13 de abril de 2012

MEMORABILIA GGM 573


Colarebo
Caracas – Venezuela
12 de abril de 2002

García Márquez escribió prólogo
a Cien Años de Soledad
traducido al wayuunaiki

Gabriel García Márquez - Félix Carrillo Hinojosa

 Por Gabriel García Márquez

El recuerdo constante de la provincia de la Guajira me lleva al reencuentro con la mirada de mis abuelos, mi madre, hermanos, tíos y primos, regados por veredas y pueblos de esa tierra cálida y rebelde, ligada a mi alma de viajero indómito.

Aquí y ahora, me siento envuelto en ese universo que tanto me ha marcado: la Guajira. Y todo porque mi primo Félix Carrillo Hinojosa se propuso lo que nunca se había pensado: traducir Cien Años de Soledad al wayuunaiki.

Al ver el texto del ejemplar de Cien años de soledad, traducido por nativos de la cultura Wayuu, me he sentido como Palabrero Mayor, en condiciones de expresar la fortaleza de esta raza de hombres cálidos y siempre impetuosos.

Y aquí estamos juntos en un abrazo fraternal, que en nuestra tierra es eterno al escuchar que han sentido al traducir al wayuunaiki, la obra que ha llevado al mítico pueblo de Macondo a muchos lectores en los más alejados rincones del mundo.

Hay que reconocer la intensa y laboriosa tarea de los traductores, asesores e ilustradores de la Guajira colombiana y venezolana que, en esa habla, es una sola.

Gracias a los traductores, María Margarita Pimienta, Jaqueline Romero Epiayú, Edixa Montiel, Jorge Pocaterra, José Ángel Fernández, Luis Beltrán, los asesores Esteban Mosonyi, Nemesio Montiel, Pipo Álvarez, Clotilde Navarro, Justo Pérez y los ilustradores Robinson Arévalo y Guillermo Jayariyú, quienes reflejaron desde el universo Wayuu, la ficción de Cien Años de Soledad.

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El Heraldo
Barranquilla – Colombia
12 de Abril de 2012

Un proyecto de ciudad

Por Heriberto Fiorillo

Barranquilla fue la ciudad en la que Gabriel García Márquez estudió sus primeros años de bachillerato, publicó su primera novela, se casó y terminó de formarse como escritor, gracias a la colaboración de un puñado de amigos, el famoso Grupo de Barranquilla.

“Si no hubiera sido por ustedes, no habría llegado a ser Premio Nobel”, dijo Gabo agradecido a esos, sus compinches más íntimos, en Estocolmo, cuando recibió el gran premio de la Academia Sueca. Ya los había consagrado, con nombre propio, en las últimas páginas de Cien años de soledad, cuando Macondo ya no es Aracataca sino Barranquilla.

Lo que propone el proyecto La Ruta de Macondo es reactualizar y revalorar de manera creativa –para la visita de propios y foráneos– los distintos espacios urbanos de Barranquilla que marcaron hito en la vida del Nobel de Literatura 1982.

La Ruta prevé varias etapas, e incluye, necesariamente, los siguientes lugares: el bar restaurante La Cueva, patrimonio nacional; La Tiendecita, último reducto gastronómico de los amigos del Grupo de Barranquilla. El Colegio de San José (donde ahora funciona el Instituto del mismo nombre). Aquí habría que habilitar un salón. Algo similar se tendría que hacer en la iglesia del Perpetuo Socorro, donde Gabo se casó con Mercedes Barcha en 1958. En EL HERALDO podría adecuarse también un lugar con todas las huellas que dejó allí el escritor, sus columnas y las anécdotas de su amistad con Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas y Juan B. Fernández, entre otros.

De algún modo, la Ruta de Macondo debería incluir una visita a La Perla, la linda casa que ahora forma parte de la Universidad Simón Bolívar, donde estuvo Gabo visitando a sus amigos Álvaro Cepeda Samudio y Alejandro Obregón, así como el trayecto que solía caminar García Márquez por la Plaza de San Nicolás y sus alrededores, donde también quedaba el hotelito de mala muerte, atendido por Dámaso, uno de los primeros lectores de La casa, mamotreto que llevaba siempre Gabo bajo el brazo, origen de La hojarasca y de Cien años de soledad.

Pero el lugar sine qua non que deberá recuperarse para la arquitectura de Barranquilla y los visitantes de la ruta garciamarquiana es la legendaria Librería Mundo, donde Gabo se reunía con el sabio catalán, Ramón Vinyes; con el fabuloso José Félix Fuenmayor, su hijo Alfonso Fuenmayor, con Germán Vargas, Álvaro Cepeda, Jorge Rondón, el dueño de la librería y otros del grupo. Allí empezó a tomar forma la aventura literaria del Nobel. La restauración y el montaje de esta librería, en su sitio original de la calle de San Blas, demandaría de la mejor voluntad política y la mayor cantidad de recursos de todo el proyecto.

El tour de la Ruta de Macondo incluiría una visita al Parque Cultural del Caribe, en especial a su sala García Márquez.

La Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo de la Alcaldía de Barranquilla, en alianza con la Fundación La Cueva, convoca desde ya la solidaridad de las distintas instituciones que sientan suya y quieran apoyar el diseño, la recuperación y la reconstrucción de los lugares de la Ruta de Macondo.

Resulta vital reactualizar en la memoria colectiva de nuestros conciudadanos la importancia patrimonial de esos espacios urbanos tocados por la magia universal de Gabo. Iniciar la labor de su rescate físico es empezar a habilitarlos como destino de peregrinación cultural por parte de estudiantes, profesores, turistas y demás visitantes de la ciudad.

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