EL HERALDO
Barranquilla – Colombia
1987
Rosi
logró lo imposible:
volver
aburrido a Gabito
Por Ernesto McCausland Sojo
Texto publicado en: 1987
Con su famosa película Crónica de una muerte anunciada, el
director Francesco Rosi consiguió algo que parecía imposible.
El afamado realizador convirtió el
apasionante relato de Gabriel García Márquez en una obra aburridísima. Así lo
comprobaron unas mil personas que asistieron el viernes por la noche al estreno
de la película en Colombia, país donde fue rodada en medio de una avalancha
publicitaria. Ese relato alucinante de García Márquez, quien con esta obra
había logrado la proeza de revelar en el primer párrafo lo que iba a suceder y
sin embargo logró cautivar la atención del lector hasta su mismo final, quedó
convertido en un insoportable melodrama de dos horas y quince minutos.
Y lo peor de todo es que Rosi le
puso algo de su propia cosecha para darle a la obra un final de telenovela
venezolana, con Bayardo San Román y Ángela Vicario juntos en una conclusión
descabellada y por lo demás irrelevante con la obra de nuestro Premio Nobel de
Literatura.
Y mucho peor aún, Rosi omitió uno de
los aspectos más importantes de la obra: la evidencia que nos aporta García
Márquez de que Santiago Nasar se burlaba frecuentemente de Ángela Vicario,
cuando le decía a su primo Bedoya, para referirse a ella: “Tu prima la boba”.
En la novela de García Márquez ella
sabía que Santiago se refería a ella en esos términos y una de las dudas que
quedan flotando en el ambiente de la obra es la de la posibilidad de que Ángela
Vicario hubiera acusado a Santiago Nasar sólo para vengarse de su burla
frecuente.
De un machetazo y sin contemplación,
Rosi acabó con esta encantadora duda, mostrando más bien que Santiago Nasar y
Ornella Muti ni siquiera se conocían.
Los mil espectadores del viernes
presenciaron asombrados, en medio de una ola de bostezos que se alcanzaban a
escuchar en la oscuridad del teatro, una película muy diferente a la obra que
la inspiró.
Esta “Crónica” pareció más bien una
versión telenovelada para Venevisión”, la cadena venezolana que se encarga de
perpetrar todos esos dramas cursis que los colombianos tenemos que tallarnos al
mediodía.
Aunque la película tuvo también
algunas escenas que lo llevaban a pensar a uno si no estaría más bien en un
episodio de la serie “Especiales de la National Geographic”.
En efecto, porque uno no atina a
explicarse cuál fue la intención de Rosi, por ejemplo, con aquel paseo
maratónico de Ángela Vicario y Bayardo San Román por el río, dándole excesivo
tiempo a las imágenes de los animales de la ribera.
Si su intención era mostrar las
bellezas naturales de nuestra región costeña, los espectadores hubiéramos
preferido perdernos en la película y vernos uno de esos programas ecológicos de
Telecaribe.
¿En qué falló Rosi? En muchas cosas.
Primero que todo, el director
seleccionó muy mal a su personal de trabajo. La falla principal estuvo en el
actor británico Rupert Everett, quien había tenido críticas favorables en
películas anteriores. Rupert Everett
representó a Bayardo San Román, el enigmático extranjero que se casó con Ángela
Vicario y la devolvió porque no era virgen.
Con su pinta netamente londinense,
Everett asesinó prácticamente al personaje, acabando con todos esos encantos de
que Gabo lo dotó en su obra. Everett fue más bien un filipichín sin ninguna
fuerza interpretativa, sumamente distanciado de aquel Bayardo San Román
misterioso y sólido que Gabo describe.
En cuanto al protagonista Anthony
Delon, pues se puede decir que con él trató de crearse la imagen de un galán
muy diferente a la concepción que le había dado Gabo, quien lo concibió más
bien como un hombre común y corriente, sin muchas ínfulas de grandeza y con el
encanto natural de los hombres simples.
Tal vez lo único que vale la pena
destacar en cuanto al reparto es la actuación de Ornella Muti, quien representó
a una Ángela Vicario de características muy similares al personaje descrito por
Gabo.
Es posible que la principal
equivocación de Rosi con la obra de Gabo haya sido la forma narrativa de esta
historia. Gabo la narró con pronunciados cambios en los tiempos de la obra.
Comenzó hablando del “día en que iban a matar a Santiago Nasar” y de allí
jugando con los tiempos, intercambiando el pasado con el presente en una
alucinante narración. Rosi trató de hacer lo mismo, pero le invirtió todos los
tiempos a la obra y jamás logró el dramatismo que logró Gabo en el transcurso
de la Crónica.
Cuando Gabo llega a la escena del
crimen, el lector está comprometido con la expectativa de tal manera que no
puede soltar el libro. Cuando Rosi llega al momento del crimen, ya uno está
como por el décimo bostezo y la escena no logra evitar el undécimo. Rosi jamás
logra captar plenamente la atención del público sobre la película, porque las
escenas no tienen ninguna fuerza y casi siempre se cumplen en el momento que
nadie desea verlas. Un ejemplo: el asesinato de Santiago Nasar. Otro ejemplo:
la escena en que Bayardo se entera de que su esposa no es virgen.
Tal vez la única escena que se salva
es la del momento en que Ángela Vicario dice que “su autor” fue Santiago Nasar,
la cual se desarrolla en medio de una tremenda fuerza dramática. Lo más
deprimente de todo es que Rosi se concentra en unas escenas larguísimas, como
la del paseo por el río, donde el espectador está ahí sentado en su butaca,
viendo pájaros e iguanas, o simplemente presenciando a un personaje que camina
lentamente por el pueblo.
Es muy posible que a la hora de
llevar una obra de Gabo a la pantalla, un director se encuentra con una amplia
gama de problemas. El principal de ellos es la ausencia de diálogos en las
obras de García Márquez, quien se limita más bien a narrarlas con su propio
estilo y a rematar con frases cortas entrecomilladas. Es por eso que en la
película vemos escenas cortísimas, donde los mejores pasajes se desenlazan
velozmente con una frase contundente.
Eso en literatura es hermoso.
Pero en el cine, mata.
Rosi optó más bien por crear un
personaje de su propia cosecha, representado por Gian María Volonté, quien hace
el papel de uno de los amigos de Santiago Nasar que regresa al pueblo mucho
tiempo después del crimen y comienza a revivir los recuerdos. De allí se va
desenvolviendo esa torpe historia, que nos podría estar demostrando que nuestro
Nobel es imposible de llevar al cine.
A esto se suman otros problemas
menores, como por ejemplo el pésimo maquillaje de Ornella Muti cuando ella
supuestamente envejece y se le notan a leguas que las marcas de arrugas no son
más que pinceladas en la cara. También hay un pésimo manejo de los extras
momposinos, los cuales en las diferentes escenas parecen una cuadrilla de reses
domadas y jamás logran dar esa apariencia de multitudes al natural.
En síntesis, y después de tanto
alboroto, la famosa Crónica, versión
cinematográfica, resultó siendo un bodrio kilométrico y pasivo, que más bien
desdibuja la obra de García Márquez. El asesinato de Santiago Nasar no fue el
único. También hubo otro asesinato casi tan lamentable: el que cometió
Francesco Rosi con la obra de Gabo.
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