20 de agosto de 2012

                                       MEMORABILIA GGM 601
EL PAIS
Cali – Colombia
19 de agosto de 2012

Revista GACETA

Nunca será demasiado
leer y releer a García Márquez


Por Catalina Villa
Editora de GACETA


Hace cuatro semanas, estando en su casa de Bogotá, Conrado Zuluaga recibió una llamada de larga distancia; lo buscaban de The New York Times. El periodista al otro lado de la línea quería conocer su opinión sobre las recientes declaraciones hechas en Cartagena por Jaime García Márquez con relación a su hermano, el Premio Nobel de Literatura, en las que afirmaba que "Lo que él tiene son conflictos de la memoria" Se refería a la enfermedad del escritor que durante los últimos dos años se ha mantenido en reserva y sobre la que se rumora sería una demencia senil.

Ante la sorpresa de su interlocutor, Conrado Zuluaga le contestó con un escueto "Yo no puedo opinar de eso absolutamente nada”; seguido de un argumento breve y conciso: "Primero, porque no soy tan cercano a García Márquez; segundo, no lo he visto en los últimos cinco años; y tercero, yo no soy médico. Así que imposible, no puedo opinar nada al respecto" 

Conrado Zuluaga ejerció el oficio de editor 
muchos años, primero en Alfaguara y luego 
en Panamericana. Fotos Jorge Orozco.

Es probable que el periodista haya quedado desconcertado. ¿Acaso no es este el señor que más sabe de Gabriel García Márquez en el mundo? Pero, ay, cada vez que Conrado Zuluaga oye esa frasecita, cada vez que le endilgan el título de gabólogo; siente un escozor en el cuerpo, pues dice -no sabemos si con falsa modestia o no- que eso no es cierto, que él NO (así, con mayúsculas) es el que más sabe de García Márquez.

Pero los periodistas lo siguen llamando. Lo siguen llamando los académicos de las universidades alrededor del mundo y los directores de centros culturales y los embajadores; lo llaman de las bibliotecas; lo llaman de Tokio, de Moscú y de Calcuta, Lo llaman porque quieren oír lo que tiene que decir sobre la obra de Gabriel García Márquez, la misma que empezó a leer en 1972 en sus clases de literatura en la Uníversídad de Los Andes; la que releyó para dictar cátedra a extranjeros en la misma Universidad y para hacer tertulias con las señoras encopetadas de Bogotá. La misma que ahora, jubilado de su oficio de editor, sigue leyendo.

¿De dónde nace su pasión por la obra de García Márquez?¿Cuál fue la primera novela del Nobel que leyó?
No recuerdo cuál fue la primera que leí. Debió haber sido El coronel o La mala hora: por allá en el 68 cuando estudiaba en el colegio de sacerdotes benedictinos en Medellín. Y no lo recuerdo porque en esa época yo estaba enbo1atado en otras cosas, devorándome los tres tomos de Aguilar que conformaban las obras completas de Dostoievsky. De milagro pasé sexto de bachillerato porque sabía más de Dostoievsky que de geografía y química.

Esa historia, la un adolescente leyendo a Dostoivenky, contada hoy, suena a rareza ¿De dónde su gusto por la lectura?
Mi abuelo, que vivía en un pueblito del nororiente antioqueño, todas las noches tapaba las rendijas de las ventanas y de las puertas para que desde afuera no se viera que había luz Para que desde afuera no se viera que había luz allí. Era entonces cuando le leía a mi abuela los libros prohibidos de Victor Hugo. Le leia a escondidas, ¡a principios del siglo XX! Mi mamá heredó ese gusto. Y yo también. De niño era un lector furibundo de El Cid Campeador. Leia a Walter Scott, a Salgari, y todas las novelas de vaqueros de la época.

¿Y cuando descubre a García Márquez?
Aparece cuando siendo aun estudiante de Filosofia y Letras de la Universidad de los Andes, me ofrecen que sea profesor de la Facultad. Creo que debió haber sido en el 72 o 73, y me piden que prepare un curso sobre Cien años de soledad para extranjeros que llegan a estudiar a Bogotá. La tarea parecía fácil pero cuando entré en materia me percaté de un problema grande ¿Cómo le iba a explicar a un gringo que son los plantaciones bananeras? ¿Cómo le explico a un joven recién desempacado de los lagos de Michigan, que fueron las guerras civiles? Fue entonces cuando me dediqué a releer la obra. Pero además, a estudiar mucha historia de Colombia. Allí nació mi pasión por esta obra fascinante.

Y con ella el rumor de que usted era el que más sabía de García Márquez
La gente empezó a decirlo. Y otros lo empezaron a dar por sen­tado, pero no creo que sea cierto.

¿Le molesta que se lo digan?
No es que me moleste. Es que no creo que sea cierto. Sí sé mucho de su obra, pero no creo que sea el que más sabe. Lo que sí odio es esa palabra de gabólogo: empezando porque yo jamás he llamado Gabo a García Márquez. Así es como le dicen sus amigos y su familia. Pero no yo.

¿Cómo es que después de tantos años leyéndolo, se demora tanto en conocerlo?
Sí, fue muy tarde. Veinte años después de estar leyéndolo y es­tudiándolo. Es que siempre la gente intentaba armarme encuentros con él, pero a mí la idea me parecía de un lagarto tenaz. De solo imaginarme la presentación "Mira Gabo, este es el muchachito que estudia tu obra" me arrepentía, así que nunca acepté nada de eso. En realidad, yo lo que quería era encontrármelo de sopetón.

Y así fue…
Sí. Fue en la inauguración de un seminario en la fundación Santillana en 1990. Yo era el Director Editorial de Alfaguara y estaba acompañando a Belisario Betancur, presidente de la Fundación. Cuando el acto se terminó, yo salí del recinto porque ese día se inauguraba la Feria del Libro. Justo cuando yo salía, él entraba. Iba con Ricardo Camacho, de Caracol. Y Ricardo, sorprendido de que no nos saludábamos, preguntó: "¿Ustedes no se conocen?" Yo le respondí que no. Entonces, muy generoso, García Márquez me estiró la mano y dijo: "Eso es muy fácil" Cuando yo se la estreché le dije, mucho gusto, Conrado Zuluaga, y él me contestó casi en con un grito "¡Coño, llevo 20 años leyéndote!" A lo que yo le respondí "No, soy yo el que lleva veinte años leyéndolo a usted".
Esta es su copia de Cien años de soledad, subrayada 
con notas y resaltados. García Márquez se la firmó 
aunque la quería para él.

Bueno, ahora ya son 40 años de leerla Quién mejor que usted para decir cuál es el gran aporte que hace Gabriel García Márquez a la literatura...
Mire, el escritor español Javier Marias decía hace unos años que toda la literatura posterior a Cervantes era una literatura anticervantina: solemne, encopetada, seria, acartonada, aburrida. García Márquez rompe con todo eso. Porque sus libros pueden ser muchas cosas, menos aburridos, acartonados y serios. Eso lo explicó el mismo García Márquez alguna vez, cuando dijo que él había intentado hacer realismo porque estaba de moda. Pero luego descubrió que del realismo también hacen parte los sueños de la gente, las frustraciones de la gente, los mitos de la gente, las pesadillas de la gente, es decir, todas esas cosas que habían sido eliminadas de la literatura. Ese es su primer gran aporte, haber escrito las cosas que verdaderamente importan, las del corazón, como lo dijo Faulkner,
Y el segundo y grandísimo aporte es, sin duda, la riqueza de su idioma. García Márquez usa, por ejemplo, más de 40 términos para hablar de las telas que usan los personajes: batista, seda, tul, olán, etamína; es como si él mismo hubiera sido un sirio libanés dueño de un almacén de telas. Él no llama dos veces un collar de cuentas, collar de cuentas. La segunda vez le pone otro nombre, y otro, y así, hasta que termina inventando palabras, como "taciturnado"

Conrado Zuluaga

Esa es una licencia que muy pocos se pueden dar...
Cierto. Yo me burlo mucho de los periodistas españoles que dicen: "los pesqueros españoles salieron a mariscar'; como si la palabra marisco pudiera convertirse en verbo. Yo creo que García Márquez solo se dio cuenta de que podía hacerlo casi al final de Cien años: cuando ya ha pasado el gran escollo, el del diluvio, después de la perorata de Fernanda Del Caspio, Allí sabe que la novela ya no se le va a escapar de las manos y a partir de entonces la vuelve una fiesta.

Usted ya mencionó a Faulkner. ¿Qué hay, entonces, del método faulkneriano, tan mitificado en los años del Boom?
Cien años de soledad aparece en 1967; en el 68 le dan el premio Rómulo Gallegos a Vargas Llosa. Ellos no se conocen, pero Vargas Llosa le escribe a García Márquez y le díce "creo que esta es la ocasión de conocernos, veámonos en Caracas. Empiezan pues una gira loca por América latina, que termina cuatro meses después en Lima. Sentados, conversando, de pronto ambos coinciden en decir que estaban buscando un método para contar su realidad, y que sabían que no era ni el método español ni el francés, Fue entonces cuando dijeron que habían descubierto el método faulkneriano,
 A partir de esa reunión, todo el mundo empezó a hablar de ese método. A darlo por sentado. Pero nadie sabía cuál era ese método. Faulkner lo explicaría: "descubrí que mi porción de suelo natal, más pequeña que un sello de correo, era digno que se escribiera sobre ella, y yo podría transformar lo real en apócrifo, utilizando todo el talento que Dios me dio y nunca viviría lo suficiente para agotarla" Y eso es lo que hizo García Márquez con Macondo.

Cuando se celebraron los 85 años de García Márquez, algunas editoriales de medíos culturales criticaban la mezquindad que reinaba en el ambiente hacia nuestro Nobel ¿Usted cree que García Márquez sigue siendo tan leído, tan admirado, tan apreciado como hace 20años?

Mire, nunca me ha sucedido, en ningún lugar del mundo, que vaya a una librería a pedir un libro de García Márquez y no lo haya. En Japón, en Portugal, en India en todo el mundo a García Márquez lo siguen leyendo. En Calcuta, por ejemplo, estuve ante un auditorio de 600 personas en donde la mayoría hablaba español, Cuando les preguntaba por qué habían aprendido el idioma, casi todas contestaban:"para leer Cíen años de soledad.
Así que yo creo que si hay alguna mezquindad, es más bien de aquellos que pretenden ser escritores y salen con esta perla: "yo no leo a García Márquez porque el realismo ya está superado, Que no me frieguen, eso es como no leer a Cervantes, porque Cervantes hace siglos quedó superado.
Un gesto que sí me parece mezquíno.es que a la fecha no huyamos sido capaces de editar, y menos de lujo, su obra completa, toda su obra. Se consiguen los libros, sí, pero sueltos. Eso, creo, es mezquino. Porque si hay algo que debernos insistir ahora es en eso: seguir leyendo a García Márquez. Porque, después de El Quijote, Cien años de soledad es la novela más importante que se haya escrito en lengua hispana.


Finalmente, Conrado, ¿cuándo fue la última vez que se vio, con el Nobel?
Fue en el 2007, en Cartagena, Él estaba en un hotel rodeado de amigos y fotógrafos,  periodistas, lagartos, en fin. Y se armó una fila para saludarlo, Yo me encontré a Rosa Montero la periodista española, y esperamos para hablarle.
Cuando me tocó el turno, me dijo “¿Y tú quién eres?” Entonces le contesté, Conrado Zuluaga.  A lo que él me contestó, casi con un grito, Coño, tienes pelo!" Pues claro. si en veinte alias nos habíamos visto solo cuatro veces, cómo se iba a acordar de mi cara.
Así que él les pidió a los que estaban en la mesa, que lo excusaran, “Me tengo que confesar con este Señor” dijo. Y nos sentamos en una esquina, lejos del público. Fue entonces cuando me dijo, con una risa enorme, "todos están muertos de ganas de saber de qué estamos hablando"

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