PRISA Radio
Madrid –
España
25 de
agosto de 2016
Entrevistas
Gabo: “lo que me interesa es
contar cosas que le suceden a la
gente”
Esta conversación se grabó en 1996. Iñaki
Gabilondo habÃa intentado conseguir, en varias ocasiones, una entrevista en directo
con Gabriel GarcÃa Márquez pero el gran escritor se resistÃa. Un hombre tan
extremadamente meticuloso como él, tenÃa miedo a cometer algún pequeño error
durante la conversación y que ese error (lo sabÃa muy bien por experiencia) se
convirtiera en un acontecimiento que se propagara por todo el mundo. Tras
varias intentonas fallidas, el equipo de Hoy por Hoy de Cadena SER, consiguió
que pudieran encontrarse, pero serÃa una conversación grabada en la casa de
Barcelona de Carmen Balcells, editora y amiga de Márquez. Esta grabación es una
pequeña joya.
Durante este podcast se escucha la
conversación sin retoques, en la que Iñaki Gabilondo se corrige o replantea
ante el entrevistado algunas de sus preguntas “Tal vez sea algo tonta”, le
dice. Durante la charla, se van estrechando lazos y Gabo pide al periodista,
“¡No me metas en la polÃtica de España en estos momentos!”, cuando le pide su
opinión. Una conversación desnuda que recuperamos del archivo sonoro de Prisa
Radio.
Desde que Márquez recibió el Premio Nobel de
Literatura en 1982, pocos le llamaban Gabo en su querida Colombia, habÃan pasado
a llamarle Don Nobel o Don Premio. Durante la entrevista, Iñaki le pregunta
sobre la situación de su paÃs y como algunos sectores tratan de darle una
responsabilidad que “ni quiero, ni merezco”. “Yo creo que en Colombia tenemos
una oportunidad de hacer una depuración a fondo de la clase polÃtica”, apunta.
No es que quiera acabar con la clase polÃtica, sino exigir la renuncia de
aquellos implicados en tramas de corrupción.
Ese mismo año, se ha publicado el libro Noticia de un secuestro un reportaje
sobre el secuestro de numerosas personalidades en Colombia a manos del narcotráfico.
“Yo no oculto que una de las muchas razones por las cuales yo querÃa escribir
ese libro es poder explicar mejor qué es lo que yo entiendo por reportaje”. Ya
le han preguntado por qué se escribe un libro como ese y Gabo contesta que “si
no lo escribe, se muere”. Es su vida la que está de por medio. “Ese libro no
habla de los acontecimientos, si no del sufrimiento de las personas”.
Recuerdas los dÃas en los que escribió Cien años de soledad. Su mujer,
Mercedes, le liberó de todas las cargas para que se pudiera dedicar
exclusivamente a escribir. Hubo un momento en que no les quedaba ni un céntimo
y Gabo tuvo que empeñar el primer coche que habÃa tenido en su vida. Siguió escribiendo, pero con los meses el
dinero volvió a terminarse. El casero pidió a Mercedes los cuatro meses que
debÃan de alquiler pero no los tenÃa, “dentro de siete meses Gabo acabará la
novela y te los pagaremos”, le dijo. El dueño de la casa contestó “con su
palabra me basta, señora”. Y asà fue. Mercedes le pagó puntualmente en cuanto
la novela se publicó y Gabriel pudo sacar un poco de dinero escribiendo textos
publicitarios.
Cuando por fin terminó la novela, Gabriel y
Mercedes fueron hasta una oficina de correos a enviar el manuscrito. Al llegar,
pesaron los papeles, pero el precio del envÃo era demasiado elevado. Asà que
Gabo dividió en dos el taco de hojas y mandó una primera tanda, sin darse
cuenta de que era la segunda parte de la novela. Volvieron a casa y empeñó las
últimas cosas de valor que les quedaban: un calentador, un secador de pelo y
una batidora. Con ese dinero mandaron la otra mitad del texto. “Yo creÃa que era
lo mejor que habÃa escrito, pero me asusté cuando el editor me dijo que iban a
lanzar 8000 ejemplares”, era una cantidad altÃsima y le pareció un disparate.
De sus anteriores novelas sólo se habrÃan vendido setenta ejemplares, ¿cómo
iban a lanzar miles?
La entrevista continúa en torno a la vida del
escritor, sus deseos, miedos y opiniones. Hablan de la profesión de periodista
o cuando Gabriel quiso ser director de cine y se fue a Roma en 1955 a probar
suerte. Al final, recuerda, todo le llevó al mismo lugar: “contar cosas que le
suceden a la gente”.
Este enlace está la entrevista:
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Letralia
Cagua -Venezuela
Jueves 25 de agosto de 2016
Critica
Gabriel GarcÃa Márquez y el
cuento
Esa mágica forma de contar
Por Fernando
Chelle
Resulta normal, y hasta casi lógico, que al
pensar en la figura de Gabriel GarcÃa Márquez (Aracataca, Colombia, 6 de marzo
de 1927; Ciudad de México, México, 17 de abril de 2014) lo primero que se nos
venga a nuestra mente sea la imagen del gran novelista, ganador del Premio
Nobel de Literatura en el año 1982. Esto es algo incuestionable, porque desde
La hojarasca (1955) hasta Memoria de mis putas tristes (2004), pasando por la
mÃtica Cien años de soledad (1967), o por cualquiera de sus otras siete novelas,
el escritor colombiano se ganó, tanto dentro de la crÃtica literaria como entre
los lectores, el reconocimiento de gran novelista. No obstante esto, se podrÃa
decir que lo que forma la base de su gran literatura son los relatos cortos,
los cuentos. Las historias breves, dentro de la literatura de Gabo, están
presentes, no solo en los cuatro libros de cuentos que encontramos dentro de su
obra, sino también en la gran mayorÃa de novelas, en los guiones
cinematográficos y en su vasta obra periodÃstica. El propio autor reconoció, en
más de una oportunidad, que para él son las “pequeñas historias” las que hacen
Gabriel GarcÃa Márquez
interesante y fantástico al mundo. En su libro
de memorias, Vivir para contarla (2002), como en numerosas entrevistas, GarcÃa
Márquez refirió cómo las anécdotas de antiguas guerras referidas por su abuelo,
un coronel a quien llamaba Papalelo y los relatos fantásticos de apariciones
que le contaban las mujeres de su casa, se conjugaron en su mente y pasaron a
ser un material primario e importantÃsimo de su universo literario. Si bien es
cierto que GarcÃa Márquez comenzó su andanada literaria, como tantos otros
escritores, con la poesÃa, y después escribió algunos comentarios humorÃsticos,
sus primeras producciones literarias importantes fueron sus cuentos. El primero
que registran sus memorias es el titulado “Psicosis obsesiva”, un relato
fantástico, de su época de estudiante de bachillerato en el Liceo Nacional de
Varones de Zipaquirá. A partir del año 1947, el más reconocido de los autores
colombianos comienza a escribir relatos breves, cuentos, de forma más
sistemática. Los primeros fueron publicados por el diario El Espectador de
Bogotá y van desde el año 1947, con la publicación de “La tercera resignación”,
el 13 de septiembre de 1947, hasta el año 1955. Estos primeros relatos fueron
reunidos y publicados en forma de libro, recién en el año 1974, en la obra
titulada Ojos de perro azul. Posteriormente a la etapa bogotana, encontramos
los relatos escritos en la costa colombiana, cuando GarcÃa Márquez se
desempeñaba como periodista en Cartagena de Indias y en Barranquilla. De esta
época es el cuento “Un dÃa después del sábado”, relato que obtuvo el primer
premio de un concurso organizado por la Asociación de Escritores y Artistas de
Colombia, y que figura en el libro Tres
cuentos colombianos, publicado en el año 1954. Del año 1959, cuando GarcÃa
Márquez ya se encontraba nuevamente radicado en Bogotá, es el cuento “Los
funerales de la Mamá Grande”. Este relato extenso, antecedente claro de Cien
años de soledad, forma parte de un libro que lleva su mismo nombre, publicado
en el año 1962. En esta última obra me detendré más adelante, porque de ella
forma parte el cuento “Un dÃa de estos”, relato que analizaré y comentaré
literariamente. A finales de la década del 60, el Nobel colombiano comenzó a
escribir una serie de cuentos que algunos estudiosos de su obra dicen que estaban
destinados a un libro de historias infantiles que nunca publicó. Estos relatos,
junto con otras historias, pensadas en un principio como guiones
cinematográficos, fueron publicados en el año 1972, bajo el tÃtulo d: La
increÃble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada. El
último libro de cuentos de Gabriel GarcÃa Márquez se publicó en el año 1992,
bajo el tÃtulo de Doce cuentos peregrinos. Son relatos de inmigrantes
latinoamericanos en el viejo continente, un libro que GarcÃa Márquez decidió
publicar el año en que se festejaron los 500 años de la llegada de los europeos
al continente americano.
Los
funerales de la Mamá Grande
Los funerales de la Mamá Grande es el primer
libro de cuentos publicado por el escritor colombiano Gabriel GarcÃa Márquez,
en el año 1962. Si bien no fueron los primeros cuentos escritos por el Nobel,
como se refirió en el apartado anterior de este artÃculo, sà son los primeros
publicados en forma de libro. En la obra se reúnen ocho cuentos, todos breves a
excepción de “Los funerales de la Mamá Grande”, el relato que cierra y da
nombre al libro, texto que algunos crÃticos prefieren catalogar, más que como
un cuento, como una novela corta. En este libro aparece nuevamente como
escenario el pueblo Macondo, ya lo habÃamos visto en La hojarasca (1955), su
primera novela, y lo volveremos a ver en su obra más conocida, Cien años de
soledad (1967). Mario Benedetti dijo en 1972 que este libro de cuentos funcionó
dentro de la obra de Gabriel GarcÃa Márquez como un “trampolÃn para el gran
salto imaginativo” que supuso la escritura de Cien años de soledad. Es una gran
verdad, porque no solo el escenario de Macondo funciona en este libro como un
antecedente de Cien años de soledad, también se encuentran personajes como el coronel
Aureliano BuendÃa y su hermano José Arcadio. Hay también algunas historias que
GarcÃa Márquez abordará en La mala hora, una novela publicada el mismo año
1962, y cinco años después, en Cien años de soledad. Los funerales de la Mamá
Grande es un libro en el que ya aparecen los elementos propios del realismo
mágico, que tanto caracterizarán a algunas de las obras posteriores del
escritor colombiano. Diferentes historias que superan lo real y verosÃmil
transcurren en medio de una atmósfera de intenso calor. Una mujer que fallece a
los noventa y dos años, virgen, y a sus funerales concurren el Presidente de la
República y el Papa; un cura que dice haber visto al diablo y numerosos pájaros
que caen sobre el poblado, rompiendo mosquiteros y alambradas, constituyen
algunas de las historias que se desarrollan en la obra. Todos los cuentos
presentan un narrador omnisciente, que cuenta las historias de forma ordenada,
lo que permite una lectura ágil. Como es caracterÃstico dentro de la literatura
garciamarquiana, hay muy pocos diálogos y monólogos. Se le da mucha importancia
a las descripciones de los ambientes donde transcurren las acciones, pero las
descripciones casi siempre están insertas en las mismas narraciones. En cuanto
a la temática que presentan los relatos, es perceptible una sociedad en
conflicto, injusta, desigual, sometida a las arbitrariedades del poder. Por las
páginas del libro desfilan tanto los personajes marginados como los
privilegiados. Encontramos desde viudas, ladrones, carpinteros y dentistas,
hasta alcaldes, tenientes, médicos y sacerdotes.
“Un dÃa
de estos”
Del libro de Gabriel GarcÃa Márquez Los
funerales de la Mamá Grande (publicado por la Universidad Veracruzana de Xalapa
en México en 1962), he elegido para el análisis literario el cuento titulado
“Un dÃa de estos”.
Este relato concreto del Nobel colombiano,
donde nada sobra ni falta, está muy relacionado con el cuento titulado “Espuma
y nada más”, del escritor bogotano Hernando Téllez. El cuento de Téllez,
publicado en 1950 en el libro titulado Cenizas para el viento y otras
historias, habla de un barbero y un capitán, los que serÃan comparables al
dentista y al alcalde militar del cuento de Gabriel GarcÃa Márquez. Ambos
relatos transcurren en la misma época y, si bien el de Téllez es más explÃcito
en cuanto a los papeles que juegan los protagonistas, las dos narraciones
aluden inequÃvocamente al conflicto armado que se vivÃa en la sociedad.
La lÃnea argumental del cuento que nos ocupa
muestra el encuentro de un dentista empÃrico y un militar que ejerce como
alcalde del pueblo, en un viejo consultorio, donde se lleva a cabo la
extracción de una muela. Hay solo tres personajes, dos principales, don Aurelio
Escovar (el dentista) y el alcalde (teniente); finalmente, el hijo del dentista,
un personaje secundario que funciona como intermediario entre los dos
principales. Tras esta anécdota breve y hasta cotidiana, aparece en el relato
un trasfondo de violencia social, corrupción, abuso de poder, tensión y
enemistad entre los personajes principales.
Al igual que todos los cuentos de Los
funerales de la Mamá Grande, este relato presenta algunos diálogos y un
narrador omnisciente, que cuenta en tercera persona. Es una narración lineal,
que se desarrolla en un único escenario y presenta una sola acción.
El tema central del relato es la tregua que se
establece dentro del conflicto ideológico, entre el pueblo (representado por el
dentista) y el Estado (representado por el alcalde), y la inversión de los
poderes, donde el pueblo, al menos por un momento, va a imponer sus normas.
Internamente, encontramos tres momentos
diferentes en la narración. En un primer momento se nos presenta al dentista y
su entorno laboral. Hay un segundo momento, el más extenso, que abarca el
diálogo de Escovar con su hijo, la irrupción del alcalde en el consultorio y la
extracción de la muela. Finalmente, el tercer momento, muy breve, estarÃa
constituido por el diálogo final de los personajes.
El conflicto del cuento está vinculado con la
salud, no con lo militar, y los personajes, en ese terreno, deben tratar de
interactuar de la forma más civilizada posible.
En el comienzo del relato todo parece
tranquilo, cotidiano y hasta agradable. El narrador omnisciente se encarga de
contarnos las caracterÃsticas del dentista. Es importante el tratamiento que se
le da desde el punto de vista narrativo a este personaje (representante del
pueblo); de él se nos van a dar detalles significativos, cosa que no se va a
hacer con el personaje del alcalde‑teniente
(representante del Estado). El dentista tiene un nombre (Aurelio Escovar), se
nos dice que es buen madrugador, trabajador, se lo ve ordenado, metódico y
observador. En esta primera parte de la narración, además de conocer las
caracterÃsticas del dentista, conocemos el escenario donde se desarrollará el
relato. La acción propiamente dicha, correspondiente al segundo momento de la
narración, comienza con las palabras del hijo de Escovar. La mediación del
niño, de quien solo se oye la voz, y no hace más que trasladar la petición del
alcalde, muestra la distancia inamistosa entre los dos personajes. El pedido
consiste en un servicio profesional, la extracción de una muela. En un
principio, el dentista se niega a recibir al alcalde, y le indica al niño que
le diga que no está, pero el alcalde escucha su voz y lo amenaza con pegarle un
tiro si no le saca la muela. El hecho de que Escovar se niegue a atender a su
visitante y que sienta que es mejor que lo haya escuchado cuando dijo que no
querÃa atenderlo, muestra una clara oposición por parte del dentista al poder
que ostenta el militar. Hay elementos en el relato que nos permiten suponer
cosas que no están referidas explÃcitamente. Escovar está armado, esto no solo
muestra que está dispuesto a contrariar las órdenes del alcalde, sino que es un
ciudadano preparado para acontecimientos militares. Quizá pertenezca a algún
grupo de resistencia popular, esto no lo sabemos, aunque más adelante, cuando
se disponga a extraerle la muela a su indeseado visitante, le va a decir que le
cobra veinte muertos. Por su parte el militar actúa con la conducta
estereotipada de los de su especie, se muestra prepotente, orgulloso, alguien
que quiere imponer su voluntad a través de la violencia. Pero los
acontecimientos de la narración no siguieron el rumbo que los lectores
estábamos esperando. Escovar, antes de desafiar al alcalde a que haga efectiva
su amenaza, se cercioró de que su revólver efectivamente estuviera en la gaveta
inferior de la mesa. El alcalde por su parte irrumpió en el gabinete después de
amenazar concretamente, de manera que lo más lógico habrÃa sido que hubiera
existido al menos un intercambio de disparos. Pero nada de esto pasó. Cuando el
dentista ve las marcas del dolor en la cara del alcalde se compadece de su
sufrimiento y es precisamente este sentimiento el que posibilita la prestación
del servicio casi con normalidad. El alcalde tampoco se encontraba gustoso con
la visita, de otra forma no hubiera pasado cinco noches de tormento, pero
seguramente Escovar era el único dentista del pueblo, y aunque empÃrico, sabÃa
hacer su trabajo.
El conflicto del cuento está vinculado con la
salud, no con lo militar, y los personajes, en ese terreno, deben tratar de
interactuar de la forma más civilizada posible. Esta situación lleva a que en
ese viejo consultorio se inviertan los papeles en lo que respecta al poder. El
militar pasa a estar a la merced de lo que pueda decir el dentista y no tiene
otra alternativa que obedecer si quiere dejar de sufrir por la muela. Por esta
razón es que dije en la definición del tema del relato que el pueblo, por un
momento, va a imponer sus normas. Porque después, el conflicto social seguirá
intacto. El alcalde aliviará su tormento y dejará en claro que es él quien
ostenta el poder absoluto en esa sociedad. Conocedor de esa realidad
transitoria, Escovar maneja el tiempo y la situación a su favor: hierve los
instrumentos, los retira con unas pinzas frÃas sin ningún apuro, se lava las
manos, todo bajo la atenta mirada de un desesperado alcalde. Incluso tiene la
excusa perfecta para generarle al militar un sufrimiento extra: como tiene un
absceso, la intervención debe ser sin anestesia. Esto puede llegar a ser verdad
o no, es algo que queda librado a nuestra imaginación; lo cierto es que el
dolor de ese momento para el alcalde serÃa tan intenso que el dentista le dice:
“Aquà nos paga veinte muertos, teniente”. Es muy significativo que el dentista
no le diga alcalde, sino teniente, aludiendo a su condición de militar. Que le
cobre veinte muertos, de los cuales este alcalde‑teniente seguramente es responsable, y que hable de ese cobro en
plural, lo que muestra que esos muertos son del pueblo, del que Escovar forma
parte. Una vez que el dentista le saca la muela, le ofrece al alcalde con
ironÃa un trapo limpio. Se encarga de especificarle que el trapo es para que se
seque las lágrimas, con lo que se crea un contraste entre la situación y la
altivez caracterÃstica del militar.
El último momento del relato está constituido
por un mÃnimo diálogo de los personajes. Allà queda al desnudo la corrupción de
esa sociedad violenta. Ese militar, que seguramente se hizo del poder por las
armas, que tiene sometida la población y que carga al menos con decenas de
muertos, financia sus cuentas personales con las arcas del Estado. No tiene
ningún tipo de vergüenza de decir que él y el municipio son la misma vaina.
ArtÃculo publicado en la revista digital Vadenuevo.
Noviembre y diciembre de 2015.
** ** **
EL UNIVERSAL
Cartagena
de Indias
28 de
agosto de 2016
Columna
Un ramo de nomeolvides,
un libro que ha hecho historia
"Cuando escribÃa 'Un ramo de nomeolvides' pensé que
escribirÃa un libro que el mismo GarcÃa Márquez considerara intachable. No
quise hacer un libro lisonjero y estoy convencido de que algunos pasajes le
trajeron recuerdos dolorosos", Gustavo Arango.
Gabriel GarcÃa Márquez junto al autor de “Un ramo de nomeolvides”, Gustavo Arango.
Foto cortesÃa de Gustavo Arango
Por
Gustavo Arango
Especial para El Universal
En abril de 1994, Gabriel GarcÃa Márquez
volvió a conmocionar el mundo editorial con la aparición de la que serÃa su
penúltima novela: Del amor y otros demonios. Otra vez la palabra amor aparecÃa
en el tÃtulo de un libro suyo y otra vez la ciudad de Cartagena, estilizada por
el arte, volvÃa a ser escenario de su obra. La trama general de la novela
podrÃa situarse en algún momento impreciso del siglo 18, pero la génesis del
relato se hallaba mucho después, en octubre de 1949, cuando Gabriel GarcÃa
Márquez era un reportero principiante en este diario y, supuestamente, fue
enviado por su jefe de redacción a cubrir la noticia de la apertura de unas
criptas en el antiguo convento de las clarisas.
La mención de su paso por El Universal y del
discreto magisterio de Clemente Manuel Zabala causó revuelo local. Ya para
entonces se rumoraba con insistencia que GarcÃa Márquez habÃa exagerado la
importancia de Barranquilla en su destino de escritor, y que habÃa dejado en la
sombra su experiencia cartagenera. La mención en el prólogo era, en cierta
manera, una respuesta a esos rumores: Zabala era tan digno de inclusión en su
obra como antes lo habÃan sido Cepeda, Fuenmayor, Germán Vargas o “el sabio
catalán”.
El revuelo encendió el bombillo de Gerardo
Araújo, el gerente de El Universal. Por qué no hacer “una vaina berraca”, por
ejemplo un libro, para destacar el hecho de que los inicios de GarcÃa Márquez
como periodista habÃan tenido lugar en este periódico. La idea tomó vuelo y fue
asà como cayeron en mis manos la oportunidad y el reto más importantes que he
tenido en mi vida. Me apresuré a diseñar el proyecto y, a finales de ese mismo
mes de abril, recibà vÃa libre y el apoyo decidido del periódico para que
escribiera una crónica –con entrevistas y textos rescatados del archivo– sobre
el paso de Gabriel GarcÃa Márquez por El Universal.
Hasta ese momento pocos habÃan escrito sobre
el tema. Al lado del estudio y la recopilación de columnas hecha por Jacques
Gilard, el precedente más importante era una serie de ensayos académicos
–posteriormente reunidos en un libro– del investigador Jorge GarcÃa Usta, en
los que daba cuenta de hechos notables de lo que llamó “periodo Cartagena”, y
destacaba la influencia de Clemente Manuel Zabala y aventuraba influencias
–como la de Ramón Gómez de la Serna– en el estilo de GarcÃa Márquez. Asà pude
saber que GarcÃa Márquez empezó su colaboración con El Universal el 21 de mayo
de 1948, cuando estaba recién llegado de una Bogotá conmocionada por el
asesinato de Gaitán, que colaboró de manera casi continua con el periódico
hasta diciembre de 1949, cuando se fue a Barranquilla, y que volvió a escribir
aquà –de manera más discreta– cuando su familia vino a vivir a Cartagena a
principios de la década del 50. Con esa información básica empecé el lento y
minucioso proceso de investigación que me llevó a escribir Un ramo de
nomeolvides, un libro que ha sido objeto de elogios innumerables y de alguna
calumnia que la ignorancia se ha ocupado de propagar.
MuchÃsimo
trabajo
Cartagena no serÃa Cartagena si en aquel
tiempo algunos no se hubieran preguntado por qué razón un paisa habÃa sido
comisionado para hacer una tarea que debió hacer alguien de la región. Puedo
responder por mis motivos. Desde que estudié periodismo en MedellÃn les decÃa a
mis amigos que querÃa vivir en Cartagena y trabajar en El Universal, porque allÃ
era donde GarcÃa Márquez habÃa comenzado. Cuando tuve una oportunidad, me vine
a esta ciudad que siempre he amado y tardé poco en llegar a trabajar en la
redacción de El Universal. A los veintidós años habÃa publicado mi primer libro
–la primera biografÃa que se escribió de Julio Cortázar–, y desde el momento en
que llegué al periódico me dediqué a escribir crónicas y a hacer literatura.
Pronto asumà la edición del suplemento Dominical. La pasión por el oficio nunca
me ha faltado. Si me comprometÃa a escribir un libro estaba convencido de que
persistirÃa hasta materializarlo. Creo que esas mismas razones fueron las de
quienes me asignaron esa tarea que me cambió la vida.
Durante dieciocho meses me dediqué a
investigar en archivos y bibliotecas. Me sumergà en aquella época: revisé
noticia por noticia los periódicos disponibles, descubrà joyas escondidas y al
final me sentà listo para hacer las entrevistas a quienes tenÃan información
sobre esos tiempos y compartieron con GarcÃa Márquez aquellos meses de sus
inicios. En Cartagena, Bogotá y Barranquilla hablé con Héctor Rojas Herazo,
Gustavo Ibarra Merlano, Manuel Zapata Olivella, Ramiro y Óscar de la Espriella,
VÃctor Nieto Núñez, Carlos Alemán, Jorge Franco Múnera, Elvira Vergara Echávez,
Jorge Lee Biswell, Donaldo Bossa, Roberto Burgos Ojeda, Jaime Angulo Bossa,
César Alonso Alvarado, Dorothy de Espinosa, Eliécer López y Pedro Pablo Vargas
Prins. También tuve el privilegio de hablar con GarcÃa Márquez en varias
ocasiones y de pedirle que me confirmara su autorÃa de algunos textos que
aparecÃan sin firma. Fueron cientos de horas de recuerdos vagos, repetidos, de
oÃdas, pero en medio de los cuales se asomaban los instantes, las imágenes que
necesitaba el libro.
Al final pasé muchas noches en vela
enfrentando ese reto de escritura que sabÃa definitivo. El esfuerzo fue tan
intenso y en ocasiones me sentÃa tan cansado que debÃa utilizar una grabadora
en lugar del computador. Sólo mi familia más cercana y la gente de El Universal
–con quienes me reunÃa con frecuencia para discutir los avances y el enfoque
del libro– supieron del esfuerzo fÃsico y mental que significó escribir Un ramo
de nomeolvides. Por eso me han alegrado tanto sus éxitos, por eso –aunque
quisiera ignorarlas– me duelen las calumnias que aún difunden académicos de
rigor dudoso e irresponsabilidad criminal.
Cuando escribÃa Un ramo de nomeolvides pensé
que escribirÃa un libro que el mismo GarcÃa Márquez considerara intachable. No
quise hacer un libro lisonjero y estoy convencido de que algunos pasajes le
trajeron recuerdos dolorosos. El tÃtulo del libro está inspirado en el primer
vallenato que GarcÃa Márquez decÃa haber aprendido en la vida: “Te voy a dar un
ramo de nomeolvides para que hagas lo que dice el significado”. En diciembre de
1995, cuando le entregué el primer ejemplar impreso a su protagonista, le dije
que esperaba que estuviera a la altura. “O a la bajura”, me respondió. Dijo que
lo leerÃa con un lápiz en la mano y sólo atiné a decirle que esperaba ver lo
que quedara después del lápiz.
Dos años después tuve una alegrÃa enorme,
cuando escuché al mismo GarcÃa Márquez invitar a un grupo de periodistas de
Latinoamérica a que leyeran el libro: “Tiene una versión mejor que la mÃa”, les
dijo. “Conoce de mi vida más que yo”. Veinte años después sigo creyendo que es
uno de los mejores libros que he escrito.
Proyección
de una obra
Un ramo de nomeolvides era un libro necesario,
pues la información que recoge estaba a punto de perderse. Todos los
entrevistados han fallecido y el libro llegó a ser la principal fuente
documental que usó Gerald Martin en su biografÃa para hablar de GarcÃa Márquez
en Cartagena. También fue una de las fuentes primordiales de Eligio GarcÃa
Márquez en Tras las claves de Melquiades y obligó a Dasso SaldÃvar a hacer
ajustes para la segunda edición de su Viaje a la semilla. El mismo GarcÃa
Márquez reconoció haberlo usado como referencia para su libro de memorias,
Vivir para contarla. Años después, el mismo GarcÃa Márquez le robó a Juan
GossaÃn su ejemplar del libro, porque el suyo no lo tenÃa en Cartagena. La
segunda edición de Un ramo de nomeolvides apareció en 2013 y su traducción al
inglés está en proceso de edición. El libro se ha convertido en referencia
obligada y el rumbo de mi vida ha quedado marcado por sus efectos. Poco después
de la publicación del libro recibà una beca para hacer estudios de doctorado en
la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos. Asà dejé Cartagena y El Universal
hace dieciocho años.
Los muertos no pueden defenderse, pero sus
actos pueden seguir haciendo daño. Tras la publicación de Un ramo de
nomeolvides, el autor del estudio previo afirmó que el libro era un plagio del
suyo. Nunca puso una demanda, nunca demostró nada; pero sabÃa lo dañino que
puede ser un rumor. Cualquiera que haya leÃdo los dos libros sabrá que la
acusación es infundada. Convencidos de que haciendo eco de sus errores exaltan
su memoria, los herederos de su legado siguen con el infundio –y se exponen a
demandas por calumnia– amparados en que vivo lejos y son pocos los que leen y
nadie confirma la veracidad de los rumores. Pero esa nube no consigue ocultar
la brillante trayectoria de un libro que durante veinte años ha puesto muy en
alto los valores que han hecho de este diario un patrimonio de Colombia y de la
humanidad.
Un ramo de nomeolvides rescató del olvido
grandes trozos de nuestra historia y ahora es parte de esa historia.
Historiadores, sociólogos, estudiosos de la literatura y en particular de la
obra de GarcÃa Márquez siguen encontrando entre sus páginas información
valiosa. Alguna vez le oà decir a GarcÃa Márquez que un libro que consigue
llegar a más de tres generaciones de lectores es un libro salvado del olvido,
sin modestia he de decir que Un ramo de nomeolvides ha hecho “lo que dice el
significado”.
Primera edicion
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