LA VANGUARDIA
Barcelona – España
24 de abril de 2014
Cultura
Jaime Abello:
"Gabriel García Márquez
"Gabriel García Márquez
nunca fue un exiliado"
Por Esther Rebollo
Bogotá, 24 abr (EFE).- Gabriel García Márquez "nunca
fue un exiliado, se fue de Colombia porque era un país muy cerrado; él era un
hombre que necesitaba crecer, viajar y conocer el mundo", afirmó a Efe el
director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo
Iberoamericano (FNPI), Jaime Abello.
Con esta afirmación Abello despejó las dudas sobre la
relación que el nobel de literatura tuvo durante toda su vida con su país
natal: Colombia, y explicó las razones que le llevaron a construir su hogar en
Ciudad de México, tras insistir en que el García Márquez fue, ante todo,
"muy coherente" con sus ideas y principios éticos.
Desde que el escritor se instaló en México, viajó todos los
años a Colombia, donde pasó temporadas, e incluso colaboró con distintos gobiernos
en la difusión de la cultura y la búsqueda de la paz, remarcó Abello.
Pero también reconoció que el creador del "realismo
mágico" pasó por momentos difíciles, en concreto en 1981, cuando abandonó
su país tras pedir inmunidad diplomática en la Embajada de México debido a las
sospechas de que iba a ser detenido.
Eso ocurrió durante el Gobierno de Julio César Turbay
(1978-1982), años en que se instaló en Colombia uno de los gobiernos más
conservadores de su historia contemporánea, cuando García Márquez ya era
"un reconocido escritor y un periodista brillante".
En los años cincuenta, "un poco forzado por las
circunstancias políticas (durante la dictadura del general Gustavo Rojas
Pinilla), hace un gran viaje a Europa, va así respondiendo a sus impulsos de
conocer el mundo", destacó Abello.
Después vivió "en Caracas, entonces una ciudad moderna;
estalla la Revolución Cubana y se va a La Habana, se vincula a Prensa Latina y
termina en Nueva York", relató el director de la FNPI.
Su salida de la agencia cubana Prensa Latina se debió, según
Abello, "a un conflicto ideológico", ya que el nobel siempre fue un
periodista independiente. Aún así Cuba fue una de sus prioridades y su amistad
con Fidel Castro es conocida por todos.
"Por esa razón se va a México en 1961, allí estaba su
amigo Álvaro Mutis; le va muy bien, trabaja en publicidad, periodismo, escribe
guiones de cine, tiene una buena casa, compra un carro, encuentra
reconocimiento, respeto, amistades y nace su hijo Gonzalo", remarcó.
Tras otra temporada en Barcelona, García Márquez regresa a
Colombia: "Él ha sido muy coherente, pero en 1981 sintió que se le iban a
caer encima, le estaban armando una patraña para involucrarlo con la guerrilla
y por seguridad pidió amparo al embajador de México y se fue", dijo
Abello.
"En México tenía su casa desde los años sesenta. Él no
se exilió, simplemente regreso a su casa. Se vio obligado a salir, pero en 1982
regresó, ya con Belisario Betancur en la Presidencia", recordó el director
de la FNPI, una etapa en la que García Márquez colaboró con ese gobierno en la
promoción del cine.
Precisamente en 1982 recibió el nobel de literatura.
"Es un hombre que decidió tener esas vivencias, pero
necesitaba una referencia y finalmente fue México", destacó, al ahondar en
su itinerante forma de vida: "tenía casa en Barcelona, Bogotá, Cartagena,
Los Ángeles, Cuba, siempre se estuvo moviendo", aseveró.
Y en ese sentido, Abello contó una anécdota: "todas las
casas de García Márquez se parecen, en todas hay un gran sofá blanco, una foto
de Gabo -como se le conocía al nobel- con su amigo Álvaro Cepeda Zamudio, un
computador, un equipo de sonido, buena música clásica. En todos esos arreglos
mobiliarios repetidos encontraba el calor del hogar".
"Simplemente se pudo permitir esos lujos", remarcó
Abello, al recordar que "en sus primeros 40 años fue un hombre de clase
media y llegó a vender el carro para dedicar su tiempo a escribir 'Cien años de
soledad'".
Pero sobre todo "nunca dejó de venir a Colombia, todos
sus proyectos periodísticos se hicieron en Colombia, toda su preocupación era
Colombia, siempre volvía, y en el segundo orden de preocupaciones estaba
Cuba".
Por ello, las dos fundaciones de García Márquez, la FNPI y
la Escuela de Televisión y Cine de San Antonio de los Baños, están en Colombia
y Cuba, respectivamente; y su tercer gran proyecto institucional, la Cátedra
Cortázar, la creó en México, el país que le acogió durante buena parte de su
vida y donde escribió sus grandes obras literarias.
Colombia, Cuba y México fueron así sus tres patrias, pero la
inspiración del más grande escritor colombiano de todos los tiempos siempre le
llegó de su tierra natal.
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APORREA
Caracas - Venezuela
2 de mayo de 2014
Bolívar, Vinicio y el Gabo
Por: Carmen Mercedes
Romero
Con la reciente desaparición física del Gabo, fueron muchas
las llamadas, y correos electrónicos recibidos de amigos, que recordaron la
participación de mi esposo Vinicio Romero, como asesor histórico del Nobel
García Márquez, en su novela El General en su laberinto.
En mayo del año 88, un miércoles, bien de mañana, sonó el
teléfono y sorprendido escuchó: -Vinicio, te habla Simón Alberto Consalvi,
García Márquez está en Caracas y quisiera hablar contigo ¿le puedo dar tu
número? –Si, como no, fue su respuesta, y volteándose me dijo: dijo que era
Consalvi y que García Márquez quiere hablar conmigo, debe ser un bromista.
El teléfono volvió a sonar a los pocos minutos y en esta
oportunidad, después de preguntar por Vinicio Romero y de responder como
siempre, -a la orden, del otro lado escucho: -Le habla Gabriel García Márquez;
me lo han recomendado en París, México y en todas partes, como el historiador
que más sabe sobre Simón Bolívar y he venido a Caracas únicamente a reunirme
con usted.
Pensando todavía que se trataba de una broma de algún amigo,
dijo: -No sé cuando será, ya que mañana tengo una conferencia, el viernes una
entrevista en una emisora, el sábado una reunión de trabajo ya pautada con unos
amigos y el domingo es el día de la madre; el interlocutor le respondió:
-Entonces tendrá que ser hoy. Con esa respuesta Vinicio se dio cuenta que era
realmente el premio Nobel de Literatura.
García Márquez traía en sus alforjas, los originales de una
novela sobre Simón Bolívar, sin embargo no estaba satisfecho; después de
informarle que había escogido un pasaje del Libertador poco conocido y no
documentado donde él podía recrear libremente, como era el viaje por el río
Magdalena hasta su destino final en Santa Marta le comentó a Vinicio que tenía
muchas lagunas e interrogantes y aunque era una novela, no quería ningún
anacronismo, y de inmediato lo ametralló a preguntas; algunas se las pudo
responder de inmediato, otras, prefirió anotarlas para verificar.
En febrero del 89 regresó Gabo a Caracas y le entregó a
Vinicio los originales de su novela “El General en su laberinto”, para que le
diera una leída y le hiciera las observaciones de corte histórico que fuesen
necesarias; también le solicitó una cronología sucinta de la vida del
Libertador. La primera edición de la novela fue de diez millones de ejemplares,
incluía la cronología y los agradecimientos a Vinicio.
No voy a contar las múltiples anécdotas, algunas ya
conocidas, producto de los quince días que estuvieron ambos trabajando a puerta
cerrada, como la del Diván de Constantinopla, o si Bolívar no comió mangos; o
el comentario de Bolívar sobre Humboldt, como también el de Juana de Arco, del
día en que la asaron los ingleses; quienes quieran conocerlas pueden escribir a
mi correo; en esta oportunidad quiero destacar tres vivencias personales que
marcaron la relación de Bolívar, Vinicio y el Gabo.
Inicio con la del accidente automovilístico que sufrió en el
88 cuando regresaba a México, y fue ingresado a la Clínica la Floresta. Estando
nosotros con él, sonó el teléfono y el Gabo pidió a Vinicio que atendiera; era
el Comandante Fidel Castro, quien le dijo: -Salte de esa clínica y vente a
Cuba, que la medicina capitalista si no te mata te arruina. De pronto tocaron
la puerta de la habitación y entraron con un inmenso ramo de frutas que no
cabía por la puerta, y detrás, la Secretaria de Presidencia de la República
Blanca Ibañez, haciendo alardes; cuando se fue, hice el comentario en voz alta
sobre el poder, a lo que el nobel me dijo: -Carmen, no olvides nunca esto: El
Poder es afrodisíaco y se nutre de su propio poder.
En marzo del 89, García Márquez llama a Vinicio para
reconocerle, agradecer y preguntar por sus honorarios; a pesar de estar
nosotros buscando para completar la opción de compra de nuestra Sinfonía de
California sur, respondió que él no había pensado en eso y que fue una gran
experiencia el trabajo realizado con un premio nobel tan importante, a lo el
Gabo le comentó: -Con eso no vas al mercado.
Ante la insistencia, Vinicio dijo que lo pensaría. Al día
siguiente llamó a la casa la editora catalana Carmen Varcell, y atendió nuestra
hija Rosalicia, de dieciocho años; muy preocupada le dijo que el Gabo estaba
muy molesto porque le había ofrecido dos mil quinientos dólares para el pago
del historiador y que considera nuestra hija de cuando debía darle; Rosalicia
ingenuamente dijo que le diera el doble; luego llamó el Gabo, atendí yo y me
dijo que habló con Carmen Varcell y no estaba conforme, que él quería regalarle
a Vinicio algo para no se le olvidara nunca; pensando que apenas nos quedaba
una semana para la opción de compra de la casa, respondí: -Regálale la inicial
de la casa que estamos comprando; me preguntó que cuánto era: diez mil dólares
y contento me dijo: en dos días recibirá el cheque y así fue.
Quise dejar para el final, la que se produjo cuando ya
estaba por concluir ese primer encuentro; García Márquez sentía que ya tenía la
visión de la verdadera personalidad de nuestro Libertador; el Bolívar que
quería para su novela, y es cuando le dice a Vinicio: -Después de conocer a
Bolívar a través tuyo, estoy plenamente convencido de que todos los males de
Colombia se deben a que Bolívar no fusiló a Santander y te doy permiso para que
lo digas.
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EL TIEMPO
Bogotá – Colombia
20 de abril de
2014
Un largo adiós
Por Heriberto Fiorillo
El último jueves murió parte de mí. Fueron más de 40 años
leyendo, admirando, siguiendo, a García Márquez, el hermano de mi buen amigo
Eligio, quien me lo enseñó a conocer mejor a partir de una caja de cartón llena
de libros.
Eligio escribiría después dos volúmenes sobre la literatura
de su hermano: La tercera muerte de Santiago Nasar (Crónica de una muerte
anunciada) y Tras las claves de Melquíades (Cien años de soledad), esta última
publicada en el 2001, tras su temprano deceso, a los 53 años. Por la diferencia
de edades, Gabriel sintió que Eligio era para él como un hijo. “El que yo tuve
con mi madre”, solía decir.
Ahora el Gabo se nos fue, con todos sus secretos y lealtades
apretados al pecho. Digamos adiós al conspirador ilustre, al creador
maravilloso que anhelaba de niño ser prestidigitador, al escritor fuera de
serie, el más universal de la América Latina, a uno de los hombres que más
amaban la vida. “Cambiaría todos los libros por la posibilidad de seguir
viviendo –dijo alguna vez–. Mi verdadera vocación no es la de escritor, sino la
de estar vivo.”
Morirse era entonces, para él, apagarse de pronto, como se
apaga una bombilla. Y aquellos que se morían de infarto fulminante habrían sido
siempre, en su opinión, los más felices.
Gabo murió en la cama, como había sido su deseo, y rodeado
de sus seres queridos. Lo que le asustaba, dijo, no era morirse ni estar
muerto, sino el tránsito entre este mundo y el otro, el estarse muriendo. “Que
la idea de la muerte no me distraiga de lo que estoy haciendo, porque lo que va
a quedar es lo que uno haga de vivo.” Y él sólo hizo lo que le dio la gana:
vivir para contar. Haciéndolo, alcanzó la gloria. Gabo es, como se ha dicho,
uno de los pocos seres humanos que conocieron la inmortalidad en vida y será
eterno gracias a sus libros. Ya debe de estar viviendo feliz junto al arroyo
triste en el fondo de la Gioconda, donde ahogó sus últimos temores. Como
escritor, no le quedaría sino reiterar acerca de la muerte una breve
lamentación: “Es la experiencia más importante de mi vida sobre la cual no
podré escribir una novela”.
A quienes ignoran la rica y extensa obra literaria de García
Márquez les sugiero comenzar cuanto antes a enmendar su falta. Lo amarán apenas
se sumerjan en sus cuentos y novelas. A mis colegas, los escritores y
periodistas del mundo, los abrazo y les digo lo que dijo él mismo del magnífico
Tomás Eloy Martínez: “¿Cómo se va a morir, si es el mejor de todos nosotros?”.
En la intimidad he empezado también a releerlo y recordarlo
escuchando la música que más le gustaba: el Tercer concierto para piano de Bela
Bartok, la elegía vallenata a Jaime Molina, su bolero favorito, Perfidia, una
que otra ranchera y casi todas las canciones de Manuel Alejandro...
* * * *
La Fundación La Cueva lamenta profundamente el fallecimiento
de Gabriel García Márquez, maestro de la literatura universal.
La Cueva simboliza la cofradía de amigos y lugares que
animaron a Gabito en los años cincuenta, una época que él mismo dijo recordar
como fundamental y deslumbrante desde su perspectiva de creador, porque fueron
ellos, los amigos del Grupo de Barranquilla, quienes le señalaron y prestaron
los libros de escritores que alimentarían la construcción de su obra
maravillosa.
Desde el 2004, los proyectos de La Cueva han impulsado entre
los jóvenes la creatividad en general y el cuento en particular, como un tributo
permanente a quien nos dejó el más valioso legado literario.
A sus familiares, nuestras más sentidas condolencias. Al
mundo, la reiteración de nuestro compromiso de seguir convocando, en su nombre
y en el de sus amigos, la imaginación como instrumento de cambio.
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