12 de noviembre de 2012

MEMORABILIA GGM 624
México D.F.
11 de noviembre de 2012

Cumpleaños de esposa de García Márquez

Esposa de
Gabriel García Márquez
festeja 80 años

Por Guadalupe Flores 


CIUDAD DE MÉXICO, México, nov. 11, 2012.-Este sábado, Mercedes Barcha, esposa del premio nobel de literatura Gabriel García Márquez, disfrutó de una cálida fiesta organizada en su honor por su cumpleaños número 80, en un restaurante ubicado en el Polyforum Cultural Siqueiros.

Fue el cierre de una celebración que inició desde el 6 de noviembre, día exacto de su cumpleaños.

A partir de ahí, Mercedes Barcha de García Márquez asistió a diversas reuniones organizadas en su honor por decenas de amigos que tienen en México donde radican desde hace 50 años.

Durante la fiesta, se develó un cuadro del rostro de la mejor amiga y aliada del escritor Gabriel García Márquez de quien se enamoró desde la adolescencia.

El autor de la pintura Luis Carreño, reconoció la dificultad que tuvo al realizar la obra de una mujer a la que mucho admira.


Mercedes celebran su cumpleaños 80 en compañía de su esposo,


 "Todavía ayer a las 5 de la mañana estaba buscándole si el párpado, la comisura de los labios, la entrada del pelo estaba quedando bien, y yo creo que mientras más compromiso hay ya sea porque se aprecia mucho a la persona, porque se le admira ay! como que cuesta más trabajo", afirmó Luis Carreño, caricaturista y pintor.

Mercedes Barcha, estuvo acompañada de su esposo, el escritor colombiano Gabriel García Márquez, sus dos hijos Gonzalo y Rodrigo y decenas de amigos que los procuran, los disfrutan y aman como los periodistas Jacobo Zabludovsky y Roberto Pombo director del periódico El Tiempo de Colombia quien le leyó a Mercedes Barcha de García Márquez una carta que le escribió el presidente de Colombia Juan Manuel Santos.

Aquí un fragmento

"Hay mujeres que son auténticas compañeras de vida y entre ellas, en un lugar muy especial está Mercedes Barcha quien ha acompañado a Gabo durante más de medio siglo como su mejor y más leal amiga. Si Gabo dijo que escribía para que sus amigos lo quisieran más, entre esos
amigos indudablemente está Mercedes, Gabo escribe para que también ella lo quiera más. Gabo confesó que había sido capaz de escribir porque Mercedes llevó el mundo sobre sus espaldas", afirmó Roberto Pombo, director del periódico El Tiempo de Colombia.

La tarde fue redonda cuando María Elena Leal, hija de Lola Beltrán le dedicó una canción.



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 En los 50 años del BOOM 

“Por fin dejamos de esperar que se repita. Y eso está muy bien. Y se ha asumido que lo principal que significó fue la incorporación de Iberoamérica y su literatura al mercado internacional y, por lo tanto, al canon. No habrá nuevos booms, pero el hecho es que antes de éste era casi imposible encontrar en las librerías americanas, francesas o alemanas a autores que escribieran es español o portugués, y hoy eso es perfectamente posible. Ahora lo encontramos normal, cuando en realidad fue la principal consecuencia del boom, que nos puso en igualdad de condiciones con otras tradiciones literarias y otras lenguas”.

Mario Vargas Llosa
Aparte de su discurso en Casa America
6 de noviembre de 2012

EL ESPECTADOR
Bogotá – Colombia
10 de noviembre de 2012

Cincuenta años de compañía

Por: Héctor Abad Faciolince


Nadie sabe cuándo empezó el boom latinoamericano. ¿En 1958, cuando Carlos Fuentes publica La región más transparente? No creo, pues ese año la novela no se conoció por todo

¿En 1961, cuando se publica El coronel no tiene quien le escriba? No, esa fue una edición casi secreta que su editor, Aguirre, no consiguió vender. ¿En 1963, cuando Cortázar publica Rayuela, o en el 66, cuando Vargas Llosa publica La casa verde? ¿O más bien en mayo de 1967, cuando García Márquez publica Cien años de soledad? Quizá para encontrar un punto intermedio podemos aceptar la fecha que ha propuesto la Fundación Miguel de Cervantes: 1962. En este año mágico para las letras latinoamericanas, Mario Vargas Llosa gana el Premio Biblioteca Breve en Barcelona con La ciudad y los perros, Carlos Fuentes publica en México La muerte de Artemio Cruz, y García Márquez en España La mala hora (en edición corregida por puristas censores idiomáticos, que Gabo repudió).

En realidad no importa el año: ese decenio de los sesentas fue, en todo caso, un período de iluminación en el que las letras latinoamericanas deslumbraron al mundo. Han pasado 50 años desde entonces, y aunque medio siglo tal vez sea todavía poco tiempo como para hacer un balance definitivo, algunas cuentas provisionales sí pueden hacerse. Las hizo esta semana Mario Vargas Llosa, en Madrid. En este momento él es el único protagonista del boom que todavía puede hacerlo, cosa que él mismo reconoció, no sin cierta nostalgia. Oyéndolo recapitular lo que fue el boom mediante anécdotas en apariencia intrascendentes, pensé en los elementos que se combinaron en un mismo momento para desatar ese fenómeno: primero, la personalidad arrolladora de cuatro escritores, que no sólo escribían bien, sino que tenían un enorme encanto personal; estos cuatro se unieron en una amistad firme; fueron impulsados por una sagaz agente literaria (Carmen Balcells), y quizá también manipulados por la máquina propagandística de una revolución —la cubana— que en ese momento despertaba simpatías entre los intelectuales del Primer Mundo. Todo esto al mismo tiempo era como encontrar los astros alineados para que se produjera esa explosión irrepetible.

No faltará el iconoclasta que menosprecie el fenómeno desde el punto de vista literario; tampoco faltará quien diga que se trató de una operación comercial y política, mezcla de capitalismo catalán con comunismo cubano. Pero estas críticas suenan ridículas cuando se releen los libros que se publicaron en aquellos años, o cuando se constata que dos de sus representantes recibieron, al cabo del tiempo, el Premio Nobel. Hubo casualidades, hubo suerte, algunos se encontraron en el momento adecuado, pero llegaron allí con obras que desde entonces forman parte de nuestra memoria de cosas imaginadas. Esos libros se añadieron a nuestro mundo real, y lo completaron, con el encanto fantástico de lo irreal.

El boom tuvo además la fuerza necesaria como para hacer ver otras obras latinoamericanas —quizá incluso más grandes que los libros de sus protagonistas indudables— que no habían recibido tanta atención: los cuentos, ensayos y poemas de Borges; las primeras novelas de Onetti; el Pedro Páramo de Rulfo o el Paradiso de Lezama Lima, y algunos libros de Cabrera Infante o de José Donoso. El boom iluminó hacia atrás y también abrió un camino hacia adelante.

La literatura latinoamericana no empezó con el boom (Sor Juana, Sarmiento, López Velarde...), ni tampoco terminó ahí (Lispector, Bolaño, Villoro…). Pero el antes y el después no recibieron sombras del boom, sino luz de la explosión de un grupo de genios.

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