EL ESPECTADOR
Bogotá – Colombia
1 de abril de 2014
Cultura
La revista a la que Gabo le puso el alma
Los 40 de Alternativa
Se acaban de cumplir cuatro décadas de la fundación
de un proyecto sui-géneris que se ahogó
por falta de dinero y roces con varios poderes.
Por: Elespectador.com
“Estoy comprometido hasta
el tuétano con el periodismo político”, afirmó Gabriel García Márquez durante
una de las pocas entrevistas que el Nobel de Literatura colombiano concedió a
la revista Alternativa, y que apareció en el número 29 de 1975. La misma
coincidía con una restructuración interna y externa de la publicación, que
buscaba modificar la carátula, el logotipo y las secciones con el objetivo de
plasmar en un lenguaje periodístico los problemas de la sociedad, posicionándolos
en la agenda informativa del país, un propósito que además quedó consignado en
su lema: 'Atreverse a pensar es empezar a luchar'.
Ese fue precisamente el
mérito de la revista Alternativa: poner las contradicciones sociales a
disposición del público de a pie, al profano, eludiendo el estilo de los
comunicados de los partidos de la izquierda, repletos de un lenguaje abstracto,
súper especializado y panfletario.
La revista, que comenzó
en 1974 como un experimento de incursión en el periodismo político por parte de
la mayoría de sus miembros fundadores, se constituyó en un proyecto sui géneris
dentro del universo de las publicaciones editoriales y periodísticas en
Colombia, no sólo por el número de personalidades que congregó, sino por la
calidad investigativa, visual y periodística de la misma.
Como lo ha manifestado
Enrique Santos Calderón en varios de sus artículos, Alternativa surgió luego de
que se conociera con García Márquez, y nació en pro de la creación del primer
comité de derechos humanos colombiano. El proyecto, que se emprendió bajo
varias miradas escépticas, resultó en la apuesta política más clara del Nobel
colombiano.
“El trabajo al interior
de la misma era dispendioso, los consejos editoriales eran larguísimos, se
debatía todo, desde la portada y sus frases, hasta los encabezados de los
artículos, todos. Debía existir un consenso que era difícil, pero era sabroso”,
aseguró a El Espectador uno de los integrantes del equipo de trabajo de la
revista.
Alternativa fue uno de
los medios donde diversas personalidades pudieron ejercer una militancia
política desde lo que sabían hacer: escribir, reportear, investigar, dibujar o
diseñar. Así fue como el proyecto vio desfilar, a través de su historia, en la
sala de redacción, no solo a personajes de la talla de Gabriel García Márquez,
sino también a Daniel Samper Pizano, Jorge Restrepo, Enrique Santos Calderón,
Antonio Caballero, Roberto Pombo, Carlos Duplat, Roberto Araújo, Orlando Fals
Borda, entre muchos otros.
La revista sufrió un
proceso de metamorfosis que la llevó a dividirse en dos: la primera generación
de Alternativa era una apuesta para combinar los conocimientos periodísticos de
Gabo, Enrique Santos Calderón y Jorge Restrepo con los resultados
investigativos del grupo “La Rosca”, del sociólogo Orlando Fals Borda. Poco
después de haber publicado los primeros números, el grupo partió cobijas por
sus diferencias sobre cómo orientar políticamente la revista, y las tensiones
ideológicas de cada uno de los miembros.
Así que surgió una segunda
revista con el mismo diseño y el mismo nombre (que aún sigue confundiendo a
quienes la catalogan en las bibliotecas), pero con un eslogan distinto. Una era
dirigida por García Márquez; la otra, por Orlando Fals Borda. La del sociólogo
sólo alcanzó a circular unos pocos números, mientras que la de Gabo vivió seis
años. “El estilo periodístico fue clave para su supervivencia”, aclara Carlos
Duplat.
Desconocer qué es un
‘lead’, cómo atrapar al lector desde el primer párrafo y en general la caja de
herramientas de los periodistas o los secretos de la ‘tribu’, como llama Miguel
Basteiner, además de la ausencia de una figura que le daba un revuelo
internacional al proyecto, le costó al grupo de Fals Borda la continuidad de su
revista.
Para suplir el vacío del
grupo de investigación “La Rosca”, la revista del grupo de Gabo se abrió a un
número de colaboradores como el del periodista y escritor Daniel Samper, quien
tenía una columna desde donde lanzaba duras críticas a la realidad nacional.
Samper cuenta cómo llegó y por qué se unió a la revista:
“Me uní a Alternativa
porque me entusiasmaba la idea de una revista que publicara lo que el resto de
la prensa callaba o disminuía. Además, conocía, respetaba y admiraba a Enrique
Santos Calderón y a Antonio Caballero desde tiempo atrás. Cuando nació
Alternativa rondábamos los 25 años o un poco más. Los tres (Enrique Santos,
Toño y yo) somos de 1945”.
Otros de los renombrados
colaboradores fueron el historiador y economista Jesús Antonio Bejarano,
“Chucho” (quien fuera asesinado al interior de la Universidad Nacional de
Colombia en 1999); Eduardo Umaña Luna, uno de los profesores más recordados del
departamento de sociología de la Universidad Nacional y co-autor con Fals Borda
del libro “La Violencia en Colombia”; el filósofo y también profesor de la U.
Nacional Ramón Pérez Mantilla; el reconocido economista Álvaro Tirado Mejía; el
actor y crítico de cine Diego León Hoyos; el reconocido actor Pepe Sánchez, y
también Beatriz de Vieco, Alejandro Brand, el historiador Jorge Orlando Melo,
el mítico Gerardo Molina y María Luisa Mejía.
Durante su primer período
la revista tenía algunas secciones que resaltaban en pleno como la denominada
“El Zancudo, el único contra quien el gringo nada pudo”, donde se analizaban
las relaciones entre Estados Unidos y Colombia, junto a “¿Y qué hay de nuevo en
Macondo?”, donde se reflexionaba sobre algún suceso de la política colombiana.
En su restructuración
aparecerían secciones como el “noticiero cultural”, donde se podía encontrar
crítica de cine y de libros, sección realizada por Diego León Hoyos, que se
complementaba con las extraordinarias entrevistas con diversas personalidades
del mundo cultural como Salvador Dalí y Nicos Poulantzas, que en su mayoría
hacía Álvaro Tirado Mejía, entre las cuales sobresale una charla con Julio
Cortázar en la que habla sobre su exilio. La revista también abría un espacio
para los lectores a través de su sección cartas del lector.
La revista fue a su vez
el espacio para el inicio de muchos periodistas, entre ellos Antonio Caballero,
que pasó de ser colaborador internacional, pues vivía en España, a ser jefe de
redacción. Por otro lado, Roberto Pombo inició su vida periodística en la
revista como colaborador y corresponsal desde Brasil.
Dentro del diseño informativo
y periodístico en la revista se le dio un espacio importante a la caricatura
política, teniendo en cuenta que en un medio de rápido consumo, literalmente
todo entra por los ojos, y nada mejor si se hace reír a los lectores para que
continúen leyendo. Dicha apuesta hace parte, por supuesto, de iniciativas como
las de Carlos Duplat, quien desde un principio, siendo director de artes
gráficas de la revista, antes de su división, impulsó una apuesta visual que se
mantendría y se profundizaría con el tiempo. “Fue un momento muy agitado, pero
también muy libre para crear y nos arriesgábamos, peleábamos para que fuera
predominantemente visual”, anota Duplat.
Por la revista pasaron
talentosos caricaturistas que hacían uso de seudónimos, como el de “Chinche”.
Otros colaboradores anónimos aparecieron con secciones como la ‘Alternatira’,
que plasmaba protestas campesinas y estudiantiles al mejor estilo de un cómic
norteamericano. Otros dibujantes fueron Joe Broderick y por supuesto Antonio
Caballero, quien incursionó con la serie de tiras cómicas ´El Señor Agente´,
que retrataba la realidad social vista desde la idiosincrasia de un policía.
Otra de las dimensiones
por rescatar de la revista fue la apuesta investigativa, el manejo de las
fuentes, el equipo de trabajo y la presencia de García Márquez, que para ese
entonces participaba activamente en el Tribunal Russell, que le dieron a la
revista un gran renombre. Era fácil que lo que se escribiera en contra de las
dictaduras militares del Cono Sur o de algún político en el exterior llegara a
sus oídos, y que contestaran de forma inmediata a través de la prensa local.
Aunque no se firmaba
nada, al mejor estilo de muchas revistas norteamericanas, en Alternativa se
podían encontrar diversos reportajes sobre las difíciles situaciones sociales
del país y el cubrimiento de eventos internacionales de gran envergadura, como
los primeros roces internacionales limítrofes con Nicaragua en 1980, donde
hacen una entrevista con el canciller nicaragüense Miguel D’Escoto. Sumadas a
espectaculares entrevistas de Gabo con agentes retirados de la CIA, políticos y
líderes mundiales, reportajes sobre Portugal, Nicaragua, el Salvador y Vietnam,
que siempre se anticipaban a la prensa nacional gracias a la información que la
inteligencia cubana le proporcionaba a Gabo.
La seriedad de la revista
les llevó a conseguir información exclusiva, como una entrevista con los
líderes del M-19 y algunos de los embajadores secuestrados en la toma de la
embajada, y este es tan sólo un botón para la muestra.
La ausencia de pauta, los
enemigos que generaron los resultados de las investigaciones que emprendieron
en la revista y la constante intimidación a los miembros y colaboradores por
parte del F-2, hicieron que la revista pasara por momentos difíciles.
Fue víctima de dos
atentados. El primero tuvo lugar en una madrugada en las instalaciones donde se
producía: “fue un aviso, porque no había nadie, pero la segunda fue a matar”,
dice una fuente consultada que prefiere guardar su nombre en secreto. Y se
refiere a la bomba que le pusieron a Enrique Santos en su casa, salvándose de
milagro él y su familia.
Para 1977, a falta de
presupuesto, la revista sufrió un cese de actividades que duraría cuatro meses,
pero serviría para su restructuración y su paso de publicación mensual a
semanario. Aunque seguía manteniéndose el problema del dinero, al respecto Gabo
decía: “hacemos una revista para pobres que muchos pobres no pueden comprar.
Tratamos de crear una conciencia popular, pero a nuestra clientela más accesible
no le interesa tanto la justicia social como las vacaciones en Miami”.
A la revista también le
llegaría el fin. Vería su última versión en 1980, tras 257 números publicados,
un centenar de entrevistas, investigaciones y reportajes. El último número contiene
un balance de la revista, sentidas columnas de Daniel Samper y Gabo sobre la
libertad de prensa y la dificultad para mantener un medio independiente. La
revista también culminaba luego del impulso del movimiento político FIRMES,
como una forma de unificar a los grupos de izquierda, que no logró tener el
impacto que se deseaba, aunque posicionó a Gerardo Molina como concejal.
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