ARCADIA
Bogotá –
Colombia
14 de
noviembre de 2013
Gabo y su editorial desalmada
Sopor i
piropos
El asunto es tan simple como siniestro:
las librerías independientes en Colombia,
por cuenta de un sistema absurdo de ventas en firme
y de penalidades, no pueden distribuir los libros de
Gabriel García Márquez
Por:
Nicolás Morales
Un extranjero, algo ebrio, me cuenta en una
fiesta un asunto increíble: recorrió decenas de kilómetros buscando libros de
García Márquez y no encontró nada. No me la creo. Si estuviéramos en Helsinki
podría ser cierta la historia pero relatada en Bogotá parece un cuento del real
maravilloso (venezolano). Pues no, estimados lectores. La triste historia es
cierta. El asunto es tan simple como siniestro: las librerías independientes en
Colombia, por cuenta de un sistema absurdo de ventas en firme y de penalidades,
no pueden distribuir los libros de Gabriel García Márquez. Es de no creérselo.
En la práctica, esto significa que hay un bloqueo sobre ellas. Estoy hablando
de librerías tan importantes hoy como La Madriguera del Conejo, Prólogo, Babel,
Alejandría, Casa Tomada, ArteLetra, entre muchas otras y solo mencionando las
de Bogotá. La razón de este sinsentido es que Editorial Norma, que tiene los
derechos sobre el fondo Gabo, bajo una modalidad absurda y leonina de ventas en
firme con márgenes de comisión muy bajo, hace imposible cualquier negociación
para esta red de libreros. Si las librerías se acogieran a este modelo
sencillamente quebrarían. La desesperación de los libreros es insoportable. Por
ejemplo, en algunas importantes librerías como Tornamesa, en Avenida Chile,
solo se encuentran los libros de Gabo en inglés.
Para Camilo de Mendoza, librero de Tornamesa,
resultó más sencillo vender las ediciones inglesas de Penguin Books que lidiar
con las normas absurdas de Norma. Una librería vende exclusivamente los saldos
de Oveja Negra. Otro librero, para lograr conservar a sus buenos clientes, ha
empezado a pedir los libros a través de Amazon, lo que es patético si de lo que
hablamos es de la obra de Gabriel García Márquez, el colombiano premio Nobel de
Literatura. Por cierto, por razones distintas, aunque no menos curiosas, la
librería Lerner, la primera o segunda librería más importante de Colombia, no
tenía libros de Gabo el día en que escribí esta columna. El hecho es tan
inverosímil como si un turista llegara a la librería Gandhi en México a comprar
Octavio Paz y le dijeran: “No güey, vuelve mañana”, o como si fuera al Ateneo
de Buenos Aires preguntando por Borges y le dijeran que con gusto pueden pedir
el libro a su nombre vía Amazon y que regrese en quince días a recogerlo.
Claro, las librerías comerciales de cadena por
su músculo financiero (Panamericana, La Nacional, Éxito) sí distribuyen algunos títulos
de Gabo, siempre en las austeras ediciones de Norma: libro escolar, de
bolsillo, que es funcional para un estudiante pero que sin duda resulta
insuficiente para otro tipo de lectores que buscan algo un poco más refinado.
Por supuesto, ni hablar de ediciones críticas, inexistentes en nuestros
parajes. Estamos, pues, a merced de una editorial que pareciera hacer mal lo
básico y bloquear el trabajo de otras que lo hacen mejor. Como ejemplo,
Mondadori decidió editar en el 2012 la edición completa de Todos los cuentos pero no puede circular en Colombia porque no
tiene derechos y hay que comprarla en México. Si usted desea buenas ediciones
de Gabo no es insensato pensar que deberá comprarlas siempre que esté en el
extranjero.
Es lamentable que, por cuenta de una política
comercial, medio país viva en un apagón técnico de libros del escritor
colombiano más importante de todos los tiempos. Digo, ¿sabe esto la agencia
literaria de Gabriel García Márquez? ¿Sabe que en las mejores librerías de
Bogotá no pueden vender libros de Gabo? Probablemente no, y poco importa en un
sistema que factura mucho por todos los otros ángulos. Sin embargo, la moraleja
es delicada y nos recuerda la génesis del problema. Hace años la editorial
Oveja Negra fue maldecida por sus prácticas editoriales. Puede que haya sido
cierto pero, al César lo que es del César, esa editorial inundó de libros a
Colombia, como si realmente creyera que valía la pena y no como esta editorial
de aborrajados –otrora grande– que solo quiere góndolas de supermercados.
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