedad sobre las fuerzas productivas, conformadas por los medios de producción y la fuerza de trabajo. Categorización  aún  vigente,  aunque por las crisis del socialismo  hayan   pregoneros neoliberales que  pretendan revaluar en su totalidad los postulados marxistas. Pero difícil les será pretender invalidar el carácter científico del materialismo histórico como metodología para la interpretación del desarrollo social de la humanidad.

Se escucha hablar de emprendimiento como alternativa ocupacional ahora más cuando las crisis económicas afectan al país y son pocas las oportunidades laborales en las empresas.  Serán emprendedores aquellos  socios que deciden hacer tolda aparte iniciando una empresa nueva e independiente. De igual manera los empleados y los trabajadores que optan por independizarse laboralmente y montar su propia empresa. En ambos casos, tanto en el emprendimiento sostenible, como en el de subsistencia, los nuevos emprendedores requieren de predisposición al riesgo, actitudes autogestionarias, espíritu innovador, recursos necesarios,  formación técnica, profesionalización gerencial y estrategias competidoras en los mercados.

Cien años de emprendimiento

En Cien años de soledad,  José Arcadio Buendía huyendo  del espíritu ambulante acosador de Prudencio Aguilar, a quien en vida  ultimó tras un desafío en un duelo por honor en la gallera de Riohacha y,  convenciendo a veinte parejas de amigos  que lo acompañaron  en su aventura de búsqueda de una tierra prometida, se convierte en el gran  emprendedor que  se encarga de trazar y liderar  el proyecto de la ubicación espacial y creación de Macondo.   Al principio, José Arcadio Buendía era una especie de patriarca juvenil, que daba instrucciones para la siembra y consejos para la crianza de los niños y animales, y colaboraba con todos, aun en el trabajo físico, para la buena marcha de la comunidad”.

En Cien años de soledad, desde los primeros capítulos, estructurados  manejando de manera circular el tiempo,  Gabriel García Márquez describe a los fundadores de Macondo como  personas  laboriosas y emprendedoras, cuyas reglas de juego están guiadas por los principios éticos, la igualdad y la construcción de una utopía socialista. Pronto su líder se gana la confianza de su pueblo porque sus convicciones y sus acciones son  ejemplos  vivos.  “José Arcadio Buendía, que era el hombre más emprendedor que se vería jamás en la aldea, había dispuesto de tal modo la posición de las casas, que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de agua  con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del calor”.

José Arcadio Buendía era consciente de la  necesidad de sacar a Macondo del aislamiento geográfico y el estancamiento económico.  “La idea de un Macondo peninsular prevaleció durante mucho tiempo, inspirada en el mapa arbitrario que dibujó José Arcadio Buendía al regreso de su expedición. Lo trazó con tanta rabia, exagerando de mala fe las dificultades de comunicación, como para castigarse así mismo por la absoluta falta de sentido con que eligió el lugar. Nunca llegaremos a ninguna parte –se lamentaba ante Úrsula-. Aquí nos hemos de pudrir en  vida sin recibir los beneficios de la ciencia. Esa certidumbre, que rumiada varios meses en el cuartito del laboratorio, lo llevó a concebir el proyecto de trasladar a Macondo a un lugar más propicio”.   

Cuando los gitanos arribaron a Macondo con sus inventos, José Arcadio Buendía, con actitud emprendedora, le propone a Melquiades un trueque por dos imanes, animado por el proyecto de utilizar esos gigantescos lingotes en la exploración de oro por los ríos. José Arcadio Buendía, cuya desaforada imaginación iba siempre más lejos que el ingenio de la naturaleza, aun más allá del milagro y la magia, pensó que era posible servirse de aquella invención inútil para desentrañar el oro de la tierra”. García Márquez contextualiza históricamente su utopía literaria en un continente devastado por la conquista y colonización españolas. “Lo único que logró desenterrar fue una armadura del siglo XV con todas sus partes soldadas por un cascote de óxido”.

Las adversidades no derrotan su espíritu emprendedor, atraído por la alquimia se  enclaustra en el laboratorio que le regaló Melquiades, animado por la  investigación  metalúrgica. Cuando cae  en  depresión y locura, Úrsula Iguarán asume el rol de líder emprendedora:   trabaja en las faenas de la huerta,  fabrica caramelos con formas de animalitos  y, tras ir en búsqueda de su hijo mayor que había escapado con los gitanos, regresó rodeada de comerciantes forasteros, que liderados por ella vienen a revitalizar la economía.  Las gentes que llegaron con Úrsula divulgaron la buena calidad de su suelo y su posición privilegiada  con respecto a la ciénaga, de modo que la escueta aldea de otro tiempo se convirtió muy pronto en un pueblo activo, con tiendas y talleres de artesanía, y una ruta de comercio permanente…”.

La laboriosidad de Úrsula andaba a la par con la de su marido. Activa, menuda, severa, aquella mujer de nervios inquebrantables, a quien en ningún momento de su vida se la oyó cantar, parecía estar en todas partes desde el amanecer hasta muy entrada la noche, siempre perseguida por el suave susurro de sus pollerines de olán.  Gracias a ella, los pisos de tierra golpeada, los muros de barro sin encalar, los rústicos muebles de madera construidos por ellos mismos estaban siempre limpios, y los viejos arcones  donde se guardaba la ropa exhalaban un tibio olor de albahaca”.

Macondo emprendedor hacia el progreso social

Los macondianos son conscientes  que para salir adelante y lograr el progreso social,  no podían rezagarse en una economía cerrada, ajena a los avances tecnológicos y a las comunicaciones. Gabriel García Márquez presenta  a unos líderes que no se sientan a esperar  la benevolencia paternalista de un Estado que desde entonces asistía sólo a aquellas regiones colonizadas por el gamonalismo en el poder  y que recibirían beneficio estatal si figurasen como potenciales electorales. Macondo, por el contrario, contextualizado en tiempos de la hegemonía conservadora,  era la cuna de los líderes liberales rebeldes que se levantaron contra el gobierno en la guerra civil de los mil días.

Aureliano Segundo, que si algo tenía del bisabuelo y algo le faltaba del coronel Aureliano Buendía era una absoluta impermeabilidad para el escarmiento, soltó el dinero para llevar el ferrocarril con la misma frivolidad  con que lo soltó para la absurda compañía de navegación del hermano (…) Pero cuando se restablecieron del desconcierto de los silbatazos y resoplidos, todos los habitantes se echaron a la calle y vieron a Aureliano Triste saludando con la mano desde la locomotora, y vieron hechizados el tren adornado de flores que por primera vez llegaba con ocho meses  de retraso”.

La  virtud literaria  de Gabriel García Márquez es haber escrito la   novela latinoamericana más cargada de emprendedores, pero jamás triunfalistas. Podría pensarse que la destrucción y el fin de Macondo sea la impronta de una pluma que hace apología al fracaso. “Macondo era ya un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la cólera del huracán bíblico, cuando Aureliano  saltó once páginas para no perder el tiempo en hechos demasiado conocidos, y empezó a descifrar el instante  que estaba viviendo, descifrándolo a medida que lo vivía, profetizándose a sí mismo el acto de descifrar  la última página de los pergaminos, como si estuviera viendo en un espejo hablado”. 

El emprendimiento como alternativa autogestionaria

Cien años de soledad, al tiempo que muestra  a unos habitantes  emprendedores que llevan  la aldea a la prosperidad,  con  los posteriores  hechos de violencia y destrucción advierte  que  el emprendimiento  no puede tomarse como la panacea para la solución de los problemas  que competen a las políticas gubernamentales nacionales.  Macondo cae  en la miseria  por las  hegemonías  que enajenan los recursos naturales. La aldea imaginaria, ubicada  en  la zona bananera del Magdalena, refleja  la realidad   de  los municipios del Caribe,  empobrecidos por la United Fruit Company. El gobierno nacional defiende los intereses de la compañía gringa  arremetiendo una  masacre contra los huelguistas.

Los trabajadores de la zona que devengaban míseros salarios y laboraban en condiciones insalubres habían declarado la huelga y esperaban la prometida  visita del Gobierno que llegaría en el tren. Pero arribó el ejército con orden de dispersar a los trabajadores a punta de metralla.     Se narra en Cien años de soledad: “Al final de su grito ocurrió algo que no le produjo espanto, sino una especie de alucinación. El capitán dio la orden de fuego y catorce nidos de ametralladoras le respondieron en el acto”.

En Cien años de soledad, Gabriel García Márquez describe a un pueblo emprendedor, que sin embargo desaparece apocalípticamente.  “Entonces dio otro  salto para anticiparse a las predicciones y averiguar la fecha y las circunstancias de su muerte”. De todas maneras el emprendimiento es una  alternativa autogestionaria de subsistencia en tiempos de  globalización. No podemos desconocer que  puede ser  análogo a la historia de David y Goliat, aunque en estos tiempos de privatizaciones, globalización y nuevo reparto mundial de mercados, el emprendimiento no siempre tenga un final heroico como en el pasaje bíblico donde triunfa el más débil. 

En nuestra, cultura con raíces en la colonización española, amenazada por el Goliat imperialista, será difícil el emprendimiento.  Pero los emprendedores siempre han sido forjadores del progreso: los colonizadores antioqueños lograron el crecimiento demográfico de la nación y los comerciantes emprendedores generaron los primeros centros industriales de nuestro país. Estas notas van dirigidas especialmente a los conferencistas o capacitadores que dicten seminarios de formación de emprendedores, con el único propósito de convencerles para que empiecen sus exposiciones    motivando con lecturas de Cien años de soledad, para persuadir a los convocados, hacer comprensible el tema, volver más amenas sus conferencias, sobre todo, para que generen nuevas utopías y verdaderas vocaciones hacia el logro de los objetivos emprendedores.

*Docente de Literatura en el Colegio de Santa Librada
y periodista columnista del Diario Occidente.

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The New York Times
U. S. A.
30 de diciembre de 2017

Opinión Comentario

La soledad multitudinaria
de García Márquez

Por Álvaro Santana-Acuña *



Gabriel García Márquez cometía faltas de ortografía al escribir sus obras. La causa era que cuando escribía, como confesó en un fax desenfadado a Carmen Balcells, su agente literaria, “yo le ovedesco más a la inspirasión que a la gramática”. Además de sus combates contra las reglas del lenguaje, en el archivo del escritor —que desde 2014 está en el Harry Ransom Center de Austin, Texas— descubrimos sus rituales de escritura y sus dudas creativas. Desde hace unas semanas, casi la mitad del archivo —27.500 imágenes que recorren más de cinco décadas de escritura— está disponible de manera gratuita en internet.

En el archivo en línea hay información inédita sobre sus éxitos literarios, sus obsesiones creativas y su círculo de amigos y colegas; además de nuevos detalles sobre el padre de familia, el protagonista de la política latinoamericana y el artista abrumado por la fama planetaria. Los documentos del archivo, como explico en mi próximo libro, Ascent to Glory: How One Hundred Years of Solitude Became a Global Classic, ayudan a desmontar varios mitos en torno a García Márquez, algunos cuidadosamente alimentados por él mismo.

Dos mitos que se han construido sobre el escritor se refieren a su genialidad y al origen legendario de sus obras. Al igual que a otros creadores de obras famosas, a García Márquez se le suele considerar un genio solitario tocado por el relámpago de la inspiración. Se sigue repitiendo que, tras ocurrírsele el comienzo de Cien años de soledad mientras conducía desde Ciudad de México hacia Acapulco, el autor abandonó su trabajo de inmediato y se encerró a escribir en su estudio durante 18 meses hasta que acabó la novela. Mientras tanto, su mujer se endeudó con los comerciantes del barrio para alimentar a la familia. Su archivo nos descubre que consiguió un crédito para dedicarse solo a su novela y que no la escribió de un tirón durante un año y medio, sino en 12 meses, con interrupciones. Tampoco escribió sobre la soledad en soledad, sino en compañía multitudinaria.

García Márquez se rodeó de amigos y colegas mientras escribía el libro que lo hizo famoso. Algunos le ayudaron como asistentes de investigación para documentarse sobre múltiples temas, como las técnicas de alquimia empleadas por José Arcadio Buendía, las propiedades curativas de las plantas que usaba Úrsula Iguarán y la historia de varias guerras en Colombia y América Latina mencionadas en las aventuras del coronel Aureliano Buendía.

El manuscrito de Cien años de soledad fue muy comentado, revisado y mejorado antes de su publicación. Casi a diario, en la casa de García Márquez y su esposa se reunían de noche el poeta Álvaro Mutis, su mujer y el matrimonio de la actriz María Luisa Elío y el cineasta Jomi García Ascot (a esta pareja tan providencial les dedicó la novela). García Márquez les leía en voz alta o les hablaba de lo escrito ese día y todos le daban ideas sobre cómo podía avanzar la historia de los Buendía. Cada sábado, mientras duró la redacción, el autor discutía las páginas escritas durante la semana con el crítico literario Emmanuel Carballo, quien le aconsejaba sobre la trama y los personajes. Y compartió la novela en preparación con escritores influyentes. A Carlos Fuentes, por ejemplo, le envió a París las primeras ochenta páginas del libro. Fuentes incluso publicó una reseña elogiosa de Cien años de soledad cuando a García Márquez le faltaban aún tres meses para terminarla.

Es poco conocido que, un año antes de su lanzamiento en Buenos Aires, García Márquez sacó los capítulos más arriesgados del libro en distintas publicaciones de Europa y América. El escritor quería saber qué pensaban los lectores comunes, críticos literarios, lectores cultos y otros escritores e introducir cambios que mejorasen el texto final, como acabó haciendo.

De García Márquez no puede decirse que escribía sin tropiezos frases acabadas. Los usuarios del archivo descubrirán que la clave de su proceso creativo estaba en la edición. Era un excelente y obsesivo corrector de su propia escritura, como Balzac. En el punto donde la mayoría de los escritores se detienen satisfechos con su manuscrito, García Márquez buscaba darle al suyo otra vuelta de tuerca, a menudo con ayuda de su círculo de amistades.

Una página del borrador de "Crónica de una muerte anunciada" que muestra algunas revisiones hechas por García Márquez. Credit Centro Harry Ransom

Como perfeccionista nato, no dudaba en tachar páginas y párrafos completos e incluso pulir el texto palabra por palabra. En Cien años de soledad, por ejemplo, la frase “una copa de la azucarada substancia color de ámbar”, se convirtió en “una copa de la substancia color ámbar”, luego en “una copa de la substancia ambarina” y finalmente en “una copa de la sustancia ambarina”.

A simple vista, estos cambios pueden parecer irrelevantes. Sin embargo, el autor aprendió que la magia de la literatura reside en la capacidad para cautivar a los lectores a través de los pequeños detalles. “Un escritor es aquel que escribe una línea y hace que el lector quiera leer la que sigue”, le confesó a su amigo Guillermo Ángulo. Para lograrlo, García Márquez podía comprimir las palabras, introducir un dato clave o añadir un giro poético o sensorial al lenguaje. Por ejemplo, Santiago Nasar, el protagonista de Crónica de una muerte anunciada, se apellidaba Aragonés, y al comienzo de la novela se levantaba “a las cinco de la madrugada” y no a “las 5:30 de la mañana”, como en el texto final.

La comparación de los manuscritos a lo largo de los años muestra un cambio decisivo en la creatividad del autor; conforme envejecía, su talento para editar sus obras decayó. Sus problemas de memoria fueron la principal causa. Él nunca quiso crear historias que no estuviesen enraizadas en vivencias personales, y para escribirlas necesitaba de su memoria, que lo fue abandonando, como revelan los persistentes signos de interrogación en las sucesivas versiones de sus manuscritos. Por esta razón dejó sin terminar el segundo volumen de su autobiografía —de la que una selección puede consultarse en línea— y la novela En agosto nos vemos, que solo puede consultarse en sala.

García Márquez, descubrimos, ocultaba otra obsesión: lo que escribían sobre él y sus obras. Antes de publicar Cien años de soledad trabajó en agencias de publicidad y aprendió que un escritor debe vender exquisitamente su imagen pública a los lectores, algo que le preocupó durante décadas. Mientras que en público decía ser impermeable a la crítica, en privado coleccionó compulsivamente durante más de 50 años recortes de prensa de más de 20 países y en más de 10 lenguas. En los 21 álbumes de recortes disponibles en línea, atesoró desde reseñas de sus obras publicadas en The New York Times hasta en El Día, un periódico de las islas Canarias. Guardó incluso numerosas reseñas negativas (pero perspicaces), como la de un crítico colombiano que calificó Cien años de soledad de “saga prosaica [de] literatura escapista”.

La otra mitad del archivo solo puede consultarse en el Harry Ransom Center e incluye la correspondencia del escritor —que muestra los contactos menguantes con Julio Cortázar y José Donoso, y ningún rastro de su malograda amistad con Mario Vargas Llosa, tras el puñetazo que el Nobel peruano le propinó en un cine de México—, los contratos de edición, las cándidas cartas de fans de todo el mundo, una carta de rechazo de The New Yorker de 1981 —al editor no le gustó el final de “El rastro de tu sangre en la nieve”— y hasta la carta astral de García Márquez, que una alarmada Balcells encargó cuando supo que su representado nació en 1927 y no en 1928, como se pensaba.

El texto mecanografiado de "Cien años de soledad" con algunas correcciones a un año de su publicación, en 1967. Credit Harry Ransom Center

Entre los grandes méritos del archivo está el confirmar que convertirse en uno de los escritores más exitosos del último siglo fue un trabajo arduo. “Es necesario despedazar muchas cuartillas para que finalmente uno pueda llevar al editor unas pocas páginas”, dijo García Márquez en una entrevista cuando tenía 28 años, poco después de publicar La hojarasca, su primera novela. “Quien no tenga vocación auténtica de escritor se desalienta”.

El éxito, sin embargo, no depende solo del trabajo duro. Detrás del infatigable artesano de la palabra había un talentoso creador de mitos sobre cómo escribió las historias en sus libros y un artista inserto en un excepcional círculo de amigos y colegas. Sin esos mitos y sin ese entorno personal, Cien años soledad y García Márquez podían haber acabado en el cementerio de los libros y escritores olvidados.

*Álvaro Santana-Acuña es profesor de sociología en el Whitman College y autor del libro en preparación “Ascent to Glory: How 'One Hundred Years of Solitude' Became a Global Classic”.

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