MEMORABILIA GGM 664
MEMORABILIA GGM
Cali – Colombia
12 de abril de 2013
Gerald
Martin y
Para
que no se las lleve el viento
Por Fernando Jaramillo
A finales del mes de marzo recibí en mi correo
un mensaje de Gerald Martin, el conocido biógrafo de GGM, desde Londres, en
donde me solicitaba que le enviara a la librería Abaco de Cartagena un ejemplar
de Para que no se las lleve el viento.
Estaba invitado al Festival de Artes escénicas del Caribe.
Gerald y yo afirmamos nuestra amistad en el
diplomado Conocimiento Vital del Caribe que se impartió en la Universidad Tecnológica
de Bolívar en junio de 2008, en que Gerald hizo los dos papeles de
conferencista y alumno de los demás panelistas del diplomado. Eran las vísperas
del lanzamiento de la biografía de Gabriel García Márquez: Una vida.
En octubre de 2009 asistí al lanzamiento de la
biografía en la biblioteca del Gimnasio Moderno de Bogotá. Valieron la pena las
diez horas de bus de ida y las doce de regreso que me tomaron asistir al acto.
Me reencontré con muchos amigos y me presentaron personas que no conocía y forman
parte de quienes tenemos una especial afición por las cosas de don Gabo.
Gerald, a su llegada a Cartagena en los
primeros días de este abril, recogió su libro y me envió un saludo de
agradecimiento en donde están estas palabras sobre Para que no se las lleve el viento.
… el libro es excelente, utilísimo,
indispensable. […] Es uno de los libros más indispensables existentes sobre GGM
(y no son muchos).
Te felicito y te agradezco. Te
agradezco no solamente en tu capacidad de amigo mío que me ha enviado el libro
sino en tu capacidad como el amigo bibliográfico de Gabriel García Márquez que
le ha hecho un inmenso favor.
ELESPECTADOR.COM
Bogotá – Colombia
12 de Abril de 2013
Gerald
Martin
estuvo presente en el
estuvo presente en el
III
Festival de Artes Escénicas del Caribe
La importancia de creer
El autor de Gabriel García Márquez: una vida habló de su experiencia
escribiendo acerca del Nobel colombiano después de ser uno de sus más
fervorosos lectores.
Por: Adriana Marín Urrego
De todos los escritores que conoce, Gabriel
García Márquez es el más informal, el más sencillo. Eso dice un Gerald Martin
cansado, con el rostro rojo y el pelo claro, después de haber dado una
conferencia en el Claustro Santo Domingo de Cartagena. El rostro rojo por el
calor, el pelo claro por su procedencia y la conferencia fue la que no dictó,
después de haberla preparado.
Lo había hecho meticulosamente, como un buen
inglés, pero tuvo que improvisar. “Fue Gloria Triana la que intuyó que la
charla sería muy ‘paliducha’, como yo, y decidió poner a Óscar Collazos a
conversar conmigo, para darle un poco de color”, afirmó antes de comenzar.
Había venido a Cartagena a hablar sobre el realismo mágico en el Festival de
Artes Escénicas del Caribe. Pudo haberse quedado un día, o dos, dictar la
conferencia y devolverse a su tierra de frío y de rostros “blanquiñosos”, pero
no. Se quedó 10 días. “Es que yo sólo existo cuando estoy en América Latina.
Este es mi mundo”, dice, firme. “Yo sé que es pretencioso, que acá no vivo, que
acá no gano mi dinero. Pero también es verdad que sólo vivo cuando estoy aquí”,
reitera.
Gerald Martin conversó con Óscar Collazos en el auditorio del Claustro de
Santo Domingo, en Cartagena. Cortesía Festival de Artes Escénicas del Caribe
Porque para él y para lo que ha estudiado, que
algo sea verdad o no resulta irrelevante. Lo importante es creer en su verdad.
Él viene a Latinoamérica y se siente vivo. Eso resulta ser tan real como la
ascensión de Remedios la Bella en Cien años de soledad. Si no se cree que es
verdad, no existe y eso es claro. Gerald Martin creía. Creía en el Caribe, en
Gabo y en el realismo mágico. Por eso estudió su obra y, por eso mismo,
persistió durante 19 años para escribir su biografía, a pesar de haberle
planteado un plazo de cuatro años a sus editores. “Yo posiblemente sea la única
persona que cree lo que voy a decir, pero, ya que estamos aquí en la costa,
tengo que aclarar que esto no es una presentación mamagallista. Yo sinceramente
creo en lo que voy a decir”.
Y dijo, entonces, que el realismo mágico no
empezó en los 60 con García Márquez, como muchos piensan, que empezó en los 20,
con la vanguardia, y que no fue Gabo quien se lo inventó. “Creo que el realismo
mágico ha existido desde que hubo literatura. Yo creo que La tempestad de
Shakespeare es una obra mágico-realista, por ejemplo, y que Gauguin era un
pintor en esta misma línea”. Eso es lo que él cree. Cree, también, que no toda la obra de García Márquez
puede enmarcarse dentro de este género literario y que es una visión que no
existe solamente en la literatura; ha partido, desde siempre, de un contraste
entre dos visiones disímiles del mundo. Fueron los europeos los que vinieron a
Latinoamérica y vieron que lo que ocurría acá no se parecía en nada a lo que
ellos estaban acostumbrados. Eran la civilización y lo otro, tan distinto, era
la barbarie. Todo les parecía extraño, mágico. Y era real.
“Nada como Cartagena; es como estar en un
teatro todo el tiempo”, dice Martin, tranquilo, contento de estar sentado en
medio del calor de la ciudad amurallada. El Caribe colombiano le produce felicidad.
Surge, sin embargo, la pregunta: ¿de qué lado está? ¿Desde qué posición está
observando ese teatro? “Siempre he estado desde el lado de la barbarie, estoy
más contento con lo anárquico. Pero soy lo que soy, y no puedo controlar mi
necesidad de organización”, afirma. Martin es londinense —se considera más
londinense que inglés—, pero siempre ha estado en la mitad de dos culturas. Su
padre era de Inglaterra, un hombre muy racional, y su madre era irlandesa; para
los ingleses, un sinónimo de desorden, de borrachera, de barbarie. Era mestizo,
pero inglés, en todo caso. Cuenta que siempre intentó alejarse de la vida que
le había tocado vivir. Por eso, tal vez, su interés por el Caribe.
Así llegó a Gabo y a su literatura, y quiso
escribir su biografía. Cuando comenzó, lo admiraba literariamente, pero de
lejos, como personaje, le parecía arrogante y vanidoso. Pensó que nunca lo
conocería y, cuando pudo hacerlo, cambió de opinión: lo vio como un personaje
sofisticado, sutil e intuitivo. Con el pasar de los años, entre conversación y
conversación, fue confirmando su primera impresión. Creyó en él como creyó en
su literatura y aprendió, para retratarlo, más de la vida de García Márquez de
lo que sabe de la suya propia.
“Todo escritor que se respete debería tener un
biógrafo inglés”, dijo alguna vez el Nobel de Literatura, casi en broma, casi
en serio. Porque es cierto que los ingleses tienen el talento para escribir biografías, reafirma Martin. Son fríos, pero
también son sensibles y sofisticados. Ese carácter doble
les ayuda mucho a la hora de escribir sobre otros y lo hacen desde afuera,
nunca se adentran demasiado. O eso hace Martin, por lo menos: “Cuando veo que
García Márquez está hablando con un presidente colombiano porque quiere
convencerlo de ayudar a Cuba, eso lo digo. Pero lo que no digo es lo que siente él cuando está haciendo el amor con su esposa. Porque yo, sencillamente, no puedo saberlo”, afirma.
Muchos han discutido el hecho de que sea un
extranjero el que escribiera una de las biografías más conocidas del Nobel
colombiano y Gerald Martin es consciente de ello. Escucha a muchos decir “ese
inglés no sabe, ese inglés no comprende”, y les da la razón: “No comprendo dos
cosas”, dice, “no comprendo el Caribe, tampoco comprendo a García Márquez.
¿Quién comprende a otro ser humano?”.
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