9 de abril de 2012

MEMORABILIA GGM 572

ELESPECTADOR.COM
Bogotá – Colombia
8 de Abr de 2012

Tejedor de milagros

Por: William Ospina


Cuatro grandes novelistas de nuestra historia le mostraron al mundo que Colombia es más que la estrechez del centralismo bogotano.

Jorge Isaacs, que le dio existencia literaria a una naturaleza riquísima, a la intensidad de unos destinos y a una fracción de la historia en el Valle del Cauca, en la vecindad del océano Pacífico. José Eustasio Rivera, que les dio voz a las llanuras del Orinoco, al infierno de las caucherías y al paraíso agobiante de la selva amazónica. Tomás Carrasquilla, que nos dejó una galería de seres humanos singulares en el habla y en las costumbres, sobre el fondo tormentoso de una de las regiones más complejas de nuestra cultura. Y Gabriel García Márquez.

Gabo fue más allá de todos: descifró como nadie su país y le dio un lugar en el mundo, reinventó los símbolos del continente, cambió la idea que tenemos de nosotros mismos y de la literatura. Los latinoamericanos eran leídos en una única región; a partir de García Márquez empezaron a influir sobre las literaturas del planeta. Existe una tradición regional de la que García Márquez es heredero: no habría sido posible sin Martín Fierro y sin las crónicas de Indias, sin Rubén Darío y sin Alfonso Reyes, sin Juan Rulfo y sin Jorge Luis Borges, como tampoco habría sido posible sin la Biblia y Las mil y una noches, sin el Quijote o sin Kipling, sin Faulkner o sin Ernest Hemingway, sin Virginia Woolf o sin Franz Kafka. Pero lo suyo no es simple literatura, es magia pura.

En otros autores se siente el trabajo: en Cien años de soledad o en El otoño del patriarca la lengua castellana es un surtidor de energía vital, de densidad humana, de fantasía y de gracia transmitidas con una nitidez asombrosa, con una riqueza expresiva excepcional, con eso que Novalis llamaba el poder órfico del lenguaje.

Su fama planetaria es significativa: el mundo ha percibido en su obra algo más que elocuencia, destreza y profundidad; un poder bienhechor, un travieso don musical, una diablura contagiosa y feliz. Y esos dones mágicos terminaron abarcando también al creador. Hasta su sobrio biógrafo inglés, que se proponía hacer una investigación severa y rigurosa, rehuir a las tentaciones pintorescas de la leyenda y al embrujo tropical, terminó sucumbiendo y declarando que había encontrado en su personaje ciertamente algo mágico. García Márquez tenía la rara virtud de estar presente siempre donde ocurrían los hechos, era el periodista convertido en testigo privilegiado de la historia y aureolado por la suerte.

Gabo es uno de los pocos escritores a quienes el Premio Nobel les llegó cuando ya eran una celebridad planetaria, y podría decirse que ese premio abrumador no le dio nada que antes no tuviera: ni la riqueza, ni la fama, ni la grandeza literaria. Tomó lo que puso en sus manos la vida y lo convirtió en mitología. Con el destino de su abuelo hizo la saga del veterano de todas las guerras, utilizado por el poder y abandonado para siempre. Con la memoria de sus padres, la historia de un amor que resiste al desdén, a las trampas de la vida y a la usura del tiempo. Con el mosaico de los tiranos del continente hizo un monstruo de soledad y de capricho, el retrato del más oprobioso despotismo labrado con la más delirante libertad del lenguaje. Con el laberinto de nuestras sangres tejió la fábula intrincada y fantástica de las estirpes de América Latina.

Todos conocemos su timidez, pero el destino se complace en esas paradojas: convertir a aquel que siempre quiso ser invisible, aquel a quien más le habría gustado pasar inadvertido, en uno de los hombres más visibles del continente. Si ese ha sido su castigo, lo sabe sobrellevar con paciencia y con gracia.

Sé de mucha gente que le ha dedicado buena parte de su vida: no quiero olvidar aquí los nombres de Dasso Saldívar, el único colombiano que ha pagado su deuda literaria con él; Gerald Martin, a quien volvieron colombiano los muchos años que dedicó a seguir sus rastros, y Pedro Villalba, (Vease foto abajo. N del E.), quien dejó que la música de Cien años de soledad se convirtiera en el ritmo de su pulso y en el oficio de sus años.

Tardaremos mucho en saber todo lo que García Márquez nos ha dado. El hecho de que todavía esté, por fortuna, entre nosotros, hace menos perceptible su dimensión mitológica. Otras generaciones nacerán y descubrirán otras cosas en su obra, pero no alcanzarán a percibir los cambios que él obró sobre la realidad. El país en que vivimos hoy, con todo lo que tiene de fascinante y de creador, no es ya el país enlutado de Miguel Antonio Caro, ni el de los políticos y los gramáticos: es el país diverso, sorprendente y mágico de Gabriel García Márquez. Muchas cosas que son Colombia sólo llegaron a la literatura a través de sus obras: el pensamiento mágico indígena, la sensualidad del mundo caribeño, esa certeza de que los poderes centrales de este mundo no saben nada de la vida.

Muchos grandes personajes han sido sus amigos: eso no es admirable. Lo admirable es que Gabo sea uno de los poquísimos escritores a los que casi cualquier lector siente como su amigo personal. Serán muy pocos los desdichados que se priven del placer opulento de querer a este inagotable tejedor de milagros.





 Pedro Villalba Ospina, ilustrador de Cien años de soledad. Foto de El Espectador

Vease la exposicion Cien años de soledad al aguafuerte, en el enlace  
http://www.citytv.com.co/videos/12606/pedro-villalba-ospina-presenta-la-exposicion-100-anos-de-soledad
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REFORMA
Mexico D.F.
4 de abril de 2012 

Metro de Moscú rinde homenaje
a García Márquez con exposición rodante



Siete vagones del Metro de Moscú expondrán durante siete meses las obras del escritor colombiano Gabriel García Márquez.

En el marco del Año de Gabriel García Márquez en Rusia, el Metro de Moscú (capital) realizará una exposición rodante montada en siete vagones de una de sus líneas a partir del próximo 25 de abril, donde se exhibirán personajes alegóricos de sus novelas y fragmentos de sus obras.

Con motivo del cumpleaños número 85 del escritor colombiano, que se celebró el pasado 6 de marzo, Rusia le rinde homenaje al autor de Cien años de soledad con diversas actividades culturales en Moscú, organizadas por la Embajada de Colombia.

"El Metro de la capital rusa tiene un vagón dedicado a la poesía. Por eso, nos contactamos con las autoridades del subterráneo y les propusimos exponer en ese lugar la obra de García Márquez durante siete meses, para así de paso promocionar la imagen de Colombia”, explicó el embajador de esa nación suramericana en Rusia, Rafael Francisco Amador Campos.

Además, como parte de este proyecto cultural en homenaje al considerado uno de los mejores escritores del mundo, el 25 de este mes se presentará en uno de los principales conservatorios moscovitas la Orquesta Juvenil de Antioquia, noreste de Colombia, que interpretará la obra Sinfonía del Sol, así como un segundo recital al lado de la Orquesta Filarmónica de Bogotá.

En el marco de este homenaje, la Biblioteca de Lenguas Extranjeras de Moscú alberga decenas de obras de García Márquez traducidas a 60 idiomas.

Este año también se cumplen 45 años de la publicación de su célebre novela Cien años de soledad y 30 desde que fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.

1 comentario:

NTC dijo...

En la publicación de El Espectador (11 Mar 2012, http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-331598-tejedor-de-milagros ) dele texto de W.O., incluímos este comentario (el primero):
Bellísimo y enriquecedor texto. Qué trascendental reconocimiento a Dn. GGM. Gracias. En cuanto a lo de "algunas personas que han dedicado buena parte de su vida" a Él, merece ser mencionado y reconocido el periodista Fernando Jaramillo quien publica buena parte de sus investigaciones, documentos e investigaciones en su excelente blog http://memorabiliaggm.blogspot.com . Atte., NTC ... http://ntcblog.blogspot.com Cali, Colombia