27 de noviembre de 2011

MEMORABILIA GGM 536
La Prensa Gráfica
San Salvador - El Salvador
27 de noviembre  de 2011

Cómo Twitter nos cambió la vida

García Márquez, de hecho, se imaginó Twitter antes de que existiera. Twitter es el nuevo Macondo ortográfico, ese pueblo imaginario que describió en “Cien años de soledad” y otros libros: todo se vale, nada es imposible ni prohibido; si te lo imaginas, existe.

Por Jorge Ramos Ávalos

La importancia del fenómeno Twitter es que le ha dado a cada persona un medio de comunicación masivo. Ya nadie se queda callado.

Si no te gusta algo, te metes a Twitter y tu voz será escuchada. Solo en 140 letras, símbolos o espacios. Ni uno más. Y con más de 200 millones de cuentas registradas en Twitter, alguien, en algún lugar, muy probablemente leerá el mensaje. Políticos, actores, cantantes y periodistas ya no pueden decir que no saben lo que la gente piensa. Basta con meterse a Facebook o Twitter y sabrás –con pelos, señales y, a veces, hasta insultos– exactamente qué es lo que piensan de ti. Tras más de 25 años trabajando en la televisión, ya no tengo que esperar a los ratings, las encuestas, los estudios de mercado o las cartas de los televidentes para medir las reacciones de lo que informamos cada noche. En varias ocasiones, aún no ha terminado el noticiero y ya tengo mi cuenta de Twitter inundada de comentarios y quejas. Lo mismo ocurre a otros reporteros en televisión, radio, diario y medios digitales. Ahora tenemos los oídos llenos.

Pero lo importante es que Twitter nos ha permitido una información circular. Informo y soy informado simultáneamente. Twitter rompió la tradicional barrera mediática entre el que enviaba un mensaje y el que lo recibe; hizo de la retroalimentación algo normal. Ese es el cambio más importante. Hay otros.

Gabriel García Márquez

A través de Twitter, todos los filtros han sido eliminados de la ecuación: un mensaje de campaña política o el desmentido de un chisme o rumor ya no tienen que pasar primero por el micrófono de un reportero o los estándares de los editores que preparan un periódico. Y en consecuencia, los políticos y otros líderes de opinión están utilizando Twitter para evadir el periodismo tradicional. Los presidentes han entendido esto mejor que nadie. En @chavezcandanga el presidente de Venezuela responde a sus críticos sin someterse a las preguntas incómodas de periodistas independientes. Con @FelipeCalderon el mandatario mexicano se evita las conferencias de prensa.

Además, las votaciones ya no se pueden ganar sin Twitter. La realidad es que, en estos días, el que no está en Twitter no sale en la foto y no puede ganar una presidencia. (Eso explica que el candidato presidencial priista que va adelante en las encuestas en México, Enrique Peña Nieto, se haya incorporado recientemente a Twitter –@EPN–.)

Como periodista, no puedo competir contra la ubicuidad de Twitter, porque simplemente no puedo estar en todas partes al mismo tiempo. Twitter sí puede. Cuando ocurre un accidente, un desastre natural u otras noticias de último momento, lo más probable es que los informes iniciales sean dados a conocer por personas que envían twits desde sus celulares, más que por un periodista. Sin embargo, si bien Twitter es rápido, no confiere credibilidad. Todas las formas de comunicación masiva están plagadas por información falsa y sesgada, y Twitter no es la excepción. Por eso, en esta era de tanta basura digital y spam, los periodistas son más necesarios que nunca para esclarecer qué es verdadero y relevante y qué no es.

Por último, Twitter nos ha cambiado la ortografía y la gramática. O, para ser más preciso, las ha puesto patas p’arriba. Para meter todo en 140 caracteres hemos apachurrado y despanzurrado al español. Los acentos prácticamente han desaparecido. Twitter ha logrado lo que propuso el escritor colombiano Gabriel García Márquez, en un polémico discurso en Zacatecas en 1997, mucho antes de que existiera siquiera el concepto de las redes sociales.

“Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota”, dijo el Nobel de Literatura en el primer Congreso Internacional de la Lengua Española. Luego se pregunta: “¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?” Ermozo. Jenial. Varvaro.

García Márquez, visionario, se imaginó un mundo sin haches, un espacio donde las letras que suenan igual fueran intercambiables y donde los neologismos      –¿qué tal el verbo retwitear?– se le adelantaran a los sabios de la Real Academia.

García Márquez, de hecho, se imaginó Twitter antes de que existiera. Twitter es el nuevo Macondo ortográfico, ese pueblo imaginario que describió en Cien años de soledad y otros libros: todo se vale, nada es imposible ni prohibido; si te lo imaginas, existe. Es la máxima simplificación de la ortografía con el fondo dominando a la forma.

Hay que tirar el fax, el beeper, la grabadora de mensajes, la copiadora, las estampillas postales y las máquinas de escribir. Twitter nos cambió la vida y no hay vuelta atrás.

Posdata. Este artículo no estaría completo sin que tú pudieras opinar, así que métete a Twitter y dime lo que piensas a @jorgeramosnews
Jorge Ramos es director de noticias Univision. Twitter @ jorgeramosnews

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