MEMORABILIA GGM 597
EL PAIS
Madrid –
España
3 de
agosto de 2012
Cultural
Juicios a Gabriel García Márquez
Personajes
contra el autor
Por Luis
Fernando Iglesias
EN LAS PÁGINAS finales de su libro de memorias
Vivir para contarla (2002), Gabriel
García Márquez relata un momento fundamental en su carrera periodística y
literaria. En 1955 se publica por entregas, en el diario El Espectador, la
historia de Luis Alejandro Velasco, el marino que cayó del buque de guerra
colombiano "Caldas" y naufragó en una balsa durante diez días por el
Caribe, sin comida ni agua potable. La historia tuvo un éxito espectacular y
fue también la causa del temprano exilio del escritor colombiano en Europa.
Gracias al relato de Velasco se supo que el buque no naufragó a consecuencia de
una tormenta sino por causa del voluminoso contrabando de electrodomésticos que
llevaba en la cubierta, y esa revelación no fue perdonada por el gobierno
autoritario de la época.
Quince años después la Editorial Tusquets de
Barcelona tomó ese largo reportaje por entregas y lo publicó poniéndole por
título Relato de un naufrago (1970).
El libro se vendió, al decir de García Márquez, "como si fuera para
comer", convirtiéndose en uno de los mayores éxitos del autor. En su
prólogo el escritor colombiano reconocía que hay algunos libros que "no
son de quien los escribe sino de quien los sufre" y cedió las ganancias
que le pudieran corresponder por los derechos de autor al "…compatriota anónimo
que debió padecer diez días sin comer ni beber en una balsa para que este libro
fuera posible".
Esa determinación se mantuvo por catorce años
hasta que Velasco le inició un juicio en la ciudad de Bogotá, por la propiedad
de esos derechos de autor. La diferencia no es menor. García Márquez había
cedido, como una especie de homenaje, sus derechos de la edición del libro,
pero Velasco entendía que éstos, en realidad, le pertenecían dado que la
historia era suya tal como se la había contado a García Márquez a cambio de la
paga acordada con el diario. Parecía que quien escribió esas notas fue tan solo
un complemento necesario y acaso menor para contar, de la forma más correcta,
sus peripecias.
El escritor, a través de su abogado, dio
instrucciones a Tusquets para que retiraran esas referencias del prólogo y que
no pagara más regalías a Velasco. Al cabo de un largo juicio la justicia dio la
razón a García Márquez. Los pagos que se le habían hecho a Velasco "...no
habían tenido como fundamento el reconocimiento del marino como coautor, sino
la decisión voluntaria y libre de quien lo escribió". Desde ese momento
los derechos de autor del libro fueron donados, por parte de García Márquez, a
una fundación docente.
Historias propias. Velasco no fue el único de
sus personajes que decidió demandar al escritor colombiano. En 1994 se inició
en Barranquilla el juicio de Miguel Reyes Palencia contra los hermanos García
Márquez, por daños y perjuicios sufridos a causa de la novela Crónica de una muerte anunciada (1981).
El punto de inicio de la novela, o el "mecanismo central" como lo
llamó García Márquez en el juicio, fue un hecho real. En 1951, en Sucre,
Colombia, una joven se casó con un forastero quien, después de la noche de
bodas, la devolvió a su familia dado que no era virgen. Luego de que la novia
diera el nombre de la supuesta persona con la que había tenido relaciones antes
del matrimonio, sus hermanos salieron a vengar la vergüenza familiar y mataron
al joven señalado por la muchacha.
El argumento central de la demanda entablada
por el corredor de seguros Miguel Reyes Palencia, se basaba en que él era el
verdadero Bayardo San Román, aquel forastero que rechazó a su joven esposa. El
demandante exigía cobrar las regalías "… por haber sido protagonista y, por
lo tanto, titular de los derechos de autor…" de esa historia. En un
segundo punto el demandante aducía que la novela había "afectado su
derecho a la intimidad" al relatar un hecho de su vida privada y que hasta
sus clientes lo llamaban por el nombre Bayardo lo que era "una falta de
respeto". Los demandados fueron Gabriel García Márquez y su ya fallecido
hermano Eligio García Márquez, quien había hecho una crónica sobre la película
basada en la novela, a la que llamó La
tercera muerte de Santiago Nasar (1987). La compensación que Reyes Palencia
requería era el cincuenta por ciento de todas las regalías que hubieran
recibido los hermanos García Márquez, tanto por sus libros como por la película
que fuera dirigida por el italiano Francesco Rosi.
Miguel Santiago Reyes Palencia
Autor de mis días. El juicio finalizó en
diciembre de 2011 con el rechazo de la demanda por parte del Tribunal Superior
de Barranquilla, condenando a Reyes Palencia al pago de las costas de la
segunda
instancia. Si bien los reclamos promovidos por
personas que han sentido su honor, reputación o intimidad violados por alguna
obra literaria o periodística no son pocos, lo que es original de este juicio
es que Reyes Palencia proclamara ser el coautor de la novela al ser
protagonista del hecho real que la inspiró, y haber sido utilizado como
personaje en la obra de García Márquez.
El escritor colombiano reconoció que esa vieja
historia funcionó como disparador pero que luego la anécdota fue enriquecida
por la "memoria popular" hasta hacerla poco reconocible. El autor
expresó ante la Sede Judicial que los caracteres de los personajes incluidos en
la novela eran falsos y que los elementos que tomó "…obedecen a una
técnica primordial del arte de novelar, que es tomar de la vida real solamente
los elementos que a uno le interesan desde el punto de vista dramático y humano
y volver a armarlos en el libro como a uno le parece que será mejor para
hacerles la vida más amable a los lectores".
Más allá del hecho que dio origen a la
historia, es la magistral forma en que fue contada por García Márquez lo que
hace a Crónica de una muerte anunciada
una gran novela. Al autor le llevó treinta años resolver la forma de
escribirla. Su opción de empezar por el final, con la muerte de Santiago Nasar
-el joven denunciado por la novia- a manos de los hermanos de ésta, fue
arriesgada, dado que luego tuvo, como buen carpintero, que ubicar bien los
maderos del relato para que el lector, pese a saber el desenlace, no se pudiera
desprender de esa historia de amor y venganza donde ni siquiera se sabe si Nasar
realmente tuvo alguna responsabilidad o si su nombre fue dado por la novia para
proteger a otra persona.
No alcanza con haber vivido una historia para
considerarse su autor, sino que hay que saber contarla o, como expresara el
abogado del escritor en su alegato, "lo que hace que un texto sea
literatura es cómo se dice, no lo que dice". Si alguna prueba le faltaba
al demandante, la obtuvo en 2007 cuando decidió escribir su propio libro
contando lo que realmente sucedió aquella noche de 1951. Como era previsible,
la publicación pasó desapercibida. Le queda a Reyes Palencia el consuelo de que
si bien no cobró un peso por los derechos económicos de la novela de García
Márquez, al menos vivirá por siempre en el sombrío personaje de Bayardo San
Román, ese forastero que rechazó a su joven esposa desatando una tragedia
anunciada.
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