30 de julio de 2016

MEMORABILIA GGM 852



Sputnik Mundo
En la WEB –
Julio de 2016

Rodolfo Walsh, periodista

Rodolfo Walsh, ícono
del periodismo latinoamericano


Por Vicky Peláez

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: Esos son imprescindibles

(Bertolt Brecht, 1898-1956)
Rodolfo Walsh
 
Una escueta nota periodística sobre la detención en Brasil del exagente de la Escuela de Mecánica de la Armada argentina, Roberto Oscar González, alias 'Fedo', acusado de participar en 1977 en el asesinato de Rodolfo Walsh, hizo aflorar en la memoria latinoamericana los recuerdos de aquel escritor, periodista y luchador social argentino.

De espíritu analítico, reflexivo, aventurero, siempre romántico, combativo y autocrítico, Rodolfo Walsh se había convertido en un ícono del periodismo de investigación en Latinoamérica.

El periodismo para Walsh, en definición de Gabriel García Márquez, había sido "una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por confrontación descarnada con la realidad".

Rodolfo Walsh estaba en permanente búsqueda de esta realidad que se agudizó, como él mismo lo explica, tanto en su relación con la literatura como con el periodismo en 1967.

Según su propia conclusión, "mi relación con la literatura se da en dos etapas: de sobrevalorización y mistificación hasta 1967…, de desvalorización y paulatino rechazo a partir de 1968, cuando la tarea política se vuelve una alternativa". Para llegar a este quiebre en su vida de escritor tenían que pasar muchos acontecimientos políticos cuya vorágine lo llevó desde el despertar definitivo de su conciencia social hacia la lucha contra la injusticia y, en especial, contra el terrorismo de estado.

Mientras tanto, para un joven de 17 años que dejó después de dos cursos la carrera de Letras en la Universidad de la Plata para buscarse la vida como obrero, lavacopas, limpiador de ventanas y corrector en la editorial Hachette, la vida se presentaba como una oportunidad de encontrarse a sí mismo y a su propio destino. Poco a poco empezó a publicar artículos en las revistas Leoplán, Panorama y Lea y Vea. Descubrió también su pasión por los cuentos policiales y en especial por el relato policial clásico que debía seguir reglas precisas, como lo hacía Jorge Luis Borges, y que consistían en la confrontación de los testigos, la trampa para descubrir al delincuente y la interpretación de los indicios materiales.

Como un buen aficionado al ajedrez, Walsh también utilizaba en sus cuentos la técnica de Zugzwang, cuando el detective pone al delincuente en una posición en la cual cualquier movimiento suyo puede empeorar su situación.

En aquella época, Rodolfo Walsh estaba todavía en la etapa del desarrollo intelectual que Antonio Gramsci llamaba estado "despolitizado", aunque su novela 'Operación Masacre' (1957) ya representaba un género de la novela testimonio de "un fusilado que vive", que desenmascaró la versión oficial de los hechos y mostró la cruda realidad de la represión desatada contra la insurrección peronista por la dictadura auto determinada Revolución Libertadora argentina. Walsh pensó ganar con esta novela en la categoría de 'no ficción' el Premio Pulitzer y convertirse en un gran personaje del periodismo, pero el Gobierno argentino le preparó una sorpresa convirtiéndolo en un proscrito. Tuvo que cambiar de nombre, con la ayuda de un policía amigo, y usar una cédula de identidad a nombre de Norberto Pedro Freyre. A pesar de que su novela testimonio 'Operación Masacre' se adelantó en nueve años a 'A Sangre Fría' (In Cold Blood) de Truman Capote, este periodista y escritor norteamericano sigue siendo considerado como el iniciador del género novela testimonio en Occidente.

En 1959, Rodolfo Walsh recibió la invitación de un joven periodista de radio argentino, Ricardo Masetti, con quien compartió una fugaz experiencia en la Alianza Nacionalista a viajar a Cuba para fundar una agencia de noticias junto con Gabriel García Márquez, Aroldo Wall, Rogelio García Lupo. Los periodistas decidieron crear Prensa Latina, una agencia que por la calidad y veracidad de sus artículos, en la percepción de Masetti, tendría que superar a sus homólogas tanto capitalistas como comunistas. La idea de esta agencia, como lo afirmó Fidel Castro, era "hacer que la prensa de América Latina estuviera en posesión de medios que le permitan conocer la verdad y no ser víctima de las mentiras de los monopolios". Ricardo Masetti fue nombrado, a instancias de Che Guevara, director general de Prensa Latina.

Masetti, tomando en cuenta las cualidades excepcionales investigativas de Rodolfo Walsh, que era capaz de desenredar la madeja de conspiraciones políticas, policiales y la desinformación con un talento inédito, le puso a cargo del Departamento de Servicios Especiales. Y no se equivocó en su designación. Rodolfo Walsh compartía la idea de Masetti de que las "dos cualidades esenciales del periodista son exactitud y rapidez" y los dos procesaban cerca de 400 cables diarios reproducidos por cerca de 1.200 medios en todo el mundo.

Una vez, cuando estaban revisando la información, encontraron un cable de la Tropical Cable, una sucursal del All American Cable en Guatemala. El mensaje era largo y encriptado. Entonces, Rodolfo Walsh se empeñó en descifrarlo con la ayuda de un manual de criptografía que consiguió en una librería de La Habana. Como lo describió Gabriel García Márquez en el artículo 'Playa Girón y el escritor que se adelantó a la CIA' (1961), Rodolfo Walsh "lo consiguió al cabo de muchas noches insomnes. El cable estaba escrito por un agente de la CIA de la Embajada de EEUU en Guatemala y era un informe minucioso de los preparativos de un desembarco armado en Cuba por cuenta del Gobierno norteamericano. Se informaba inclusive que los reclutas iban a prepararse en la hacienda de Retalhuleu, un antiguo cafetal en el norte de Guatemala". 

Precisamente en Cuba, viendo la lucha cubana por construir una sociedad nueva, enfrentándose cada día a los intentos del Gran Patrón de no permitirlo y expuesto a un torrente de información sobre la intromisión norteamericana en América Latina para preservarla como su "patio trasero", se despierta en Rodolfo Walsh la conciencia de clase, comenzando el proceso de transición del periodista y el escritor a lo que Antonio Gramsci llamaba "intelectual orgánico". Walsh se identifica con la lucha revolucionaria sin perder la capacidad de reflexión, pensamiento libre, flexible y al mismo tiempo crítico.

En 1961, Walsh regresa a Argentina y empieza su actividad revolucionaria, ligada siempre al análisis de la información en términos de las tareas de inteligencia y contrainteligencia, primero, en las Fuerzas Armadas Peronistas, después en las Fuerzas Armadas Revolucionarias y, finalmente, en 1973 se unió a la organización político-militar Montoneros. Recibió el grado de Oficial 2 y el alias 'Esteban', encargado del Departamento de Informaciones. A pesar de lo difícil de la actividad clandestina no dejó de escribir.

En esta época, salen sus dos obras de teatro: 'La granada' (1965) y 'La batalla' (1965). También publica 'Los oficios terrestres' (1966), 'Un kilo de oro' (1967), '¿Quién mató a Rosendo?' (1969), 'Caso Satanowsky'. Su cuento 'Esa Mujer', escrito en 1966, se considera como uno de los más importantes o quizás el mejor cuento de la historia literaria argentina. El relato gira alrededor de la figura mítica de Eva Perón y su cadáver embalsamado. También en 1973 se estrenó la película 'Operación masacre'.

Su lucha revolucionaria clandestina, Rodolfo Walsh la combinaba con el trabajo en el diario Noticias, donde dirigía la sección policial y enseñaba los secretos del periodismo a un grupo de jóvenes, entre los cuales estaba su hija Patricia. En el mismo diario trabajaban el poeta Juan Gelman, Horacio Verbitsky, Fabián Domínguez, Paco Urondo… A pesar de su popularidad, el diario duró solamente nueve meses y fue clausurado brutalmente después de varios ataques de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), cuyos miembros buscaron durante el allanamiento la mesa de Rodolfo Walsh, según su colega Fabián Domínguez, pensando encontrar allí las claves de su "pensamiento subversivo".

Después del golpe de Estado, el 24 de marzo de 1976, le tocó a Rodolfo Walsh la peor desgracia que le puede tocar a un padre. Su hija María Victoria (Vicky), del primer matrimonio, también militante de Montoneros, fue abatida en un enfrentamiento con el Ejército. Walsh escribió una Carta a Vicky en la que hace referencia a su memoria y al recuerdo. La carta reza: "no podré despedirme de vos, vos sabes por qué. Nosotros morimos perseguidos, en la oscuridad. El verdadero cementerio es la memoria. Allí te guardo, te acuno, te celebro y quizá te envidio, querida mía". Pocos meses después, fue asesinado también Paco Urondo, amigo y colega de Walsh.

Pero Rodolfo no se rendía y, en junio de 1976, en respuesta a la censura y represión de la dictadura militar, creó la Agencia de Noticias Clandestinas (ANCLA) y la Cadena de la Información. Era un sistema de distribución de información de mano a mano de folletos. En su primera página, pedía a cada lector: "reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información".

Durante unos ocho meses, los cuatro periodistas que componían la redacción, Rodolfo Walsh, Carlos Álvarez, Lucila Pagliai, Lila Pastoriza, usando cuatro máquinas de escribir, un mimeógrafo, algunos archivos, papel de biblia, sobres y una lista de destinatarios, lograron distribuir más de 200 cables de información. Pero el cerco del Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA ya estaba estrechándose cada más alrededor de Rodolfo Walsh.

Uno de los detenidos de los Montoneros, José María Salgado, capturado en marzo de 1977, había confesado bajo tortura los datos con que el Grupo de Tareas logró arreglar una cita "cantada" con Walsh, el 25 de marzo de 1977. Aquella noche el GT332, dirigido por el capitán de fragata Jorge Eduardo 'El Tigre' Acosta, emboscó a Rodolfo para secuestrarlo. Walsh se enfrentó a 10 hombres armados con su pistola Walter PPK calibre 22. Fue el subcomisario Ernesto Weber ('222') quién disparó contra Rodolfo Walsh, segando su vida a los 50 años. En la madrugada del día siguiente, los miembros del GT332 acribillaron la fachada de la casa donde vivía el periodista, robaron todo lo que tenía algún valor y, entre ello, el último cuento de Walsh que está reclamando hasta ahora su hija Patricia, 'Juan que iba por el río'.

Parece que Rodolfo Walsh presentía su muerte y un día antes de su asesinato mandó a los medios de comunicación una 'Carta abierta de un escritor a la Junta Militar'. Por supuesto, la Carta no fue publicada por ningún medio local, pero, poco a poco, llegó a ser distribuida en el extranjero haciendo conocer al mundo entero las barbaridades de la Junta Militar. En ella, Walsh denuncia la desaparición de 15.000 personas, 4.000 muertos y 10.000 presos, decenas de miles de desterrados, el resultado de "un año de ese terror". Gabriel García Márquez llamó esta misiva de Rodolfo Walsh una carta "universal", en la que el escritor y periodista denuncia los métodos y objetivos de la dictadura militar, desnuda todo el horror de desapariciones y los campos de tortura y de exterminio. También Rodolfo Walsh desenmascara la política económica de la Junta Militar en poder de la oligarquía y la banca internacional.

Dicen que el tiempo pone todo en orden. De los diez hombres del GT332 que segaron la vida de Walsh, seis, incluyendo al 'Tigre' Acosta, están purgando la cadena perpetua, Juan Carlos Fotea fue condenado a 25 años de cárcel, Pedro Salvia murió, Roberto González fue recientemente detenido y Juan Carlos Rolón fue absuelto. Sin embargo, hasta ahora, no se sabe qué pasó con el cuerpo de Rodolfo Walsh. Solamente se presume que fue quemado en el campo deportivo de la ESMA, lo que habitualmente se hacía con los detenidos desaparecidos en el caso de que no fueran arrojados al río o al mar en los 'vuelos de la muerte'.

Hace poco, su hija Patricia dijo que su padre "no desaparecerá nunca, porque en cada acto de los que se reivindican su militancia y su obra, aparecen cada uno de los jóvenes que lo homenajean". La escritora y pensadora paraguaya Zenda Liendivit escribió que "el cuerpo que no está, el cuerpo desaparecido, el cuerpo violentado, será siempre el espacio donde se almacenará la verdad… Los muertos y desaparecidos como Walsh, permanecen rebeldemente vivos para seguir contando otra versión de la historia".



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EL PAIS
Cali – Colombia
25 de julio de 2016

Columna de opinión

El país de la desmesura

Por Pedro Medellín Torres

Hoy hace 22 años se publicaba en los diarios, uno de los más impactantes discursos de Gabriel García Márquez. Bajo el título de ‘Un país al alcance de los niños’, escrito a propósito de la entrega del Informe de la Misión de Sabios, el Nobel hacía la más precisa descripción de lo que somos los colombianos.

Era 1994. Vivíamos el júbilo de la nueva Constitución. El país aplaudía la paz que venía con la firma de los Acuerdos con el M-19, a los que seguiría la reforma democrática, la apertura económica y la descentralización política. Los nombres de Gaviria, Santos, De la Calle, Navarro, Pardo o Cepeda, eran proclamados como los portadores del cambio.

Sin embargo, con su discurso García Márquez nos aterrizaba a la realidad. En medio del júbilo, dibujaba con precisión los rasgos que caracterizan a los colombianos: “Dos dones naturales nos han ayudado a suplir los vacíos de nuestra condición cultural y social, y a buscar a tientas nuestra identidad. Uno es el don de la creatividad, expresión superior de la inteligencia humana. El otro es una arrasadora determinación de ascenso personal. Ambos, ayudados por una astucia casi sobrenatural, y tan útil para el bien como para el mal…” Eran los rasgos que han regido la elaboración de las leyes, el desarrollo de los negocios, o la vida familiar. Cada quien empujando proyectos impensados, pero con un arribismo que no deja ver la complejidad ni continuidad de la tarea. Pero a la creatividad no le seguía el trabajo perseverante, así como al espíritu de ascenso personal tampoco le interesó la defensa de lo público.

Son los rasgos que nos hacen saber que, como escribe el nobel, “Somos conscientes de nuestros males, pero nos hemos desgastado luchando contra los síntomas mientras las causas se eternizan. Nos han escrito y oficializado una versión complaciente de la historia, hecha más para esconder que para clarificar, en la cual se perpetúan vicios originales, se ganan batallas que nunca se dieron y se sacralizan glorias que nunca merecimos... Pues nos complacemos en el ensueño de que la historia no se parezca a la Colombia en que vivimos, sino que Colombia termine por parecerse a su historia escrita”.

Han pasado dos décadas y los problemas, como los nombres, siguen siendo los mismos. Antes que la paz, la guerra sigue imponiendo su régimen de terror, con masacres y atropellos no conocidos; la reforma democrática, sigue aplazada por la incapacidad del sistema para abrirse; la apertura económica ya traducida en un desbalance que hoy nos tiene pagando más de lo que producimos; y la descentralización no quedó más que en una invocación democratera. Y mientras todo se decide en Bogotá, en el resto del país siguen grandes porciones del territorio sin la atención ni la presencia del Estado.

Hoy, dos décadas después, estamos con los mismos nombres y los mismos argumentos. Esperando que tras los acuerdos con las Farc venga la paz y la prosperidad prometida. Y unos forzados a decidir por el sí a la paz, con la seguridad de que opten por esta vía serán acusados de entregar el país; así como a los que voten por el no se les considerará como promotores de la guerra. Todo porque no hay términos medios.

Porque, como dice Gabo, “Nuestra insignia es la desmesura. En todo: en lo bueno y en lo malo, en el amor y en el odio, en el júbilo de un triunfo y en la amargura de una derrota. Destruimos a los ídolos con la misma pasión con que los creamos. Somos intuitivos, autodidactas espontáneos y rápidos, y trabajadores encarnizados, pero nos enloquece la sola idea del dinero fácil. Tenemos en el mismo corazón la misma cantidad de rencor político y de olvido histórico”. Es la insignia que marcará el futuro en las próximas dos décadas en las que seguramente estaremos celebrando el fin del conflicto con el ELN y ansiando la paz prometida desde 1991.

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LISTIN DIARIO
Santo Domingo – R. Dominicana
28 de julio de 2016

Literatura

La amistad entre Bosch y el Gabo
El Gabo visito RD para celebrar el cumpleaños de Bosch

Por José Henríquez


Juan Bosh

La amistad del escritor colombiano Gabriel García Márquez, ''El Gabo'', y el escritor dominicano Juan Bosch fue inquebrantable.  En honor a ellos publico estas líneas porque estoy de vacaciones en Manizales, Colombia, ciudad de la cordillera andina. ¡Invoco la belleza de Manizales! Sus paisajes y su gente me tienen poseído. El Racinto del Pensamiento me impresionó: es un Paradisso para la poiesis. Bien lo dijo José Luis Restrepo, ex alcalde de Manizales, prologuista del libro Manizales, de Elvira de Restrepo: ¨Manizales, ciudad hincada sobre el lomo cordilleral del sistema andino es una ciudad que no se olvida fácilmente¨...

Los dominicanos tampoco olvidamos fácilmente la gratitud del Gabo, Premio Nobel de Literatura, hacia el profesor Juan Bosch. Así lo llamaba el Gabo: Maestro. Según el siguiente relato testimonial del historiador dominicano Euclides Gutiérrez Féliz, el escritor y ex presidente Juan Bosch y el escritor Gabriel García Márquez cultivaron su gran amistad en Benidorm, España:

Estando el profesor Juan Bosch exiliado en Benidorm, España, década del 60, se presentó Gabriel García Márquez en la residencia donde permanecía Bosch y le tocó la puerta, abriéndole el propio ex presidente...: ¨Buenos días¨, dijo García Márquez. ¨Buenos días¨, respondió Bosch. ¨Cómo se siente maestro¨, agregó el premio Nobel de literatura. ¨ Muy bien, y usted por qué me dice maestro¨, dijo Juan Bosch. ¨Yo soy Gabriel García Márquez, su alumno, que me sentaba en primera fila, cuando usted dictó esa conferencia magistral que se llama ¨Apuntes sobre el Arte de Escribir Cuentos, en Caracas, 1959¨. Desde ese día se inició esa larga amistad del Gabo y del profesor Juan Bosch hasta el momento de sus muertes.

Pero el profesor Bosch también tuvo su maestro: Don Pedro Henríquez Ureña, escritor y filólogo dominicano de renombre Universal. Así denominó el profesor Bosch a don Pedro: Maestro. Don Juan Bosch envió una misiva a Don Pedro Henríquez Ureña, cuando éste residía en Argentina, pidiéndole consejos sobre el arte de escribir cuentos y novelas. Don Pedro le aconsejó sobre lo importante que era leer a los grandes narradores Universales como Dostoievski, Tolstoy, Maupassant, Cervantes, entre otros, y aprender de ellos y de sus estilos literarios.

O sea, que cada gran escritor e intelectual ha tenido su maestro reconocido. Por eso, el Gabo dedicó su libro El Otoño del Patriarca, ¨a mi maestro Juan Bosch¨. En cambio, Bosch, autor de La Mañosa, Camino Real, entre muchos, expresó, en cordial reciprocidad que la ¨La lengua de García Márquez no manifiesta un estilo personal; el estilo de García Márquez está en lo que dice, no en la manera de decirlo, y lo que él dice no puede ser descrito y no puede ser explicado¨.

A seguidas, El escritor y ex presidente Juan Bosch, en una carta dirigida a su entrañable amigo Gabo,  el 3 de Julio de 1972,  lo elogió de forma magistral: ¨...Pero después de haber escrito La Increíble Historia de la Cándida Eréndira y de su Abuela Desalmada¨, ¿qué hace usted, Gabriel García Márquez, viviendo entre los hombres comunes? De esa manera lo comparo con la perfección de Ninfa Calipso, ´´Reina que vivía en Agigio, lugar perfecto¨, sólo compatible con los dioses griegos, según ¨Ulises¨.

 Gabriel García Márquez '' El Gabo'', autor de Cien Años de Soledad, para mí, la novela hispana más importante escrita en este siglo, le llamó Maestro al escritor Don Juan Bosch, cuentista Universal; pero éste, a su vez, llamó maestro a Don Pedro Henríquez Ureña, uno de los grandes analistas de la lengua española y crítico literario. Esto explica la modestia de los grandes intelectuales de la humanidad.


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