EL TIEMPO
Bogotá – Colombia
16 de febrero de 2017
Noticia
Gabriel García Márquez
se queda en La Habana, Cuba
Una escultura rememora la primera vez
que el colombiano
visitó los jardines del Liceo Artístico.
Por: Milagros López De Guereño
Corresponsal de EL TIEMPO
Inauguración de la escultura de Gabriel
García Márquez, 'Gabo', en La Habana Vieja.
Foto: Eliana Aponte
El escritor colombiano
Gabriel García Márquez volvió desde este jueves a Cuba para quedarse. Lo hace
en forma de escultura de bronce de tamaño natural, bajando una escalera en los
jardines del Liceo Artístico y Literario de La Habana, cuya sede es el Palacio
del Marqués de Arcos, situado el corazón de La Habana Vieja.
La figura del nobel de
literatura es obra del artista cubano José Villa Soberón, gemela de otra del
mismo creador, exhibida en el Museo del Caribe en Barranquilla, el pasado 15 de
diciembre.
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La imagen de García Márquez,
con dos libros bajo un brazo y una rosa en la otra mano, la descubrieron en un
sencillo acto el historiador de la ciudad Dr. Eusebio Leal y el embajador de
Colombia en Cuba, Gustavo Bell.
Leal indicó que el monumento
se llama ‘Retrato en el jardín’, pues recuerda la primera vez que el escritor
llegó al jardín, entonces “en ruinas”, y su primer encuentro con “Rosa la
Yerbera”, quien le explicó “la importancia de las hierbas medicinales y cómo
ella descendía, según decía, de indígenas, de africanos y de españoles; le
contó los misterios y sortilegios que surgían de las extrañas plantas, de los
conocimientos y las flores”.
El historiador, quien con su
dedicación a la rehabilitación de la capital logró que esa zona fuera designada
como Patrimonio de la Humanidad, agregó que en uno de los últimos paseos del
nobel García Márquez, “cuando ya él no tenía mucha conciencia del lugar donde
se encontraba y llegamos a este sitio que estaba en reconstrucción, pronunció
una sola palabra: ‘Rosa’ ”.
El embajador agradeció
especialmente a Leal “por haber acogido con mucho entusiasmo la idea de inmortalizar
aquí, en pleno corazón del centro histórico de La Habana, al más ilustre de los
hijos del telegrafista de Aracataca”.
Así, Gabo se queda en la
ciudad caribeña que tantas veces visitó y donde tuvo tantas charlas hasta el
amanecer con su amigo, el también fallecido líder cubano Fidel Castro.
Bell expresó que con la
escultura, el gobierno de Juan Manuel Santos quiere “materializar la inmensa
gratitud” hacia el pueblo y el Gobierno de Cuba por “toda la solidaridad”
sentida “hacia nuestros problemas” y por “el especial acompañamiento en la
búsqueda, finalmente culminada, de un acuerdo que le pusiera fin a nuestro
conflicto armado”.
El acto, convocado por la
embajada colombiana, la Oficina del Historiador y la Casa de las Américas,
coincide con el homenaje de la Feria Internacional del Libro de La Habana por
los 90 años del nacimiento de García Márquez y los 50 de la publicación de su
obra 'Cien años de soledad'.
A la inauguración, en el
Palacio del Marqués de Arcos, asistieron diplomáticos e intelectuales, además
del escultor y poeta cartagenero Rómulo Bustos, quien ofreció dos recitales de
poesía.
El artista cubano José Villa
Soberón es un maestro de esculturas, casi vivientes, como la de John Lennon
–sentado en un banco de un parque capitalino– o la de Ernest Hemingway,
acomodado en la esquina de la barra de El Floridita, donde el escritor
estadounidense se tomaba cada día un daiquirí.
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GRANMA
La Habana – Cuba
160de febrero de 2017
Noticia
Mariposas amarillas
para el Gabo
En la sala Che Guevara de la Casa de las
Américas,
se realizó este jueves un panel en
homenaje a
Gabriel García Márquez
Por: Madeleine Sautié
madeleine@granma.cu
La sala Che Guevara de la
Casa de las Américas, subsede de la Feria, se llenó en la tarde de ayer de
mariposas amarillas. Agitando sus alas de papel al ritmo de las emociones, se
las colocó en las ropas como ofrenda de los anfitriones a un público que se
llegó hasta allí para escuchar un panel en homenaje a Gabriel García Márquez, a
razón del aniversario 90 de su natalicio, el 50 de la publicación de Cien años
de soledad y los casi 35 de la concesión del Nobel de Literatura a este
latinoamericano de talla universal.
Moderada por Jorge Fornet,
director del Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas –quien
adelantó otros honores que se le concederán al descollante autor, entre ellos
un –dossier en la revista Casa–, la mesa estuvo integrada por Gustavo Bell,
embajador de Colombia en Cuba; José Calafell, consejero delegado para Latam,
del Grupo Planeta (México), y el escritor Leonardo Padura, para con ella
concretar el homenaje al Gabo, organizado por el Grupo Editorial mexicano y la
Casa.
Para Bell la literatura
creada por García Márquez fue un modo de conocer la propia historia de su país.
Contó que siendo estudiante de preuniversitario le fue orientado leer Cien años de soledad para compararla con
la Ilíada, de Homero, momento en que no pudo aún apreciar el alcance de una
obra como esa, considerada por mayorías la más grande creación del Nobel
colombiano.
Las reflexiones llegan
después, con los años, dijo, y agregó que con esas lecturas uno se abre al
Caribe, a la Colombia multiétnica y pluricultural, pues Gabo le dio voz a las
voces que se había pretendido silenciar. Su irrupción en los 60 –explicó–
significó un movimiento telúrico con toda esa vitalidad de su literatura, que
adquiere un valor social, de modo que esa nueva visión significó para los
colombianos un replanteamiento de su propia historia.
Bell recordó que Gabo recogió
en ese vallenato de 300 páginas que es Cien
años de soledad, lo que le contaban sus abuelos, las leyendas de sus
antepasados e hizo partícipe a los presentes de que horas antes se había
develado en La Habana, frente a la Casa de la Poesía, una estatua del más
grande de los colombianos, «para que siempre esté en La Habana».
Calafell, directivo del Grupo
Editorial Planeta –sello con que se publica en México la obra de García Márquez–
explicó su presencia en La Habana, además de para el homenaje, con motivo de
que por primera vez el Grupo tiene un stand propio en la Feria del Libro y
animó el panel con simpáticas anécdotas compartidas con el Gabo.
Mientras la mayoría llega a
su literatura por medio de Cien años de
soledad y El amor en los tiempos del
cólera –dijo Calafell–, él lo hizo con El ahogado más hermoso del mundo, lo
que significó para él un flashazo al ver los soberbios contrastes entre la
literatura del siglo xix que conocía y el paisaje mítico de esa playa, con ese
final tan abierto.
Calafell tuvo la posibilidad
de conocer al Gabo y a Mercedes. Una tía suya se lo presentó a los 25 años. Le
dijo en tono jaranero que lo mejor que se había escrito en español eran los
boleros. Contó cómo le gustaba curiosear, provocar... y recordó que le obsequió
autografiado un ejemplar del que consideraba su libro favorito: El otoño del patriarca.
Por su parte Padura, entre
otras valoraciones, expresó que ese primer párrafo de Cien años de soledad es el
fragmento que más personas, dejando afuera los poemas, se saben de memoria.
Explicó que en él no solo está la belleza, sino que ahí está haciendo la
estructura de la novela que iba a escribir, un ejercicio complejísimo de una
novela circular, que se coge la cola. «Gabo no tiene seguidores, tiene
epígonos», subrayó.
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CAPITAL
Santiago de Chile
1° de febrero de 2017
El hombre que escribió entrevistas y prólogos
para Gabo (N del E.)
Cultura
Germán Marín, un nuevo clásico
El autor de La ola muerta, a sus 82 años,
no baja el ritmo de publicaciones:
espera lanzar tres libros en los
próximos meses.
Por Vivian Berdichesky
Germán Marín - Foto: Verónica
Ortiz
Germán Marín uno de los más
importan es escritores chilenos con contemporáneos candidato firme al Premio Nacional
(si no lo ganara sería una penosa omisión) suele escribir en las mañanas en un
café que se ubica dentro de la Municipalidad de Providencia. Allí observó con
sorpresa la algarabía de los funcionarios que al parecer, celebraban el triunfo
de Evelyn Matthei, al día siguiente de la última elección municipal. En ese
mismo lugar nos reunimos para la entrevista
El autor de Historia de una absolución familiar –una
obra maestra, según la crítica– tiene 82 años es padre de dos hijos y orgulloso
abuelo de cuatro nietas. Lamenta no tener la misma energía desde que sufrió a
comienzos del 2015 una grave bronconeumonía. Afirma que se cuida pero su voz
ronca delata a años de complicidad con el cigarrillo.
A pesar del cansancio está
lleno de planes literarios. En mayo lanzará una novela titulada Tal vez sí, tal vez no escrita en 1996
que tuvo guardada y olvidada y que hace poco descubrió entre sus papeles. La
leyó le pareció interesante e incluso divertida.
Para el segundo semestre
espera reeditar su primer libro Fuegos artificiales
novela publicada poco antes del golpe militar. Fue censurada, secuestradas
las ediciones de librerías y su autor obligado a partir al exilio. Además para
los primeros meses del año 2018 publicará una nueva novela Póstumo y sospecha que trata de un agente de la CNI que se gana la
vida jugando pool en los billares de Santiago.
Germán Marín estuvo al frente
de Quimantú editorial que Salvador Allende transformó en un eje para el fomento
a la lectura durante su gobierno, y junto a su amigo y poeta Enrique Lihn
fundaron la revista Cormorán. Tras el golpe vivió dos años y medio en México y
17 en Barcelona, para regresar finalmente al país en 1996. Según cuenta se
encontró con un Chile tal como lo imaginaba: empobrecido, y a sus amigos,
desgastados, refiriéndose a Lihn y Jorge Teillier.
Su vida es tan interesante
como sus libros: conoció a Borges, Augusto Pinochet, el padre Hurtado, Gabriel
García Márquez, entre otros. A este último lo trató en México gracias a
Hortensia Bussi, viuda de Allende. Ella lo contactó a sabiendas de que Gabo necesitaba una persona que se
encargara de responder por él algunas entrevistas escritas, entre otras
labores. Una especie de escritor fantasma. "Me resultó fácil trabajar con
él. Recuerdo que en Ciudad de México, en el Museo de la Solidaridad Salvador
Allende, se hizo una tremenda exposición internacional y se publicó un catálogo
prologado por Gabo. El prólogo, en realidad, lo escribí yo. Me fui a España y
cuando volví al año siguiente a México, me encontré con el libro. Prácticamente
había una sola palabra que el Gabo me había cambiado. O sea, me resultaba
totalmente factible copiar su estilo".
¿Alguna vez le pidió que le leyera un manuscrito?
Cuando salió El Otoño del patriarca (1975) lo leí y
Gabo me preguntó: "¿qué te pareció el libro?". Le respondí: "Te
digo una cosa, la última parte no me gusto". Y me responde: "A mí
tampoco". Era un hombre muy amable, ésa es la verdad. Y cuando me fui a
Barcelona me hizo varios contactos, y entre ellos conocí a Carmen Balcells, que
era su agente literario. Actuó bien la Balcells conmigo allá.
Años antes tuvo cercanía con Jorge Luis Borges, una
personalidad muy distinta a Gabo.
Totalmente.
[…]
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UNION DE ESCRITORES
Y ARTISTAS DE CUBA
La Habana – Cuba
17 de Febrero de 2017
Noticias
26 Feria Internacional del Libro de La
Habana
Cien años de soledad
para Gabriel García Márquez
Por Rubén Ricardo Infante
La escultura se encuentra en el jardín
del Palacio del Marqués de Arcos en el Centro Histórico capitalino. Fotos: Roberto
Bello
Muchos lectores llegamos al
universo que es la literatura de Gabriel García Márquez mediante las páginas de
Cien años de soledad. Después, solo después, conocimos de las facetas como
periodista, cuentista o cronista que también desempeñaba. Y después, muchos
años después lo conocimos como guionista, profesor y fundador de espacios como
la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y la Escuela Internacional de Cine
y Televisión de San Antonio de los Baños.
Pero para la mayoría de
nosotros, fue la novela de los Buendía, la que abriría las puertas para penetrar
esta gran galería que es la narrativa de García Márquez. Como parte de la
celebración por los cincuenta años de esta obra cumbre, los 90 del nacimiento
del hijo de Aracataca y también los 35 años de haber recibido el Premio Nobel
de Literatura, la Casa de las Américas concibió un panel donde se rindió
homenaje a este grande de las letras para el continente latinoamericano y
universal.
Cada uno de los invitados
expuso sus criterios acerca de la trascendencia de la obra, sus valores
literarios y también hicieron gala de la cercanía personal que disfrutaron con
el autor de Crónica de una muerte anunciada y El amor en los tiempos del cólera.
Para Gustavo Bell, embajador
de Colombia en Cuba, lo fundamental de la novela es la manera en que inserta
los fragmentos de la vida pueblerina en la narración. Es un reflejo bajo el
cual se puede mirar la región. Nací muy cerca de allí y conozco la realidad que
aborda el libro, aseguró el diplomático e investigador. Al propio autor, le
gustaba decir que su imaginación consistía en haber narrado las historias que
le contaban en el pueblo. Que su talento radicaba, únicamente, en haber trazado
esas coordenadas familiares desde las cuales podemos captar las esencias del
ser latinoamericano. “Es un vallenato de 300 páginas” era una frase que repetía
Gabriel y que define lo colombiano presente en la novela.
También Bell, hizo mención a
la manera en que llegó a la literatura del Premio Nobel 1982: a través de un
trabajo de clases en el bachillerato, donde me exigían realizar una lectura
comparada entre la obra La Iliada y Cien años de soledad. La presión de tiempo
y la manera contraproducente en que leí ambas, limitaron la visión que después
logré obtener de cada una de ellas.
José Calafell, director del
Grupo Editorial Planeta, partió de la irrupción en su vida de la obra de García
Márquez. También había sido en el periodo como estudiante universitario, donde
un profesor le recomendó el libro de cuentos La triste e increíble historia de
la cándida Eréndida y su abuela desalmada, pero especialmente el cuento “El
ahogado más hermoso del mundo”.
Algunos años después de
manera casual lo conoció en México, formaba parte de los integrantes del Grupo
Planeta, y una amiga dueña de un bar, lo obligó a que viniera esa noche para
que conociera a alguien muy especial. Al llegar, se lo sentó a la mesa y los
conminó a que platicaran un rato. Por suerte, la música que dejaba escapar un
piano, ofrecía breves intermedios para entablar un diálogo.
Años después García Márquez
volvería a ser de los autores de Planeta y los encuentros entre el joven y el
novelista se repetirían. Este espacio en el marco de la Feria Internacional del
Libro, forma parte de las acciones de promoción de la casa editorial para el
público lector cubano, que arriba también con un stand en la sede principal del
evento: la Fortaleza de la Cabaña.
El narrador Leonardo Padura,
cerró esta mesa de diálogo con una anécdota de su relación con García Márquez y
después regaló un texto que es característico de su estilo: sencillo,
coloquial, diáfano. “Cercanías y lejanías con García Márquez” es el título de
esta evocación que lo ubica en sus fuentes primarias, que transitan de William
Faulkner a Juan Rulfo y se establecen en la descripción de una realidad cargada
de magia.
Valores que lo sitúan en el
inicio y final de un camino. Una sombra tan difícil de apresar que sus
seguidores terminan convertidos en epígonos. Y es que, su obra, plagada de
adjetivos precisos, de sustantivos colocados por la destreza periodística nos
remite a una concepción del ser latinoamericano.
Padura considera que esas
primeras líneas de Cien años… son la clave para la historia que contará la novela.
La utilización del verbo “habría de recordar” ofrece la perspectiva de obra
circular, de serpiente que se muerde la cola. Pues las estirpes condenadas a
cien años de soledad no tendrán otra oportunidad sobre la faz de la tierra. Por
suerte, los lectores si tenemos la posibilidad de volver sobre estas páginas y
repetir, si alguien nos preguntará: “Muchos años después frente al pelotón de
fusilamiento Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que
su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de una
docena de casas de barro y cañabrava, situadas alrededor de un río de aguas
diáfanas que se precipitaban sobre piedras blancas que parecían huevos
prehistóricos”. Por este pelotón de lectores, García Márquez está condenado a
vivir otros cien años de soledad, para que nos siga escribiendo los libros que
necesitamos para definirnos como seres de este continente.
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Clarin.com
Buenos Aires – Argentina
18 de febrero de 2017
El día que Gabo pensó en
Shakira para defender su legado
La imaginó al frente de la fundación que
creó en 1995 para cuidar la esencia del periodismo. El escritor confesó su idea
a un entrañable amigo argentino. El Nobel y la estrella pop se adoraban.
Por Pablo Calvo
pcalvo@clarin.com
Shakira y Gabo juntos. (Instagram)
Ya frente al pelotón de
banqueros, tecnócratas y millonarios pendientes de sus fortunas, ella les
antepuso la palabra. Shakira les habló de la educación como la única inversión
urgente. “Provoca milagros”, les dijo en la cara, en el Foro de Davos, como revelando
el secreto de una pócima infalible. Fue el mes pasado, cuando ella solita, sin
necesidad de mover caderas ante los poderosos, sino mirándolos a los ojos, les
advirtió que hay 250 millones de niños de menos de cinco años que están en
riesgo por no poder desarrollarse “física ni intelectualmente”. Y que eso “es
una tragedia para esos niños y un fracaso épico para nosotros”. El coraje y la
personalidad arrolladora de esa mujer era lo que fascinaba a Gabriel García
Márquez, su amigo y confidente.
Gabo y Shakira se querían
como padre e hija, se admiraban, se aconsejaban, se llamaban por teléfono en
momentos de soledad. Cuando se veían, él le decía: “Soy tu eterno oyente”. Y
ella le contestaba: “Y yo, tu eterna lectora”.
Pero, mientras se prometían
eternidad, el premio Nobel de Literatura sintió una ráfaga de incertidumbre, la
preocupación de no saber qué pasaría con la fundación de periodistas que había
creado en 1995 para cuidar los valores del oficio y la calidad de la escritura
cuando él no estuviera. ¿Quién conseguiría fondos para mantener los talleres
con maestros de la profesión, los festivales de la palabra, los premios que
incentivan los mejores reportajes de América Latina?
Sólo había una persona que
sabía lo que García Márquez estaba pensando en ese momento, porque lo había
escuchado de su boca, en una terraza con vista a las cúpulas de Cartagena,
durante una noche de estrellas y ron. Era una idea tan audaz como imposible,
aunque lo imposible no existía en el fantasioso horizonte del escritor.
Genealogía de una amistad. El
periodismo y los dos protagonistas de esta historia se unen por varios puentes,
pero hay uno muy poco conocido, esencial: La mejor amiga de Gabo era tía abuela
de Shakira. Olga Champs firmaba sus libros de poesías como Meira Delmar. Y fue
un símbolo de las letras que se convierten en caricias del alma.
Profesora de literatura e
historia, integrante del Grupo de Barranquilla, Meira fue elevada a las altas
cumbres de la literatura colombiana.
Y por allí andaba Gabo, que
también paseaba por las calles junto a su compañero de colegio Ricardo González
Ripoll, dos veces alcalde de la ciudad y pariente directo de la mamá de
Shakira. García Márquez disfrutaba de Barranquilla como gran metrópolis del
Caribe y de Cartagena por su personalidad colonial, sus balcones de madera, su
muralla histórica y la suave brisa del mar. Las dos ciudades lo inspiraban.
El bichito del periodismo
también le había picado al papá de Shakira, William Mebarak, joyero de día,
escritor fantasma en los ratos libres. Firmaba artículos bajo el seudónimo de
“Karabem”, su apellido al revés, y los mandaba al diario El Heraldo para que se
publicaran los sábados, según confió Juan Gossain, entonces jefe de redacción.
Los destinos se cruzaban.
Gabo y Meira Delmar hablaban de libros y prosas bellas hasta que salía el sol.
Y Shakira siempre aparecía en la conversación.
Testigo de esas tertulias fue
Jaime Abello Banfi, el leal compañero de Gabo en la aventura de crear la
Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.
El amor por las letras
acompañó la amistad de Gabo con la tía de Shakira hasta el fin de sus días. Y
que cuando Meira perdió la vista, el Nobel contrató al poeta Diego Marín,
pródigo de la pronunciación, para que le leyera en voz alta su libro Vivir para
contarla.
Cuando Meira se apagó, en
2009, Shakira la lloró con palabras. Por las redes sociales, expresó: “Solo del
alma de una mujer como Olga Chams pudieron haber brotado versos tan delicados y
memorables. Ella fue la hija más sensible de Barranquilla, la más grande
poetisa colombiana de todos los tiempos”. ¿Quién la consoló? El más grande
escritor colombiano de todos los tiempos.
“Shakira presidenta.” Fue en
Cartagena donde Gabo tuvo la premonición. “Es ella la indicada. Cuando yo no
esté, Shakira puede ayudar a la Fundación Nuevo Periodismo, ponerse al frente,
conseguir apoyos firmes para que esto siga”, le confió el Nobel a su amigo
Tomás Eloy Martínez, escritor tucumano y universal.
TEM recordaba ese momento
palabra por palabra, con la entonación de cada frase, y la mirada de Gabo que
sostenía su afirmación. Shakira dedicada a cuidar el legado garciamarquiano. La
imaginación al poder.
Casualidad o no del destino,
el último trabajo periodístico de García Márquez fue la semblanza de la
cantante, cuando tneía 22 años. Shakira por Gabo, tituló en portada el
suplemento Hombre de la revista Cambio, en junio de 1999. Meses antes, Gabo
había publicado El enigma de los dos Chávez, un artículo sobre el amado y
odiado líder venezolano.
Ella por él. “En diversas
ocasiones ha tenido taquicardias, inflamación del colon, o alergias de la
piel”, fue una de las oraciones de Gabo que describieron el vértigo de esa
muchacha capaz de dar cuarenta conciertos en la Argentina en pocas semanas y
hasta cuarenta entrevistas diarias sin repetirse, porque “tiene ideas propias
sobre el arte, la vida terrenal y la eterna, la existencia de Dios, el amor o
la muerte.” “Se ve que es como ella quiso ser: inteligente, insegura, recatada,
golosa, evasiva, intensa”, adjetivó.
Mago de las palabras, Gabo
incorporó un párrafo fantástico a su crónica. Aseguró que un día, en la
multitud de un concierto, Shakira divisó a una persona que había muerto hacía
años. “Canté toda la noche para él”, fue la frase que le atribuyó a la
cantante.
En el texto, Gabo volvió a
los orígenes de la amistad con Shakira, al destacar que ella adoraba los
libros, que de chica escribía cuentos y que amaba las letras, en detrimento de
las matemáticas.
Jaime Abello Banfi confirma
la profundidad de esta amistad. Solo da una versión distinta a la de Tomás Eloy
Martínez: “Es probable que haya sido al revés: que Shakira le haya pedido a
Gabo ser la cara visible de la Fundación Alas, algo que no prosperó. Ella se
dedicó a apuntalar la Fundación Pies Descalzos”, que promueve la educación para
los niños más pobres. En nombre de ellos habló en Davos. Y soltó las palabras
como si fueran mariposas.
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EL ESPECTADOR
Bogotá – Colombia
20 de febrero de 2017
Cultura
Cuba celebra a García Márquez
Por Lorena Cantó (EFE)
El escritor colombiano tuvo
una profunda y estrecha relación con Cuba, con su gente y con Fidel Castro. A
propósito de que este año se cumplen 90 de su nacimiento, y 50 de la
publicación de Cien años de soledad, la Casa de las Américas le rindió un homenaje.
De los escritores foráneos
que dejaron huella en Cuba, y con permiso de Ernest Hemingway, fue Gabriel
García Márquez quien tejió la más profunda y duradera relación con la isla, que
hoy celebró con emoción el 90 "cumpleaños" del colombiano y el medio
siglo de su universal "Cien años de soledad". "Cuba siempre
estuvo entre sus preocupaciones, entre sus afanes, entre sus riquezas y
pérdidas, alegrías y dolores durante una larga relación que mantuvo con el país",
señaló a Efe el escritor cubano Leonardo Padura.
Escultura en homenaje a García Márquez
en Cuba.
El premio Princesa de
Asturias de la Letras en 2015 se unió al homenaje que esta jornada se rindió a
Gabo en la Casa de las Américas, una institución cultural a la que el literato,
fallecido en 2014, estuvo estrechamente vinculado. Padura, junto al embajador
de Colombia en Cuba, Gustavo Bell, y al responsable de la editorial Planeta en
México, José Calafell, repasó la relación del padre del realismo mágico con la
isla caribeña, un vínculo que trascendió lo literario y llegó hasta lo político
en virtud de la estrecha amistad que mantuvo con el fallecido mandatario Fidel
Castro.
"La relación de Gabo con
Cuba fue muy diversa", aseveró Padura, quien recordó la admiración del
autor nacido en Aracataca por figuras de las letras cubanas como Alejo
Carpentier, Eliseo Diego, Guillermo Cabrera Infante o José Lezama Lima. Pero
los lazos de García Márquez con la isla caribeña fueron más allá de la
literatura y la política hasta llegar al séptimo arte, pues fue uno de los
impulsores de la hoy renombrada Escuela Internacional de Cine de San Antonio de
los Baños, donde cada año dictaba un curso fijo de guiones llamado "Cómo
se cuenta un cuento".
Sin embargo, el colombiano
fijó límites en la forma en que abrazó a Cuba. "Pienso que ahí también
había un problema de carácter o la forma en que se hace el mundo cultural
cubano de esos años. Tuvo aquí grandes amistades en el mundo de la cultura,
pero no fue pródigo con respecto al resto de los escritores, consideró Padura.
A juicio del escritor cubano, la actitud de García Márquez fue "en su
estilo" parecida a la Hemingway: "trataron de preservar su privacidad
estando en Cuba y tuvieron una relación no abierta hacia los escritores".
"Aquí en el Caribe
ocurre un fenómeno, que la gente es muy invasiva, somos gregarios, y si tú
abres la puerta de tu casa, un día te encuentras en el comedor comiéndose tu
arroz con pollo a una persona que no conoces ni has invitado. Creo que Gabo se
trató de proteger de eso también", sostuvo el autor de la celebrada
"El hombre que amaba a los perros".
En el homenaje en la Casa de
las Américas, donde se repartieron a los presentes mariposas amarillas de papel
para que escribieran dedicatorias al escritor, también se celebró el
"significado vital" que supuso para Colombia la escritura de un autor
que reivindicó la diversidad de la identidad del país frente al centralismo
imperante desde el siglo XIX.
Padura aludió a la
"conmoción" que debió producir en un país "tan bogotano"
encontrarse con la literatura de García Márquez, a partir de la cual cambió
"la percepción de sí mismos" que tenían los colombianos. También la
ciudad de La Habana dedicó este jueves su mirada al Nobel de Literatura, que
desde hoy cuenta con una estatua en el pintoresco casco histórico de la ciudad
por la que tantas veces paseó y en la que llegó a tener una casa
permanentemente a su disposición.
Ahora, la mirada en bronce
del autor colombiano acompaña a los visitantes del jardín del Palacio del
Marqués de Arcos, antigua sede del Liceo Artístico y Literario de La Habana. El
escultor cubano José Villa Soberón es el artífice de la escultura, un regalo de
Colombia que representa al novelista con una rosa en la mano, ataviado con el
liquiliqui con el que recibió el Premio Nobel en 1982.
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