Biblioteca Nacional de Colombia
Bogotá – Colombia
24 de septiembre de 2016
Noticia
Seleccionados ganadores
Becas de investigación sobre Gabo
Seleccionados ganadores Becas de
investigación sobre la obra de Gabriel García Márquez en Austin (Texas)
*Dos Investigadores colombianos podrán
acceder a los archivos personales del nobel colombiano, adquiridos por el Harry
Ransom Center de la Universidad de Texas.
*Los dos investigadores se hicieron
acreedores a dos becas, cada una por USD $5.000, ofrecidas por el Ministerio de
Cultura, en el marco del Programa Nacional de Estímulos.
Bogotá D.C. septiembre 23 de
2016. Los investigadores Álvaro Acevedo Tarazona, con el proyecto La pregunta
de Gabo y Rafael Darío de Jesús Jiménez Padilla, con el proyecto Periodismo y
literatura de García Márquez entre Caracas, la revolución cubana y México 1957–1967,
fueron los ganadores de las Becas de investigación sobre la obra de Gabriel
García Márquez y su entorno en la Universidad de Texas en Austin.
Los ganadores fueron
seleccionados por una terna de jurados, escogida por el Ministerio de Cultura,
conformada por Conrado Zuluaga Osorio, Alberto Salcedo Ramos y Hugo Hernán
Ramírez Sierra, quienes tuvieron en cuenta la originalidad de las propuestas de
investigación, el vínculo entre el patrimonio bibliográfico y documental de
Gabriel García Márquez con las colecciones que se encuentran en Colombia y la
trayectoria de los participantes.
Los seleccionados podrán
profundizar, durante tres semanas del mes de octubre, en la vida y legado del
Nobel colombiano, sus manuscritos, fotografías, correspondencia y demás
archivos personales, adquiridos por el Harry Ransom Center de la Universidad de
Texas en 2015.
Este archivo literario de la
Universidad de Texas es uno de los más importantes del mundo. Junto a la obra
del nobel colombiano reposan archivos tan importantes como el del escritor
argentino Jorge Luis Borges, el irlandés James Joyce, el estadounidense William
Faulkner y Premios nobel como Samuel Beckett, J.M. Coetzee y Ernest Hemingway.
Las dos becas de
investigación, cada una por USD $5.000 y concedidas por el Ministerio de
Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia, en colaboración con la
Universidad de Texas en Austin, cubren alojamiento, alimentación, transporte
local, materiales y seguro médico. El Ministerio de Cultura de Colombia,
cubrirá además los gastos de desplazamiento desde el lugar de residencia de los
investigadores en Colombia a los Estados Unidos.
El Ministerio de Cultura
espera que el producto de estas investigaciones contribuya al enriquecimiento y
difusión del patrimonio bibliográfico y documental sobre Gabriel García Márquez
que se encuentra en Colombia.
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El Mundo
Madrid – España
13 de septiembre de 2016
Opinión
Eliseo Alberto en el recuerdo
Por Raúl Rivero
[…]
El creador y difusor de la
palabra española de origen cubano gusañero (una combinación siniestra de gusano
y compañero) aseguraba que se conservaban las cartas cruzadas entre su abuela
(de Eliseo, n. del e.) y Rose. Y
solía cerrar la historia de esa relación con un episodio demasiado caribeño en
el que aparecía, de pronto, Gabriel García Márquez y contribuía a que el
asunto, tan conmovedor y humano, comenzara a perder credibilidad.
Decía el poeta que un día, en
la casa de la familia, donde el Gabo tenía mesa y cama, le contaron la historia
de las cartas entre Berta y Rose. El colombiano decidió que tendrían que
comunicarse de inmediato con la Fundación Kennedy para ponerse de acuerdo con
los herederos y tratar de publicar aquellas misivas.
El escritor cubano Eliseo Alberto,
fotografiado en Madrid en 2008. Kike Para
García Márquez consiguió el
teléfono directo de la Fundación de la familia Kennedy. Contaba Lichi que en
cuanto le contestaron desde la institución norteamericana, el Gabo dijo esto:
"Aló, soy Gabriel García Márquez". Y el funcionario le respondió en
español: "Está bien, yo soy el Pato Donald". Y le colgó el teléfono
al Premio Nobel.
Y ya no se volvió a hablar
del asunto de las cartas entre Bertica y Rose.
Si desea leer la nota
completa vaya a
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Firmas Selectas
Blog de Prensa Latina
Bogotá – Colombia
23 de septiembre de 2016
Los 65 años de Comprimido
Una aventura metafísica de García
Márquez
Por Óscar Domínguez G.*
Especial para Firmas Selectas
de Prensa Latina
El Mago Davila y Garcia Márquez
Tal vez sea cuestión de
magia, pero el único colombiano de 87 años cumplidos que puede decir que en
1951 fue amigo y linotipista de García Márquez y sigue vivito, coleando y
trabajando, es Guillermo “El Mago” Dávila. El caballero de la luenga barba se
presenta como un híbrido de linotipista enraízado en periodista.
Con Gabriel, como le dice al
Nobel sin que se le oiga mal, hicieron hace 65 años el periódico más pequeño
del mundo, Comprimido, que fue eterno mientras duró, como el amor: seis
números, de 22 centímetros de alto por 14 centímetros de ancho, sin márgenes.
Este bumangués siempre
risueño, antípoda de la tristeza y de la pereza, optimista de profesión, esposo
de doña Lydda Forero, quien se “fue a la morada celestial”, es padre de cinco
hijos y abuelo de trece nietos, incluida Sofía, quien le pidió permiso para
adoptarlo como abuelo.
El Mago, amigo personal del
azar como que promueve juegos de esta naturaleza, es mormón en sus ratos de
ocio y en los demás, y ha sobrevivido a dos accidentes de aviación, uno de
ferrocarril, caídas por las escaleras, atracos, la diverticulitis, “a mujeres
bravas y maridos incomprensivos”.
El Salmo 91, su mantra, tiene
todo que ver en sus múltiples supervivencias. Vive debajo de un sombrero.
Como por arte de
birlibirloque ha sido también comentarista hípico, vendedor de loterías y de
chance; ha leído la buenaventura en manos de bellas y feos durmientes; ha sido
jefe de relaciones públicas y asesor de ministros, brujos e indios amazónicos,
gran cronista, editor de revistas como la de El Congreso, en servicio activo.
Dávila se niega a pasar de la edad de la pasión a la de la pensión.
En los tiempos en que el
hipódromo era su hábitat, fue galardonado con la orden de Caballero del turf.
Si los caballos no
existieran, el Mago los habría sacado de
la manga. Los equinos han sido su “modus vivendi y comiendi”. Si se lo
propusiera, como buen mago que es, podría reencarnar en caballo, ahora que está
vivo.
Pero entre todos sus destinos
ama el de linotipista. De su oficio recuerda que “la linotipia convertía las
ideas en plomo”. Siempre en noviembre, en el Cementerio Central, se echa el
mismo discurso para recordar a sus colegas “linotiplistas”. Luego posan para la
foto los sobrevivientes del gremio. Cierran la jornada con almuerzo de
compañeros, en su sede del sur.
El Mago habló cualquier sobre
su famoso cadapuedario:
¿Por qué un
periódico?
–Gabriel García Márquez llega
a trabajar en El Universal de Cartagena como periodista, comentarista y
editorialista en el periódico de Domingo López Escauriaza. Guillermo Dávila,
“El Mago”, llega por esa época, 1951, como linotipista. Ahí nos conocemos.
Dice García Márquez en “Vivir
para contarla”: “En uno de aquellos amaneceres en las bóvedas, Dávila me contó
su idea de hacer un periódico de veinticuatro por veinticuatro –media cuartilla–
que circulara gratis en las tardes en la hora atropellada del cierre del
comercio. Sería el periódico más pequeño del mundo, para leer en diez minutos.
Así fue. Se llamaba Comprimido, lo escribía yo en una hora a las once de la
mañana, lo armaba y lo imprimía Dávila en dos horas y lo repartía un papelero
temerario que no tenía respiro ni para vocearlo más de una vez”.
–¿Por qué Comprimido?
Se trataba de exponer ideas
en pocas palabras. Economizar también tinta y papel. El propósito era darle a
Cartagena un diario vespertino que sustituyera a “El Fígaro“, que dejó de
circular.
–¿Por qué en
Cartagena?
–Coincidimos Gabriel y yo en
llegar a La Heroica, a El Universal, para “escampar” cada quien de las
preocupaciones que tenían en las ciudades donde estaban trabajando. Gabriel, en
Barranquilla, y yo en Bogotá.
– ¿Por qué metafísico?
–Las dimensiones físicas de
Comprimido, media carta, le hacen escribir a Gabriel en el editorial de nuestro
sexto número, “La última piedra”: “Comprimido seguirá circulando en su formato
ideal, que ciertamente merecen para sí muchos periódicos. Desde éste mismo
instante, este empieza a ser –para honra y prez de nuestros ciudadanos– el
primer periódico metafísico del mundo”.
– ¿Por qué con
“Gabriel”?
–García Márquez me veía como
“mago” y lo dijo: “Para mí, compartir con una mago la rutina diaria fue como
descubrir por fin la realidad”.
Yo veía en García Márquez a
un compañero superior por su manera de escribir y el convencimiento que tenía
de que debía llegarle un premio por “La Hojarasca”, procedente de Argentina. A
esto hay que sumarle que ni Gabriel ni yo, en ningún momento, pensamos en cómo
sería retribuido económicamente el tiempo que invertiríamos en hacerlo.
– ¿Por qué
nació un 18 de septiembre?
–Porque fue la fecha en que
la gobernación de Cartagena, que estaba a cargo en ese momento de Fulgencio
Lequerica Vélez, nos hizo saber que nuestro diario había sido registrado en el
libro de publicaciones de esa gobernación.
–¿Cómo ejerció la dirección el Gabo?
–De manera extraordinaria, se
mandaba a sí mismo. Ejemplo, la narración de una corrida de toros se limitaba a
decir buena o mala. Un discurso de Alfonso López Pumarejo, que le merecía dos o
tres páginas del diario El Tiempo, en Comprimido simplemente se registraba:
“López dijo que los Conservadores…”
–¿En qué consistió la gerencia de “El Mago” Dávila?
–En levantar los originales
como linotipista. Dirigir la armada de las cuatro páginas. Sacar 28 pesos de su
cuenta de ahorros para pagar cada edición. Visitar a los turcos de Cartagena
pidiéndoles un aviso de un peso o cincuenta centavos, que nunca se lo dieron.
–¿Cuál fue el aporte a la causa del gobernador
Lequerica?
–Que a diferencia de los
actuales mandatarios, tomaba en cuenta los memoriales que se le dirigían.
–¿Cuántas
ediciones circularon?
–Seis
–¿Qué noticias
dieron en Comprimido?
–“Yo acabo con tiburones”,
dijo Tito Bechara; “Veinte mil pesos aporta el municipio a Cartagena”, “Hagamos
del turismo una industria y de Cartagena la meca del turismo”.
En su sexto número, “La
última piedra”, Gabo escribió: “Comprimido seguirá circulando en su formato
ideal, que ciertamente merecen para sí muchos periódicos. Desde éste mismo
instante, empieza a ser (…) el primer periódico metafísico del mundo”.
– ¿Cómo nació la amistad con el Nobel?
–De una parte, el ser
linotipista de García Márquez, me daba la oportunidad, no sólo de compartir las
inquietudes del momento sino también los momentos de descanso, cuando salíamos
al atrio de la iglesia de San Pedro Claver, hablábamos de su espera de noticias
procedentes de Argentina en relación con su novela “La Hojarasca”; también, de
la presencia en el periódico de aquellos censores que velaban porque no se
dijese nada contra el gobierno nacional, a lo cual él siempre le “mamó gallo”
(colombianismo por chanza ingeniosa, broma).
Teníamos también nuestras
conversaciones sobre los culebreros que enviaban la abarca para detener la
muerte de los pacientes mientras ellos llegaban; los muertos felices; La
Princesita y las Leyendas de las Sabanas de Bolívar; los gaiteros y las cumbias
y disfrutábamos en algunas noches las exquisitas comidas de la cueva en donde
sin iguales maricones en suecos, servían frutos del mar y guartinaja con arroz
con coco.
– ¿Por qué dejó de circular?
–Porque se acabaron los 128
pesos que se habían economizado y en la Caja Colombiana de Ahorros no dejaban
sacar un peso más.
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EL PAÍS
Madrid – España
24 de septiembre de 2016
Cultura
La pasión por el detalle del cronista
Gabo
Luzangela Arteaga, la periodista que
colaboró con el Nobel
en la reportería de Noticia de un secuestro,
recuerda el proceso del libro a los 20
años de su publicación
Gabriel García Márquez en mayo de 1996
en Madrid. Santi Burgos
Darío Arizmendi, por aquel
entonces y todavía hoy director de 6AM, de Caracol Radio, cogió a una ni
siquiera treintañera Luzangela Arteaga, la retiró de la cabina del programa y
le soltó sin más miramientos: “Yo soy muy amigo de Gabo, está preparando algo
especial, no sé qué, pero me pidió a una persona detallista, reservada, alguien
especial. He pensado en ti. Te vas mañana para Cartagena”.
Así, con un golpe seco, entró
en mi vida el maestro.
Arteaga recuerda, en una
tarde del eterno otoño bogotano, ya con 51 años, cómo llegó a la ciudad del
Caribe colombiano, marcó al teléfono que le había dado Arizmendi y se dirigió a
la casa “absolutamente blanca” de García Márquez. Aquel día se encontró con
alguien “muy serio, analítico, enteramente diferente a lo que fue en adelante”.
El Nobel colombiano le invitó a seguir y directamente se sentaron en una mesa
de trabajo: “Mira, en esto estoy trabajando”, le vino a decir antes de leerle
lo que sería el esbozo del primer capítulo de su próxima obra, Noticia de un secuestro, de cuya
publicación este año se cumplen 20 años. En los siguientes dos años, Arteaga
sería la sombra en la reportería con la que Gabo regresaba al periodismo.
Maruja Pachón y su marido,
Alberto Villamizar, le habían propuesto a García Márquez escribir un libro a
partir de la experiencia de ella durante su secuestro de seis meses dos años
atrás. El escritor tenía bien avanzado el primer borrador cuando se percató,
como cuenta en la introducción de la crónica, que no tenía sentido desvincular
aquel rapto de otros nueve que ocurrieron por aquel entonces en una Colombia
azotada por el narcotráfico y supeditada a los desmanes de Pablo Escobar,
personaje implícito en toda la obra.
Es en ese instante cuando el
papel de Arteaga, muy cauta a la hora de hablar del libro en estos 20 años,
adquiere un papel fundamental. “Aquel día en su casa me contó los detalles
interminables que quería corroborar”, recuerda la periodista. “Para él, fue un
regalo maravilloso que todos los protagonistas de algo tan espantoso abriesen
su corazón y se lo entregaran”. Pero no era suficiente. Gabo quería más.
“Necesitaba ambientar lo que le contaban, lo de afuera, confirmar hasta el
último detalle, saber cuánto frío hacía, los semáforos que había, las balas que
disparaban, quería saberlo absolutamente todo. Esa fue mi tarea durante los dos
años siguientes”.
Después de hacer
interminables entrevistas, donde Gabo, como recuerda Maruja Pachón, iba y venía
para sonsacar cada uno de los detalles a los personajes, su prima hermana y
secretaria privada, Margarita, transcribía las horas de grabación. Después, se
reunía con Arteaga: “Un encuentro con el maestro era sinónimo de tarea para dos
meses”. Ambos se sentaban a revisar los apuntes sobre la transcripción, a
hablar de los escenarios. De los detalles. Siempre los detalles. Fue ahí cuando
Arteaga se percató de la grandeza del Nobel. “No había espacio para la duda y
si la había, seguíamos hasta verificarlo. Si no lo conseguíamos, no se
incluía”.
La minuciosidad de Gabo no
tenía límites. “Quería ir a la casita donde llevaron a Maruja y a Beatriz,
quería entrar al baño… O meterse en el carro donde las sacaron para
trasladarlas al lugar en el que se encontraron con Marina. Le habían contado,
como refleja en el libro, que podían respirar y ver un poquito. Él quería saber
hasta dónde. Busqué durante dos años el carro pero fue imposible”, rememora
Arteaga. Aunque ahora ríe, fue un trabajo exhaustivo de comprobación, de
empeñarse a fondo. “Vivía con la angustia de no tener ninguna imprecisión, tuve
el cuidado de que todo lo que le enseñaba lo acompañaba con un documento”, relata,
mientras enseña una muestra de los papeles que aún conserva: recortes de
periódicos, de revistas, documentos, derechos de petición… No todas se usarían.
Algunas eran por mera curiosidad, como los resúmenes que le tuvo que hacer de
las novelas que veía Pacho Santos, ex vicepresidente de Colombia, durante su
cautiverio.
Durante esos dos años, la
joven Arteaga no podía contar nada a sus compañeros de profesión, a los que
escudriñaba con algunos detalles como si se trataran de inocentes preguntas de
periodista inquieta.
Las jornadas de trabajo
presenciales con Gabo tenían hora de inicio pero nunca se sabía cuándo
acababan. A medida que el libro se concretaba y la confianza entre ambos iba a
más, los sobresaltos podían llegar en cualquier momento. Arteaga dejaba todo lo
que estaba haciendo, como aquel domingo que se pasó pegada al teléfono después
de dar de almorzar a sus hijas hasta bien entrada la noche. “Me llamó desde
México, había estado hablando con Beatriz y le había contado el detalle del
perfume que le había regalado uno de sus secuestrados y que le había dicho 'mi
amor'. Estaba completamente indignado. Vivió tan intensamente lo que escuchó de
sus protagonistas, lo llevó tan adentro que sintió la misma ira y frustración”.
Han pasado dos décadas y
Arteaga ha vuelto a desempolvar la ingente documentación que guarda de
entonces. Hablará de ello el próximo jueves en Medellín, durante los premios
que organiza la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo
Iberoamericano, creada por el escritor. Será una forma de celebrar el vigésimo
aniversario de la crónica que leyó por primera vez ante un grupo de estudiantes
de la Escuela de EL PAÍS, en Madrid. Aquellos dos años fueron una lección de
periodismo que Arteaga nunca olvidará. Como tampoco lo hará uno de sus últimos
encuentros con Gabo. Al poco de publicarse Noticia
de un secuestro, Darío Arizmendi supo que el escritor y periodista se
encontraba a punto de coger un vuelo. “Ve al aeropuerto y le haces una
entrevista”. Arteaga llegó, se saludó cariñosamente con Gabo y le contó la
encomienda:
—Uy, yo no le voy a contestar
a usted más preguntas, le dijo entre risas.
—Maestro, al menos no me
puede culpar por intentarlo.
—No, le hubiese culpado si no
lo hubieses hecho.
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El Dia
Tenerife – Islas Canarias – España
25 de septiembre de 2016
Cultura y Espectáculos
"Cien años de soledad
es ante todo un mundo
autónomo de ficción"
Por Juan Manuel García Ramos
Escritor y catedrático de
filología española
Juan Manuel García Ramos, catedrático de
Filología Española de la Universidad de La Laguna, ha publicado el ensayo
titulado "Teoría de la lectura. Cien años de soledad".
"Creo firmemente que
después del El Quijote, la mejor novela en lengua española es Cien años de
soledad. Digan lo que digan los enemigos de García Márquez, que los hay en
abundancia". Esta es la contundente opinión del catedrático de Filología
Española de la Universidad de La Laguna (ULL) Juan Manuel García Ramos, quien
ha publicado el ensayo "Teoría de la
lectura. Cien años de soledad".
Este estudio, que ha sido
editado por el Servicio de Publicaciones de la ULL, es el producto de un arduo
trabajo basado en las reflexiones personales y de debates de los cerca de
cuatrocientos alumnos matriculados en las asignaturas que impartió durante más
de una década García Ramos en la Facultad de Filología, "Textos Hispanoamericanos Contemporáneos" y "Narrativa
Hispanoamericana Contemporánea. Grandes Voces".
Las más de ciento treinta
páginas que conforman el libro son el resultado de una metodología de trabajo
que se ha basado en leer, pensar, debatir, contrastar y escribir. "Lo que
se buscaba era que el alumno partiera de su propia experiencia lectora, de su
patrimonio referencial, de su medio, de su historia, de su sentido estético e
ideológico, de su sicología; es decir, se trataba de hacer pensar sobre lo
leído, de disfrutarlo o rechazarlo, antes de recibir conclusiones por parte del
profesor de lo que se habría de opinar sobre el texto", apuntó el escritor
tinerfeño.
La experiencia acumulada
durante todos estos años de intercambio de opiniones indica que algunos de los
alumnos coincidieran en sus deducciones tras la lectura de la universal obra de
García Márquez, aunque también "hubo discrepancias a la hora de descifrar
lo escrito por Gabriel García Márquez en su obra. Toda lectura sincera siempre
es dialéctica".
La admiración que siente y el
estudio que ha realizado García Ramos de "Cien años de soledad" ha
derivado en un cúmulo de conclusiones muy interesantes en torno a esta especial
novela, una de las más leídas de la literatura hispanoamericana.
"Cien años de soledad es ante todo un mundo autónomo de ficción, y como
mundo autónomo se explica y se justifica por sí mismo, un mundo dotado de vida
propia, en el que todos sus elementos consiguen crear una cohesión esencial. En
ese mundo existe una regla: todo es posible, nada es extraño, pero todo ello
dentro de una estructura perfectamente lógica, una vez conocida".
Desde su punto de vista se
trata de "un mundo al que podemos llamar mítico por varias razones, en
primer lugar por el hecho de ser mundo autónomo, y por tanto diverso del macizo
mundo real, y en segundo lugar porque lo podemos considerar una narración
anagógica por ser una visión global y total de la civilización".
Otra de las apreciaciones que
se reflejan en el ensayo "Una teoría de la lectura: Cien años de soledad" es que también encierra, a su juicio,
"un mundo mítico porque en él la naturaleza y los objetos tienen
sentimientos humanos", como cuando muere José Arcadio llueven flores
amarillas; o cuando muere Úrsula llueven pájaros; los clavos se desesperan...
También porque en esa
fantasía mágica que propone Márquez en su novela no hay diferencias entre los
fantasmas y los seres humanos, porque en él el destino "en forma de los
pergaminos de Melquíades se encuentra presente en la vida de todas las criaturas,
porque en él el padre Nicanor se eleve a diez centímetros del suelo o que
Remedios ascienda a los cielos agarrada a una sábana se tienen como hechos sin
mayor trascendencia...", apuntó.
Este miembro de la Academia
Canaria de La Lengua, y autor de novelas como Bumerán, El inglés, El guanche en Venecia o El zahorí de Valbanera, se muestra muy agradecido a los alumnos
que pasaron por sus clases, porque descubrió claves en la obra del Premio Nobel
colombiano que quizás no hubiera percibido con sólo su perspectiva lectora.
"Durante la primera
mitad del siglo XX, la literatura tendió a encerrarse en sí misma; a esa
tendencia debemos algunas de las mejores novelas que ha dado la historia, pero
a veces también, a la larga, una literatura vanidosa, autofágica y finalmente
conformista, una literatura para literatos, que es el destino más triste de la
literatura...", comentó.
También considera que durante
la segunda mitad del siglo XX, "la narrativa latinoamericana recuperó para
el español el legado perdido de Cervantes, poniendo otra vez a nuestra lengua
en el lugar de privilegio que había ocupado con Cervantes. El uso de la
legislación del cuento más tradicional. Eso es Cien años de soledad".
Para García Ramos, Premio
Canarias de Literatura, "la magia, como la literatura, es un alivio para
el hombre que se debate entre el misterio de su origen y el misterio de su
extinción: Cien años de soledad es eso: origen y extinción", recoge en su
trabajo.
Este catedrático lagunero,
acérrimo admirador y defensor de los valores presentes en los veinte capítulos
de Cien años de soledad, publicada en
Buenos Aires en el año 1967, y del acontecer de la familia Buendía, quiere
contribuir de esta forma a celebrar el medio siglo de existencia de una obra ya
clásica que se convirtió en el "libro de cabecera" de él y de sus
alumnos durante más de una década.
50 aniversario de la publicación de Cien años de soledad.
El escritor y miembro de la
Academia Canaria de la Lengua Juan Manuel García Ramos contribuye con este
estudio al homenaje a los cincuenta años que se cumplen en 2017 de la
publicación de Cien años de soledad,
la obra cumbre del escritor colombiano Gabriel García Márquez, que ha sido
traducida a treinta y cinco idiomas y de la que se han vendido treinta millones
de ejemplares.
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