EL TIEMPO
Bogotá – Colombia
19 de Marzo del 2014
Relaciones endogámicas en
"Cien años de soledad"
Por: José Miguel
Alzate |
Gabriel García
Márquez da a entender que en los tiempos
en que el pirata
Francis Drake asaltó a Cartagena,
se presentó la
primera relación de este tipo.
En los primeros capítulos de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez narra el temor que
siempre tuvo el viejo José Arcadio Buendía de que, como consecuencia de las
relaciones entre primos, de pronto en la familia naciera un hijo con cola de
cerdo. No era un temor infundado. El esposo de Úrsula Iguarán tenía
conocimiento de que una tía de ella, que se había casado con un tío de él, tuvo
un hijo que vivió 42 años con una cola cartilaginosa "que nunca se dejó
ver de una mujer". La ocultaba en unos pantalones englobados. Era una cola
de cerdo que lo llevó a morir a esa edad en estado de virginidad. Falleció
cuando un carnicero se la cortó "con una hachuela de destasar".
Esta es la primera referencia que aparece en Cien años de Soledad sobre relaciones
endogámicas. Gabriel García Márquez da a entender que en los tiempos en que el
pirata Francis Drake asaltó a Cartagena, se presentó la primera relación de
este tipo. La bisabuela de Úrsula Iguarán se casó con el primer José Arcadio
Buendía. Aunque no narra que eran primos, deja en el lector la idea de que sí
existía esa relación de familia. Todo porque la mamá del personaje citado en el
párrafo anterior era descendiente directa de este matrimonio. Que el hijo
naciera con una cola en forma de tirabuzón es prueba contundente de que entre
la bisabuela y el primer José Arcadio existía un lazo de familia.
El temor de que naciera un hijo con cola de cerdo, lo
manifestó por primera vez la mamá de Úrsula. Se lo advirtió después de que se
casó con José Arcadio Buendía sin hacer caso a quienes trataron de impedirlo.
Ella la aterrorizó "con toda clase de pronósticos siniestros sobre su
descendencia". Tanto, que logró que rehusara consumar el matrimonio. Para
lograrlo, Úrsula se ponía, antes de acostarse, un pantalón "que su madre
le fabricó con lona de velero y reforzado con un sistema de correas
entrecruzadas". Temiendo que José Arcadio la violara dormida, cerraba el
pantalón por delante "con una gruesa hebilla de acero". Esta fue la
razón por la cual en Macondo empezó a rumorarse que José Arcadio Buendía era
impotente.
Hay una relación endogámica en la novela que no alcanza a
consumarse. Arcadio, el hijo que tuvo José Arcadio con Pilar Ternera, ignorando
que ella es su madre, se le aparece en la casa para proponerle que hagan el
amor. Ella le contestó que eso era imposible, pero no le dijo por qué. Ante la
negativa, él le enrostró su pasado. Entonces Pilar Ternera le sugirió que esa
noche dejara la puerta de su cuarto sin tranca, que ella lo visitaría. Pero la
que apareció fue Santa Sofía de la Piedad, una mujer a quien ella le ofreció
cincuenta pesos para que lo hiciera feliz. Arcadio se dio cuenta del engaño
cuando notó que "no olía a humo sino a brillantina de florecitas".
Úrsula Iguarán también alimentaba el mismo temor de su
esposo por las relaciones sexuales entre familiares. Como veía que en la casa
se vivía un ambiente donde los hermanos querían poseer a las hermanas, antes de
morir elevó oraciones a Dios para pedirle que impidiera que actos de esta
naturaleza ocurrieran entre los suyos. Ella tenía fresca en la memoria la tarde
en que encontró a Aureliano José, el hijo de Aureliano Buendía con Pilar
Ternera, besándose con su tía Amaranta en el granero. Sin sospechar nada,
Úrsula solo atinó a decirle: "Quieres mucho a tu tía". Él, asustado,
contestó que sí. Ese día Amaranta decidió cortar la relación.
En los capítulos finales de Cien años de soledad se narra cómo el último Aureliano, el hijo de
Meme y Mauricio Babilonia, aprovecha que Amaranta Úrsula sale del baño
"con una toalla enrollada en la cabeza" para, tomándola por sorpresa,
hacer el amor con ella. De esta relación nació el hijo con cola de cerdo que
los padres de la estirpe habían advertido. Se la descubrió la comadrona que
atendió el parto cuando, después de cortarle el cordón umbilical, "se puso
a quitarle con un trapo el ungüento azul que le cubría el cuerpo". Al
voltearlo boca abajo le descubrieron que tenía algo más que el resto de los
mortales. Era la cola de cerdo. Amaranta Úrsula era hija de Fernanda del Carpio
y Aureliano Segundo. Aureliano descubriría después, en los manuscritos del gitano
Melquíades, que Amaranta Úrsula era su tía.
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