MEMORABILIA GGM 578
lanacion.com
Buenos Aires -
Argentina
2 de mayo de 2012
La mirada
Macondo
Por Ezequiel Fernández Moores
Para LA
NACION
"A mí ningún macho me toca los huevos amigo."
Fueron las primeras palabras de Heleno de Freitas en el vestuario del Junior de
Barranquilla, su nuevo club. El ídolo más dramático del fútbol brasileño antes
de Garrincha, que en 1948 tuvo un fugaz paso por Boca, le respondió cortante al
empleado del club colombiano que simplemente le había preguntado si precisaba
ayuda para cambiarse. "Gilda", porque era tan vanidoso como el personaje de Rita Hayworth, hijo de familia rica,
abogado, galán en trajes de lino, adicto al éter y muerto en un siquiátrico a los 39 años, con
30 kilos de peso y apenas un diente, ya no era el nueve que había anotado 209
goles en 235 partidos en Botafogo. Tampoco el goleador de la selección
brasileña en el Sudamericano del 45. Igualmente, Heleno, primer gran ídolo del
Junior, se dio el gusto de ganarle al
Millonarios de Alfredo Di Stéfano en la famosa "Liga
Pirata" del fútbol colombiano. Nadie en Barranquilla quería perder la
ocasión de ver jugar al playboy brasileño, cuya vida retrata el film Heleno ,
que abrió esta semana el Festival Internacional de Cine en Panamá. El interés en Barranquilla atrapó también a un
joven periodista del diario El Heraldo, que jamás había ido antes a una cancha.
Escribía su tradicional columna, "La Jirafa", con el seudónimo de Septimus. Era
Gabriel García Márquez.
Foto archivo de MEMORABILIA GGM
La Feria
del Libro que cierra este sábado en Buenos Aires tuvo en uno de sus momentos
más emotivos -la presentación de Eduardo Galeano- un aire de realismo mágico
del Caribe colombiano, con una historia digna de Macondo, el pueblo ficticio de
García Márquez en Cien años de soledad . Galeano, autor de El fútbol a sol y
sombra , uno de los libros más maravillosos sobre fútbol, habló en la Feria de Manuel Alba
Olivares, un colombiano que perdió la vista a los 11 años y cuya última gran
imagen, dijo el escritor uruguayo, fue el célebre gol de Diego a los ingleses.
Alba hoy es entrenador de fútbol. "Pide prestados los ojos de sus
amigos", escribió Galeano en Los hijos de los días, su última obra. El fútbol tiene fuerte presencia en esta Feria
del Libro.
El abogado Gustavo Abreu presentó su formidable El fútbol y
su ordenamiento jurídico (Marcial Pons). Sudamericana armó una mesa con
diversos autores (Román Iucht, Gustavo Grabia, Andrés Burgo, Alejandro Wall y
Juan Sasturain). Dunken presentó La caída de River , de Gastón Corti. Capital
Intelectual, el último trabajo de Alejandro Fabbri ( El nacimiento de una
pasión continental ). Hubo también una mesa sobre Mitos y leyendas del
fútbol uruguayo, con los autores Luis Prats y Ana Laura Lisardy. En el
stand de Corregidor lucen una biografía de Osvaldo Zubeldía (de Nicolás
Morente), un libro del Racing de Pizzuti (de Natalio Arbiser) y un gran trabajo
de Julio Macías sobre todos los jugadores que pasaron por la selección
argentina. Siglo XXI tiene, entre otros, Historia social del fútbol (Julio
Frydenberg), y Aguilar, el Todo pasa , sobre Julio Grondona (Hernán Castillo). La Feria, que incluyó una
charla de Jorge Valdano, presenta hoy Héroes igual (Marcelo Gantman) y Leyendas
del rugby (Daniel Dionisi). Y mañana Mary Terán de Weiss (Roberto Andersen),
una biografía de la ex tenista despreciada tras el golpe del 55 e ignorada aún
hoy cuando se omite que el Estadio de Parque Roca lleva su nombre. En paralelo,
la fabulosa Ediciones Al Arco lanzó su enésimo libro (Aventuras en las pistas
, de Luis Vinker); Beto Rodríguez, el gran atleta en silla de ruedas, presentó
el jueves en Escobar Sueños sin barreras ; Sebastián Etcheverry escribió Fútbol
siempre juego ; Marcelo Roffé presenta el viernes 11 un nuevo libro sobre
sicología y deporte, y librofutbol.com, oportuno, ofrece, entre otros,
Mourinho, los secretos de su éxito y Senda de Campeones. De La Masía al Camp Nou , de Martí
Perarnau. El deporte, está claro, tiene quien le escriba.
García Márquez, tardío homenaje en esta columna (en marzo
cumplió 85 años), no amaba inicialmente el fútbol. Una paradoja para el popular
autor cuya obra, dicen los críticos, rompió en Colombia un cierto elitismo
literario que dominaba desde Bogotá. El día de su cumpleaños número 23, 6 de
marzo de 1950, Gabo escribió "De la santa ignorancia deportiva", la
primera de las siete columnas sobre fútbol que publicó en El Heraldo. "Con
esta santa ignorancia de que me vanaglorio en materia de fútbol?",
iniciaba el artículo. García Márquez se sorprendía del hecho de que "once
caballeros vestidos de niños se empeñen en demostrarles a otros once,
igualmente vestidos, que con las extremidades inferiores puede hacerse en
determinadas circunstancias, mucho más de lo que habitualmente se hace con la
cabeza". Gabo se declaraba "incapaz" de "descubrir el
misterioso secreto del entusiasmo" de los hinchas. Pero Heleno lo llevó a
la cancha. En "Abril de verdad" (1° de abril de 1950) se pregunta si
el brasileño "está en capacidad de traducir al castellano toda la destreza
con que juega en portugués". En "El doctor De Freitas" (18 de
abril de 1950) admite que Heleno, tras su primer mes en el Junior, demostró que
"debe ser un buen abogado" porque "redactó, con los pies,
memoriales y sentencias judiciales, no sólo en portugués y español
alternativamente, sino con citas de Justiniano, en purísimo latín
antiguo". En "El juramento" (5 de junio de 1950), su artículo
sobre fútbol más difundido, acepta haber perdido "el sentido del
ridículo" al celebrar el triunfo del Junior de Heleno ante el Millonarios
de Di Stéfano. El premio Nobel de Literatura 1982 dice haber ingresado, por
fin, "a la santa hermandad de los hinchas".
En "El fútbol de las grandes potencias" (13 de
diciembre de 1950), Gabo cree que "si los hombres de hoy tuvieran un
sentido menos trágico y almidonado de la vida" Oriente y Occidente podrían
dirimir sus diferencias con un partido de fútbol, con Stalin de centrodelantero
de un lado y Truman del otro. Las dos últimas columnas fueron otra vez para
Heleno. En "La nota anual" (24 de mayo de 1951), García Márquez
recuerda que, a un año de su primera ida a la cancha, el Junior, al que desde
esa tarde veía jugar cada 15 días, se empeñaba en decepcionarlo. "Más que
fanatismo", escribe, lo suyo ya era "terquedad". Y pide la
vuelta de Heleno, para tener al menos un "culpable oficial" de las
derrotas. Finalmente, en "Heleno por punta y punta" (21 de junio de
1951) escribe sobre la vuelta del brasileño, pero habla de un Heleno más gordo,
más "payaso" que "genio". "Hay que leer estas columnas
en el orden cronológico, son un bello manifiesto de cómo un hombre que, para el
caso, es el más grande escritor que tenemos, se hace hincha de fútbol". Me
lo dice el colega colombiano Jairo Patiño, amplio conocedor de la obra de
García Márquez. Gabo, se lamenta Patiño, no dejó "herencia" en el
periodismo deportivo de su país. Peor aún, me agrega con ironía el colega Juan
Fernando Rodríguez: "En Colombia, el país de Latinoamérica con más consumo
de radio, García Márquez, una condensación de ambos mundos, una transposición
de lo oral a lo escrito, no tiene quien lo lea".
Gabo, que hace unos años contó a la revista El Gráfico su
amor por el fútbol, parecía aceptar que, a veces, a fin de "reforzar el
efecto literario", el periodista tenía licenciapara "pintar una lágrima en los ojos de una viejecita triste", aunque ella no llorara. Lo cuenta
Artur Domoslawski en su biografía sobre Richard Kapuscinski, un mítico
periodista polaco que en algunos de sus textos también buscó "intensificar
la realidad". Kapuscinski cambió de lugar algunos árboles, pero siempre
supo describir el bosque. Escuchaba a los excluidos, no sólo al poder. Los
periodistas que intentan hacer literatura con el fútbol saben que la gente
jamás puede quedarse fuera de su relato. Tampoco la pelota. Y mucho menos si
ese balón, como sucedió en el último partido oficial de la selección argentina
-triunfo 2-1 ante Colombia, el 15 de noviembre pasado en Barranquilla- lleva el
nombre de Macondo..
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