EL
TIEMPO
Bogotá – Colombia
23 de Noviembre del 2013
Gente
Veinte años tras un retrato de Gabo
Por: MARÍA DEL PILAR RODRÍGUEZ S
Crónica
de una imagen casi imposible:
la
foto del Nobel posando
con
rosas amarillas en su casa.
Una mañana hace ya más de 20 años, el fotógrafo Mauricio Vélez se
levantó con una imagen en la cabeza: la de Gabo portando un ramo de rosas
amarillas, como un homenaje a su esposa, Mercedes Barcha, quien sin fallar ni
un día las ha puesto en su mesa de trabajo a manera de amuleto macondiano.
La imagen era tan bella como esquiva, por la complicada agenda de su
protagonista, pero en 1999 hubo un primer contacto –aunque fallido–. Vélez
coincidió en un restaurante de Cartagena con el Nobel. Estuvo sentado en una
mesa justo a su lado, pero no fue capaz de acercársele. Durante años sintió que
había perdido su única oportunidad.
A principios del 2007, sin embargo, la imagen estuvo a punto de
concretarse. Vélez le propuso a Germán Santamaría, entonces director de la
revista Diners, hacerle una edición-homenaje al escritor por sus 80 años, con
un retrato del Nobel hecho por él. Pero el cierre llegó sin que pudiera
realizarse la sesión de fotos.
El artista no desistió en su ‘sueño amarillo’ y volvió a intentarlo,
esta vez para su libro Retratos de sociedad. A principios de este año coincidió
rumbo a México con Jaime Abello, director de la Fundación Gabriel García
Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Desde ese mismo momento comenzó a gestionarse la foto. Pero en mayo,
cuando solo restaban un par de días para enviar a impresión el libro, lograr la
imagen ya tenía tinte de imposible.
Agotadas aparentemente todas las instancias, sonó el teléfono. Era Yolanda
Pupo de Mogollón, directora del Museo de Arte Moderno de Cartagena –última
cómplice a la que se le había solicitado la intermediación–, quien en nombre
del arte y con la voz de las buenas noticias me dijo:
–Anota: este es el número de Mercedes, está esperando la llamada del
fotógrafo; aceptó recibirlo.
Sin dar crédito del todo al mensaje, Vélez marcó el número indicado:
–Buenos días, ¿señora Mercedes?
–Sí. ¿Es usted el fotógrafo?
–Sí, señora, Mauricio Vélez.
–¿Cuándo quiere venir?
–Cuando a usted le quede bien, señora Mercedes.
–El sábado, el sábado está bien.
–Ahí estaré. ¿A qué hora le parece?
–Once de la mañana.
–Muchas gracias.
–Señor Vélez…
–Dígame.
–Por aquí está lloviendo…
–No se preocupe, llevo equipos para interiores.
–Bueno, lo espero el sábado.
Vélez colgó el teléfono, trató de tomar conciencia de lo ocurrido y
recuperó instantáneamente las ideas que había acuñado durante todos los años de
espera para hacer la imagen perseguida, el retrato soñado de Gabriel García Márquez.
El 25 de mayo, el día señalado, la mirada del fotógrafo era el anticipo
de un milagro. Poco antes del mediodía, Cartagena brillaba en su mayor
esplendor. Un bálsamo en una sonrisa diáfana de mulata bonachona nos abrió la
puerta:
–Sigan para que elijan el lugar donde quieren tomar la foto –dijo en
tono prodigioso.
Vélez ganó las escaleras en dos zancadas ansiosas, mientras yo me
acomodaba en una banca de madera, aferrada a las rosas amarillas, la única
justificación de mi presencia en aquel lugar. Poco después, la cándida negra me
guió hasta la locación elegida.
Entré al salón y mis sentidos fueron premiados con una visión
inesperada: de un tajo, el talento de Obregón se manifestó ante mis ojos en el
mural blanquiazul fechado poco antes de la muerte del artista y trasladado de
una casa del centro histórico a esta edificación.
Tomé mi lugar en la esquina más alejada de la puerta, de pie. Entonces
sucedió lo esperado: sentimos los pasos de quien ha cumplido con la humanidad.
Apareció la impecable estampa del creador de Macondo.
Vélez lo saludó. Él contestó e inspeccionando la escena movió la cabeza
por un costado, se encontró con mi mirada y preguntó:
–¿Quién es ella?
Las mariposas amarillas respondieron en mi estómago al llamado de su
creador, pero yo me resistí a decir algo.
–Ella viene a traerte rosas amarillas –respondió Mauricio por mí.
Mis pies se acercaron al encuentro. Le entregué las rosas al nieto de
papa Lelo y Mina, al sobrino de la tía Pa, el mismo que con la atenta dulzura
de un niño siguió las instrucciones del fotógrafo que, en medio de un éxtasis
creativo, obturó la conmovedora imagen.
Gabriel José, como fue llamado –por el santo patrono de su pueblo
natal–, o Gabito, como me enseñó a llamarlo su hermano Jaime, me invitó a
sentarme a su lado y dijo:
–Mejor así.
–¿Te gusta hablar más con las mujeres? –le pregunté.
–Sí, es que con las mujeres uno sabe si están bien o mal; con los
hombres nunca se sabe.
El rápido y exquisito humor ‘gabitero’ se manifestó para nosotros. Un
mar de risas poblaron el lugar. Vélez me invitó a posar al lado de nuestro
interlocutor para capturar una imagen, y yo me olvidé de la cámara y me perdí
en la ternura de una mirada que me dijo más de lo que nunca habría esperado
saber.
Poco después fue el fotógrafo quien se puso delante del lente junto al
Nobel, en una imagen cuya complicidad salta a la vista; no parece que hubiesen
pasado solo 105 minutos desde que se conocieron, sino que estuvieran cumpliendo
una cita de viejos amigos.
En ese momento entró doña Mercedes, investida con voz de dulce
autoridad, y le indicó a su esposo que en la habitación contigua lo esperaban
sus sobrinos. Él se puso en pie haciendo gala de la elegancia caribe que no ha
perdido, sobre sus mocasines blancos, luciendo la primorosa guayabera
perfectamente almidonada, cual confirmación de que tiene quien lo cuide, quien
lo admire, quien lo ame.
Salimos del lugar con el alma llena de mariposas amarillas. Habíamos
departido más de una hora con un ser de otro mundo, que en los anales de la
historia es y será conocido como el Premio Nobel de Literatura 1982, pero que
gracias a la imagen de Mauricio Vélez también será recordado como Gabito, el
escritor de las rosas amarillas.
Un homenaje al talento nacional
Más de 250 colombianos emblemáticos y talentosos desfilaron ante el
lente del artista Mauricio Vélez para el libro ‘Retratos de sociedad’ (Villegas
Editores). La obra, publicada con el apoyo de Marca País, incluye a personajes
como Sofía Vergara, Falcao, Juanes, Silvia Tcherassi y Antanas Mockus, entre
muchos otros.
MARÍA
DEL PILAR RODRÍGUEZ S.*
Para
EL TIEMPO
*
Escritora y curadora de arte.
Trabajó
con Mauricio Vélez
en
la curaduría del libro fotográfico
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