MEMORABILIA GGM 626
Madrid – España
16 de noviembre de 2012
Consulta la portada de EL
PAÍS, edición nacional,
50 años del boom.
La
literatura que
cambió
el español
Criaturas eternas de la ficción
Los lectores de EL PAÍS eligen al
coronel Aureliano Buendía, de García Márquez, como su personaje preferido
Ribeyro y Onetti son dos de lso
autores que despiertan el fervor del público
Por Winston Manrique Sabogal
Cinco décadas después, los
lectores de EL PAÍS, a través de su blog Papeles perdidos han contestado a tres
preguntas. Del grupo de escritores del boom (los que empezaron a forjar su
nombre en los sesenta), destacan seis: Gabriel García Márquez, Julio Cortázar,
Mario Vargas Llosa, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti y Carlos Fuentes. Sin
embargo, los lectores han incluido como parte de ese boom a cuatro que ya eran
maestros y convivieron con ellos: Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Alejo
Carpentier y Miguel Ángel Asturias. Pero en medio de todo hay una presencia
indestronable: García Márquez.
La Maga, de 'Rayuela'; Zavalita, de
'Conversación de La Catedral'; y el coronel Aureliano Buendía, de 'Cien años de
soledad'. / agustin Sciammarella (EL PAÍS)
1. ¿Cuál es el personaje literario favorito de los libros de los
autores del boom?
“Vio los payasos haciendo maromas
en la cola del desfile, y le vio otra vez la cara a su soledad miserable cuando todo
acabó de pasar, y no quedó sino el luminoso espacio en la calle, y el aire
lleno de hormigas voladoras, y unos cuantos curiosos asomados al precipicio de
la incertidumbre. Entonces fue al castaño, pensando en el circo, y mientras
orinaba trató de seguir pensando en el circo, pero ya no encontró el recuerdo.
Metió la cabeza entre los hombros, como un pollito, y se quedó inmóvil con la
frente apoyada en el tronco del castaño. La familia no se enteró hasta el día
siguiente, a las once de la mañana, cuando Santa Sofía de la Piedad fue a tirar
la basura en el traspatio y le llamó la atención que estuvieran bajando los
gallinazos”.
Así fueron las últimas horas del
coronel Aureliano Buendía en Macondo, después de luchar en 32 guerras civiles y
perderlas todas y de tener 17 hijos de igual número de mujeres. Él es el
personaje literario favorito de los lectores. Él es ese personaje de Cien años de soledad, con el cual García
Márquez creó uno de los arranques memorables de la literatura: “Muchos años
después, frente al pelotón de fusilamiento…”. Pero el coronel no está solo en
las preferencias de los lectores. La estirpe Buendía e Iguarán son citadas
muchas veces a través de su mujer, Úrsula, o de Remedios la Bella y Melquiades.
Tras los personajes de Macondo,
los lectores prefieren a la Maga, esa inolvidable mujer creada por Julio
Cortázar en Rayuela que se ve obligada a viajar a París. Luego está Horacio
Oliveira, que, contrario a ella, conoce y sabe de un montón cosas; que busca,
que espera. Su voz es lo primero que escuchamos en la obra: “¿Encontraría a la
Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al
arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre
el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en
el Pont des Arts...”.
Los otros personajes elegidos son
Zavalita, de Conversación en La Catedral,
creado por Vargas Llosa; Larsen, de Juantacadáveres,
de Onetti; José Cemí, de Paradiso, de
José Lezama Lima; Pedro Páramo, de
Rulfo; y la recreación de Pier Francesco, duque de Orsini, en Bomarzo, que hace Manuel Mujica Láinez.
2. ¿Qué obra de ese fenómeno literario de los años sesenta te parece
que no ha tenido el reconocimiento que merece?
Juan Rulfo revive en esta pregunta
con fuerza. Los lectores consideran que Pedro
Páramo y El llano en llamas, sus
dos únicos libros, no gozan del brillo que debería tener. Opinión parecida tienen de El
siglo de las luces, de Carpentier; y de Paradiso,
de Lezama Lima. Dos clásicos publicados en los años sesenta. También se han
citado títulos como La tregua, de
Mario Benedetti; El obsceno pájaro de la
noche, de José Donoso; y Tres tristes
tigres, de Guillermo Cabrera Infante.
Al margen de títulos propios, la
gente ha querido reivindicar la obra del uruguayo Juan Carlos Onetti y del
peruano Julio Ramón Ribeyro. El pozo, La
vida breve, El astillero o Juntacadáveres,
de Onetti, son leídos y analizados cada vez más como obras que inauguraron o
ampliaron rutas literarias. Igual sucede con Ribeyro, cuyos cuentos no paran de
crecer.
3. ¿Cuáles son los dos escritores del boom que han aportado más a la
literatura universal?
No hay duda sobre estos dos
nombres. El primero con diferencia, según la encuesta, es García Márquez, y
después Cortázar. Les siguen Borges y Vargas Llosa. Para Harss, en cambio, el
tándem es Borges y García Márquez.
La gloria de ese grupo excepcional
y su aportación, según Harss, reside en “la universalidad de la literatura a
través del babel de lenguas”. “El concepto borgiano de que un autor es todos
los autores. Y una cierta ampliación en la gama de la realidad. Ahora incluye
el mito y el milagro. Ya no son metáforas o fantasías sino cosas de todos los
días”.
Una trascendencia literaria que
resumen las palabras de quien en el blog firma como Fernando: “Yo nací el mismo
año que el boom. Mi segundo nacimiento (cuando empecé a leer literatura) fue
también con el boom: primero los libros de la biblioteca del colegio, después
los libros de la biblioteca pública, y por último los que me iba comprando con
mi propina de los domingos”.
** ** ** **
El País
Madrid – España
13 de noviembre de 2012
El escritor chileno, autor de Los nuestros (Alfaguara), donde
entrevistó en 1966 a los escritores clave del boom latinoamericano, charlará
con los lectores dentro del especial 50 años del Boom.
Los
internautas preguntan
a
Luis Harss
Alex Ceball
Luis, hola. ¿Me podrías decir con cuál de todos los escritores claves
del boom, fue con el que más te reiste? Muchísimas gracias.
Creo que con quien más me reí y
con quien más me entendí fue con Cortázar. Me asombró ver que en una generación
más que la mía la Argentina no había cambiado tanto. Compartíamos sentido del
humor, y nos entendimos muy bien. Un saludo, amigo.
Maricarmen Treviño @
marimaroma en twitter
Pocas mujeres escritoras del boom latinoamericano, ¿resultado de la
inequidad en el acceso a publicar?
Es un tema bastante complicado...
Cuando escribí el libro no busqué ni hombres ni mujeres, simplemente libros. En
esa época había excelentes poetas y también mujeres que escribían muy buenos
cuentos, pero yo no conocí ninguna mujer novelista que estuviese al nivel de
los autores del boom. Personalmente soy un gran amante de las escritoras
novelistas, y creo que es más una cuestión social que personal.
antonio seguel
¿Fue ese boom, una cercanía con la realidad latinoamericana o una
postura intelectual que los protegió del desastre posterior?
Fue una actitud vital de época, un
acercamiento mucho más íntimo a la realidad, un descubrimiento de la
intelectualidad latinoamericana. No sé a qué refiere con el desastre posterior,
lo siento. La postura intelectual viene después, cuando aparece la crítica y el
ensayo.
Klingsor
¿De verdad fue decisiva la actuación de Carmen Balcells en el Boom?
Fue muy decisiva, desde el primer
momento ella manejó a buena cantidad de estos escritores, los promovió... Incluso
hace poco leí que a Vargas Llosa le hizo un préstamo para que pudiera seguir
escribiendo. Luego hubo una especie de monopolio donde ella decidía quién era y
quién no era, y eso no me gustó tanto...
Klingsor
Una vez escuché a Jorge Volpi decir que el Nobel a García Márquez fue
muy temprano y a Vargas Llosa muy tardío. ¿Está de acuerdo?
No, para mí eso no tiene sentido.
Los dos empezaron a publicar muy jóvenes. En cuanto a fama, es cierto que
García Márquez, cuando publicó Cien
años... se convirtió en un inmortal. Vargas Llosa es posible que tardase
más en ser reconocido, pero igual da el momento, ¿no?
Rafa Maldonado
Buenas tardes, señor Harss. ¿Es cierto que no le congenió con Alejo
Carpentier, que era muy seco? Mójese, por favor, y dígame quién es su favorito.
Un saludo y gracias.
Se puede decir que Carpentier
pertenecía a esa raza de escritores que se consideraban a sí mismos como
eminencias por su posición política y social. Esa época terminó, y los
escritores más jóvenes son más escritores, más humildes. Yo congenié
relativamente con varios. Pero personalmente, el que más me animó fue Cortázar,
quizás por las cosas en común que teníamos como porteños a pesar de la
diferencia de generaciones. El más simpático, contador de historias, chistes,
fue García Márquez.
Ernesto Franco R
¿Con qué obra comienza y con
cual termina el boom?
Es una pregunta que realmente no se puede contestar. Hay una confusión
entre el 'boom' y la nueva novela. El 'boom' es, en parte literario y en parte
una especie de toma de conciencia de que Latinoamérica estaba haciendo algo
importante. Pero el momento culminante fue hacia el año 66, cuando una serie de
escritores habían alcanzado un punto crítico. No puedo dar fecha de cuándo
comienza, porque no comienza con obras, sino con un sentimiento sociocultural.
Jorge
Buenos días Luis, De chileno a
chileno, ¿quién le parece es el mejor novelista chileno?? Un saludo cordial.
No estoy demasiado al día, pero diría que probablemente es Roberto
Bolaño. Fue un escritor muy curioso, que en realidad escribió poesía en prosa.
Y es un descendiente de Cortázar en su sentido del humor, de los absurdos. Pero
en el momento del 'boom', siempre se citaba a José Donoso, aunque personalmente
no era mi favorito.
Marcelo
En algunos sitios del
ciberespacio se dice que usted es argentino, y en otros que nació en Vaparaíso,
Chile. ¿Cuál es la verdad?
Las dos cosas son ciertas, nacía en Valparaíso, Chile, crecí en
Argentina, y ahora vivo en EE UU y soy norteamericano también. Además mi madre
era Nicaragua, y también tuve pasaporte nicaragüense. Pero realmente nunca me
he considerado chileno, porque no me crié ahí ni tuve nunca documentos chilenos
(salvo la partida de nacimiento). Una cosa rara, ¿verdad?
Ignacio
¿Por qué José Donoso no se le
considera un autor vital en el Boom?
Él escribió un libro que creo que se llamaba Historia personal del 'boom, y desde que lo publicó se le empezó a
incluir. Quienes yo escogí eran escritores que respondían a un criterio: que
fueran renovadores del lenguaje, y para mí Donoso no entraba en esa categoría.
Pero eso son cuestiones personales...
Casandra
Qué cambios son notables en
las novelas hispanoamericanas actuales con respecto a las publicadas en la
década del 60.
No estoy demasiado actualizado. Después de los 60 hubo una gran
proliferación de escritores Latinoamericanos. Donde antes había muchos
escritores mediocres, aparecieron muchos escritores de muy buen ver.
Personalmente puede haber dos o tres escritores que me hayan llamado la atención,
pero hay demasiada gente para mencionar, cada uno con su camino y su
personalidad literaria.
tejedor gilberto
¿No ha pensado en actualizar Los Nuestros que fue guía y norte
de nuestra exploración de los autores del boom?
No, porque Los nuestros fue,
no solo un momento cultural Iberoamericano, sino también un momento intelectual
mío en que yo estaba disponible para hacer esa selección. Es curioso que en ese
momento del llamado 'boom' los escritores, las editoriales, y en mi caso una
disponibilidad que coincidió con todos esos factores. Pero yo no me identifico
con ese libro ni con esos escritores. Es algo que hice en ese momento puntual.
Óscar
Buenas tardes señor Harss.
¿Cree usted que la influencia de Faulkner ha sido realmente aceptada por los escritores
del boom? Gracias.
Creo que sí. Faulkner fue una influencia que se sintió en todo el
mundo, fue muy inspirador, no solo por los temas "tropicales", sino
también por su técnica. Digamos que Faulkner trajo al escritor y al lector, en
una forma más accesible, mucho de los instrumentos de Joyce, que eran tan
inaccesibles a veces. Onetti dijo una vez que su mejor obra era la traducción
de un cuento de Faulkner.
Zagal
¿No cree que mucha de la
novela latinoamericana está escrita desde la perspectiva de la clase
privilegiada? ¿Es imposible en Latinoamérica una novela de la clase media, al
estilo anglosajón?
A mí no me gusta lo de "clase privilegiada", porque conlleva
un matiz político. Pero es cierto que esas novelas casi siempre son escritas
por una gente que tiene una clase más acomodada, que puede permitirse el lujo
de dedicarse a escribir. Aunque la generalización no es válida, y a medida que
pasa el tiempo los escritores tienen más recursos (la docencia, el periodismo)
que permiten a cualquiera acceder a la literatura.
Tabucchi
Cual cree usted es el escritor
que se ha dejado de lado en el boom siendo opacado por las grandes figuras
literarias que se mantienen con el pasar del tiempo?.
Se podría citar a Juan José Sáez, un escritor argentino que ha vivido
toda la vida en Europa. Es muy leído y muy conocido, pero él esa época pasó
desapercibido. Salvador Garmendia, venezolano, también fue muy leído en esos
años y después no sé qué pasó. Siempre hay mucha gente que por una razón o por
otra no amanece en el momento exacto. Una de las particularidades del 'boom' es
que los escritores crean sus precursores y también crean, de algún modo, sus
contemporáneos.
Dra. Elisa María Sosa
Sr. Harss: Mi formación
universitaria estuvo determinada por el auge del Boom en Europa: cátedras de
los mismos autores, seminarios pluridisciplinarios, tesis doctorales, etc.
Podría enriquecer esta perspectiva y el papel de los universitarios de entonces
en el fenómeno del Boom?
El papel de las universidades fue muy elegante porque creó una nueva
serie de oportunidades para profesores y cátedras, que hasta entonces no
existías. El mantenimiento del 'boom' se hizo en las universidades. Estamos en
una época en la que la cultura de café, de la vida cotidiana, se mantiene hoy
en día gracias a los catedráticos, la gente educada, culta e intelectual. En el
caso de mi libro, no hubiera repercutido nada si no hubiera sido por que en las
universidades se utilizaba como libro de texto. Fue un libro que se convirtió
en una especie de chuleta para universitarios.
Manuel González
Estimado señor Harss, ¿Qué
autores, a su juicio y con la perspectiva de los años, han soportado mejor el
paso del tiempo? ¿Hay algún autor latinoamericano que, al no pertenecer al boom,
ha sido infravalorado? Reciba un saludo cordial desde Córdoba.
Saltan inmediatamente a la vista Borges, que es el gran oráculo de todo
y se ha traducido a todos los idiomas; el segundo lugar yo diría García
Márquez, que alcanza esa magia curiosa entre realidad y fantasía. Esos dos son
para mí quienes más influencia han tenido para los lectores de todo el mundo.
** ** **
El País
Madrid – España
18 de noviembre de 2012
Universo
en expansión
Quince escritores de Europa y América analizan el aporte de la
generación de escritores latinoamericanos de los años sesenta a a la literatura
Por Winston Manrique Sabogal -
Madrid
Un universo en expansión. Como el mismo universo que no deja de
evolucionar, sorprender, crear, impulsar, polinizar, brillar o eclipsar. Eso es
el boom latinoamericano de los años sesenta, aquellos escritores que empezaron
o se forjaron en esa década prodigiosa. Por eso hoy EL PAÍS clausura el
especial 50 años del boom. La
literatura que cambió el español con la opinión de 15 autores y críticos de
medio mundo cuyas voces recorren ese universo literario para iluminar diversas
zonas.
Gabriel
García Márquez en su casa de
Cartagena
de Indias (Colombia)
. / Daniel
Mordzinski (EL PAÍS)
GAY TALESE
Deuda
Junto con multitud de lectores durante los años sesenta, estoy en deuda
con la llamada generación del boom por sacarme, a mí y a muchos de mis
conciudadanos, de nuestra gran ignorancia acerca de los triunfos y
padecimientos que han marcado la historia de Sudamérica desde la época del
descubrimiento.
Los escritores del boom eran grandes narradores y artistas de lo
ficticio, y las historias que contaron a través de su ficción no solo
iluminaron y ampliaron nuestro sentido de la realidad sino que también fueron
una inspiración para nosotros. Desgraciadamente, es cierto que la mayoría de
los escritores de no ficción – biógrafos, historiadores y periodistas — centran
su atención en los personajes públicos famosos (dirigentes políticos, celebridades
del espectáculo, empresarios y banqueros poderosos); mientras que los
escritores de ficción de la época del boom, y sus descendientes, nos han
ofrecido historias de la vida “corriente” que han desarrollado nuestra
concepción inicial de lo que realmente es corriente. Esto no se debe a que esos
escritores imaginasen a esas personas “corrientes” en circunstancias
extraordinarias, sino a que los escritores poseían un conocimiento tan profundo
de esas personas cuyo entorno compartían que nosotros, los extraños, los
lectores de todo el mundo, hemos sido capaces de identificarnos con esas
personas lejanas y aceptarlas como nuestras vecinas literarias.
ANA MARÍA SHUA
Revolución
Puso a la literatura patas arriba. Sacó de la academia los experimentos
de las vanguardias y se los regaló a la gente, convertidos en narración pura.
Descubrió con San Agustín que el tiempo es una cierta distensión del alma, y
nos hizo zigzaguear por sus vericuetos. Fue político sin someterse a ninguna
ideología. Puede haberse convertido en estancamiento y burocracia: ¡pero nunca
olvidemos que fue revolución!.
JOHN BANVILLE
Borges
Aunque el primer libro de realismo mágico fue de Günter Grass, estos
escritores le dieron más luz al realismo mágico. Entonces se vivió como una
revolución pero no estoy tan seguro de que lo fuera. Por supuesto Borges sigue
siendo el mejor de todos ellos.
ELIOT WEINBERGER:
Descubrimiento
Está de moda decir que el boom fue simplemente un producto de la
mercadotecnia de Estados Unidos que se extendió al resto del mundo: el
envoltorio con el que se presentó a un grupo de escritores que tenían poco en
común salvo que todos eran latinoamericanos. Puede que esto fuese cierto en
parte – nunca se trató de un movimiento estético — pero las consecuencias,
desde el punto de vista de EE UU, donde se traduce muy poco, fueron
estimulantes. Nunca ha vuelto a haber una concentración así de traducciones
provenientes de un idioma o región y una respuesta tan universal. Y la
repentina proliferación de textos escritos por los novelistas del boom (y por
su predecesor, Borges) también estuvo acompañada de un auge similar de libros
escritos por poetas contemporáneos – Neruda, Paz, Parra, Cardenal y muchos
otros — así como por maestros anteriores como Vallejo y Huidobro, que antes eran
invisibles en inglés. Tenemos tendencia a pensar en el boom en relación con la
ficción (y, en efecto, se da la circunstancia de que Cien años de soledadfue la
novela única que más influencia tuvo, en todo el mundo, durante la segunda
mitad del siglo XX). Pero, en EE UU, la poesía latinoamericana tuvo un efecto
enorme sobre casi todas las facciones enfrentadas de la poesía, y muchos de los
poetas más importantes – una lista demasiado larga para repetirla aquí
—participaron en la traducción de aquellos poemas.
En Estados Unidos el estallido del boom se produjo en medio de los
acontecimientos de la Guerra de Vietnam y el movimiento de los derechos
civiles, una época de odio del país hacia sí mismo (al menos entre la clase de
personas que leía literatura). Había un tremendo interés, y añoranza, por
realidades distintas de aquella en la que vivíamos: las religiones asiáticas,
los rituales de los indios americanos, las drogas alucinógenas, y así
sucesivamente. En la búsqueda de una “contracultura”, no era solo el llamado
“realismo mágico” de algunos novelistas sino la propia Latinoamérica lo que
parecía, por aquel entonces (antes de la starbuckización del planeta), existir
en un universo paralelo y más atractivo.
Solo a unos pocos de los novelistas y poetas del boom se los sigue
leyendo en EE UU: García Márquez, sin duda; Neruda (todavía el poeta más
vendido en EE UU); Vargas Llosa y Cortázar hasta cierto punto; Paz. Casi todos
los demás han desaparecido en gran medida (en inglés). Pero el heredero
evidente del boom es Roberto Bolaño. No solo por el hecho de ser el primer
latinoamericano desde los escritores del boom que ha tenido un éxito
internacional tan grande. Es que leer a Bolaño se parece mucho a la experiencia
de leer un libro como Rayuela en la década de 1960 (como hice yo siendo
adolescente). Junto al repertorio de personajes intelectuales, bohemios, libres
de espíritu, atractivos e interesantes, está, sobre todo, la sensación de la
alegría absoluta de escribir una novela, algo que rara vez se encuentra
actualmente en otros novelistas, por mucho talento que tengan. Es algo que
recuerda mucho al Godard de los años sesenta: esas películas intrincadas, locas
y caóticas, rebosantes de la sensación de que hacer una película es simplemente
divertidísimo.
Si pensamos en el boom en función de la creación artística, carece de
sentido: las novelas de Onetti, por ejemplo, no le deben nada a Cabrera
Infante. Pero en cuanto a la recepción, fue sin duda un boom: la primera vez
que Estados Unidos y Europa prestaban atención de manera seria y entusiasta a
una literatura contemporánea que no fuese la suya propia. El llamado Occidente
descubrió que había otros que tenían cosas que decir y formas de decirlas que
no conocíamos. En ese sentido, pude que el boom fuese más importante para el
norte que para el sur.
MIRCEA CARTARESCU
Influencia
Mi héroe es Sábato, su trilogía es una Divina comedia de hoy día. Pero
creo que Borges y Cortázar han sido más influyentes. Hay algunos libros de
García Márquez que es imposible superarlos. Y Vargas Llosa ha ganado el Nobel
más merecido de los últimos diez años. Sí, me encuentro a gusto con ese tipo de
prosa, aunque mi objetivo es diferente y sigo otro espíritu. (De la entrevista
de Ignacio Vidal-Folch)
JON LEE ANDERSON
Universal
Pregunta: ¿Qué opina del boom
latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?
Respuesta. Mi primer acercamiento con los autores del boom fue con
Gabriel García Márquez, con Cien Anos de Soledad, alrededor de 1977, cuando
tenía 20 anos y yo iba y venía entre Nueva York y América Latina. El libro fue
una revelación, y me abrió los ojos a nuevas posibilidades de ver, de creer, y
de narrar el mundo. (Los siguientes autores que leí fueron Cortázar, con
Rayuela, creo; Jorge Amado con Gabriela, Clavo y Canela, y Mario Vargas Llosa,
con La Casa Verde.)
¿Cuál cree que es la principal
aportación a la literatura de ese grupo de escritores?
Con esas obras América Latina (como una entidad cultural y geográfica
propia) adquirió un lugar reconocido en el imaginario internacional literario,
realmente por primera vez. America dejaría de ser interpretada casi
exclusivamente en el ámbito internacional por autores extranjeros salvo algunas
notables excepciones como Paz, Borges y Carpentier. Y sobre todo con la obra de
García Márquez, los “boomistas” también ofrecieron, y por primera vez, una
manera distinta de narrar, y de percibir, la realidad latinoamericana,
destacando historias de la gente “común" - los indígenas, los mestizos,
los negros, y las gentes del campo, tradicionalmente marginados- en lugar de
personajes de la élite criolla hispana.
¿Alguna reflexión particular?
El boom ha tenido un efecto y una metástasis más allá de la novela, por
supuesto, que ha sido de una contribución contundente en el hemisferio -y mucho
más allá también-. En el cine, en el teatro, en la telenovela, y en la crónica
periodística como género literario, podemos presenciar las múltiples
enriquecedoras maneras en que la rotura de moldes sociales de los autores del
boom ha contribuido a un canon cultural contemporáneo mucho más incluyente y
abarcador. ¿Sería posible el boom actual de literatura entre los autores
híbridos del poscolonialismo de la India y África -autores como Salman Rushdie,
Zadie Smith, Hanif Kureishi, Chimamanda Ngozi Adichie, y Dinaw Mengistu- si no
fuera por el boom latinoamericano de los 60? Lo dudo. El boom latinoamericano
abrió la pauta y dio paso a un mundo literario internacional más incluyente,
democrático y vibrante -más representativo- que el que había existido antes.
CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS
Frescura
Lo primero que me admiró y maravilló fue leer a Juan Rulfo y Pedro
Páramo, una obra de arte. Luego, esa generación de los sesenta dio una
inyección de frescura y nuevas formas de narrar.
LUIS HARSS
España
Pregunta: ¿Qué opina del boom latinoamericano y cuál fue su primer
acercamiento a él o con qué autor o libro?
Respuesta: Para mí el primer autor fue Cortázar. Rayuela me deslumbró.
Lo vi en una vidriera de una librería española en París, en la calle
Monsieur-le-Prince. Yo vivía en un hotelucho a media cuadra, el Médicis. Lujosa
pobreza. Expatriado de alma. En Oliveira y sus vaivenes entre dos mundos
descubrí mi retrato.
P: ¿Cuál cree que es la principal aportación a la literatura de ese
grupo de escritores?
R: La universalidad de la literatura a través del babel de lenguas. El
concepto borgiano de que un autor es todos los autores. Y una cierta ampliación
en la gama de la "realidad". Ahora incluye el mito y el milagro. Ya
no son metáforas o fantasías sino cosas de todos los días.
P: ¿Alguna reflexión particular?
R: No hay que olvidar el aporte español. La amistad de Carlos Barral.
El matriarcado de Carmen Balcells. Barcelona fue uno de los polos del boom. El
gran traductor al inglés de los escritores del boom, Gregory Rabassa, es hijo
de catalanes. Y Galicia nos dio el editor del boom en la Argentina, Paco
Porrúa, nacido en la Coruña.
JUAN CRUZ
Periodismo
Pregunta: ¿Qué opina del boom latinoamericano y cuál fue su primer
acercamiento a él o con qué autor o libro?
Respuesta: El primer libro con el que sentí que estaba leyendo algo
fascinante y diferente, sin ser consciente ni mucho menos de que estaba leyendo
un libro más sino un libro distinto, fue Tres tristes tigres, de Guillermo
Cabrera Infante. De pronto, en medio de aquellos libros tristes de la España
socialrrealista se introdujo una novela que literalmente cambió mi vida.
P: ¿Cuál cree que es la principal aportación del boom a la literatura
universal?
R: La diversidad. Se dice boom porque no hay tendencias, hay escritores
y hay novelas. Boom significa explosión, partes que quedan de un todo. Hubo de
todo; por fortuna se diluyó la expresión realismo mágico, que aludía solo a una
parte, y se quedó en boom. Creo que al final esa fue una expresión (una
explosión) afortunada.
P: ¿Alguna reflexión particular?
R: La cultura literaria de nuestra generación, y también el periodismo,
ha dependido de esos libros. Una expresión máxima de la relación que el
periodismo tuvo en la explosión fue el libro de Luis Harss, Los nuestros,
afortunadamente rescatado ahora por Alfaguara, así como el libro La invasión de
los bárbaros, de Jordi Gracia y Joaquín Marco, que registra la generosidad con
la que España recibió el boom. Esa generosidad se trocó en desdén luego, y
ahora ese alejamiento se ha salvado para nuestra fortuna.
CHARLES BAXTER
Entusiasmo
Al igual que muchos otros escritores norteamericanos de mi generación,
llegué por primera vez a la literatura latinoamericana contemporánea del siglo
XX a través de los cuentos de Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. Sus historias
eran intelectualmente detallistas y a veces desconcertantes, una combinación
maravillosa. Como muchos otros, encontré grandes tesoros en Gabriel García
Márquez pero, personalmente, prefería las valientes y muy oscuras
peculiaridades de la ficción de José Donoso, especialmente en El obsceno pájaro
de la noche, un libro del que nunca me he recuperado, en el mejor sentido. En
la literatura brasileña, admiro sobre todo la obra de Clarice Lispector,
especialmente La manzana en la oscuridad.
Estos libros devuelven a la literatura el poder de los momentos
suspendidos descritos con gran entusiasmo, los episodios irreales, las
pesadillas, los personajes espectrales y la visionaria contorsión del tiempo
para volver atrás. Son visualmente fuertes, un aspecto en el que la escritura
norteamericana es débil a veces.
ETGAR KERET
Imaginación
Descubrí a García Márquez y Cortázar durante mi servicio militar
obligatorio en las fuerzas de defensa israelíes. Era un soldado pésimo y a
menudo, cuando mis compañeros disfrutaban de un permiso, yo tenía que quedarme
en la base como castigo. Uno de los oficiales me había prestado algunos libros
suyos para pasar el tiempo y gracias a él descubrí la ficción latinoamericana.
Para alguien que se había acostumbrado a la escritura de Hemingway, Carver,
Cheever y otros hiperrealistas estadounidenses, esto fue una verdadera
revolución. Hasta ese encuentro a la edad de 18 años, yo creía que la ficción
“seria” guardaba relación con algún tipo de objetivismo realista y que todas
las obras no realistas pertenecían exclusivamente al género de la
ciencia-ficción. Solo gracias al encuentro con la ficción latinoamericana me he
dado cuenta de que escribir algo “real” no significa que deba obedecer las
leyes de la naturaleza, sino que esté cerca de la verdad que uno siente en su
corazón. La imaginación emocional de García Márquez y la narrativa reflexiva de
Cortázar parecían mucho más cercanas a mi verdad interior que toda la ficción
realista que había leído hasta entonces. Muy poco tiempo después de aquello,
cuando yo mismo empecé a escribir, tuve presente esa lección y comencé a
escribir una ficción que fuese por encima de todo fiel a mi experiencia
subjetiva y no a la verdad “objetiva”: si después de besar a una chica había
sentido que flotaba en el aire, mi personaje también flotaría en el aire,
desafiando las leyes de la física, pero siendo fiel a mi experiencia personal.
MARIE ARANA
Lectores
¿Qué opina del boom
latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?
"¿Estoy en una pecera porque soy un pez, o soy un pez porque estoy
en una pecera?”. Al tropezar con Axolotl, de Cortázar, cuando tenía 12 años y
cuando me acababa de trasladar desde Perú, estaba tan fascinada por las
preguntas sobre la identidad como el narrador de esa historia. Fue justo antes
del boom latinoamericano, antes de que los estadounidenses tuvieran el más
mínimo interés por casi todo lo que era extranjero. Para mí, el boom no fue un
fenómeno latinoamericano, sino que estaba sucediendo a mi alrededor, en Estados
Unidos, en una floreciente población de lectores que, hasta entonces, no se
había preocupado ni un ápice por las riquezas de la ficción latinoamericana o
por la gran herencia de las letras españolas. El boom fue una novedad, una
moda, pero no podía discutirla. Los norteamericanos empezaron a ver a través de
otros ojos. Se metieron en otra piel y se convirtieron en el pez de Cortázar.
Cuál cree que es la principal
aportación a la literatura?
Si los tomamos en conjunto, Cortázar, Borges, García Márquez, Vargas
Llosa y Fuentes no pueden considerarse un movimiento unificado. No como los
románticos franceses, o los beats estadounidenses, o los vanguardistas rusos.
Por eso es difícil decir que aportaron algo específico a la República de las
Letras más allá de la considerable fuerza de sus talentos individuales. Eran
magníficamente sui generis, y resultaban imposibles de catalogar. No fue un
boom de escritores per se, sino un boom de lectores; y esos lectores aumentaron
en un número sin precedentes para dar la bienvenida a la ficción
latinoamericana por primera vez.
¿Alguna reflexión particular?
Antes del boom, en Estados Unidos imperaba una apatía pertinaz hacia
las traducciones extranjeras. Uno de los periodistas más famosos de EE UU,
James Reston, de The New York Times, afirmaba: “Los estadounidenses están
dispuestos a hacer cualquier cosa por Latinoamérica excepto leer algo sobre
ella”. El boom demostró que estaba equivocado. Sin embargo, una vez que los
latinoamericanos cruzaron la puerta, la situación cambió. A principios de la
década de 1980, los hispanoamericanos que escribían en inglés se convirtieron
en el centro de atención. Y así es como los “escritores del boom”, como los
conocemos, nunca aumentaron en número. Se siguió leyendo a García Márquez, a
Vargas Llosa, a Fuentes y a otros, pero el boom nunca se tradujo en nuevo
talento latinoamericano. La resistencia ante las obras traducidas siguió siendo
la misma que antes, puede que hasta con una terquedad más intensa. El peor
legado del boom ha sido la falta de imaginación que provocó en las editoriales,
que solo han promovido a los imitadores, en vez de fomentar algo nuevo.
CEES NOOTEBOOM
Contar
Gabriel García Márquez nos descubrió un continente y nos enseñó lo que
habíamos olvidado acerca de cómo contar historias. Pero el llamado boom también
nos trajo la oscuridad y la profundidad de Onetti, el esplendor intelectual y
el mundo mágico de Borges, la brillantez de Bioy Casares y la sorpresa de Saer
y Piglia y tantos otros, todos tan diferentes entre sí.
JOSÉ MARÍA POZUELO YVANCOS
Futuro
¿Qué opina del boom
latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?
El boom supuso sobre todo la internacionalización definitiva de lo
hispano. Dio una visibilidad internacional muy grande a la literatura escrita
en español que ha vivido desde entonces la eclosión de traducciones a multitud
de lenguas.
Mi primer acceso personal al boom fue la lectura, siendo estudiante de
Preu en 1968, de tres novelas: La ciudad y los perros, Cien años de soledad y
Rayuela. No acierto a recordar cuál de ellas fue la primera, quizá las leyera
seguidas. Lo que si recuerdo es que supusieron un verdadero revulsivo que me
marcó mucho como lector.
¿Cuál cree que es la principal
aportación a la literatura?
Por un lado, ciertos autores recuperaron lo que Ricardo Gullón llamo, a
propósito de García Márquez, el Olvidado
arte de contar, esto es la narrativa de inspiración oral. Esa dirección
supuso el maridaje de lo antiguo y lo moderno pues las estructuras míticas y
pre-modernas de esas tradiciones, por ejemplo de un Juan Rulfo, se insertaron
en la modernidad estructural a través de Faulkner principalmente. Una tercera
aportación, visible en Vargas Llosa es una vindicación de la narración y de la
ficción como verdadera forma de ofrecer la realidad, reconciliando la novela
con la historia colectiva. Por último, autores como Guillermo Cabrera Infante o
Alejo Carpentier recuperaron lo mejor de la tradición barroca del lenguaje.
¿Alguna reflexión particular?
Toda herencia es también una deuda. Y a su vez toda deuda se hereda. Es
por tanto una riqueza ambivalente, porque pesa mucho sobre los jóvenes, pero
ellos no quieren limitarse a ser simplemente los “hijos de”, sino que aspiran a
tener un nombre propio. Se da en la literatura latinoamericana la angustia de
la influencia de la que hablo Harold Bloom. El interés por lo americano les ha
hecho más fácil a los jóvenes escritores de América la entrada al mundo
editorial. Ahora hay una efervescencia creativa excelente en la americana que
habla español, y los estilos son muy distintos. Ni el novelista mexicano Juan
Villoro es epígono de Fuentes, ni la cuentista argentina Ana Shua lo es de
Cortázar, ni el colombiano Gabriel Vásquez es García Márquez. Hay muchas voces
potentes con voz propia. Es posible que sean herederos, pero en todo caso lo
más importante es que sean ricos literariamente y que cuando los leamos no nos
estemos acordando de su padre.
TAHAR BEN JELLOUN
Libertad
¿Qué opina del boom
latinoamericano y cuál fue su primer acercamiento a él o con qué autor o libro?
Recuerdo haber escuchado con pasión, cuando todavía estaba en el liceo
francés de Tánger, a Alejo Carpentier hablarnos del barroco en la literatura.
Era un hombre muy elegante, alto y bueno. Descubría la literatura cubana (en el
exilio). Algún tiempo después de esta visita que me marcó, mi amigo Emilio
Sanz, historiador de cine, que pasaba mucho tiempo en Tánger, me regaló Cien años de soledad, de García Márquez,
traducido al francés y publicado por Éditions du Seuil. Me sumergí enseguida en
él, pero no conseguía engancharme. Algo en ese universo me impedía entrar en
esa novela diferente de lo que acostumbraba a leer. La leería más tarde,
después de descubrir la obra extraordinaria del escritor mexicano Juan Rulfo.
Gracias a Pedro Páramo entré en el
maravilloso bosque de la literatura latinoamericana. Averigüé que Rulfo había
influido en García Márquez, así como en algunos otros escritores de su
generación.
Al mismo tiempo, encontraba una familiaridad entre el universo de estos
escritores y el de los escritores del mundo árabe. Leía a Carlos Fuentes o a
Mario Vargas Llosa como si fueran de mi país.
¿Cuál cree que es la principal
aportación a la literatura?
Este auge de la literatura latinoamericana ha sido una suerte para la
literatura de la segunda mitad del siglo XX. El azar hizo que varios escritores
de una misma generación tuviesen talento y mucha imaginación al mismo tiempo.
Constituían una pléyade de creadores repartidos por todo el continente
latinoamericano. Aunque sus estilos sean diferentes, sus temas se encuentran en
casi toda su literatura. Han aportado audacia, barroco, una inquietud
maravillosa, un resto de surrealismo y una especie de locura que contrasta con
el realismo europeo o con la adecuación a lo real al estilo estadounidense.
Esta literatura ha liberado la imaginación; por lo que a mí respecta, estoy
seguro de ello: al leer a Onetti, a Borges, a García Márquez, a Neruda y a los
demás, mi escritura ha gozado de un permiso para soñar e inventar. Les debo
esta libertad y este desarrollo de la imaginación sin límites.
¿Alguna reflexión particular?
Pertenezco a un pueblo en el que el 40% de sus habitantes no saben leer
y escribir. Es un drama, una vergüenza. Sé que algunos países de Latinoamérica
también viven este drama del analfabetismo. A uno de estos escritores (me
parece que era Carlos Fuentes) se le planteó esta pregunta: ¿por qué escribe
usted en un continente de analfabetos? Recuerdo perfectamente la respuesta
porque es la que yo doy.
La cito de memoria: “Escribo aunque sé que el pueblo no me leerá, y
precisamente porque le han impedido aprender a leer tengo que escribir bien,
muy bien, y tengo que darle lo mejor, porque un día ese pueblo me leerá, y si
no es él, serán sus hijos, y ahí es cuando mi texto tendrá que ser
irreprochable...”. Esta es la idea que aprendí y la he expresado a menudo
cuando me lo han preguntado: escribes en un país de analfabetos (y luego
algunos añaden), y además escribes en un idioma que no es el del pueblo,
¡escribes en el idioma del colonizador!
Los que me han reprochado que escriba en francés en vez de en árabe, me
pedían en cierta manera que dejara de escribir, porque saben que no domino lo
suficiente el idioma del Corán para expresarme libremente como lo hago en
francés. El citar la respuesta de esta literatura latinoamericana me ha ayudado
y me ha apoyado para seguir mi camino de escritor, testigo de mi época y
testigo vigilante que a veces actúa. No soy un escritor escondido y tranquilo.
Intervengo como ciudadano, pero no llegaré hasta el punto de hacer política
como Vargas Llosa.
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