11 de febrero de 2012

MEMORABILIA GGM 551


EL TIEMPO
Bogotá – Colombia
10 de febrero del 2012


                'Gabo no sería Gabo
         sin la generosidad de Vieco':
                    Álvaro Castaño



Vieco, con una maqueta que se quedó en proyecto 
y que sería un museo de ciencias.


Hernán Vieco Sánchez, que murió el miércoles pasado, fue sobre todo un maestro de arquitectos.

"Como un diseñador, antes que un constructor. Un diseñador que utilizó materiales modernos para adelantarse al tiempo". Así quería ser recordado, según dijo en una entrevista hace un par de años.

El pasado miércoles, el arquitecto Hernán Vieco murió en Bogotá y ahora empezará a recordársele, también, como uno de los maestros por excelencia de la profesión, como uno de los que trajeron la arquitectura moderna al país y uno de los primeros en abrirle camino a la vivienda social.

[...]

Durante la década del 50 vivió en Europa, tiempo que resultó fundamental para su formación y que él aprovechó para presentar la nueva arquitectura colombiana, entonces desconocida en en el medio cultural europeo.

"Mi trabajo tiene influencia de Le Corbusier y del español Josep Lluís Sert", afirmó en una ocasión. En París, junto a los prestigiosos arquitectos Marcel Breuer y Bernard Zehrfuss, participó en el proceso de diseño del edificio de la Unesco. "Durante este periodo, estuvo en contacto con grandes artistas, como Joan Miró y Alexander Calder", dice su esposa, Ana Gutiérrez.

Su temperamento alegre y su interés intelectual lo llevaron, además, a ser parte de un grupo de amigos en el que estaban, entre otros, Gabriel García Márquez, Plinio Apuleyo Mendoza, Álvaro Mutis y Álvaro Castaño Castillo. Mendoza, en efecto, recordaba en un artículo las fiestas que, con guitarra en mano, se hacían "en el apartamento de Hernán Vieco, en la rue Guenegaud" de París. "Gabo no hubiera sido Gabo sin la calma que le dio la generosidad de Hernán Vieco", afirma Álvaro Castaño, y se refiere a los tiempos cuando García Márquez no tenía cómo sostenerse en la capital francesa, mientras escribía. "De todo el grupo, el único que tenía un poquito de plata era Hernán y él decidió pagarle los gastos para que escribiera cómodamente". Tiempo después, fue uno de los invitados a acompañar a Gabo en la recepción del Nobel en Estocolmo.
[...]

Vease la nota completa en
http://www.eltiempo.com/gente/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-11114004.html


Vease tambien este video
http://www.youtube.com/watch?v=8qHCc2tn9Qg


Asi narra Gerald Martin el momento de la ayuda que Vieco
 le dio a García Márquez en 1956,
cuando este estaba en dificultades económicas en Paris
(GGM: una vida, página 253).



Fue por entonces cuando Hernán Vieco, que gozaba de una situación económica muy distinta, el mismo que había acogido a Tachia en su casa después de que abortara, resolvió la mayor parte de los problemas de García Márquez al prestarle los ciento veinte mil francos que necesitaba para pagar a madame Lacroix en el Hotel de Flandre. Una noche en que volvían de una fiesta, ebrio pero en perfecto uso de sus facultades, Vieco le dijo a García Márquez que era el momento de que se sinceraran. Le preguntó a cuánto ascendía ya la cuenta de su hotel. García Márquez se negó a hablar del asunto. Como se sabe, una de las razones por las que la gente solía ayudarlo en su juventud era porque siempre advertían que, sin importar lo mal que lo estuviera pasando, nunca se compadecía especialmente de sí mismo y jamás reclamaba ayuda. Al final, tras una escena de histrionismo beodo, Vieco blandió una pluma, rellenó un cheque sobre el techo de un coche aparcado junto a la acera y lo metió en el bolsillo del abrigo de su amigo. Era el equivalente a trescientos dólares, una suma nada despreciable en aquel momento. García Márquez se sintió embargado de gratitud y humillación al mismo tiempo. Cuando le llevó el dinero a madame Lacroix, la señora reaccionó poniéndose a tartamudear, roja de vergüenza ella también -aquello era París, a fin de cuentas, el hogar de la bohemia y de los artistas que luchaban por abrirse camino-: «No, no monsieur, esto es demasiado, págueme ahora una parte y otra más adelante».

No hay comentarios: