3 de julio de 2013

MEMORABILIA GGM 681



Radio Santa fe
Bogotá – Colombia
2 de julio de 2013

Insulto añadido a la injuria


Por Mauricio Botero Caicedo

Durante varios meses, en conjunto con el ‘History Channel’, un grupo de Promotores (algunos de ellos importantes jugadores en los medios) hicieron el acompañamiento de una votación cuyo objetivo era elegir el Gran Colombiano de la Historia. El proceso, abierto y transparente, fue supervisado de cerca por los Promotores y se ajusto a las pautas que habían seguido otros países en este tipo de concursos. La libre votación de todos aquellos que participaran en la contienda dieron como ganador – por una apabullante mayoría – al ex – presidente Álvaro Uribe Vélez, quien prácticamente sextuplico en votos al escritor y periodista Gabriel García Márquez.

Inmediatamente conocido el resultado, ¡oh sorpresa!, varias personas e instituciones (principiando por los mismos Promotores del Concurso) pusieron el grito en el cielo. En lugar de aceptar la espontánea opinión de los colombianos los perdedores – inexplicablemente acompañados por los Promotores – se niegan a aceptar la decisión de millares de compatriotas. (Al haberse comprometido a respetar los resultados, lo que están es injuriando a los que votaron a favor de Uribe. Esto último parece que poco les importa). Y al no haber ganado el candidato que ellos creen que debe haber ganado (de alguna manera mucho más identificado con sus sesgos ideológicos) se indispusieron, entraron en un trance, y desde que se conoció el veredicto no han hecho cosa distinta a jurar por sus progenitoras que la votación fue amañada. Dedicados de lleno a enlodar la ilustre figura del ex – presidente, su único propósito es exaltar a Gabriel García Márquez, cuyos indiscutibles méritos literarios no pueden ni deben ocultar algunas oscuras facetas de su inmediato pasado.

Para los perdedores (‘mamertos’ en su mayoría) y los Promotores la razón principal para descalificar a Uribe es que su ‘manera de concebir la institucionalidad democrática está lejos de ser la más importante para los colombianos’. ¡Qué rápido se pierde la memoria colectiva! García Márquez hasta hace muy poco era el amanuense, por no hablar del ‘sacamicas’, del mayor sátrapa que ha tenido la historia del continente: Fidel Castro. Y mientras que Gabo le hacía venias y genuflexiones al dictador isleño, aquel hacia todo lo posible para minar cualquier vestigio de democracia en América Latina.

Fidel Castro, como es de público conocimiento, proveía de armas y munición, y prestaba las bases militares de Cuba para que las Farc y los ‘Elenos’ se entrenaran en la isla con el único objetivo de tomarse el poder en Colombia para instaurar una dictadura marxista – leninista. Los terroristas apoyados por los hermanos Castro – a medida que socavaban la democracia del país – secuestraban a centenares de miles de compatriotas (como recientemente lo ha hecho público la firma ‘Cifras y Conceptos’), reclutaban de manera forzosa a centenares de miles de campesinos, y dejaban lisiados a millares de compatriotas sembrando de manera indiscriminada minas quiebra patas a los largo y ancho del país. Y mientras que Fidel y Raúl hacían todo lo posible por colaborar con los terroristas que buscaban acabar con la ‘democracia’ en Colombia, ‘Gabo’ –entre ‘daiquiri y daiquiri’– disfrutaba sin parpadear a la generosa hospitalidad del dictador.

Entonces que esta recua de perdedores, por no hablar de los Promotores, venga a descalificar al ex presidente Uribe por una supuesta falla en concebir la ‘institucionalidad democrática’, no deja de ser uno de los mayores ‘himnos a la hipocresía’ de la historia moderna; y un insulto añadido a la injuria a todos aquellos que respaldamos en dicho concurso el nombre del ex presidente Álvaro Uribe Vélez.


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KIEN&KE
Bogotá – Colombia
2 de julio de 2013

7 Razones por las que mi

Gran Colombiano es

Gabriel García Márquez


Por Laura Busche

Gabo tiene 86 años, demasiado tiempo viviendo y contando historias, y muy poco para hacer campaña para ganarse un premio. Por eso, sin ánimo de demeritar a nadie, y desde el lugar de mi mente que aprendí a conocer leyéndolo a él, me dispongo a contarles por qué Gabriel García Márquez está sentado en una silla que dice El Gran Colombiano.

 Muchos piensan que García Márquez es un novelista. Permítanme ponerlo en duda. Gabo ha sido periodista, facilitador de paz, guionista y crítico de cine, ideólogo político, pensador prolífico y embajador de Colombia en el mundo. Nos ha puesto en el mapa por las razones correctas: nuestro natural talento para crear mundos, nuestra desbordante inclinación por la creatividad, la recursividad que hemos desarrollado en medio de la escasez... la fe que, superando al realismo, nos aferra a la idea de vivir en un país en paz.

GRANCOLOMBIANO

Gabo ha sobrevivido al cáncer, a la vida, a la muerte, y al olvido. Me lo imagino sentado en un mecedor tomándose un café y fascinándose con las caricaturas que su Macondo ve como héroes. Me lo imagino riéndose hasta de sí mismo. Quizás agradecido por ver el sol después de 4 años, 11 meses y dos días de lluvia. Quizás arrepintiéndose de no haberle dado la carta de advertencia a Santiago Nasar antes de que lo mataran. Quizás pensando en las rosas que comerá esta tarde con Florentino Ariza. Me lo imagino como él me enseñó a imaginar. Y, aunque hay muchas más razones para reconocerlo como el Gran Colombiano, aquí van 7:

1. Ha entendido y contado mejor que nadie nuestra historia. Gabo nos abrió los ojos a la historia de Colombia (y la humanidad) a través de las vivencias de hombres y mujeres. Nos enseñó que detrás de cada drama están los rostros de generaciones repetidas de Aurelianos y José Arcadios. Retrató mejor que nadie la naturaleza cíclica de nuestro tiempo, ese instante de epifanía en que reconocemos que "es como si el tiempo diera vueltas en redondo y hubiéramos vuelto al principio." El machismo, la religión, la soledad, el amor, la familia, y tantos otros temas son expuestos por sus historias de manera atemporal, moralizante...magistral.

2. Gabo, el pacifista, reconoció y exhibió sin miedo la inutilidad de la guerra. A veces pienso que si García Márquez se parara entre un soldado del Ejército y un guerrillero, ambos bajarían sus armas. De hecho, nuestro Nobel ya ha intervenido en distintos diálogos de paz, liderados por mandatarios cuyas posturas políticas probablemente ni le eran relevantes. Participó con el mismo entusiasmo en los diálogos de paz con el ELN bajo el gobierno Uribe, con el M-19 bajo Betancur, y con las FARC bajo Pastrana. A propósito de por qué lo hizo, nunca olvido las palabras con que un día me topé en Cien Años de Soledad:

    - Dime una cosa, compadre: ¿Por qué estás peleando?

    - ¿Por qué ha de ser, compadre? contestó el coronel Genireldo Márquez: por el gran partido Liberal.

    - Dichoso tú que lo sabes, contestó él. Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta que estoy peleando por orgullo.

3. Gabo, el humanista, se sumergió en lo complejo de nuestros conflictos. Vivimos en el siglo de la reducción. La pobreza se reduce a un porcentaje. Las manifestaciones de profundas fracturas sociales a "oposición". La complejidad de las emociones humanas a "síntomas". A Gabo nunca le ha dado miedo explorar la individualidad, esa riqueza experiencial única de quienes pisamos el mundo. He visto y leído a demasiados a quienes les basta con meter los pies al río. García Márquez lo nadó, lo recorrió, y descubrió su rumbo circular. Entendió y nos ayudó a entender la opinión de quien piensa desde la otra orilla.

4. García Márquez nos dio razones duraderas para luchar por nuestro país. Debemos preocuparnos cuando el futuro de toda una nación descansa sobre la finita capacidad de un caudillo. Sobre las vulnerables ideas de quienes responden a una circunstancia histórica particular. O, en el peor de los casos, a su orgullo. Por eso, me resulta natural celebrar a un hombre que ha empoderado nuestras mentes e imaginación para crear y recrear país. ¿Existe acaso mayor aporte a Colombia que liberar las mentes de sus ciudadanos de todas las edades? La Colombia de Gabo no tiene sentido únicamente en un período histórico. Es una Colombia que tendrá sentido más allá de la vida de quien la pensó y que –de manera sorprendente– lo tuvo mucho antes.

5. Gabo es un monumento vivo al empuje de los colombianos. Pocos saben que García Márquez vendió enciclopedias, fue corresponsal de un periódico que cerró (El Espectador), vio cómo sus manuscritos se quemaban en medio del Bogotazo, tenía una abuela ciega y loca, tiene una hermana que comía tierra, fue censurado por Gustavo Rojas Pinilla, y que vivió en una pensión de mala muerte donde también había un prostíbulo. Por otro lado, pocos saben que también se leyó Las Mil y Una Noches a los 9 años, que aprendió a escribir a los 5, que fue el primer columnista de cine del periodismo colombiano (en El Espectador), que se las ingenió para ser amigo tanto de Fidel Castro como de Bill Clinton, y que venció al cáncer a los 72 años. La suya es la vida de los todos los Colombianos, que en sus propias palabras se constituye como una "continua sucesión de oportunidades para sobrevivir".

6. Gabriel García Márquez cambió nuestra forma de leer, escribir y pensar. Gracias a él hoy miles de amantes de la literatura no nos dejamos limitar por la realidad para contar historias. Escribimos en pasado, presente, futuro y, a veces, en una mágica combinación de los tres. Escribimos sobre lo real como si fuera fantástico y sobre lo inimaginable como si fuera pan de cada día.

7. Gabriel García Márquez ha dejado su firma en el mundo, extrapolando lo Humano en lo Colombiano. No encuentro mejores palabras que las que él mismo nos entregó cuando recibió el premio Nobel. De Colombia, Gabo abstrajo "una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte...hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida." Cuando la Academia de Letras de Suecia lo premia, realmente está reconociendo que esa realidad "que no es la de papel", la nuestra, la que vivimos los Colombianos día a día, es patrimonio de la humanidad.

Frente al hecho de que un hombre de este tamaño no haya sido elegido como El Gran Colombiano, respondo en sus palabras: "El mundo habrá terminado de joderse el día en que el hombre viaje en primera clase y la literatura en el vagón de carga"

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Blog de Eva Feld
Caracas – Venezuela
Junio 6 de 2013


El García Márquez que

debería tener nombre de mujer

Eva Feld

El escritor colombiano, con amplia estadía e impronta en Venezuela, G. García Márquez, en verdad otro es. No nos referimos a aquél de prodigiosa memoria que lleva más de cuarenta años contándonos historias en las cuales se funden sus recuerdos con el imaginario colectivo latinoamericano y a cuya sombra se arriman por igual lectores, escritores, periodistas para encadenar en perpetuo móvil, una realidad mágica arquetípica; ni a ese Midas de la literatura que ha sabido convertir en oro casi todo cuanto ha escrito y cuyo oficio se enseña en Cartagena para garantizar a perpetuidad su sello, su cuño, su franquicia.
La biografía del escritor G. García Márquez que nos ocupa se parece enormemente a la de la mayoría de los escritores a quienes se les escucha poco y se les publica menos y cuyo recurso anecdótico se ha ido disolviendo por efecto de la metáfora. En el caso de G. García Márquez acaso la sobre exposición de sus memorias las ha adelgazado hasta el punto de sólo recordarlas a través de las versiones que de ellas le proveen las palabras del Gabo. Así es, pues padece de isquemia cerebral.

G. García Márquez se desempeñó en Venezuela como empresario y como diplomático colombiano y obtuvo como ganancia el afecto y el reconocimiento fraterno de numerosos amigos y colegas que vieron en él, más allá de su apellido, la complejidad del escritor y la transparencia del hombre. Así han hablado de él, poetas y narradores como Elena Vera, Marisol Marrero, Carlos Brito, Lidia Salas y más de los catorce escritores que se reunían los martes a leerse y que al cabo del año 1991 publicaron un libro antológico bajo el título de “Quaterni deni”, para dejar constancia del colectivo.

 Gustavo García Márquez

G DE GUSTAVO NO DE GABRIEL

Gustavo García Márquez vivió en Caracas y en Barquisimeto y alegró con su presencia numerosas reuniones. Aconteció en una de ellas, en que la noticia de su parentesco directo con el premio Nobel colombiano tardó en difundirse entre los asistentes, que sintiéndose inadvertido me habló, sin conocernos, de sí mismo. Habló de fábricas y de dificultades, habló del amor conyugal y de sus hijos. Su voz fluía viril desde la espesura de unos bigotes muy poblados. Un tenue haz iluminaba las comisuras de sus ojos pardos, apenas se adivinaba por el escape de dos o tres palabras su procedencia colombiana. Sólo al verse descubierto en su origen aracatano (sic) me reveló en una sola frase su identidad: “Soy Gustavo García Márquez, el otro, y también escribo”.
Protegida por la inocencia y la inexperiencia quise saber más de él, lo laceré con impertinencias de todo tipo: que si había publicado, que cuál era su temática… Al fin le propuse: “Sería bueno que escribieras bajo pseudónimo para que nadie pueda compararte ni vincularte con tu hermano. Pienso que lo ideal sería incluso que usaras un nombre de mujer… ”. No hubo un ápice de conmiseración ni de burla en su respuesta: “Voy a pensarlo” dijo con una sinceridad ejemplarizante. Esa misma noche, a solas y víctima de insomnio especular, quise hallarle nombre pero sólo lo logré inventándole también un cuento, uno de mis primeros. Lo titulé “Galatea” (Mujeres y escritores más un crimen, Ed Warp, Caracas 1999) Ése debía ser su pseudónimo cuyo apellido Hemera, pudiera vincularse mediante su raíz griega con los Buendía de Macondo.

Cuando volví a ver al enigmático escritor, a la pregunta de si había seguido mi consejo, me respondió críptico: “Isis”. Nunca supo de mi Galatea, tampoco yo llegué nunca a leer nada de Isis.

Unos días después cayó en mis manos “Quaterni deni”; allí leí de Gustavo García Márquez su cuento La eterna tarde de los espejos, del cual ofrecemos a nuestros lectores un mínimo extracto.

LA ETERNA TARDE DE LOS ESPEJOS

Era marzo, en los tiestos de flores que había en la ventana parecía mayo, y dentro en el recinto de la sala, el tiempo, detenido por la espera iba gastando la noche.

Al fin los vimos entrar. Se acercó a nosotros abriéndose paso por entre la niebla densa y glacial del cuarto de hora para las ocho. Afuera las nubes destartalaban la superficie de la tierra con una llovizna de agujitas plateadas. Venía tocado con una gorra de lobo de puerta fluvial, un espeso mostacho de morsa adulta, la cara de niño triste, pero los ojos vivos de quien recuerda todo lo leído. Con el brazo napoleónico sostenía un libro de cuentos y un cartucho de video-tape. Era el mismo de la noche anterior, la misma indumentaria, igual bigote y la misma mirada de ver la osa mayor, sólo que esa noche, a diferencia de la anterior, no traía consigo la voz de cantar aires llaneros ni el cuatro.

Inmersa en el congestionado e indefinido espacio de los dos espejos antepuestos como los largos callejones que me repetían infinitamente y me producían el vértigo caleidoscópico de su intimidad, lo vi llegar frente a mi y decir: “Estoy dispuesto para la travesía Patriarca”, entonces lo vi más cerca a la cara, jamás le había hablado de los espejos, pero ahora, yo estaba convencido de que él interpretando mi intención, tenía en la mirada la convicción de saber exactamente lo que yo pensaba. Hablábamos sin decirnos una sola palabra y hasta discutimos el plan sin usar la voz. Miramos los espejos como dos estanques de aguas invisibles con intenciones de bucear, perpendicularmente a la superficie de azogue. Días más tarde, Juan José me contó algo en que coincidimos perfectamente, “El secreto está en vencer el aturdimiento del primer instante en que el presentimiento del cristal roto se desvanece ilusorio, luego se desbanca la atmósfera común y se entra en la densa profundidad sin atmósfera, los poros se dilatan y el tiempo se detiene en una eterna tarde. “Dentro de los espejos, siempre es de tarde”…

Fuente: Ala de Cuervo
Gracias a Arturo Mantilla por el envío

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