24 de noviembre de 2013

MEMORABILIA GGM 705




EL TIEMPO
Bogotá – Colombia
23 de Noviembre del 2013
   
Gente

Veinte años tras un retrato de Gabo

Por: MARÍA DEL PILAR RODRÍGUEZ S

Crónica de una imagen casi imposible:
la foto del Nobel posando
con rosas amarillas en su casa.


Una mañana hace ya más de 20 años, el fotógrafo Mauricio Vélez se levantó con una imagen en la cabeza: la de Gabo portando un ramo de rosas amarillas, como un homenaje a su esposa, Mercedes Barcha, quien sin fallar ni un día las ha puesto en su mesa de trabajo a manera de amuleto macondiano.

La imagen era tan bella como esquiva, por la complicada agenda de su protagonista, pero en 1999 hubo un primer contacto –aunque fallido–. Vélez coincidió en un restaurante de Cartagena con el Nobel. Estuvo sentado en una mesa justo a su lado, pero no fue capaz de acercársele. Durante años sintió que había perdido su única oportunidad.

A principios del 2007, sin embargo, la imagen estuvo a punto de concretarse. Vélez le propuso a Germán Santamaría, entonces director de la revista Diners, hacerle una edición-homenaje al escritor por sus 80 años, con un retrato del Nobel hecho por él. Pero el cierre llegó sin que pudiera realizarse la sesión de fotos.

El artista no desistió en su ‘sueño amarillo’ y volvió a intentarlo, esta vez para su libro Retratos de sociedad. A principios de este año coincidió rumbo a México con Jaime Abello, director de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano.

Desde ese mismo momento comenzó a gestionarse la foto. Pero en mayo, cuando solo restaban un par de días para enviar a impresión el libro, lograr la imagen ya tenía tinte de imposible.

Agotadas aparentemente todas las instancias, sonó el teléfono. Era Yolanda Pupo de Mogollón, directora del Museo de Arte Moderno de Cartagena –última cómplice a la que se le había solicitado la intermediación–, quien en nombre del arte y con la voz de las buenas noticias me dijo:

–Anota: este es el número de Mercedes, está esperando la llamada del fotógrafo; aceptó recibirlo.

Sin dar crédito del todo al mensaje, Vélez marcó el número indicado:

–Buenos días, ¿señora Mercedes?

–Sí. ¿Es usted el fotógrafo?

–Sí, señora, Mauricio Vélez.

–¿Cuándo quiere venir?

–Cuando a usted le quede bien, señora Mercedes.

–El sábado, el sábado está bien.

–Ahí estaré. ¿A qué hora le parece?

–Once de la mañana.

–Muchas gracias.

–Señor Vélez…

–Dígame.

–Por aquí está lloviendo…

–No se preocupe, llevo equipos para interiores.

–Bueno, lo espero el sábado.

Vélez colgó el teléfono, trató de tomar conciencia de lo ocurrido y recuperó instantáneamente las ideas que había acuñado durante todos los años de espera para hacer la imagen perseguida, el retrato soñado de Gabriel García Márquez.

El 25 de mayo, el día señalado, la mirada del fotógrafo era el anticipo de un milagro. Poco antes del mediodía, Cartagena brillaba en su mayor esplendor. Un bálsamo en una sonrisa diáfana de mulata bonachona nos abrió la puerta:

–Sigan para que elijan el lugar donde quieren tomar la foto –dijo en tono prodigioso.

Vélez ganó las escaleras en dos zancadas ansiosas, mientras yo me acomodaba en una banca de madera, aferrada a las rosas amarillas, la única justificación de mi presencia en aquel lugar. Poco después, la cándida negra me guió hasta la locación elegida.

Entré al salón y mis sentidos fueron premiados con una visión inesperada: de un tajo, el talento de Obregón se manifestó ante mis ojos en el mural blanquiazul fechado poco antes de la muerte del artista y trasladado de una casa del centro histórico a esta edificación.

Tomé mi lugar en la esquina más alejada de la puerta, de pie. Entonces sucedió lo esperado: sentimos los pasos de quien ha cumplido con la humanidad. Apareció la impecable estampa del creador de Macondo.

Vélez lo saludó. Él contestó e inspeccionando la escena movió la cabeza por un costado, se encontró con mi mirada y preguntó:

–¿Quién es ella?

Las mariposas amarillas respondieron en mi estómago al llamado de su creador, pero yo me resistí a decir algo.

–Ella viene a traerte rosas amarillas –respondió Mauricio por mí.

Mis pies se acercaron al encuentro. Le entregué las rosas al nieto de papa Lelo y Mina, al sobrino de la tía Pa, el mismo que con la atenta dulzura de un niño siguió las instrucciones del fotógrafo que, en medio de un éxtasis creativo, obturó la conmovedora imagen.

Gabriel José, como fue llamado –por el santo patrono de su pueblo natal–, o Gabito, como me enseñó a llamarlo su hermano Jaime, me invitó a sentarme a su lado y dijo:

–Mejor así.

–¿Te gusta hablar más con las mujeres? –le pregunté.

–Sí, es que con las mujeres uno sabe si están bien o mal; con los hombres nunca se sabe.

El rápido y exquisito humor ‘gabitero’ se manifestó para nosotros. Un mar de risas poblaron el lugar. Vélez me invitó a posar al lado de nuestro interlocutor para capturar una imagen, y yo me olvidé de la cámara y me perdí en la ternura de una mirada que me dijo más de lo que nunca habría esperado saber.

Poco después fue el fotógrafo quien se puso delante del lente junto al Nobel, en una imagen cuya complicidad salta a la vista; no parece que hubiesen pasado solo 105 minutos desde que se conocieron, sino que estuvieran cumpliendo una cita de viejos amigos.

En ese momento entró doña Mercedes, investida con voz de dulce autoridad, y le indicó a su esposo que en la habitación contigua lo esperaban sus sobrinos. Él se puso en pie haciendo gala de la elegancia caribe que no ha perdido, sobre sus mocasines blancos, luciendo la primorosa guayabera perfectamente almidonada, cual confirmación de que tiene quien lo cuide, quien lo admire, quien lo ame.

Salimos del lugar con el alma llena de mariposas amarillas. Habíamos departido más de una hora con un ser de otro mundo, que en los anales de la historia es y será conocido como el Premio Nobel de Literatura 1982, pero que gracias a la imagen de Mauricio Vélez también será recordado como Gabito, el escritor de las rosas amarillas.

Un homenaje al talento nacional

Más de 250 colombianos emblemáticos y talentosos desfilaron ante el lente del artista Mauricio Vélez para el libro ‘Retratos de sociedad’ (Villegas Editores). La obra, publicada con el apoyo de Marca País, incluye a personajes como Sofía Vergara, Falcao, Juanes, Silvia Tcherassi y Antanas Mockus, entre muchos otros.

MARÍA DEL PILAR RODRÍGUEZ S.*
Para EL TIEMPO
* Escritora y curadora de arte.
Trabajó con Mauricio Vélez
en la curaduría del libro fotográfico
‘Retratos de sociedad’.


El fotógrafo Mauricio Vélez y el Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.

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