EL PAIS
Revista Tinta Libre
Madrid - España
1º de octubre de 2023
Gabriel García Márquez
“MACONDO
NO ES UN
LUGAR
GEOGRÁFICO, MACONDO
ES
UN ESTADO DE ÁNIMO”
Tenía 67 años y
acababa de descubrir parte de sus raíces más hondas. La siguiente conversación
inédita con Gabriel García Márquez fue registrada por la cámara del documentalista
Jon Intxaustegi, el 6 de mayo de 1994 en La Habana. También participó el
periodista Mauricio Vicent, recientemente desaparecido. El premio Nobel de 1982
aborda sin reservas su vivencia de la música, el Caribe, el dinero, el amor,
sus libros y sus ideas: un García Márquez secreto y abrumador.
Por Jon Intxaustegi
Gabriel
García Márquez: Lo han tomado como mal chiste o buen chiste, es verdad, pero yo
creo que Cien años de soledad es un
vallenato de 450 páginas y lo digo con absoluta seriedad. La estética es la
misma, el concepto es el mismo, el recurso es el mismo, historias que andan por
ahí y que se pierden, se pierden en el olvido popular. Cien años de soledad es un vallenato de 450 páginas y El amor en los tiempos del cólera es un
bolero de 380 páginas y lo digo con toda seriedad.
Cuando nadie sabía qué eran los cantos vallenatos, recuerdo que de muy niño iba a oír a los acordeoneros, que llegaban durante las fiestas, porque el origen de la música vallenata es esa, es juglaresca: eran unos músicos viajeros que iban de pueblo en pueblo contando un acontecimiento que había ocurrido en alguna parte, eran periódicos ambulantes y se acompañaban con acordeones. A mí, al principio, lo que más me interesaba era el cuento que contaban, no tanto la música. Pero después siempre se me quedó vinculada la historia, los hechos y prácticamente la vida de la región a una música. Tengo la impresión de que de todos mis libros el que mejor sintetiza el Caribe es Del amor y otros demonios. En El amor en los tiempos del cólera la ciudad no tiene la autenticidad caribe tan acentuada, tan asombrada como la tiene en Del amor y otros demonios y, en realidad, si en algún libro mío puede verse hasta qué punto de verdad los caribes somos una mezcla de muchas razas a partir de la cual ha surgido de verdad una nueva cultura, es en este libro.
El Caribe cultural
JON: A pesar de que se sitúa en Cartagena, yo lo veo muy cubano, con vivencias y formas de vida que aún perduran.
GGM:
En ninguna parte el libro dice que la ciudad es Cartagena y eso no es puramente
casual. Me interesa esa incertidumbre para que quede claro que donde ocurre el
libro es en cualquier ciudad del Caribe. Jamás había yo tratado el ingrediente
africano de la cultura caribe tan cerca como en este libro. En Cartagena, por
las condiciones especiales de la etapa colonial y por las condiciones muy
especiales del colonialismo español, esas culturas no prendieron ni se
conservaron como en Cuba. Toda la información que hay ahí no la hubiera podido
obtener en Cartagena y probablemente en ninguna otra ciudad del Caribe.
Es
un tema que yo traigo y al que nadie quiere hacerle caso, pero el Caribe no es
un área geográfica sino cultural: no abarca solamente el mar Caribe, sino que
para mí empieza en el sur de los Estados Unidos, todo lo que es Luisiana y La
Florida, y se extiende hasta el norte del Brasil, es decir, no es un territorio
geográfico sino un territorio cultural, he tomado elementos de la cultura
africana incorporada al Caribe tanto de Brasil como de Cuba y funciona como si
fuera en Cartagena. Yo nací en Aracataca, que es un pueblo colombiano de tierra
adentro, pero no muy adentro, caribe puro, y esa es una región no solo de
Colombia, sino de todo el ámbito del Caribe cuya cultura está fundamentalmente
determinada por la música. Probablemente la ciudad más caribe sea Ciudad de
Panamá. Donde uno siente el Caribe es en Panamá, yo lo siento ecológicamente,
lo siento en el sentido de que mi organismo empieza a sentirse en su medio
ecológico en el Caribe. Me sucede muy fácilmente cuando vengo de Europa, en la
primera escala que hace uno en el Caribe. Bajo, respiro, y ya soy otra persona.
Yo creo que es una cosa que no se ha estudiado suficientemente, hasta qué punto
el acondicionamiento ecológico de los seres humanos es fundamental en su vida.
Bajo en cualquier lugar del ('aribe, y tengo la sensación de que ya llegué.
Para mí es un área emocional: una Cartagena es un barrio de La Habana y La
Habana es un pedazo de Veracruz y Santo Domingo y La Habana, pues es una calle.
Puede empezar aquí y seguir allá, es para mí como una ciudad que se llama el
Caribe. Para mí es como si fuera la misma ciudad, es que es la misma música, es
la misma comida, es el mismo modo de tratarse la gente, el mismo modo de
hablar. Yo y los otros notamos la diferencia de los acentos, pero el que llega
difícilmente lo nota y. sobre todo, la comida. El Che Guevara decía que la
nostalgia empieza por la comida, en eso tiene toda la razón.
JON: ¿La comida?
GGM:
Yo me imagino que lo dijo en la sierra en el momento en que se acordaba de los
asados argentinos cuando estén comiendo iguanas. la música se puede por lo
menos tararear y cantar, pero la comida. Mi nostalgia de verdad es la comida,
la comida del Caribe. Eso lo noté en Angola. Cuando llegué me encontré que me
daban yuca, me daban ñame y el plátano verde y ese choque cultural, esa toma de
conciencia cultural, tenía mucho que ver con la comida. Ahora, de todas formas,
tú vienes de Cartagena, vienes aquí [La Habana], te vas a Veracruz, te vas a
Santo Domingo, te vas a las Antillas inglesas, a las Antillas holandesas, a las
francesas, y sigues comiendo lo mismo y sigues oyendo la misma música. El
francés que hablan en la Martinica y en la Guadalupe es como el español que
hablamos nosotros con respecto al francés de Francia. La dicción y la música,
por supuesto, son un elemento unificador estupendo, y el tambor solitario de la
noche está en todo el Caribe. Lo puedes oír en un barco en alta mar. El arte,
todas las artes, deben ser la expresión de una realidad con la cual uno se
identifica totalmente, si no es así, no sale, y ese es mi caso con el Caribe.
Con la realidad del Caribe me identifico totalmente a todos los niveles y en
todas las actividades de la vida cotidiana: la comida la música, la manera de
amar, la manera de vivir, cantar, de estar, de nacer y de morir.
Hace
muchos años que estoy convencido de que Faulkner y todos los grandes novelistas
del sur de los EE.UU., y el jazz y toda la gran música del sur de los EE. UU.,
es música caribe y son novelistas caribes. La composición cultural es la misma,
es la mezcla de europeos, indios y negros, con un gran predominio, por
supuesto, del africano. Una experiencia que no olvido nunca fue esa visita que
te decía a Angola. Llegué allí muy alegremente con un criterio puramente
periodístico, tratando de ver qué estaba sucediendo ahí, cómo era todo aquello.
Pero de pronto tuve un impacto terrible porque encontré que prácticamente todos
los utensilios de la vida cotidiana de las casas eran los que tenía yo en mi casa
de Aracataca y los que conocí en todos los pueblos, los que están en todas las
casas del Caribe: estaba la totuma, que es un recipiente que se hace del
calabazo, y de ahí se hacen cucharas, estaban las tinajas, el pilón donde se
descascara el arroz, todos exactamente iguales estaban allí. Yo siempre pensé
que eso era invención nuestra, lo tenía inconscientemente asumido y nunca me
había detenido a racionalizarlo. Para mí fue una gran impresión y en ese
momento tomé conciencia de que parte de mí. una parte esencial de mí, venía de
ahí. No se me hace raro que todo ese sector de nuestra cultura que se
desarrolla de cerca en Del amor y otros
demonios venga de la impresión que me produjo esa revelación porque fue
prácticamente revelación lo que tuve en Angola. Fue una especie de
estremecimiento de mi identidad extraordinario, y de esto hace muy poco tiempo,
no hace 20 años todavía, cuando yo me consideraba hecho y derecho. Hasta más de
los 40 o casi hasta los 50. no tenía conciencia de hasta qué punto el elemento
africano formaba parte de mi cultura, De pronto empecé a oír música en Angola
creyendo que era música de Brasil, y era música angolana. Yo creo que soy otra
persona desde entonces, había una zona de mi formación de la cual yo no era
consiente.
JON: ¿Un contacto con las raíces?
GGM:
Si, un hallazgo, un tropiezo, más exactamente, con las raíces.
El lugar más triste
JON: Da la impresión de que el Caribe es un lugar para el amor, todo se basa en torno al amor, a los sentimientos, o menos su exteriorización.
GGM:
Bueno, somos gente de pasiones excesivas y además tenemos una cosa: no nos da
vergüenza el amor, al contrario, lo exhibimos como un trofeo. Es decir, no
estamos enamorados, sino que nos vamos a morir de amor, más aún, ya nos morimos
de amor y seguimos tan vivos Esto es una manera de expresarse que corresponde a
nuestro modo de ser. Podría formar parte del machismo, que es producto de las
sociedades matriarcales y el Caribe es un gran matriarcado.
JON: Tenemos fama de ser muy alegres y que nos expresamos en medio de grandes explosiones de alegría.
GGM:
Yo creo que es la gente más triste que yo conozco. Cuando estamos en el momento
frenético del canto y del baile, mírale a los ojos a un caribe y verás qué
tristeza tiene en su mirada. Es música muy triste, muy nostálgica y puedes
comprender el sentimiento de nostalgia. Empecemos por los blancos, los
españoles: un barco, un velero de esos que llegaban sin inconveniente a las
Américas, necesitaban 70, 80 días Se necesitaba un año para saber que uno era
huérfano, un año para saber que su madre murió en Valladolid. Tenían conciencia
de vivir un día que ya lo habían dormido en España. El sentido de la distancia
y del olvido debía ser terrible aquí. Yo creo que es un tema que se ha
explotado muy poco, era casi como una muerte, irse a las Indias era como una
muerte. Después, piensa en los africanos: un hombre salía a cazar, lo
agarraban, lo metían en la sentina de un barco donde venían hacinados, y donde
moría un enorme porcentaje de ellos. Descendían acá, no conocían la lengua, no
tenían la menor idea de dónde estaban, ni se lo decían, ni había quien se lo
dijera, ni entendían lo que se hablaba. Vivían entre ellos mismos, pero entre
ellos mismos no se entendían tampoco, había yorubas, mandingas, musulmanes. Nos
parecen iguales, simplemente negros, pero eran completamente distintos los unos
de los otros, y de distintas culturas. La familia que los vio salir a cazar
nunca más volvió a saber de ellos. Por lo menos los españoles, los europeos,
eran la raza privilegiada que tarde o temprano tenía la posibilidad de volver o
de ver a su familia o de tener correspondencia con la familia. ¿A dónde
escribirla una carta ese hombre que salió a cazar y que lo agarraron? Qué clase
de expresión artística, poética, podría tener ese hombre que no fuera una
inmensa nostalgia, un terrible dolor de no saber quién era ni dónde estaba.
MAURICIO VICENT: ¿De dónde le proviene esta tristeza a las personas de esta región, de dónde sale ese desarraigo?
GGM:
Pues mira, a mí no se me haría raro que fuera de que todos venimos de gentes
que llegaron de lejos: es de nostalgia, sí. la nostalgia de los europeos, la
nostalgia de los africanos, nostalgia de los aborígenes nuestros, del mundo del
que los sacaron Yo creo que es un sentimiento de nostalgia, de no saber todavía
exactamente quiénes somos, porque estamos apenas vislumbrando nuestra ver
nuestra verdadera identidad, un poco en las tinieblas, y esa búsqueda yo creo
que cuesta, cuesta cara.
A
los españoles, por lo menos, debemos agradecerles que se mezclaron y se
quedaron, se comprometieron a fondo en la empresa y nos dejaron el idioma y
otras cosas menos buenas y otras probablemente mejores también. Yo creo que el
gran aporte es el idioma. Los ingleses no se mezclaron, los holandeses y los
franceses un poco, pero en cambio han dejado una huella que siempre tiene algo
de fantástico, de sobrenatural y de inverosímil. Los holandeses se enteraron
una vez de que eran campeones mundiales de béisbol: la noticia se publicó en
Holanda y no entendían cómo era eso. Resulta que el béisbol, que es el deporte
del Caribe, no se practicaba más que en los EE. UU. y en el Caribe. En los EE.
UU. siempre como un deporte profesional y en el Caribe como un deporte de
aficionados, amateur. El campeonato mundial de béisbol se jugaba en el Caribe y
en algún momento Curazao fue campeón, cuando Curazao era una colonia holandesa.
No sé si tú lo conoces, pero Curazao es un pueblo que parece un pequeño barrio
de Ámsterdam y las casas están construidas con los techos para que se escurra
la nieve. Un día llegué a Curazao con todo cerrado porque era el día del
cumpleaños do la reina, pero en una tienda les hice ver que ya la reina no
estaba cumpliendo años eran más de las doce de la noche en Ámsterdam.
Una maleta do plata
JON: ¿Es verdad que con los primeros pesos que ganaste le diste un crucero por el Caribe?
GGM:
Lo que sería estupendo es recoger todas las leyendas que hay sobre mí, porque a
lo mejores son más interesante que mi vida.
JON: ¿No será que tú las provocas?
GGM:
A ver, yo no he hecho un crucero por el Caribe, pero, cuando estaba escribiendo
en Barcelona El otoño del patriarca,
de pronto hubo un momento en que me di cuenta de que me había salido de mí
medio ecológico y había cosas que ya no sentía. Se olvida el color del mar, se
olvidan los olores, olores salvajes. De pronto me encontré que no me acordaba
de cosas concretas, que me hacían falta elementos para expresar esa realidad.
La emoción, los sentimientos, la consciencia de dónde era no me faltaba porque
donde esté el escritor lleva su mundo, el poeta lleva su mundo y donde lo
pongan, en el Polo Norte o en el Polo Sur, lo lleva dentro. Pero no recordaba
bien cómo eran ciertas cusas, los olores, los sonidos, la temperatura. Es muy
difícil imaginarse el calor cuando hay frío y viceversa. Me preocupé mucho
porque se me bloqueó la novela; entonces la interrumpí e hice un recorrido que
me llevó a Santo Domingo, desde Santo Domingo. Bajé por todo el arco del Caribe
hasta Cartagena y recuperé todo lo que necesitaba, toda la gasolina que
necesitaba para escribir el libro. No tomé una nota, sencillamente era cuestión
de vivir, de andar en eso, recorrer todas las islas del Caribe, una por una,
sin hacer absolutamente nada más que ver, simplemente, y no cuestión de un año:
tres días acá o una semana allá. Cuando regresé, el libro salió como un chorro
hasta el final; sencillamente, había vuelto a meterme dentro de la salsa, Pero
eso es distinto a que se me olvide, es decir, no se deja nunca de ser,
realmente debe ser lo que uno es no se deja de ser de donde es. Se encuentra
uno con las cosas que solamente se encuentran en el Caribe, que en la Martinica
las placas de las calles y las señales del tránsito son exactamente las de
Francia, como es natural, porque es una colonia francesa, pero verlas
incorporadas al Caribe, al olor del ron caliente de los cañaverales, es una
experiencia extraordinaria. Tal vez se refieren a eso, pero fue mucho después
de los primeros pesos. A ver, yo no he ganado jamás un centavo que no sea con
la máquina de escribir, lo primero que me gané fue con la máquina de escribir,
las primeras notas que escribí, y no me ha dado nunca ninguno que no sea con la
máquina de escribir.
JON: Pero cuándo ganaste tu primer dinero gordo, por decirlo así, o sea, cuándo por primera vez tu máquina de escribir te dio estabilidad...
GGM:
Fue muy lentamente, fue gota a gota. Los derechos de autor tienen una cosa que
yo creo importante y es buena, y es que no son la explosión de la lotería, sino
gota a gota... Eso fue en Barcelona, después de Cien años de soledad: yo llegué allí y busqué cuáles eran mis
posibilidades. Conseguí un apartamentito de siete mil pesetas en ese momento.
Después, cuando vi que las cosas iban mejorando, me pasé a uno de nueve mil y.
de pronto, di un salto cualitativo y me metí en uno de doce mil pesetas en
1968, que escandalizó a mis amigos catalanes. "No vas a poder con
eso", me decían, y yo, no. no, ya puedo estar, y me quedé ahí.
Pero
más interesante que la cantidad es la impresión. Una vez, en México, estaba la
cosa muy dura y mis hijos, que eran muy pequeños, querían no sé qué cosa. Hubo
un momento en que les dije: miren ustedes. no se preocupen, que un día llegará
a la casa un hombre con una maleta de plata. Y eso quedó así. Poco después
estaba en Barcelona, en el primer apartamento, el de siete mil pesetas. Me
llamaron por teléfono y me dijo el editor que me tenía una liquidación de
derechos de autor de Cien años de
soledad. Creo que fue la primera liquidación grande, y entonces me dijo
"Ah, ¿tiene inconveniente en que se lo pague en efectivo?" Dije que
no tenía ningún inconveniente: si quiere, nos vemos en tal parte mañana Y me
dijo: “Oiga, tenga cuidado, que es una maleta de plata.,.”. Y entonces me
acordé de lo que les había dicho a mis hijos y le dije: “Venga mañana a las
tres de la tarde”, y al día siguiente a las tres de la tarde tocaron a la
puerta y digo yo: "Abran”, y abrieron, y ahí estaba, una maleta china...
llena de billetes, esos billetes marrones de cien pesetas. No podía ser grande
la cantidad, pero para mis hijos debió ser la sensación de que ese fue el día:
debían ser unos mil o mil quinientos dólares, no podían ser más.
JON: ¿Sigues esa telenovela que ibas a hacer en Colombia? GGM: No, aunque siempre estoy con el sueño de la tele novela, acuérdate que es la continuidad de la radionovela, y uno de los grandes géneros del Caribe. Félix B. Caignet fue uno de los grandes autores de radionovelas, que se hizo famoso en toda la lengua castellana inclusive en España con El derecho de nacer. Hay una frase de él que vale por un tratado de estética. Le preguntaron a qué atribuía el éxito de sus radionovelas y dijo: “Yo creo que el éxito de mis radionovelas se debe a que yo parto de la base de que la gente quiere llorar, y yo les doy el pretexto”. Ese es el principio de las telenovelas. Ahora, ¿por qué insisto yo tanto en el deseo de hacer telenovelas? Hay muchas burlas en cuanto a las telenovelas, que si son género menor, que si son comerciales... Creo que no, lo que sucede es que es un género que se identifica mucho con el sentimiento popular y es muy respetable. Lo que es malo es que los intelectuales, los grandes intelectuales, los que podrían hacer realmente las telenovelas de gran valor artístico las menosprecian porque menosprecian el medio, menosprecian la televisión y consideran que la televisión es para masas incultas y entonces dejan la telenovela a gente que la hace muy bien, pero podrían también hacerla muy bien artistas de mayor nivel. Ahora mientras las menospreciemos y consideremos que es para el vulgo, como se dice, será un género que será siempre minimizado. Yo creo que tiene un gran porvenir y siempre he tratado de hacerla. Lo que pasa es que no es fácil: pide todo un tratamiento técnico todo un sistema que hay que aprender y yo ya me he llevado mucho tiempo en escribir los míos para estar tratando de escribir otras.
Los boleros de Bach.
JON: Los psicoanalistas dicen que el tango gusta tanto a las mujeres porque es un género en que el hombre llora...
GGM:
El hombre llora siempre. Afortunadamente ya paso aquel, prejuicio de que los
hombres no lloran, los hombres son los que lloran, las duras son las mujeres.
JON: ¿Y en tus noches de Barcelona qué boleros escuchabas?
GGM:
Escuchaba unos boleros que no eran del Caribe: era Bach, de origen igualmente
popular. Al fin y al cabo, toda la música, la música culta y la música popular,
tienen un mismo origen en las canciones populares. Hay una foto en la inmensa
iconografía de Béla Bartok (que abarca casi toda su vida y es muy curiosa
porque el tipo tiene un rostro muy expresivo) terriblemente conmovedora en la
que sale él con una grabadora de esas de cilindros recogiendo aires populares
de los campesinos de la Transilvania, de la tierra de Drácula. porque Béla
Bartok era paisano de Drácula. Casi toda su música tiene ese origen popular,
como lo tenía en Bach, como lo tienen los vallenatos y como lo tiene casi toda
la literatura del Caribe. Música para mí no es solamente la clásica o solamente
la música popular. Es todo lo que suena y solo después empiezo a distinguir los
géneros que me gustan más y que me gustan menos. Pero no se puede decir que la
música clásica no es música o que la música popular no es música o que el
bolero no, pero el chachachá sí. Yo creo que todas son expresiones humanas de
un gran valor porque aún las menos legítimas tienen un algo.
Pero
en realidad no puedo escribir oyendo música porque en cierto momento me
interesa más lo que está sonando que lo que estoy escribiendo. Me llega más la
música que la literatura o debe ser que me gusta más o que se impone en mi la
música más que la literatura. No la escucho mientras escribo, pero estoy
siempre sumergido en ella, particularmente cuando estoy escribiendo. Cuando
estaba en Barcelona, en un paréntesis después de Cien años de soledad. buscando un camino y ver por dónde seguía,
escuchaba mucha música. Siempre había oído música, música culta, sobre todo,
pero no la tenía organizada, la había oído así. por donde llegara. En Barcelona
la ventaja era que uno podía escuchar música en todas partes, es una ciudad
eminentemente musical. Escuchaba entonces sobre todo el Tercer concierto de piano de Béla Bartok, que me gusta muchísimo, y
que lo oía mucho precisamente en los días que escribía El otoño del patriarca. Cuando se publicó, hubo unos expertos tanto
en literatura como en música que trataron de demostrarme que de alguna manera
la composición, la estructura de ese libro, se basaba en ese concierto de Béla
Bartok, aunque nunca pude entender la explicación que me dieron. Habría que
preguntarse qué genero de música es Del
amor y otros demonios. No tengo la menor idea, pero que tenga su propia
música si es probable. Lo que quise es que fuese una música sin una sola
discordancia, y para que eso suceda se necesita trabajar un libro de 200
páginas durante cuatro años, todos los días, y vigilando que no haya una sola
nota discordante. Probablemente haya muchas pero mi propósito ha sido que no
las haya y probablemente no las hay, y curiosamente parece ser que es mi libro
más caribe.
A los EE. UU. les estamos cambiando la vida.
JON: ¿Piensas que la música es la más autónoma de las Bellas Artes?
GGM:
Es la más difícil de dibujar, pero todas las artes, cuando dan donde deben dar,
que es en el corazón, producen exactamente el mismo efecto y envuelven
exactamente en el mismo estado de ánimo. A diferencia de la música popular (es
la única diferencia que yo noto), la música culta puedes oírla toda la vida y
todos los días. El cuarteto de Debussy, por ejemplo, o el concierto para violín
de Beethoven, los oyes con el mismo ánimo para vivir; en cambio, la música
popular te satura, te embriaga y termina por empalagarte y tienes que dejar
pasar mucho tiempo. Te la encuentras otra vez muchos años después, y entonces
viene cargada todavía de mucha más evocación porque te recuerda la época en que
la oías mucho. Estoy diciendo música culta por decir algo porque se la llama
clásica, y eso no significa nada. Lo que llaman música clásica puede ser la
música barroca, la música clásica propiamente dicha y la música romántica; por
eso yo digo música culta, para poder incluir esas, y la popular es culta
también, es culta, pero culto popular.
JON: ¿Ves la presencia de los ritmos latinos en New York como una contestación cultural, como una defensa del inmigrante hispano en Estados Unidos?
GGM:
Mira, los Estados Unidos gastan enormes sumas de dinero en la penetración
cultural en América Latina. Nosotros, los que nos consideramos progresistas,
hacemos frecuentes protestas por la penetración cultural de los EE. UU. en
América Latina y sin embargo somos nosotros los que les estamos cambiando la
vida: es una penetración física, es decir, la inmigración, los éxodos
latinoamericanos hacia los Estados Unidos, arrastran con ellos su cultura y
todos los elementos de la cultura, Hay una invasión cultural de la América
Latina que no es planificada, que no es planeada y que es de una eficacia tal
que está cambiando realmente la cultura norteamericana. Les estamos cambiando
el idioma, les estamos cambiando la música, les estamos cambiando el modo de
vivir, de comer, les estamos cambiando la vida y yo creo, por fortuna, que la
estamos cambiando para bien. Es el fenómeno cultural más importante que le está
ocurriendo a los EE.UU. en este siglo y creo que va a ser determinante de la
identidad y de la historia de ese país en el siglo XXI. Se está cambiando la vida por dentro y yo
creo que no hay que teorizarlo son cosas que la vida hace y que son
inevitables. Estemos donde estemos los latinos, estamos cantando, estamos
haciendo música y no es una forma de resistencia: es una forma de vivir o una
forma de expresarse, como hablar.
El
Caribe está muy cerca y es la mayor influencia cultural que tienen los EE. UU.
Por muy purista que seas, no puedes evitar el interés comercial que esa música
despierta y en los EE. UU. es donde va a florecer mejor la música del Caribe.
Es allá donde se comercializa, y una buena comercialización no es un pecado, es
un instrumento de divulgación necesario y muy importante. ¿Qué es la salsa? La
salsa es la música cubana de siempre interpretada por cubanos y caribes en los
EE. UU., y comercializada en los EE. UU. Nos regresa a nosotros comercializada.
La salsa no tiene nada nuevo, viene de la guaracha, del son que está contando
otra clase de experiencias culturales, que es la de los latinos en los EE. UU.,
pero es la misma tradición cultural.
El tambor del Caribe
JON: ¿Y habría un instrumento unificador en toda esa zona?
GGM: Yo creo que es el tambor. En África también, pero su incorporación al Caribe es tal que la percusión está en todo, en toda la música del Caribe Los argentinos tienen la teoría de que con el tambor se entra en trance por una causa psicoanalítica: en el útero materno dicen que los latidos del corazón los escuchas nitrados por el agua, con sonidos graves que son repetitivos y nos condicionan a las repeticiones graves de los tambores. Dios me libre, Dios me libre de esas especulaciones, pero date cuenta de una cosa: en el Caribe, tú despiertas de madrugada en cualquier lugar y siempre, casi sin excepción, se oye un tambor, un tambor solo... pa-pa-pá. Yo te diría que, si a mí me sueltan vendado en cualquier parte del mundo, yo reconozco el Caribe por ese tambor que siempre está a la hora más rara de la madrugada. ¿Dónde está ese tambor? ¿Qué es ese tambor? ¿Quién lo está tocando? Es una marca que tiene la región. Y eso puede ser en la Martinica, puede ser en Santo Domingo, puede ser en Venezuela, en Colombia, pero no lo oyes en el interior de Colombia, lo oyes en la costa del Caribe y aquí, lo oyes, tambor trasnochando. En cualquier lado de alguna manera hay un tambor que está sonando a la distancia y esa impresión se tiene toda la noche, no hay un silencio total, siempre hay un tambor, y solamente sucede en el Caribe.
JON: También otros ritmos caribeños conquistaron Europa en otros tiempos, como el mambo, el chachachá, el bolero.
GGM:
¿Cómo conquistó el mambo Europa? Por La
dolce vita, porque Fellini era un hombre atento a las expresiones
culturales de todos lados, e introdujo un mambo en La dolce vita, creo que fue Patricia,
y de regreso el mambo tuvo una expansión extraordinaria. Esa es una forma de
comercialización. Yo no estoy en contra, estoy contra la música comercial que
se hace para ser vendida. Pero la comercialización de la música se ha de hacer
de todas maneras, es tan importante como imprimir los libros y tratar de que se
lean.
JON: Y el futuro de la música del Caribe, ¿tú cómo lo ves?
GGM:
Eso es imprevisible, pero lo que hay que tratar a toda costa es de que mantenga
su espontaneidad. En el momento en que se quiere sistematizar, esa corriente
cultural se pierde. En Colombia ya empiezan a tratar de crear la Academia del
Vallenato, explicando de dónde viene, para dónde va, cómo debe ser, cómo debe
hacerse, qué representa, qué significa en la cultura del país: están
congelándolo de tal manera que va a llegar un momento en que la corriente
espontánea del vallenato se va a considerar ilegítima porque no corresponde a
las normas de los académicos. Yo creo que no hay que preguntarse jamás en el
arte en general para donde va. Hay que hacerlo como uno siente, como siente que
debe ser. Con la música culta es parecido. Oí una vez hace cuarenta años, a un
profesor de piano protestar contra la manera de enseñar porque el piano debe
estar en la casa para que los niños jueguen con él Yo creo que la enseñanza de
la música debe estar coexistir con uno y que uno la vaya encontrando sin saber
de quién es ni cómo es. Fue lo que hice yo siempre con la música culta. Yo
tenía oportunidad de oírla en la Biblioteca Nacional de Bogotá, cuando estaba
en la Universidad, porque me iba a leer allá y oía música, pero pasaron muchos
años antes de que yo supiera que lo que más oía ahí era el concierto de violín
de Mendelssohn. Ahora sé que era Álvaro Mutis, a quien yo no conocía, el que
pedía que se tocara, y estaba estudiando al lado mío.
Cuando
llegué a Barcelona, yo había oído prácticamente toda la música que me gustaba,
que me interesaba, pero no tenía ninguna estructura. Necesitaba darle un poco
de orden a esos conocimientos. No podía preguntarle a ningún maestro qué hacer.
El orden alfabético es un problema porque mientras oigo todo Bach se me va el
resto de la vida. Entonces se me ocurrió una cosa que no sé si se le había
ocurrido a alguien antes que fue tomarlo por instrumentos. Me pregunté cuál es
el instrumento que más me gusta a mí, y es el chelo, y entonces empecé con el
chelo a través de la historia de la música hasta Bartok, y después el piano, y
después el violín. Era como tender alambres donde fui colgando las cosas que
sabía de música, algo así: es que estoy totalmente contra la Academia, le tengo
terror a la Academia, tanto para crear como para aprender.
JON: En Cuba funciona de otro modo.
GGM:
La música es la expresión nacional más importante de la identidad de los
cubanos. Es decir, los cubanos tienen la vocación y la actitud, eso es
importantísimo, porque eso ha determinado, primero, que el país vive en música
y en toda clase de música y, al mismo tiempo, ha creado los sistemas de
enseñanza. En Cuba se hace música, se canta la música, se baila la música, se
vive con la música, se enseña la música, se hacen los músicos. Yo creo que en
pocos países del mundo tienen esas actitudes para la música y además es un
factor de unidad nacional muy importante, de unificación, porque es de negros,
blancos, indios. Todo lo que llega aquí queda prisionero de la música, por
fortuna, y es el origen de todos los aires de música del Caribe que están
tomando los Estados Unidos: Cuba, México, Brasil y ahora Colombia.
JON: ¿Tiene Venezuela alguna cosa que te interese musicalmente?
GGM:
Los venezolanos tienen también una identidad nacional muy fuerte y su música
está muy vinculada a esa identidad. A todos los niveles tocan el cuatro, que es
el instrumento más popular en Venezuela, y creo que ya casi no queda nada así
de popular fuera de Venezuela. El un orgullo del presidente de la República
saber tocar el cuatro. Ellos conservan mucho la música llanera, que en un
determinado sector es común con Colombia. Es muy curioso porque el arpa es un
instrumento que valdría la pena rastrearlo en la América Latina, porque queda
en determinados lugares. Está en Veracruz y sólo en Veracruz. Está en los
llanos, tanto venezolanos como colombianos, y está en el Paraguay. Los
españoles hicieron muchas burradas, pero por fortuna no eso que te contaron de
que prohibían a los indígenas los instrumentos europeos, y por eso los
redujeron, para tocarlos clandestinamente... Hicieron muchísimas burradas, por
supuesto, pero esa no la hicieron. Pero es muy curioso lo del arpa porque está
en Veracruz y no está en Yucatán, está en el Paraguay y no está en Chile o en
la Argentina: en Colombia y Venezuela está solamente en los llanos cruzados por
una frontera.
JON: ¿Qué diferencia a la cumbia del vallenato?
GGM:
No tienen nada que ver: la cumbia es una música de origen africano, no del
África sino de los africanos, de los esclavos, y es fundamentalmente ritual Se
baila con unas velas, tienen instrumentos propios, la caña de millo, la gaita
tambor y es totalmente africana. El vallenato es un romance cantado, acompañado
por un acordeón que es un misterio, porque se dice que es un instrumento
totalmente extraño a la cultura colombiana. Eso lo dicen los que no conocen el
Caribe porque el acordeón, en realidad, viene de Holanda, viene de las
colonias, de las islas del Caribe. Yo creo que entró por los barcos, pero
principalmente por Curazao y Aruba, por las colonias holandesas.
JON: ¿Tu vallenato preferido?
GGM:
Probablemente La gota fría, y las
mejores interpretaciones son las del mismo Emiliano Zuleta.
JON: No hemos hablado de la Nueva Trova, ¿qué piensas de su literatura, de su música?
GGM:
Creo que es una muy buena síntesis de música y literatura, y además en un
momento en que esa expresión era necesaria y útil social y políticamente. Creo
que salieron ejemplos estupendos de eso. Fue un fenómeno social importante.
JON: ¿Por qué se pega tanto una cumbia, un vallenato o un chachachá? ¿Por lo que cuentan o por su melodía?
GGM:
Se pegan fundamentalmente por su melodía, la trampa consiste en que por la
melodía se queda el mensaje, digo el mensaje por decirlo de alguna manera, pero
se pega por la melodía. Una odisea simplemente hablada se olvidaría, pero con
la melodía se queda y se repite, se transmite y ojalá se eternice. El caso de
Juan Luis Guerra con los merengues es un buen ejemplo porque tiene un sentido
social legítimo. A mí me
preocupa
mucho cuando todas las expresiones populares tienen una función demagógica,
demagógica populista, politiquera. Pero en el caso de Juan Luis Guerra es una
expresión muy legítima, yo soy un gran admirador de Juan Luis y creo que tiene
cosas estupendas, como Rubén Blades, sobre todo en sus primeros momentos
MV: ¿Y de México?
GGM:
Existe un casete (creo que lo tiene Carlos Fuentes) que para los fetichistas
podía ser muy interesante: es un lado completo de canciones de la Revolución,
corridos de la Revolución mexicana cantados por Carlos Fuentes y por mí. Y del
otro lado, tangos cantados por Julio Cortázar. Yo sé que existe, no sé dónde
está ni la he oído después, pero existe y recuerdo exactamente la noche que la
grabamos y cómo lo hicimos. Carlos asegura que la tiene e incluso muchas veces
ha dicho que "el día que nadie vaya a comprar nuestros libros, hacemos
discos, un compacto de ese casete y quedamos resueltos".
JON: ¿Y nos permitirías utilizarla si nos la deja Carlos?
GGM:
Yo espero que Carlos no la deje.
Invenciones europeas
MV: ¿Qué valor le encuentras a la música comprometida desde la Revolución cubana?
GGM:
Mira, eso del arte comprometido es una invención europea, es académica
completamente. Todo arte popular auténtico lleva por supuesto un compromiso y
hasta ahí es válido. Lo malo es cuando se trata de utilizar la música como un
fusil porque siempre sale mal, ni dispara ni sirve para bailar. Y eso sucede no
solo con la música, también con la literatura, es decir, yo tengo la pretensión
de haber expresado una realidad con la que me identifico totalmente, que es la
del Caribe, sin dar la impresión de estar haciendo propaganda política ni
tratando de hacer la revolución, aunque sí creo que es una contribución al
progreso de América Latina.
MV: ¿Cuál es la obra tuya que tiene más relación con una música en concreto o con alguna historia que has escuchado en una canción?
GGM:
Cien años de soledad está escrita en
el mismo procedimiento de los vallenatos, es decir, conocer casos reales de la
vida real y trasponerlos poéticamente en una novela, como creo que el
sentimiento que inspira El amor en los
tiempos del cólera es más el del bolero.
JON: Y volviendo al corazón, a ‘El amor en los tiempos de cólera’ o ‘Del amor y otros demonios’, ¿tienes la impresión de que el amor es el eje de tu creación?
GGM:
No, el eje de mi creación, no; es el eje de mi vida, el eje de la vida de todo
el mundo, aun para los que no son conscientes de eso: el amor lo es todo, el
amor está en todas partes, sin el amor no se puede hacer nada. El odio es amor
en cierta manera, es lo contrario del amor, lo cual quiere decir que sin el
amor no puede existir el odio, no tendría el punto de referencia fundamental.
Todo lo que realmente puede conmover en el arte tiene que estar basado en el
amor.
JON: ¿Qué género musical transmite mejor esas sensaciones amorosas?
GGM:
Creo que un poco todos, pero la esencia es el bolero, el bolero son gotas de
amor, gotas concentradas, y la prueba es que es muy difícil encontrar boleros
que ocurran de día. siempre los episodios que dan origen a los boleros o que se
recuerdan o evocan son de noche. Y fíjate que el mar es un elemento
especialísimo en el bolero. Y con el mar, la luna y con la luna, las palmeras y
toda la artillería de la cursilería de algunas telenovelas: en el bolero, o
están sintetizadas de tal manera que jamás lograrán conmover más en la poesía,
ni en el resto de la literatura, ni en el cine, ni en el teatro como conmueven
en un solo bolero. Los boleros se quedan, los boleros se quedan por el resto de
la vida, fíjate, el bolero no pasa de moda, tiene picos, pero no pasa nunca de
moda. Y los mejores no son los más famosos, de verdad.
JON: Háblanos de las adaptaciones de tu obra al cine
GGM:
La dificultad está precisamente en la naturaleza de las dos artes. La
literatura está hecha de palabras, y el cine de imágenes, y en ese sentido la
ventaja del cine sobre la novela está en contra del cine mismo La novela deja
un margen de creación para el lector, puede imaginarse los personajes como
quiere y generalmente lo que hace es reconocer en el personaje a alguien que
conoce y ve la cara del tío, la cara del abuelito, la cara de una amiga y sigue
disfrutando de la obra como si estuviera conviviendo con ella. En el une. la
imagen es tan impositiva que no permite atribuirle ninguna cara y al espectador
no le queda ni el mínimo margen de creación. Es lo que está visto ahí. El gran
engaño que hay entre muchos directores amigos que leen mis libros es que esto
ya está hecho cine, no hay sino que filmarlo. Los buenos, que son los más, se
dan cuenta de que no son si no palabras, un trabajo de hipnosis en el que el
autor les hace creer lo que quiere. En cambio, en el cine tiene que verlo, y lo
ve con una gran precisión y está totalmente prisionero de la imagen, esa es la
distancia que hay.
El
ideal en el futuro es que el director saldrá a contar con la cámara la historia
que quiere contar, como nosotros la contamos con la máquina de escribir o con
la computadora. Pero todavía no tiene esa independencia porque es un arte muy
joven, apenas cumple cien años el año entrante, contra dos mil, tres mil,
cuatro mil, diez mil años de literatura y de poesía que hay detrás. Mientras no
pueda hacer eso, escribir con su cámara sin pasar por el papel, será un arte
dependiente de la literatura, del teatro. Las películas normalmente tienen la
media de hora y media, que es la duración del teatro. Cuando llegó la hora de
hacer largometrajes, el punto de referencia de la duración de un drama era el
teatro y el teatro duraba una hora y media.
JON: ¿Y tú cómo enfocarías un documental sobre el Caribe?
GGM:
Sería algo tan elemental como permitirle a un espectador vivir lo que está
viendo. El documental es eso: contar una cosa como si uno hubiera estado ahí.
JON: ¿Nunca has soñado con ser productor musical?
GGM:
Si, fíjate tú que estaba pensando el otro día que sería muy bueno coger una
cantidad de vallenatos antiguos, rastrearlos, encontrar la letra original y
hacerlos muy puros porque la letra se va desfigurando, por supuesto. Sería muy
curioso, llamaría mucho la atención, aunque yo estoy de parte de la evolución,
como sucede con los idiomas. Siempre dicen que en Colombia se habla un
castellano muy puro, pero yo creo que un idioma puro es el peor de todos, está
congelado. Los buenos son los impuros, los que están renovándose y empujando la
lengua. En ese sentido, e1 mexicano es el castellano más rico, porque a los
mejicanos se les olvidó el náhuatl, no aprendieron por completo el castellano y
han hecho una tercera lengua, que es la de Juan Rulfo. Rulfo parece castellano
antiguo y es una lengua mestiza, muy bella, muy expresiva: hay que conservar,
recordar, o no, no consonar, porque eso de consonar me recuerda siempre la
nevera: hay que recordar las canciones originales, pero dejar que la música
evolucione.
La magia del realismo
JO: ¿Por qué comprendemos tan mal el realismo mágico?
GGM:
Porque lo llaman mágico, pero para nosotros es realismo simplemente, sin
adjetivo. Los europeos y particularmente los franceses. y particularmente los
cartesianos franceses, han creado unos márgenes para la realidad tan estrechos
que lo que no cabe dentro de eso, no lo creen, consideran que es totalmente
inverosímil, que no es posible y, aun cuando lo están viendo, les queda al
menos la sospecha de que no es así, al menos la duda de que eso no es la
realidad. Les han dado un cuadro dentro del cual meter la realidad y la
realidad que no cabe dentro de esos cuadros, no existe. Pero la vida allá y acá
es la misma: lo que pasa es que nosotros no tenemos cuadritos donde meterla,
sino que la tomamos como viene y a los europeos les parece fantástico, les
parece inverosímil y lo llaman realismo mágico, pero es la realidad misma. A
ellos les han enseñado que la realidad es de aquí para acá y de aquí para
adelante ya no hay nada; para nosotros no existen límites de la realidad y
particularmente en el Caribe, que es lo menos cartesiano que puede haber en
este mundo, creemos que la realidad va muchísimo más allá de las fronteras que
le han puesto los europeos, el realismo europeo.
GGM:
El realismo mágico es una invención de la vida en la América Latina y en el
resto del mundo salvo, salvo... para una gran mayoría de los europeos.
GGM:
No, Macondo no es un lugar geográfico, Macondo es un estado de ánimo, es el
estado de ánimo en que se vive en el Caribe. Mira, una señora de un pueblo leyó
Cien años de soledad y me dijo:
“Pero, hijo, ¿por qué no hablaste conmigo antes? Yo te hubiera indicado muchas
más cosas, si te quedaste corto: la próxima vez habla conmigo". Los
chóferes de carro de taxis me dicen te faltó esto, te faltó esto otro, en mi
casa hubo esto y esto otro.
Cuando
publiqué Cien años de soledad
empezaron a aparecer hombres con cola de cerdo. Resulta que hay muchas más personas
de las que uno se imagina que tienen una prolongación que no sé si es de hueso,
y uno de ellos se presentó al periódico y dio una explicación que era muy
válida. Él nunca lo había dicho porque le parecía que eso era vergonzoso, pero
en vista de que en Cien años de soledad
se dice, y todo el mundo lo ha tomado con tanta naturalidad, él lo contaba y
empezaron a aparecer gentes que tenían cosas que querían llamar cola de cerdo
porque se llamaba así en Cien años de
soledad. Y lo mismo con el río de la Ciénaga Grande, muy cerca de Santa
Marta, en Colombia, cuando yo subía en una canoa que iba constelada de
mariposas amarillas: lo sé porque así era cuando yo era chiquito, conozco esos
ríos y recuerdo que andábamos por las márgenes apartando mariposas amarillas.
Por eso lo puse en el libro. Pues el boga que llevaba esta canoa aseguraba que
esas mariposas no existieron si no después de Cien años de soledad: no las ven, no las ven, las niegan.
JON: A ciertos cartesianos les choca mucho la relación entre la pobreza endémica de estos pueblos y su riqueza cultural, ¿esa tensión interna es producto de una cultura de mestizaje?
GGM:
La riqueza del mestizaje es sumamente importante porque aporta muchas más
corrientes culturales y vivimos más cerca de nuestra cultura popular.
Convivimos con ella todos los días, creemos en los fantasmas, creemos que los
muertos salen, creemos una cantidad de cosas que yo creo que son reales y que
la razón las niega. Los racionalistas tienen la tendencia a limitar el mundo a
un espacio muy pequeño y nosotros nos lanzamos por la calle del medio en las
creencias, estamos dispuestos a aceptar lo que sea como cierto. Nosotros vemos
que eso existe, para nosotros es perfectamente natural asomarnos a la ventana y
ver que hay un unicornio. Yo no me sorprendería de encontrar un unicornio en el
jardín. O una gallina del tamaño de una vaca. ¿Por qué les sorprenden tanto
estas cosas a los europeos, si nosotros encontramos esto por todas partes? Es
nuestra vida cotidiana. Pregúntale a los niños que todavía no han pasado por la
escuela para aprender qué se puede creer y qué no se puede creer. Pero no solo
los de aquí, los de todas partes. A mí me preguntaron el otro día por qué no
escribía libros para niños, pero es que todos mis libros son para niños. Lo que
pasa es que los adultos no dejan que los lean. Los niños sí saben cuál es la
verdad, a los que no les han dicho para acá hay que creer y de aquí para acá,
no. Los niños creen todo. No creen todo: ven todo.
OPINIONES
CONTUNDENTES
"Pedro Navaja es una obra maestra y eso quedará existiendo siempre. Rubén Blades moviliza grandes masas como cantante y como compositor, y moviliza más con su música que con sus discursos políticos porque su música dice exactamente lo que siente y lo que piensa. Pedro Navaja es el poema del emigrante, el poema de la soledad del latino en los barrios de Nueva York: es tan verdadero poema que casi lo despojo de música".
“El unicornio de Silvio Rodríguez a mí me parece preciosa. y eso, seguramente en Europa, lo consideran realismo mágico, que haya un unicornio en el jardín, un unicornio azul, además. Pero es un elemento que él trae de las más viejas culturas remotas de aquí, y que se adapta perfectamente a la realidad del Caribe”.
"De toda la música de Celia Cruz no se han fijado mucho en la excelente interpretación que hace ella de la Guajira Guantanamera. Cuando la oigas, la vas a oír distinto porque hay ciertas piezas que uno no las oye ya por demasiado conocidas, y tiene que detenerse a oírlas. La Guajira Guantanamera cantada por Celia es una cosa muy especial"
“En una noche melancólica y triste, escucharía Una noche serena y oscura, una canción popular mexicana preciosa. La usan además como prueba de los conjuntos, todo gran conjunto que surge se prueba con Una noche serena y oscura, como en el vallenato a todo cantante que surge lo prueban con la canción con que Francisco el hombre le ganó al diablo". TL
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