MEMORABILIA GGM 677
Elespectador.com
Bogotá – Colombia
2 de junio de 2013
Luz de mayo (I)
A través de redes sociales en Estados Unidos se aseguró que
el reporte vía Twitter que hizo Bill Clinton de su reciente encuentro en
Cartagena con García Márquez subió las ventas de ediciones en inglés de la obra
del Nobel colombiano.
Así había ocurrido a comienzos de los 90 cuando en plena
campaña a la Presidencia estadounidense, el “cabeza de cepillo”, como lo
describió una vez Gabo, dijo que Cien
años de soledad era su libro preferido.
También se conoció que Clinton le llevó un saludo especial a
su hija Chelsea de parte del novelista colombiano, quien le había regalado la
colección completa de sus obras en inglés. La respuesta de ella fue
contundente: la leyó completa y la tiene en un anaquel especial del nuevo piso
de 500 metros cuadrados que acaba de comprar en Nueva York, en el edificio
Whitman, entre las calles 26 y 27 de Madison Avenue y seguramente la releerá en
su nueva oficina de asuntos religiosos de la Universidad de Nueva York, tema en
el que se especializó, ya que ella es cristiana y su esposo judío.
Luz de mayo (II)
No hay que olvidar que Clinton y Gabo se conocieron en
Marttha’s Vineyard, en agosto de 1995, durante una cena en la casa de verano
del escritor estadounidense William Styron, fallecido en 2006, y luego se
reunieron en la oficina oval de la presidencia norteamericana y en Cartagena.
Aunque en este último encuentro no hubo tanto tiempo para hablar de literatura,
en sus tertulias han hablado al detalle de El
Quijote, El Conde de Montecristo y
Las Meditaciones de Marco Aurelio. La afinidad máxima ha sido Faulkner. El
colombiano consideró al autor de Luz de agosto inspirador de su poética y
Clinton le respondió recitando de memoria el monólogo de Benji, esencial en la
novela El sonido y la furia. Clinton
se despidió diciéndole que lo amaba y eso impactó especialmente en EE.UU.
[…]
** ** **
EL
TIEMPO
Bogotá - Colombia
1º de Junio del 2013
Aracataca prefirió clausurar
su planta y dar agua sin tratar
Por: GUILLERMO REINOSO
RODRÍGUEZ ELTIEMPO |
En Aracataca no hay el más leve recuerdo de que en algún
momento hayan recibido agua potable.
En la memoria de los habitantes de Aracataca (Magdalena) no
hay el más leve recuerdo de que en algún momento hayan recibido agua potable,
pero sí de muchos anuncios de un nuevo acueducto. En el pueblo del nobel de
literatura Gabriel García Márquez se quejan de que reciben agua cada tres días
y a veces cada ocho, y que les llega directo de la fuente a sus casas.
Desde hace años hay una planta de tratamiento, pero esta no
se usa, porque se quedó insuficiente. “Había que bombear dos horas y en 20
minutos se agotaba el agua. Eso era el acabose, porque se llegaba al 15 o 20
por ciento de la comunidad”, reconoció un funcionario de la Alcaldía. Por eso,
en el pueblo, a 45 minutos de Santa Marta, se ve un desfile diario de señoras,
acompañadas de sus hijos, cargando montones de ropa para lavar en el río
Aracataca, y de ciclotaxis con canecas, las cuales venden a 1.000 pesos cada
una.
“Gracias a Dios tengo un tanque subterráneo de casi 10.000
litros que se llena cada vez que llega el agua”, dice Tim Buendía, un
extranjero que desde hace 5 años tiene un pequeño hotel. Pero este holandés
reconoce que es uno de los no más de 20 habitantes que han construido estos
reservorios. Los demás viven en constante alerta para que la llegada del agua
no los tome por sorpresa. Según Ramiro Ramírez, presidente de la Liga de
Consumidores, también son pocos quienes pueden comprar agua para el consumo.
El 70 por ciento –estima– debe dejar que primero se decante.
No obstante, personas cercanas a la administración consideran que todo lo causa
el alto crecimiento de la población y el bajo recaudo. De los 3.400
suscriptores, apenas 700 pagan –el servicio vale 8.500 pesos al mes–. Con esos
recursos, agregan, no se puede mejorar la infraestructura.
Comentarios publicados sobre esta noticia
tonypilo Sábado 1
de junio de 2013 10:50 a.m.
Dónde está con su fortuna el buen escritor pero hijo maldito
de Aracataca, García Márquez? Malagradecido, se fue y se olvidó de su pueblo
original, de sus calles polvorientas, de su gente sedienta! Hombre canalla!
Tomagata Sábado 1
de junio de 2013 11:09 a.m.
¿y García Márquez tiene que asumir la responsabilidad de los
Gobernadores y Presidentes? ¿debe asumir los desfalcos que han cometido los
senadores y clase política del Magdalena solo por haber nacido allí? No debemos
exigirle a otros que se han lucrado de los votos y de los recursos naturales
del departamento?
** ** **
MILENIO
Monterrey - N.L. - Mexico
1 Junio 2013
La Zamorana, “tienda de maravillas”
Cultura • Así fue llamado este negocio, ubicado en la calle Jesús
María, en La Merced, por el escritor colombiano Gabriel García Márquez durante
un paseo en 1992.
Por Emiliano Balerini Casal
José Herrera, el dueño, ofrece trato personalizado. Foto: Jesús
Quintanar
México • Una mañana de 1992 el escritor colombiano Gabriel García
Márquez paseaba junto a unos amigos por la colonia La Merced, del Distrito
Federal, cuando decidió entrar a una tlapalería* llamada La Zamorana, la cual
llamó su atención por las curiosidades que ahí se vendían.
Enseguida el dueño del lugar, José Herrera, le empezó a mostrar al
premio Nobel de Literatura de 1982 cada uno de los artículos que han hecho
famoso a este negocio desde que abrió hace 153 años, particularmente los
vestidos y manteles de papel picado.
Después de permanecer unos minutos, don José le pidió a García Márquez
que le firmara un autógrafo en una hoja blanca, ya que no tenía una cámara para
tomarse una foto con él. El autor de novelas como Cien años de soledad, El coronel no tiene quien le escriba y Noticia de un secuestro, entre otras,
escribió una frase con la que se rebautizó al sitio: “Tienda de maravillas”.
Ubicada en la calle Jesús María número 112, en el corazón de La Merced,
La Zamorana fue fundada en 1860 por el señor Antonio Mares Fernández, quien
decidió dejar su natal Zamora, Michoacán —de ahí que la tienda se llame así—,
para ser seminarista.
Al llegar al Distrito Federal y pasear por su centro histórico, Mares
Fernández dejó de lado la idea de acudir a un seminario católico y rento el
local donde actualmente se encuentra la tlapalería, así como el departamento de
arriba, para poder vivir ahí, cuenta José Herrera.
En entrevista con MILENIO, recuerda que fue hasta 1946 aproximadamente
cuando se introdujeron nuevos artículos con el objetivo de conmemorar ciertos
días festivos, en particular el papel picado que se hacía solo con tijera: “A
raíz de que se empezaron a meter los arreglos de Navidad y Día de Muertos, los
mismos clientes nos daban ideas: si no teníamos ciertos artículos, los
buscábamos y tratábamos de conseguirlos”.
[…]
__________
* Tlapalería. (Del náhuatl tlapalli,
líquido de fuego, y -ería).
1. f. Méx. Tienda de pintura, donde también se venden materiales
eléctricos y herramientas
(Fuente: DRAE)
1 comentario:
Me encanta esta publicación, toda Memorabilida GGM, es un magnífico oasis. Saludo,
Ana María
Publicar un comentario