20 de marzo de 2014

MEMORABILIA GGM 725



EL TIEMPO
Bogotá – Colombia
19 de Marzo del 2014

Relaciones endogámicas en
"Cien años de soledad"

Por: José Miguel Alzate |

Gabriel García Márquez da a entender que en los tiempos
en que el pirata Francis Drake asaltó a Cartagena,
se presentó la primera relación de este tipo.


En los primeros capítulos de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez narra el temor que siempre tuvo el viejo José Arcadio Buendía de que, como consecuencia de las relaciones entre primos, de pronto en la familia naciera un hijo con cola de cerdo. No era un temor infundado. El esposo de Úrsula Iguarán tenía conocimiento de que una tía de ella, que se había casado con un tío de él, tuvo un hijo que vivió 42 años con una cola cartilaginosa "que nunca se dejó ver de una mujer". La ocultaba en unos pantalones englobados. Era una cola de cerdo que lo llevó a morir a esa edad en estado de virginidad. Falleció cuando un carnicero se la cortó "con una hachuela de destasar".

Esta es la primera referencia que aparece en Cien años de Soledad sobre relaciones endogámicas. Gabriel García Márquez da a entender que en los tiempos en que el pirata Francis Drake asaltó a Cartagena, se presentó la primera relación de este tipo. La bisabuela de Úrsula Iguarán se casó con el primer José Arcadio Buendía. Aunque no narra que eran primos, deja en el lector la idea de que sí existía esa relación de familia. Todo porque la mamá del personaje citado en el párrafo anterior era descendiente directa de este matrimonio. Que el hijo naciera con una cola en forma de tirabuzón es prueba contundente de que entre la bisabuela y el primer José Arcadio existía un lazo de familia.

El temor de que naciera un hijo con cola de cerdo, lo manifestó por primera vez la mamá de Úrsula. Se lo advirtió después de que se casó con José Arcadio Buendía sin hacer caso a quienes trataron de impedirlo. Ella la aterrorizó "con toda clase de pronósticos siniestros sobre su descendencia". Tanto, que logró que rehusara consumar el matrimonio. Para lograrlo, Úrsula se ponía, antes de acostarse, un pantalón "que su madre le fabricó con lona de velero y reforzado con un sistema de correas entrecruzadas". Temiendo que José Arcadio la violara dormida, cerraba el pantalón por delante "con una gruesa hebilla de acero". Esta fue la razón por la cual en Macondo empezó a rumorarse que José Arcadio Buendía era impotente.

Hay una relación endogámica en la novela que no alcanza a consumarse. Arcadio, el hijo que tuvo José Arcadio con Pilar Ternera, ignorando que ella es su madre, se le aparece en la casa para proponerle que hagan el amor. Ella le contestó que eso era imposible, pero no le dijo por qué. Ante la negativa, él le enrostró su pasado. Entonces Pilar Ternera le sugirió que esa noche dejara la puerta de su cuarto sin tranca, que ella lo visitaría. Pero la que apareció fue Santa Sofía de la Piedad, una mujer a quien ella le ofreció cincuenta pesos para que lo hiciera feliz. Arcadio se dio cuenta del engaño cuando notó que "no olía a humo sino a brillantina de florecitas".

Úrsula Iguarán también alimentaba el mismo temor de su esposo por las relaciones sexuales entre familiares. Como veía que en la casa se vivía un ambiente donde los hermanos querían poseer a las hermanas, antes de morir elevó oraciones a Dios para pedirle que impidiera que actos de esta naturaleza ocurrieran entre los suyos. Ella tenía fresca en la memoria la tarde en que encontró a Aureliano José, el hijo de Aureliano Buendía con Pilar Ternera, besándose con su tía Amaranta en el granero. Sin sospechar nada, Úrsula solo atinó a decirle: "Quieres mucho a tu tía". Él, asustado, contestó que sí. Ese día Amaranta decidió cortar la relación.

En los capítulos finales de Cien años de soledad se narra cómo el último Aureliano, el hijo de Meme y Mauricio Babilonia, aprovecha que Amaranta Úrsula sale del baño "con una toalla enrollada en la cabeza" para, tomándola por sorpresa, hacer el amor con ella. De esta relación nació el hijo con cola de cerdo que los padres de la estirpe habían advertido. Se la descubrió la comadrona que atendió el parto cuando, después de cortarle el cordón umbilical, "se puso a quitarle con un trapo el ungüento azul que le cubría el cuerpo". Al voltearlo boca abajo le descubrieron que tenía algo más que el resto de los mortales. Era la cola de cerdo. Amaranta Úrsula era hija de Fernanda del Carpio y Aureliano Segundo. Aureliano descubriría después, en los manuscritos del gitano Melquíades, que Amaranta Úrsula era su tía.

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