Radio
Santa fe
Bogotá – Colombia
2 de julio de 2013
Insulto añadido a la injuria
Por Mauricio Botero Caicedo
Durante varios meses, en conjunto con el ‘History Channel’, un grupo de
Promotores (algunos de ellos importantes jugadores en los medios) hicieron el
acompañamiento de una votación cuyo objetivo era elegir el Gran Colombiano de la Historia. El proceso, abierto y transparente,
fue supervisado de cerca por los Promotores y se ajusto a las pautas que habían
seguido otros países en este tipo de concursos. La libre votación de todos
aquellos que participaran en la contienda dieron como ganador – por una
apabullante mayoría – al ex – presidente Álvaro Uribe Vélez, quien
prácticamente sextuplico en votos al escritor y periodista Gabriel García
Márquez.
Inmediatamente conocido el resultado, ¡oh sorpresa!, varias personas e
instituciones (principiando por los mismos Promotores del Concurso) pusieron el
grito en el cielo. En lugar de aceptar la espontánea opinión de los colombianos
los perdedores – inexplicablemente acompañados por los Promotores – se niegan a
aceptar la decisión de millares de compatriotas. (Al haberse comprometido a
respetar los resultados, lo que están es injuriando a los que votaron a favor
de Uribe. Esto último parece que poco les importa). Y al no haber ganado el
candidato que ellos creen que debe haber ganado (de alguna manera mucho más
identificado con sus sesgos ideológicos) se indispusieron, entraron en un
trance, y desde que se conoció el veredicto no han hecho cosa distinta a jurar
por sus progenitoras que la votación fue amañada. Dedicados de lleno a enlodar
la ilustre figura del ex – presidente, su único propósito es exaltar a Gabriel
García Márquez, cuyos indiscutibles méritos literarios no pueden ni deben
ocultar algunas oscuras facetas de su inmediato pasado.
Para los perdedores (‘mamertos’ en su mayoría) y los Promotores la
razón principal para descalificar a Uribe es que su ‘manera de concebir la
institucionalidad democrática está lejos de ser la más importante para los
colombianos’. ¡Qué rápido se pierde la memoria colectiva! García Márquez hasta
hace muy poco era el amanuense, por no hablar del ‘sacamicas’, del mayor
sátrapa que ha tenido la historia del continente: Fidel Castro. Y mientras que
Gabo le hacía venias y genuflexiones al dictador isleño, aquel hacia todo lo
posible para minar cualquier vestigio de democracia en América Latina.
Fidel Castro, como es de público conocimiento, proveía de armas y
munición, y prestaba las bases militares de Cuba para que las Farc y los
‘Elenos’ se entrenaran en la isla con el único objetivo de tomarse el poder en
Colombia para instaurar una dictadura marxista – leninista. Los terroristas
apoyados por los hermanos Castro – a medida que socavaban la democracia del
país – secuestraban a centenares de miles de compatriotas (como recientemente
lo ha hecho público la firma ‘Cifras y Conceptos’), reclutaban de manera
forzosa a centenares de miles de campesinos, y dejaban lisiados a millares de
compatriotas sembrando de manera indiscriminada minas quiebra patas a los largo
y ancho del país. Y mientras que Fidel y Raúl hacían todo lo posible por
colaborar con los terroristas que buscaban acabar con la ‘democracia’ en
Colombia, ‘Gabo’ –entre ‘daiquiri y daiquiri’– disfrutaba sin parpadear a la
generosa hospitalidad del dictador.
Entonces que esta recua de perdedores, por no hablar de los Promotores,
venga a descalificar al ex presidente Uribe por una supuesta falla en concebir
la ‘institucionalidad democrática’, no deja de ser uno de los mayores ‘himnos a
la hipocresía’ de la historia moderna; y un insulto añadido a la injuria a
todos aquellos que respaldamos en dicho concurso el nombre del ex presidente
Álvaro Uribe Vélez.
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KIEN&KE
Bogotá – Colombia
2 de julio de 2013
7 Razones por las que mi
Gran
Colombiano es
Gabriel García Márquez
Por Laura Busche
Gabo tiene 86 años, demasiado tiempo viviendo y contando historias, y
muy poco para hacer campaña para ganarse un premio. Por eso, sin ánimo de
demeritar a nadie, y desde el lugar de mi mente que aprendí a conocer leyéndolo
a él, me dispongo a contarles por qué Gabriel García Márquez está sentado en
una silla que dice El Gran Colombiano.
Muchos piensan que García
Márquez es un novelista. Permítanme ponerlo en duda. Gabo ha sido periodista,
facilitador de paz, guionista y crítico de cine, ideólogo político, pensador
prolífico y embajador de Colombia en el mundo. Nos ha puesto en el mapa por las
razones correctas: nuestro natural talento para crear mundos, nuestra
desbordante inclinación por la creatividad, la recursividad que hemos
desarrollado en medio de la escasez... la fe que, superando al realismo, nos
aferra a la idea de vivir en un país en paz.
GRANCOLOMBIANO
Gabo ha sobrevivido al cáncer, a la vida, a la muerte, y al olvido. Me
lo imagino sentado en un mecedor tomándose un café y fascinándose con las
caricaturas que su Macondo ve como héroes. Me lo imagino riéndose hasta de sí
mismo. Quizás agradecido por ver el sol después de 4 años, 11 meses y dos días
de lluvia. Quizás arrepintiéndose de no haberle dado la carta de advertencia a
Santiago Nasar antes de que lo mataran. Quizás pensando en las rosas que comerá
esta tarde con Florentino Ariza. Me lo imagino como él me enseñó a imaginar. Y,
aunque hay muchas más razones para reconocerlo como el Gran Colombiano, aquí
van 7:
1. Ha entendido y contado mejor que nadie nuestra historia. Gabo nos
abrió los ojos a la historia de Colombia (y la humanidad) a través de las
vivencias de hombres y mujeres. Nos enseñó que detrás de cada drama están los
rostros de generaciones repetidas de Aurelianos y José Arcadios. Retrató mejor
que nadie la naturaleza cíclica de nuestro tiempo, ese instante de epifanía en
que reconocemos que "es como si el tiempo diera vueltas en redondo y
hubiéramos vuelto al principio." El machismo, la religión, la soledad, el
amor, la familia, y tantos otros temas son expuestos por sus historias de
manera atemporal, moralizante...magistral.
2. Gabo, el pacifista, reconoció y exhibió sin miedo la inutilidad de
la guerra. A veces pienso que si García Márquez se parara entre un soldado del
Ejército y un guerrillero, ambos bajarían sus armas. De hecho, nuestro Nobel ya
ha intervenido en distintos diálogos de paz, liderados por mandatarios cuyas
posturas políticas probablemente ni le eran relevantes. Participó con el mismo
entusiasmo en los diálogos de paz con el ELN bajo el gobierno Uribe, con el
M-19 bajo Betancur, y con las FARC bajo Pastrana. A propósito de por qué lo
hizo, nunca olvido las palabras con que un día me topé en Cien Años de Soledad:
- Dime una cosa, compadre:
¿Por qué estás peleando?
- ¿Por qué ha de ser,
compadre? contestó el coronel Genireldo Márquez: por el gran partido Liberal.
- Dichoso tú que lo sabes,
contestó él. Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta que estoy peleando
por orgullo.
3. Gabo, el humanista, se sumergió en lo complejo de nuestros
conflictos. Vivimos en el siglo de la reducción. La pobreza se reduce a un
porcentaje. Las manifestaciones de profundas fracturas sociales a
"oposición". La complejidad de las emociones humanas a
"síntomas". A Gabo nunca le ha dado miedo explorar la individualidad,
esa riqueza experiencial única de quienes pisamos el mundo. He visto y leído a
demasiados a quienes les basta con meter los pies al río. García Márquez lo
nadó, lo recorrió, y descubrió su rumbo circular. Entendió y nos ayudó a
entender la opinión de quien piensa desde la otra orilla.
4. García Márquez nos dio razones duraderas para luchar por nuestro
país. Debemos preocuparnos cuando el futuro de toda una nación descansa sobre
la finita capacidad de un caudillo. Sobre las vulnerables ideas de quienes
responden a una circunstancia histórica particular. O, en el peor de los casos,
a su orgullo. Por eso, me resulta natural celebrar a un hombre que ha empoderado
nuestras mentes e imaginación para crear y recrear país. ¿Existe acaso mayor
aporte a Colombia que liberar las mentes de sus ciudadanos de todas las edades?
La Colombia de Gabo no tiene sentido únicamente en un período histórico. Es una
Colombia que tendrá sentido más allá de la vida de quien la pensó y que –de
manera sorprendente– lo tuvo mucho antes.
5. Gabo es un monumento vivo al empuje de los colombianos. Pocos saben
que García Márquez vendió enciclopedias, fue corresponsal de un periódico que
cerró (El Espectador), vio cómo sus manuscritos se quemaban en medio del
Bogotazo, tenía una abuela ciega y loca, tiene una hermana que comía tierra,
fue censurado por Gustavo Rojas Pinilla, y que vivió en una pensión de mala
muerte donde también había un prostíbulo. Por otro lado, pocos saben que
también se leyó Las Mil y Una Noches a
los 9 años, que aprendió a escribir a los 5, que fue el primer columnista de
cine del periodismo colombiano (en El Espectador), que se las ingenió para ser
amigo tanto de Fidel Castro como de Bill Clinton, y que venció al cáncer a los
72 años. La suya es la vida de los todos los Colombianos, que en sus propias
palabras se constituye como una "continua sucesión de oportunidades para
sobrevivir".
6. Gabriel García Márquez cambió nuestra forma de leer, escribir y
pensar. Gracias a él hoy miles de amantes de la literatura no nos dejamos
limitar por la realidad para contar historias. Escribimos en pasado, presente,
futuro y, a veces, en una mágica combinación de los tres. Escribimos sobre lo
real como si fuera fantástico y sobre lo inimaginable como si fuera pan de cada
día.
7. Gabriel García Márquez ha dejado su firma en el mundo, extrapolando
lo Humano en lo Colombiano. No encuentro mejores palabras que las que él mismo
nos entregó cuando recibió el premio Nobel. De Colombia, Gabo abstrajo
"una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y
determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que
sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza,
del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más
señalada por la suerte...hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación,
porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos
convencionales para hacer creíble nuestra vida." Cuando la Academia de
Letras de Suecia lo premia, realmente está reconociendo que esa realidad
"que no es la de papel", la nuestra, la que vivimos los Colombianos
día a día, es patrimonio de la humanidad.
Frente al hecho de que un hombre de este tamaño no haya sido elegido
como El Gran Colombiano, respondo en
sus palabras: "El mundo habrá terminado de joderse el día en que el hombre
viaje en primera clase y la literatura en el vagón de carga"
** ** **
Blog
de Eva Feld
Caracas – Venezuela
Junio 6 de 2013
El García Márquez que
debería tener nombre de mujer
Eva Feld
El escritor
colombiano, con amplia estadía e impronta en Venezuela, G. García Márquez, en
verdad otro es. No nos referimos a aquél de prodigiosa memoria que lleva más de
cuarenta años contándonos historias en las cuales se funden sus recuerdos con
el imaginario colectivo latinoamericano y a cuya sombra se arriman por igual
lectores, escritores, periodistas para encadenar en perpetuo móvil, una
realidad mágica arquetípica; ni a ese Midas de la literatura que ha sabido
convertir en oro casi todo cuanto ha escrito y cuyo oficio se enseña en
Cartagena para garantizar a perpetuidad su sello, su cuño, su franquicia.
La biografía
del escritor G. García Márquez que nos ocupa se parece enormemente a la de la mayoría
de los escritores a quienes se les escucha poco y se les publica menos y cuyo
recurso anecdótico se ha ido disolviendo por efecto de la metáfora. En el caso
de G. García Márquez acaso la sobre exposición de sus memorias las ha
adelgazado hasta el punto de sólo recordarlas a través de las versiones que de
ellas le proveen las palabras del Gabo. Así es, pues padece de isquemia
cerebral.
G. García
Márquez se desempeñó en Venezuela como empresario y como diplomático colombiano
y obtuvo como ganancia el afecto y el reconocimiento fraterno de numerosos
amigos y colegas que vieron en él, más allá de su apellido, la complejidad del
escritor y la transparencia del hombre. Así han hablado de él, poetas y
narradores como Elena Vera, Marisol Marrero, Carlos Brito, Lidia Salas y más de
los catorce escritores que se reunían los martes a leerse y que al cabo del año
1991 publicaron un libro antológico bajo el título de “Quaterni deni”, para
dejar constancia del colectivo.
Gustavo García Márquez
G DE GUSTAVO
NO DE GABRIEL
Gustavo García
Márquez vivió en Caracas y en Barquisimeto y alegró con su presencia numerosas
reuniones. Aconteció en una de ellas, en que la noticia de su parentesco
directo con el premio Nobel colombiano tardó en difundirse entre los
asistentes, que sintiéndose inadvertido me habló, sin conocernos, de sí mismo.
Habló de fábricas y de dificultades, habló del amor conyugal y de sus hijos. Su
voz fluía viril desde la espesura de unos bigotes muy poblados. Un tenue haz
iluminaba las comisuras de sus ojos pardos, apenas se adivinaba por el escape
de dos o tres palabras su procedencia colombiana. Sólo al verse descubierto en
su origen aracatano (sic) me reveló en una sola frase su identidad: “Soy
Gustavo García Márquez, el otro, y también escribo”.
Protegida
por la inocencia y la inexperiencia quise saber más de él, lo laceré con
impertinencias de todo tipo: que si había publicado, que cuál era su temática…
Al fin le propuse: “Sería bueno que escribieras bajo pseudónimo para que nadie
pueda compararte ni vincularte con tu hermano. Pienso que lo ideal sería
incluso que usaras un nombre de mujer… ”. No hubo un ápice de conmiseración ni
de burla en su respuesta: “Voy a pensarlo” dijo con una sinceridad
ejemplarizante. Esa misma noche, a solas y víctima de insomnio especular, quise
hallarle nombre pero sólo lo logré inventándole también un cuento, uno de mis
primeros. Lo titulé “Galatea” (Mujeres y
escritores más un crimen, Ed Warp, Caracas 1999) Ése debía ser su
pseudónimo cuyo apellido Hemera, pudiera vincularse mediante su raíz griega con
los Buendía de Macondo.
Cuando volví
a ver al enigmático escritor, a la pregunta de si había seguido mi consejo, me
respondió críptico: “Isis”. Nunca supo de mi Galatea, tampoco yo llegué nunca a
leer nada de Isis.
Unos días
después cayó en mis manos “Quaterni deni”; allí leí de Gustavo García Márquez
su cuento La eterna tarde de los espejos,
del cual ofrecemos a nuestros lectores un mínimo extracto.
LA ETERNA
TARDE DE LOS ESPEJOS
Era marzo,
en los tiestos de flores que había en la ventana parecía mayo, y dentro en el
recinto de la sala, el tiempo, detenido por la espera iba gastando la noche.
Al fin los
vimos entrar. Se acercó a nosotros abriéndose paso por entre la niebla densa y
glacial del cuarto de hora para las ocho. Afuera las nubes destartalaban la
superficie de la tierra con una llovizna de agujitas plateadas. Venía tocado
con una gorra de lobo de puerta fluvial, un espeso mostacho de morsa adulta, la
cara de niño triste, pero los ojos vivos de quien recuerda todo lo leído. Con el
brazo napoleónico sostenía un libro de cuentos y un cartucho de video-tape. Era
el mismo de la noche anterior, la misma indumentaria, igual bigote y la misma
mirada de ver la osa mayor, sólo que esa noche, a diferencia de la anterior, no
traía consigo la voz de cantar aires llaneros ni el cuatro.
Inmersa en
el congestionado e indefinido espacio de los dos espejos antepuestos como los
largos callejones que me repetían infinitamente y me producían el vértigo
caleidoscópico de su intimidad, lo vi llegar frente a mi y decir: “Estoy
dispuesto para la travesía Patriarca”, entonces lo vi más cerca a la cara,
jamás le había hablado de los espejos, pero ahora, yo estaba convencido de que
él interpretando mi intención, tenía en la mirada la convicción de saber exactamente
lo que yo pensaba. Hablábamos sin decirnos una sola palabra y hasta discutimos
el plan sin usar la voz. Miramos los espejos como dos estanques de aguas
invisibles con intenciones de bucear, perpendicularmente a la superficie de
azogue. Días más tarde, Juan José me contó algo en que coincidimos
perfectamente, “El secreto está en vencer el aturdimiento del primer instante
en que el presentimiento del cristal roto se desvanece ilusorio, luego se
desbanca la atmósfera común y se entra en la densa profundidad sin atmósfera,
los poros se dilatan y el tiempo se detiene en una eterna tarde. “Dentro de los
espejos, siempre es de tarde”…
Fuente: Ala de Cuervo
Gracias a Arturo Mantilla por el envío
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