22 de septiembre de 2015

MEMORABILIA GGM 824



LA VANGUARDIA
Barcelona – España
21 de septiembre de 2015

Cultura
Muere Carmen Balcells
a los 85 años en Barcelona
La Mamá Grande, representante de algunos de los más grandes escritores del siglo XX, en particular del boom latinoamericano, ha fallecido a los 85 años


Barcelona. (Redacción/EFE).- Carmen Balcells, la gran agente literaria catalana y representante de algunos de los más grandes escritores del siglo XX y artífice de la profesionalización del mundo editorial en castellano, falleció el pasado domingo en su casa de Barcelona a los 85 años. Balcells, bautizada por algunos de sus representados como Mamá Grande, fue la principal promotora del boom latinoamericano. Los Premios Nobel Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez la tuvieron como representante y forjaron con ella estrechos lazos de amistad y colaboración.

Madre, amiga, compañera, confesora, psicóloga, jefa... o tal vez una mezcla de todas esas figuras confluían en la agente literaria a los ojos de los gigantes de las letras hispanas, que la tenían por la Mamá Grande que siempre estaba a su lado para defenderles ante los editores.


Carmen Balcells

Si en "Los funerales de la Mamá Grande" Gabriel García Márquez dibujaba el perfil de una matrona omnipotente que dominaba con mano de hierro el territorio de Macondo, Carmen Balcells ejerció también su inmenso poder de representación de los más grandes escritores hispanoamericanos ante los poderosos grupos editoriales.

No en vano, negociar con Balcells era hacerlo con García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, José Donoso y otros genios que protagonizaron el "Boom" de la literatura hispanoamericana, una lista a la que se unieron los principales escritores españoles, entre ellos Juan Marsé, Juan Goytisolo, Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán o Javier Cercas.

Pero si la Mamá Grande de Macondo pretendía que nada cambiara, Balcells llegó al mundo literario para revolucionar la hasta entonces relación paternalista entre autor y editor, y cambiar las reglas del juego en beneficio de los autores de su cartera.

Balcells acabó con la cesión a los editores de derechos universales y vitalicios, en cualquier lengua y en cualquier país, y fijó las bases de una segmentación de esos derechos que resultó fundamental para la prosperidad y estabilidad económica de sus autores.

"Gracias a Carmen Balcells voy al mercado cada mañana", llegó a decir de ella el escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, al que la agente fue a buscar a Montevideo para que firmara con ella.

Al soporte económico, Balcells añadió un apoyo técnico, humano y hasta psicológico a los escritores, sus "clientes", para quienes no escatimó en detalles, regalos, fiestas de cumpleaños o recepciones, algo nada habitual en los años en los que la leridana estaba modelando la figura del moderno agente literario.

"Te cuida hasta el punto de que se mete en tu vida, y te aconseja si te conviene o no cambiar de piso, o cambiar de mujer...", bromeó en cierta ocasión Juan Marsé, que sin embargo veía este entrometimiento como algo "entrañable".

Pese a esta cercanía y relación casi familiar con los autores que representaba, una de sus frases más célebres fue aquella en la que sentenció: "Yo no tengo amigos, tengo intereses", y solía recordar que cuando un día Gabriel García Márquez le preguntó por teléfono "¿Me quieres, Carmen?", ella le respondió: "No te puedo contestar a eso, eres el 36,2 % de nuestros ingresos".

Salvando esa reticencia casi puritana a establecer amistades entre los autores con los que tenía compromisos profesionales, Balcells llegó a comparar la pérdida de la representación de un autor con un abandono amoroso, y confesó que había llorado durante días por la marcha de algún escritor especialmente apreciado por ella.

La mayoría de autores, no obstante, han guardado un enorme reconocimiento por el trabajo de Balcells, y cuando pasaban por Barcelona siempre encontraban un momento para visitarla o comer con ella en su casa de la Diagonal, incluso cuando ya había dejado las riendas de la agencia.

Consagrada en cuerpo y alma a la literatura, Balcells, siempre dejó claro que no se arrepentía de haber dedicado su vida entera a las letras, aunque esa decisión había configurado de modo ineluctable el resto de su vida y había condicionado siempre sus relaciones afectivas. Respecto al amor, señalaba que lo importante era haberlo conocido: "Saber qué es. Y ya está. Es igual que dure siete años o tres semanas".

Al cumplir los 70 años en el 2000 y recibir la Medalla del Mérito Cultural, Balcells inició un progresivo y lento retiro de la dirección de la agencia, un proceso que culminó en 2014 con el nombramiento del joven gestor cultural Guillem d'Efak como su "sucesor" y el encargo de adaptar la empresa a los nuevos retos de la edición digital.

Mientras estuvo en activo, Balcells rechazó decenas de propuestas de entrevistas por considerar que podía perjudicar la confidencialidad que debe regir entre agente literario y autor, una actitud que acrecentó su leyenda.

En los últimos años aceptó ser entrevistada por determinados escritores o periodistas literarios, aunque teniendo siempre presente una máxima: "Valgo más por lo que callo que por lo que digo".

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LA NACION
Buenos Aires – Argentina
22 de septiembre de 2015

Una mujer que cambió 
las reglas del juego

Por Gloria Rodrigué

Conocí a Carmen Balcells a partir de Cien años de soledad. En (Editorial)Sudamericana contratamos la obra de Gabriel García Márquez como escritor y ella muy poco tiempo después apareció como agente. A partir de entonces -eran fines de los 60- empezamos a relacionarnos, una tarea nada fácil para un editor, porque ella sí que cambió las reglas del juego. Lo que a nosotros nos parecía una defensa exagerada era justamente lo que la hacía única y especial para los autores, que de verdad la querían mucho. Y así como nos pedía sumas astronómicas por sus libros y era implacable a la hora de renovar contratos, también hay que decir que podía ser muy generosa y respetaba el deseo de sus representados de mantenerse en la editorial, por ejemplo.


Carmen Balcells y el autógrafo de Gabo en la pared de la agencia literaria.

Hay anécdotas que hoy parecen increíbles. Ella, que quería que los libros de García Márquez salieran en todo el mundo al mismo tiempo, cuando no existían ni el mail ni el pdf, llegó a enviar, de Barcelona a Buenos Aires, a una persona de su confianza en avión por un día, con el original de El general en su laberinto en la mano, justamente para que lo tuviéramos aquí, en la Argentina, al mismo tiempo que en España.

Entre muchas historias, hay una con Augusto Roa Bastos: me llama Carmen y me pide que le haga un favor, que vaya a ver un departamento en la calle French a ver qué me parece. "Hoy, tiene que ser hoy." Siempre era así. Tenía que volver y darle un reporte, aunque yo no sabía bien por dónde venía su interés. Y el caso es que el departamento no me había gustado. "¿Vivirías o no ahí?", me simplificó. Ella financiaba a sus autores, cuando escribían y no terminaban las novelas, y tenía que cobrarse el adelanto que le había dado

Teníamos una relación fluida, más bien por teléfono o por carta, pero también personal. Nos veíamos todos los años, en la feria de Fráncfort y en su agencia en Barcelona; comíamos en los mejores lugares de la ciudad y en su propia casa: cocinaba realmente muy bien.

De veras fue Balcells quien logró poner a los escritores latinoamericanos al alcance del mundo, hacerlos conocer en muchas otras lenguas, lo que no sucedía anteriormente. Carmen Balcells, una mujer realmente grande, que revolucionó el mercado editorial, a quien admiraba, por supuesto. Una mujer que se debatía entre el cariño y la dureza. Porque ése era su rol.

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LA NACION
Buenos Aires – Argentina
22 de septiembre de 2015

Carmen Balcells: la literatura ya extraña a la Mamá Grande del boom latinoamericano

Por Matías Néspolo

BARCELONA.- No le gustaba que la llamaran Mamá Grande, pero con ese apodo pasará a la historia. Será recordada como la matriarca indiscutida del reino de Macondo. O como la matrona que dio a luz en los 60 a la literatura latinoamericana, hasta entonces una gran desconocida, y la paseó por el mundo. Según Dasso Saldívar, biógrafo de Gabriel García Márquez, fue Mario Vargas Llosa -o Varguitas, como a su vez llamó ella al Nobel peruano hasta el fin de sus días- quien la bautizó de esa forma, en referencia al cuento de Gabo Los funerales de la Mamá Grande (1962).

Pero a diferencia de ese personaje de ficción o el de Úrsula Iguarán, la soberana absoluta de Cien años de soledad (1967) que muere ciega a los 122 años envuelta en olor de santidad, la verdadera Mamá Grande, la de carne y hueso, la agente literaria catalana Carmen Balcells, una de las más grandes en lengua castellana, falleció ayer a los 85 años, de manera discreta e inesperada, en su casa del Ensanche barcelonés, en el piso superior de la finca donde había forjado un imperio, aún en su poder: la agencia literaria que lleva su nombre.

Tan temida -incluso odiada por muchos editores- como amada por sus autores, Carmen Balcells, la inventora del llamado boom latinoamericano, abandonó la escena, pero no el trono, aunque éste fuera en sus últimos años una silla de ruedas desde la cual recibía y despachaba asuntos en su casa, ataviada con imponentes túnicas blancas. Una costumbre que adoptaría por consejo de su amigo Gabo, el Nobel colombiano Gabriel García Márquez. Porque a pesar de la anunciada fusión de su imperio, a comienzos de 2014, con el del otro superagente mundial, el neoyorquino Andrew Wylie, no en vano apodado "el Chacal", la agente literaria más poderosa e influyente de la literatura hispánica conservó el completo control de su reino hasta el último momento.

De allí la reacción ayer de sorpresa del mundillo literario que quizás esperara de ella una longevidad más propia del realismo mágico. Como la de Claudio López Lamadrid, el director literario de Penguin Random House: "Hace 15 días comíamos con ella y el crítico Ignacio Echevarría. Se la veía llena de energía, era un hervidero de ideas, pensando siempre en sus autores, en sus intereses y en nuevas formas de contrato. Me alegra que haya muerto sin dolor, rodeada de los suyos, y que la agencia continuara siendo suya hasta el final. Fue tan irrepetible y única que le caben todos los epítetos maximalistas". O las declaraciones de su viejo compañero de ruta Jorge Herralde: "Le tenía una gran aprecio, la conocía desde fines de los 60. Éramos los últimos en activo de nuestra generación editorial", recuerda el editor de Anagrama en referencia a ese grupo de amigos como Carlos Barral, Esther Tusquets y Beatriz de Moura, conocido como la gauche divine, que renovaron la edición hispánica. "En los últimos años nuestra relación fue más intensa. Era una mujer difícil y dura, pero a la vez un personaje demasiado complejo para despachar en cuatro palabras. Sin embargo, supimos aparcar nuestros desacuerdos profesionales. Carmen oscilaba entre lo genial y lo genialoide, con unos criterios a veces incomprensibles. Y contemplábamos su última etapa de la agencia con dolorido estupor, porque no se veía nada claro cómo finalizarían sus interminables y variables negociaciones", completa.

Lo cierto es que todo había comenzado a fines de la década del 50, cuando una muchacha de baja extracción de la Cataluña profunda (Santa Fe de Sagarra, 1930) y poca formación (era sólo perito mercantil), pero férrea voluntad, comenzó a trabajar -tras dar sus primeros pasos con el agente literario rumano Vitila Horia- con el mítico Carlos Barral, encargada de gestionar los derechos en el extranjero de sus autores. Y en cierto modo fue el impulso del Premio Biblioteca Breve el creador de la bête noir de los futuros editores, porque para 1960 Balcells fundó su propia agencia junto a la mujer de Barral, Yvonne Hortet -que siempre se arrepentiría de haberle vendido poco después su 50% de las acciones-, y en poco menos de una década no sólo crearía de la nada su imperio, sino que además cambiaría para siempre las reglas de la edición con su agresivo estilo: reduciendo el tiempo de los contratos, fraccionándolos geográficamente o incluso multiplicándolos al eliminar la cláusula de exclusividad del editor.

Una revolución que permitiría la profesionalización de una serie de autores que pasarían a la historia de la literatura. Entre los primeros, Vargas Llosa, flamante ganador del Biblioteca Breve, pero también un ignoto reportero colombiano que por entonces escribía el manuscrito de una obra que prometía, Cien años de soledad, de la que Balcells se enteraría por el soplo de José Caballero Bonald.

Célebres son ya algunas de sus frases: "Yo no tengo amigos, tengo intereses", o la perla que regaló a Antonio Lucas en 2010 en una de sus contadísimas entrevistas: "Valgo más por lo que callo que por lo que digo". Como también la conversación telefónica en la que aquel muchacho colombiano le preguntaría: "¿Me quieres, Carmen?". "No te puedo contestar, eres el 36,2% de nuestros ingresos".

Lo cierto es que aquella dama de hierro se convirtió, pese a su rudeza, en una verdadera Mamá Grande que cuidó de sus polluelos con celo. Se ocupaba de buscarles casa en Barcelona, del colegio de sus hijos, de la cobertura médica, les hacía de cajero automático en una época en que no los había e incluso los socorría en sus líos de faldas. Sólo dos anécdotas bastan para ilustrar ese saber hacer maternal. Desde que un arruinado Gabriel García Márquez le pidiera 3000 dólares como regalo de cumpleaños, Balcells se los continuaría enviando a cada aniversario hasta su fallecimiento. Y las palabras con que Carlos Fuentes se acercó a ella ya lo dicen todo: "Carmen, ¿quieres ser mi mami? Prometo respetarte y saludarte los días de mayo", le confesó a Xavi Ayén, autor de la biografía colectiva Aquellos años del boom (RBA).

Eso explica el exponencial crecimiento del imperio Balcells durante las décadas del 70 y 80. Para los 300 representados que atesora hoy su cartera de clientes, y para su legado, el futuro es incierto. Como lo es el de su archivo de originales, cartas y bibliotecas de autor, que había vendido al Ministerio de Cultura español en 2011 por tres millones de euros, porque la agente jamás dio puntada sin hilo. En la incertidumbre que le sigue a la muerte, quien probablemente se relama hoy sea el temible Chacal Andrew Wylie.

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EL UNIVERSAL
México D. F.
22 de septiembre de 2015
 
FNPI se lamenta por Balcells,
 la otra escudera de Gabo


Jaime Abello, presidente de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano

Colombia lamentó hoy la muerte de la agente literaria española Carmen Balcells, "la otra escudera de Gabo", tal como la definió el director general de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), JaimeAbello.

Abello escribió en su cuenta de Twitter que Balcells, fallecida hoy a los 85 años en Barcelona, fue también escudera de "tantos grandes autores" de la lengua española, por lo que deja "una huella imborrable" en la literatura universal.

La directora de la Biblioteca Nacional de Colombia, Consuelo Gaitán, señaló que la agente literaria "puso a escritores latinoamericanos en el panorama no solo europeo sino universal" y aseguró que "tal vez (fue) la más importante persona para la difusión de Gabo",

"Si no hubiera hecho ese trabajo de comercializar basado en los méritos literarios de toda una generación que se hallaba en Europa y que tuvieron la suerte de coincidir, realmente se hubiera retrasado muchísimos años el conocimiento de la literatura latinoamericana", destacó Gaitán.

Asimismo, subrayó su labor con el nobel colombiano Gabriel García Márquez sobre quien "exaltó el valor pero no poniéndose ella como un eje fundamental de su obra sino solo como una colaboradora".

"El carácter y temperamento fueron fundamentales para hacer girar los ojos hacia la literatura y tener convicción de que hay que arriesgar por escritores nuevos y talentos", concluyó.

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Jaime Abello Banfi @Jaime_Abello

Carmen Balcells, la otra escudera de Gabo -y de tantos grandes autores de nuestra Lengua- nos deja una huella imborrable. Descanse en paz.

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