MEMORABILIA GGM
Cali –
Colombia
22 de
abril de 2016
Crónica
GGM en Lanzarote (Islas
Canarias)
Hernando Vergara es el nombre del diseñador
gráfico creador de la portada del libro archiconocido de Gabo, Crónica de una muerte anunciada.
En Lanzarote, capital de las Islas Canarias en
España, las autoridades locales y los medios de comunicación abrieron espacio
para montar una exposición de la obra de este artista colombiano.
La expo de Vergara enseña de manera particular
las diferentes versiones que tuvo la carátula del libro, hasta el día que llegó
el autor a indicar cuál era aquella que más le gustaba para la edición de su
obra.
El libro marca un hito en la historia
bibliográfica del castellano pues se hizo tirada de un millón de ejemplares
para venta en todos los países de habla hispana.
La anécdota curiosa sobre el diseño de la
portada es que la mancha de rojo que tienen la sabana que cubre el cuerpo del
cadáver, fue sugerida a Vergara por Gabo, como símbolo de la virginidad perdida
que ocasionó la tragedia que es el tema central de la novela.
Hernando ha plasmado sus recuerdos y vivencias
unidas a Gabo en un libro que lleva por título Historias sin tiempo. Allí cuenta hasta las experiencias
compartidas cuando acompañó a Gabo a Estocolmo a la ceremonia de entrega del
Premio Nobel.
Portada del libro de Hernando Vergara en homenaje a GGM
En estos enlaces se pueden apreciar detalles de video sobre la exposición de Vergara.
Prueba de artista de la carátula de Crónica de una muerte
anunciada que adorna las oficinas de
MEMORABILIA GGM. La acompañan fotos de Fernell Franco y Guillermo Angulo. Foto de F. Jaramillo
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EL PAIS
Cali –
Colombia
18 de
abril de 2016
Crónica
El 'Gabo' que su amigo
Lisandro Duque conoció
Por Lisandro Duque*
Especial para El País.
Recuerdo que una vez íbamos para la Fundación del Nuevo Cine
Latinoamericano, en La Habana, Cuba, que queda en un lugar alejado en el
centro, íbamos oyendo música de Rocío
Jurado con bastante volumen, el aire acondicionado encendido y el ruido dentro
del carro impedía que él estuviera atento a los carros que venían detrás.
Le pregunté: "¿A ti te gusta Rocío Jurado?",
me dijo: "A mí me gusta cualquier cantante que cante repertorio de Manuel
Alejandro, aunque sea Julio Iglesias", en ese momento Gabo volteó a la
derecha para entrar a la Fundación, no se fijó y venía un camión cañero
gigantesco detrás, y por él no haber puesto las luces direccionales, casi nos
estrella y nos mata. El camión frenó a los dos metros, levantó una polvareda.
Yo empecé a mamarle gallo y él me dijo: “Sí,
que pena, por la música y el aire acondicionado, me descuidé” y le dije: “Yo no
quiero morir el mismo día que tú, porque me va como a los perros, me imagino lo
que dirían los titulares de la prensa internacional: "Murió Gabo. Lo
acompañaba un cineasta, u otro colombiano, y yo moriría en un anonimato
terrible". Él se molestó: “No digas pendejadas, ese cuento está muy malo”,
dijo. Y yo insistí: “A mí me enterrarían a los dos días y no iría casi nadie porque
todo el mundo tendría que ir al velorio tuyo, que eres el importante”. “No
sigas con ese chiste que está muy malo”, dijo él y me paró.
Gabo, aparte de escritor era buen cantante, le
gustaba cantar rancheras, vallenatos, cuando se achispaba, y tenía buena voz,
porque durante sus mocedades se ganó la vida cantando durante un tiempo.
Tenía además una memoria matemática excelente.
En medio de un trancón enorme en México, contó mentalmente con total precisión
las botellas de gaseosa que había en un camión enorme frente a su carro.
Para mí García Márquez retrató al país en sus
excesos y precariedades, porque identificó una Colombia real que solo después
de convertida en un acto literario se volvió inverosímil. Los colombianos
deberíamos copiarle su respeto por el otro, su sentido de la ética, la
concepción de sus relaciones sociales, políticas, amistosas, su convicción de
que no hay que hacerle daño ni ultraje a nadie.
Él tamizaba mucho sus expresiones con un
amplio sentido del humor, y el humor tiene un fuero especial que inmuniza tanto
a quien habla como a quien escucha con respecto a cualquier daño. Le escuché
varias veces decir frente a terceros e incluso, frente a mí mismo, cuando
intenté hablarle de alguien que estaba ausente, aunque no fuera una persona que
simpatizara con él: “Delante de mí no quiero que se hable mal de los ausentes”.
Decía la palabra “cabrón” y “me encabroné”,
pero podía decírsela a alguien amistosamente: “Ese es un cabrón”, aunque muy de
vez en cuando porque prefería los términos suaves. Cuando él me presentó a
Álvaro Mutis, me dijo: “Es Mutis, el hombre más querido del mundo”. Le gustaba
mucho decir: “El más... del mundo”, “El oficio más duro del mundo” (decía a
propósito del cine donde creo que se equivocaba), “Esa es la mujer más bella
del mundo”.
Se notaba que tenía un pensamiento mágico en
sus expresiones coloquiales. Una vez me preguntó por qué yo había propuesto el
nombre de Evelia para el nombre del personaje de mi película 'Milagro en Roma',
porque le gustaba encontrarle sentido a los personajes de ficción. Y le
expliqué que porque yo tenía una prima hermana que se llamaba así y que mi mamá
decía que era una santa, y me dijo ‘ah, bueno’. No buscaba explicaciones
exhaustivas ni curiosear más al respecto.
Yo a ‘Gabo’ lo conocí después de que vio 'Visa
Usa' en México. Él tenía la costumbre, cada que iba a Cuba, de averiguar qué
películas nuevas en coproducción con Colombia se habían hecho. Le dijeron que
'Visa USA' y él pidió un VHS y se lo llevó para México, primero vio la película
solo y después invitó a un grupo de cineastas mexicanos y a Álvaro Mutis y les
dijo: “Pa’ que aprendan a hacer cine cabrones”. Y en medio del festejo en que
estaban, averiguó mi teléfono con amigos míos y me localizó en Cali. Yo me
alistaba para la premier de mi película en el Hotel Aristi, me llamó y me dijo:
“Ese guion no tiene ni una sola grieta”. En eso era escolástico y académico,
analizaba los guiones en sus virtudes y unidad temática.
Y agregó: “Y los diálogos me gustaría que me
contaras cómo los haces, porque son muy buenos, estupendos, son mejores que los
de las películas mías que salen muy literarios”. Y al mes estábamos trabajando
juntos en el guion de 'Milagro en Roma' y construíamos diálogos juntos. Él
ponía una grabadora y empezábamos a improvisar una escena donde él hacía el
papel de Margarito Duarte y yo hacía el rol del cura francés que roba a
Margarito en Roma y echábamos una conversación llena de improvisaciones y él la
desgrababa y la ponía en la transcripción del guion.
Él en una conferencia en México, en el
lanzamiento de la adaptación en cine de ‘El Coronel no Tiene quien le escriba’ de
Arturo Ripstein, (hasta ese momento se habían hecho unas 26 películas con base
en su obra), dijo que la adaptación que le gustaba más era 'Milagro en Roma’. Cuando
se la mostré en La Habana, estábamos él, Mercedes Barcha, Pastor Vega, director
del Festival y yo. Apenas terminó, me dio una palmada en la rodilla y me dijo:
“¡Qué verraquera de película! Pensé que iba a ser en forma de comedia, pero
salió muy triste, muy bella”.
Él era un enamorado del neorrealismo italiano,
había estudiado todas las películas de ese género, le encantaba Umberto D,
Vittorio de Sica, ‘Roma Ciudad Abierta’ de Rossellini, ‘Rocco y sus Hermanos’
de Luchino Visconti, consideraba un prodigio la película ‘El gatopardo’ y
‘Obsesión’ de Visconti. Además había sido discípulo de Sabatini en Roma y
después fue muy amigo de él, con quien aprendió las técnicas académicas del
guion. Gabo se sabía la esencia de la estructura del guion aristotélico le gustaba en sus guiones quebrantarla,
trasgredirla.
También sintió mucho afecto por el director de
‘Quemada’, Guillo Pontecorvo. Entre sus
amigos estaba el cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea, director de Memorias del
Subdesarrollo, y Julio García Espinosa (que murió el jueves), con ellos había
estudiado cine, en La Habana, y con ellos y Fernando Birri fundó la Escuela Internacional
de Cine de San Antonio de los Baños, que ha provisto a la industria
cinematográfica en Colombia de unos 200 directores, editores y fotógrafos.
Él eludía el lugar común en la redacción de su
literatura, siempre quería describir un hecho literariamente de una forma
estrictamente personal y que nunca a nadie se le hubiera ocurrido. Era muy
recursivo con el léxico. Exprimía el texto. Era sumamente disciplinado. Volvía
ficción todo lo que le ocurría, cuando contaba una anécdota sobre su vida, la
versión siguiente ya la había perfeccionado y la contaba distinta, pero había
incorporado los elementos que ya habían sido un acierto en la primera versión y
los iba volviendo cada vez más complejos y graciosos.
Una vez en una reunión Mercedes Barcha, su mujer, estaba a tres
metros de este conversando con Vilma
Espín, la mujer de Raúl Castro, una guerrillera
histórica, del movimiento 26 de Julio, y Vilma le dijo a Mercedes: “Imagínate
en qué me embarcó la chismosa esta, Juana Matrera”, y Gabo que estaba conversando conmigo y con alguien más, le
dijo a Vilma “¿Cómo es el nombre de esta mujer?”, sacó su libretica y apuntó, y
me dijo: “Qué buen nombre este para un personaje”. Y le pregunté “¿Cómo te inventas los nombres
de tus personajes?". “Yo en todas partes donde escribo tengo un directorio
telefónico de La Guajira y del Cesar, busco nombres y apellidos y los revuelvo,
para que no me salga alguien que de pronto existe. Pero me he dado cuenta que los mejores
nombres son los que no tienen teléfono". Ese era el típico remate que Gabo
le daba a todo lo que decía.
Yo tengo un amigo en común con Gabo, que ya
murió, argentino, Salvador Samaritano. Una vez otro amigo estaba hablando por
teléfono con Salvador y Gabo que estaba cerca le dijo: “¿Qué? ¿Hay un hombre
que se llama Salvador Samaritano? ¡Pásamelo!”. Salvador estaba abrumado,
emocionado y Gabo le dijo: “Es que con ese nombre me mataste, ¿Me dejarías
utilizar ese nombre en cualquier personaje de aquí en adelante?” y el argentino
le dijo, “Pero claro, Gabito, para mí sería un honor, me inmortalizás”, y así
lo hizo en la novela El Amor en los Tiempos del Cólera en el que fue el capitán
del barco Nueva Fidelidad, figura clave para el desenlace de la novela.
Otro dato curioso de Gabo es que tenía un
agüero con las rosas amarillas. Yo una vez que fui a México le llevé un ramo de
rosas rojas y me dijo: “A mí me gustan son las rosas amarillas, estas son rosas
de amor, y por eso tampoco se las voy a dar a Mercedes, porque tú no tienes por
qué darle rosas rojas a ella. Las pondré en un lugar donde nadie las vea”. Yo le conocí a él cuatro casas, en La Habana,
en México, en Bogotá y en Cartagena y su mobiliario siempre era blanco, amaba
profundamente este color y eso le daba a su entorno doméstico una solemnidad y
calidez distintas.
Por otra parte, Mercedes siempre era la que
decía la última palabra, fue siempre su guía, su horizonte y tomaba las
decisiones finales con mucho respeto, sin ninguna autocracia, pero él le había
delegado a ella la autoridad sobre muchos asuntos.
*Lisandro Duque, cineasta de Sevilla, Valle.
Entre sus películas están El Soborno del
Cielo, Visa USA, Milagro en Roma,
Los Niños Invisibles, Los Actores del
Conflicto.
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EL UNIVERSAL
Cartagena
– Colombia
16 de
abril de 2016
Bajo la luz malva cartagenera
se recordó a Gabriel García
Márquez
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez
recordó el Gabo narrador del Caribe y su similitud con el gran poeta de su
nación, Rubén Darío. En ese sentido Marín Caparros comentó que García Márquez
hacia mito de todo lo que tocaba y por supuesto de Cartagena.
La periodista chilena Mónica González confesó
que echaba de menos al Nobel y recordó su fascinación por el Gabriel García
Márquez, humano: "Hay un Gabo que es el escritor, y otro el hombre que
conocí, y ese es el que quiero recordar. Era el hombre que se fascinaba con el
olor a imprenta, con las salas de redacción".
Teresita Goyeneche, coordinadora del Premio
Gabriel García Márquez que entrega la FNPI, declaró que aunque no lo haya
conocido, al estar en la Fundación que él fundó, lo siente como su maestro.
En la segunda parte del evento Manuel Domingo
Rojas, Cecilia Delgado, Linda Falquez, María Elsa Gutiérrez, Marcela García
Caballero, Reina del Carnaval 2015, Guillermo “el Mago Dávila”, compartieron
anécdotas y lecturas de sus libros favoritos de García Márquez.
Notas
recomendadas
Gabriel García Márquez
Conversatorio para
conmemorar el legado del Nobel, Gabriel García Márquez // Kailline Giraldo - El
Universal.
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