LAS HONRAS FÚNEBRES
ELTIEMPO|
Bogotá -
Colombia
21 de
Abril de 2014
El conmovedor tributo a
García Márquez en México
Centenares de seguidores del Nobel lo despidieron en el
Palacio de Bellas Artes.
Por:
REDACCIÓN ELTIEMPO
El presidente Juan Manuel Santos pronunció un
discurso de cinco minutos en el que destacó la obra del escritor fallecido el
pasado jueves.
En el Palacio de Bellas Artes de México, como
parte de los homenajes póstumos que se le están haciendo a Gabriel García
Márquez, Santos aseguró en la noche de este lunes que el mensaje de unidad que
daba el escritor fue vital y debe impulsarse. [Véase a continuación el texto completo de las intervenciones de los presidentes
de Colombia y México.]
[…]
El acto protocolario fue abierto por el
Presidente del Consejo Mexicano para la Cultura y las Artes, Rafael de Tovar y
Teresa. "Gabriel García Márquez fue un hombre feliz y su felicidad se
transmite a todo lo que su pluma tocó", dijo al comienzo de su intervención.
Agregó que el fallecido noble tuvo tres
patrias: "Colombia, México y el idioma español" y aseguró que García
Márquez, al contar las historias de "su aldea", encabezó una
generación de escritores que hizo universal a Latinoamérica para la literatura.
Comunicado de la familia de Gabriel García Márquez
A altas horas de la noche, la familia del
Nobel envió a los medios nacionales e internacionales el siguiente comunicado:
"Ante todo queremos agradecer los
innumerables y cariñosísimos gestos de admiración y afecto por Gabo, en
particular en Colombia y en México, su patria y su casa.
Muchas gracias al presidente Peña Nieto y al
presidente Santos por encabezar el homenaje a Gabo y por sus entrañables
palabras. Gracias también a Rafael Tovar y de Teresa y a Maraki García Cepeda
por su apoyo, solidaridad y amistad. Un fuerte agradecimiento también a Jorge
Sánchez Sosa por ayudar a la familia con tantas cosas difíciles en estos
últimos días.
Gabo recibió excelentes cuidados en el
Instituto Nacional de Nutrición y estaremos por siempre agradecidos con esa
entidad y con todos sus médicos, enfermeras y trabajadores no sólo por sus
esfuerzos sino también por su discreción. Un particular saludo al Dr. David
Kershenobich, y al médico de cabecera de Gabo, Jorge Oseguera.
Los buenos amigos y familiares que nos han
acompañado en estos días son demasiados para nombrar personalmente, pero sin
ellos hubiera sido todo muy doloroso. Muchos vinieron del extranjero para estar
con nosotros. Mil gracias.
Ha sido difícil este proceso a la luz de las
cámaras, pero en general ha habido moderación y respeto por parte de los
medios, así como una franca expresión de afecto por Gabo como persona, escritor
y periodista. Gracias.
Pero lo más conmovedor, por supuesto, ha sido
la infinidad de gestos, comentarios y mensajes de admiradores y lectores del
mundo entero. Gente de todas las edades, extracciones y culturas ha expresado
su amor por Gabo más allá de la tristeza de perderlo. Nos han hecho sentir que
no lo han perdido sino ganado para siempre, y que les pertenece a ellos.
Gracias. Mercedes, Gonzalo y Rodrigo."
** ** **
Palabras del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos
He llegado hasta el Palacio de Bellas Artes,
la casa de la cultura por excelencia de México, con el corazón adolorido y el
alma agradecida para decir adiós en representación de más de 47 millones de
compatriotas al más grande colombiano de todos los tiempos: al maestro Gabriel
García Márquez,
Qué imponente escenario para su despedida: los
murales de Rivera, de Siqueiros, de Tamayo, de Orozco, son el marco apropiado
para un hombre que más que colombiano, incorporó en sus obras la esencia misma
del ser latinoamericano y muy especialmente del ser Caribe. México y Colombia,
hermanadas por tantos motivos, nos unimos otra vez en esta ceremonia de afectos
porque Gabo era ante todo una persona de afectos. Nos unimos para rendir
homenaje a quien un día de diciembre de 1982, desde la gélida Estocolmo,
impactó al mundo al hablar de la soledad de América Latina.
Gabo dijo al recibir el Premio Nobel de
Literatura que no es demasiado tarde, nunca es demasiado tarde para creer en la
utopía. Una nueva y arrasadora utopía de la vida donde nadie pueda decidir por
otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible
la felicidad, nos dijo Gabo. Ese Gabo que deja a la humanidad el legado de sus
obras, sus novelas, sus cuentos, sus crónicas, sus anécdotas, pero antes que
nada la esperanza, la tarea, la determinación de unirnos por el bien de
nuestros pueblos. Gabo se lo dice a Colombia y el mundo: no estamos condenados
al mal.
Hoy venimos desde Colombia hasta México y
vienen admiradores y amigos de Gabo, admiradores desde todos los rincones del
planeta, para ratificar nuestro compromiso con la utopía posible, con una
América Latina que supera su soledad y encuentra su segunda oportunidad sobre
la tierra.
Que privilegio, lo digo en nombre de los
colombianos, llamar compatriota al hombre que imaginó a Macondo y que escribió
sobre el poder más grande más influyente de todos que es el poder del amor.
Quien quiera conocer a Macondo a partir de las
páginas de Gabo no tiene que ir muy lejos: en Aracataca, su pueblo natal,
hallará las primeras pistas de ese mundo legendario. Pero Macondo es más, es
Santa Marta y Barranquilla, es Cartagena de Indias, la mágica y hermosa ciudad
que albergó muchas de sus historias. Macondo es Bogotá y Zipaquirá, es Caracas
y La Habana. Es París. Y esta gran Ciudad de México, lugares que marcaron la
vida de su creador.
Macondo son los cientos, los miles de amigos
de Gabo, que ha dejado huérfanos en el mundo; porque si algo hacía Gabo mejor
que libros era amigos. Macondo es un mundo nuevo y antiguo a la vez, donde son
posibles las utopías de la paz que buscamos, que tantas veces buscamos juntos,
de la justicia, de la libertad, de la educación y sobre todo del amor.
Hoy venimos a la tierra de Rulfo y de Reyes,
de Fuentes y de Paz, a traer nuestro abrazo solidario a la Gaba, esa gran mujer
que llevó el mundo sobre sus espaldas para que su esposo escribiera. A Rodrigo,
a Gonzalo, a toda la familia de nuestro Nobel. Y venimos a dejar testimonio de
que Gabriel García Márquez, el más colombiano de los colombianos, sigue vivo:
seguirá vivo en sus libros y en sus textos, pero sobre todo, más que nada,
vivirá para siempre en las esperanzas de la humanidad. Gloria eterna a quien
más gloria nos ha dado.
Palabras del presidente de México, Enrique Peña Nieto
García Márquez es el más grande novelista de
América Latina de todos los tiempos. Incluso ha sido equiparado con el propio
Miguel de Cervantes, el creador de la novela moderna.
Varias generaciones han soñado, se han
deleitado y han encontrado respuestas a las preguntas de la vida en sus
historias y relatos. Con su obra llevó el realismo mágico a su máxima
expresión. Asumió que ficción y realidad son inseparables en los seres humanos
y de forma especial en nuestra América Latina por la que luchó con ideas y
obras. De esta manera, Gabo, como afectuosamente se le llamaba, colocó a la
literatura latinoamericana a la vanguardia de la literatura mundial.
Desentrañó, precisamente, la esencia y la identidad de nuestra América Latina y
la proyectó al mundo. Si quisiéramos personificar a Latinoamérica con un
símbolo de emoción, generosidad y grandeza, Gabriel García Márquez sería una
figura ideal”.
(...) Los mexicanos lo quisimos y lo habremos
de querer siempre. Hoy, unidos Colombia y México le rendimos un solemne
homenaje. Lo despedimos con la alegría de su vida y con la emoción de sus
libros, convencidos de que Gabriel García Márquez se queda entre nosotros. En
este cálido y emotivo reconocimiento, quiero recordar las palabras que escribió
en el prólogo de Doce Cuentos Peregrinos: “Soñé que asistía a mi propio
entierro, a pie, caminando entre un grupo de amigos vestidos de luto solemne
pero con un ánimo de fiesta. Todos parecíamos dichosos de estar juntos. Y yo,
más que nadie, por aquella grata oportunidad que me daba la muerte para estar
con mis amigos de América Latina, los más antiguos, los más queridos, los que
no veía desde hacía más tiempo”.
** ** **
Imágenes de momento de los
funerales.
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