MEMORABILIA GGM 573
Colarebo
Caracas – Venezuela
12 de abril de 2002
García Márquez escribió prólogo
a Cien
Años de Soledad
traducido al wayuunaiki
Gabriel García Márquez - Félix Carrillo Hinojosa
Por Gabriel García
Márquez
El recuerdo constante de la provincia de la Guajira me lleva al
reencuentro con la mirada de mis abuelos, mi madre, hermanos, tíos y primos,
regados por veredas y pueblos de esa tierra cálida y rebelde, ligada a mi alma
de viajero indómito.
Aquí y ahora, me siento envuelto en ese universo que tanto
me ha marcado: la Guajira.
Y todo porque mi primo Félix Carrillo Hinojosa se propuso lo
que nunca se había pensado: traducir Cien
Años de Soledad al wayuunaiki.
Al ver el texto del ejemplar de Cien años de soledad, traducido por nativos de la cultura Wayuu, me
he sentido como Palabrero Mayor, en condiciones de expresar la fortaleza de
esta raza de hombres cálidos y siempre impetuosos.
Y aquí estamos juntos en un abrazo fraternal, que en nuestra
tierra es eterno al escuchar que han sentido al traducir al wayuunaiki, la obra
que ha llevado al mítico pueblo de Macondo a muchos lectores en los más
alejados rincones del mundo.
Hay que reconocer la intensa y laboriosa tarea de los
traductores, asesores e ilustradores de la Guajira colombiana y venezolana que, en esa
habla, es una sola.
Gracias a los traductores, María Margarita Pimienta,
Jaqueline Romero Epiayú, Edixa Montiel, Jorge Pocaterra, José Ángel Fernández,
Luis Beltrán, los asesores Esteban Mosonyi, Nemesio Montiel, Pipo Álvarez,
Clotilde Navarro, Justo Pérez y los ilustradores Robinson Arévalo y Guillermo
Jayariyú, quienes reflejaron desde el universo Wayuu, la ficción de Cien Años de Soledad.
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El Heraldo
Barranquilla –
Colombia
12 de Abril de 2012
Un proyecto de ciudad
Por Heriberto Fiorillo
Barranquilla fue la ciudad en la que Gabriel García Márquez
estudió sus primeros años de bachillerato, publicó su primera novela, se casó y
terminó de formarse como escritor, gracias a la colaboración de un puñado de
amigos, el famoso Grupo de Barranquilla.
“Si no hubiera sido por ustedes, no habría llegado a ser
Premio Nobel”, dijo Gabo agradecido a esos, sus compinches más íntimos, en
Estocolmo, cuando recibió el gran premio de la Academia Sueca. Ya
los había consagrado, con nombre propio, en las últimas páginas de Cien años de
soledad, cuando Macondo ya no es Aracataca sino Barranquilla.
Lo que propone el proyecto La Ruta de Macondo es
reactualizar y revalorar de manera creativa –para la visita de propios y
foráneos– los distintos espacios urbanos de Barranquilla que marcaron hito en
la vida del Nobel de Literatura 1982.
La Ruta
prevé varias etapas, e incluye, necesariamente, los siguientes lugares: el bar
restaurante La Cueva,
patrimonio nacional; La
Tiendecita, último reducto gastronómico de los amigos del
Grupo de Barranquilla. El Colegio de San José (donde ahora funciona el
Instituto del mismo nombre). Aquí habría que habilitar un salón. Algo similar
se tendría que hacer en la iglesia del Perpetuo Socorro, donde Gabo se casó con
Mercedes Barcha en 1958. En EL HERALDO podría adecuarse también un lugar con
todas las huellas que dejó allí el escritor, sus columnas y las anécdotas de su
amistad con Alfonso Fuenmayor, Germán Vargas y Juan B. Fernández, entre otros.
De algún modo, la
Ruta de Macondo debería incluir una visita a La Perla, la linda casa que
ahora forma parte de la
Universidad Simón Bolívar, donde estuvo Gabo visitando a sus
amigos Álvaro Cepeda Samudio y Alejandro Obregón, así como el trayecto que
solía caminar García Márquez por la
Plaza de San Nicolás y sus alrededores, donde también quedaba
el hotelito de mala muerte, atendido por Dámaso, uno de los primeros lectores
de La casa, mamotreto que llevaba siempre Gabo bajo el brazo, origen de La hojarasca y de Cien años de soledad.
Pero el lugar sine qua non que deberá recuperarse para la
arquitectura de Barranquilla y los visitantes de la ruta garciamarquiana es la
legendaria Librería Mundo, donde Gabo se reunía con el sabio catalán, Ramón
Vinyes; con el fabuloso José Félix Fuenmayor, su hijo Alfonso Fuenmayor, con
Germán Vargas, Álvaro Cepeda, Jorge Rondón, el dueño de la librería y otros del
grupo. Allí empezó a tomar forma la aventura literaria del Nobel. La
restauración y el montaje de esta librería, en su sitio original de la calle de
San Blas, demandaría de la mejor voluntad política y la mayor cantidad de
recursos de todo el proyecto.
El tour de la
Ruta de Macondo incluiría una visita al Parque Cultural del
Caribe, en especial a su sala García Márquez.
La
Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo de la Alcaldía de Barranquilla,
en alianza con la
Fundación La Cueva, convoca desde ya la solidaridad de las
distintas instituciones que sientan suya y quieran apoyar el diseño, la
recuperación y la reconstrucción de los lugares de la Ruta de Macondo.
Resulta vital reactualizar en la memoria colectiva de
nuestros conciudadanos la importancia patrimonial de esos espacios urbanos
tocados por la magia universal de Gabo. Iniciar la labor de su rescate físico
es empezar a habilitarlos como destino de peregrinación cultural por parte de
estudiantes, profesores, turistas y demás visitantes de la ciudad.
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