LA VANGUARDIA
Barcelona
– España
21 de
septiembre de 2015
Cultura
Muere Carmen Balcells
a los 85 años en Barcelona
La Mamá Grande, representante de algunos de los más
grandes escritores del siglo XX, en particular del boom latinoamericano, ha
fallecido a los 85 años
Barcelona. (Redacción/EFE).- Carmen Balcells,
la gran agente literaria catalana y representante de algunos de los más grandes
escritores del siglo XX y artífice de la profesionalización del mundo editorial
en castellano, falleció el pasado domingo en su casa de Barcelona a los 85
años. Balcells, bautizada por algunos de sus representados como Mamá Grande,
fue la principal promotora del boom latinoamericano. Los Premios Nobel Mario
Vargas Llosa y Gabriel García Márquez la tuvieron como representante y forjaron
con ella estrechos lazos de amistad y colaboración.
Madre, amiga, compañera, confesora, psicóloga,
jefa... o tal vez una mezcla de todas esas figuras confluían en la agente
literaria a los ojos de los gigantes de las letras hispanas, que la tenían por
la Mamá Grande que siempre estaba a su lado para defenderles ante los editores.
Si en "Los funerales de la Mamá
Grande" Gabriel García Márquez dibujaba el perfil de una matrona
omnipotente que dominaba con mano de hierro el territorio de Macondo, Carmen
Balcells ejerció también su inmenso poder de representación de los más grandes
escritores hispanoamericanos ante los poderosos grupos editoriales.
No en vano, negociar con Balcells era hacerlo
con García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, José
Donoso y otros genios que protagonizaron el "Boom" de la literatura
hispanoamericana, una lista a la que se unieron los principales escritores
españoles, entre ellos Juan Marsé, Juan Goytisolo, Eduardo Mendoza, Manuel
Vázquez Montalbán o Javier Cercas.
Pero si la Mamá Grande de Macondo pretendía
que nada cambiara, Balcells llegó al mundo literario para revolucionar la hasta
entonces relación paternalista entre autor y editor, y cambiar las reglas del
juego en beneficio de los autores de su cartera.
Balcells acabó con la cesión a los editores de
derechos universales y vitalicios, en cualquier lengua y en cualquier país, y
fijó las bases de una segmentación de esos derechos que resultó fundamental
para la prosperidad y estabilidad económica de sus autores.
"Gracias a Carmen Balcells voy al mercado
cada mañana", llegó a decir de ella el escritor uruguayo Juan Carlos
Onetti, al que la agente fue a buscar a Montevideo para que firmara con ella.
Al soporte económico, Balcells añadió un apoyo
técnico, humano y hasta psicológico a los escritores, sus "clientes",
para quienes no escatimó en detalles, regalos, fiestas de cumpleaños o
recepciones, algo nada habitual en los años en los que la leridana estaba
modelando la figura del moderno agente literario.
"Te cuida hasta el punto de que se mete
en tu vida, y te aconseja si te conviene o no cambiar de piso, o cambiar de
mujer...", bromeó en cierta ocasión Juan Marsé, que sin embargo veía este
entrometimiento como algo "entrañable".
Pese a esta cercanía y relación casi familiar
con los autores que representaba, una de sus frases más célebres fue aquella en
la que sentenció: "Yo no tengo amigos, tengo intereses", y solía
recordar que cuando un día Gabriel García Márquez le preguntó por teléfono "¿Me
quieres, Carmen?", ella le respondió: "No te puedo contestar a eso,
eres el 36,2 % de nuestros ingresos".
Salvando esa reticencia casi puritana a
establecer amistades entre los autores con los que tenía compromisos
profesionales, Balcells llegó a comparar la pérdida de la representación de un
autor con un abandono amoroso, y confesó que había llorado durante días por la
marcha de algún escritor especialmente apreciado por ella.
La mayoría de autores, no obstante, han
guardado un enorme reconocimiento por el trabajo de Balcells, y cuando pasaban
por Barcelona siempre encontraban un momento para visitarla o comer con ella en
su casa de la Diagonal, incluso cuando ya había dejado las riendas de la
agencia.
Consagrada en cuerpo y alma a la literatura,
Balcells, siempre dejó claro que no se arrepentía de haber dedicado su vida
entera a las letras, aunque esa decisión había configurado de modo ineluctable
el resto de su vida y había condicionado siempre sus relaciones afectivas.
Respecto al amor, señalaba que lo importante era haberlo conocido: "Saber
qué es. Y ya está. Es igual que dure siete años o tres semanas".
Al cumplir los 70 años en el 2000 y recibir la
Medalla del Mérito Cultural, Balcells inició un progresivo y lento retiro de la
dirección de la agencia, un proceso que culminó en 2014 con el nombramiento del
joven gestor cultural Guillem d'Efak como su "sucesor" y el encargo
de adaptar la empresa a los nuevos retos de la edición digital.
Mientras estuvo en activo, Balcells rechazó
decenas de propuestas de entrevistas por considerar que podía perjudicar la
confidencialidad que debe regir entre agente literario y autor, una actitud que
acrecentó su leyenda.
En los últimos años aceptó ser entrevistada
por determinados escritores o periodistas literarios, aunque teniendo siempre
presente una máxima: "Valgo más por lo que callo que por lo que
digo".
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LA NACION
Buenos
Aires – Argentina
22 de
septiembre de 2015
Una mujer que cambió
las reglas
del juego
Por Gloria
Rodrigué
Conocí a Carmen Balcells a partir de Cien años de soledad. En (Editorial)Sudamericana
contratamos la obra de Gabriel García Márquez como escritor y ella muy poco
tiempo después apareció como agente. A partir de entonces -eran fines de los
60- empezamos a relacionarnos, una tarea nada fácil para un editor, porque ella
sí que cambió las reglas del juego. Lo que a nosotros nos parecía una defensa
exagerada era justamente lo que la hacía única y especial para los autores, que
de verdad la querían mucho. Y así como nos pedía sumas astronómicas por sus
libros y era implacable a la hora de renovar contratos, también hay que decir
que podía ser muy generosa y respetaba el deseo de sus representados de
mantenerse en la editorial, por ejemplo.
Hay anécdotas que hoy parecen increíbles.
Ella, que quería que los libros de García Márquez salieran en todo el mundo al
mismo tiempo, cuando no existían ni el mail ni el pdf, llegó a enviar, de
Barcelona a Buenos Aires, a una persona de su confianza en avión por un día,
con el original de El general en su laberinto en la mano, justamente para que
lo tuviéramos aquí, en la Argentina, al mismo tiempo que en España.
Entre muchas historias, hay una con Augusto
Roa Bastos: me llama Carmen y me pide que le haga un favor, que vaya a ver un
departamento en la calle French a ver qué me parece. "Hoy, tiene que ser
hoy." Siempre era así. Tenía que volver y darle un reporte, aunque yo no
sabía bien por dónde venía su interés. Y el caso es que el departamento no me
había gustado. "¿Vivirías o no ahí?", me simplificó. Ella financiaba
a sus autores, cuando escribían y no terminaban las novelas, y tenía que
cobrarse el adelanto que le había dado
Teníamos una relación fluida, más bien por
teléfono o por carta, pero también personal. Nos veíamos todos los años, en la
feria de Fráncfort y en su agencia en Barcelona; comíamos en los mejores
lugares de la ciudad y en su propia casa: cocinaba realmente muy bien.
De veras fue Balcells quien logró poner a los
escritores latinoamericanos al alcance del mundo, hacerlos conocer en muchas
otras lenguas, lo que no sucedía anteriormente. Carmen Balcells, una mujer
realmente grande, que revolucionó el mercado editorial, a quien admiraba, por
supuesto. Una mujer que se debatía entre el cariño y la dureza. Porque ése era
su rol.
** ** **
LA NACION
Buenos
Aires – Argentina
22 de septiembre
de 2015
Carmen Balcells: la literatura
ya extraña a la Mamá Grande del boom latinoamericano
Por Matías
Néspolo
BARCELONA.- No le gustaba que la llamaran Mamá
Grande, pero con ese apodo pasará a la historia. Será recordada como la
matriarca indiscutida del reino de Macondo. O como la matrona que dio a luz en
los 60 a la literatura latinoamericana, hasta entonces una gran desconocida, y
la paseó por el mundo. Según Dasso Saldívar, biógrafo de Gabriel García
Márquez, fue Mario Vargas Llosa -o Varguitas, como a su vez llamó ella al Nobel
peruano hasta el fin de sus días- quien la bautizó de esa forma, en referencia
al cuento de Gabo Los funerales de la Mamá Grande (1962).
Pero a diferencia de ese personaje de ficción
o el de Úrsula Iguarán, la soberana absoluta de Cien años de soledad (1967) que
muere ciega a los 122 años envuelta en olor de santidad, la verdadera Mamá
Grande, la de carne y hueso, la agente literaria catalana Carmen Balcells, una
de las más grandes en lengua castellana, falleció ayer a los 85 años, de manera
discreta e inesperada, en su casa del Ensanche barcelonés, en el piso superior
de la finca donde había forjado un imperio, aún en su poder: la agencia
literaria que lleva su nombre.
Tan temida -incluso odiada por muchos
editores- como amada por sus autores, Carmen Balcells, la inventora del llamado
boom latinoamericano, abandonó la escena, pero no el trono, aunque éste fuera
en sus últimos años una silla de ruedas desde la cual recibía y despachaba
asuntos en su casa, ataviada con imponentes túnicas blancas. Una costumbre que
adoptaría por consejo de su amigo Gabo, el Nobel colombiano Gabriel García
Márquez. Porque a pesar de la anunciada fusión de su imperio, a comienzos de
2014, con el del otro superagente mundial, el neoyorquino Andrew Wylie, no en
vano apodado "el Chacal", la agente literaria más poderosa e
influyente de la literatura hispánica conservó el completo control de su reino
hasta el último momento.
De allí la reacción ayer de sorpresa del
mundillo literario que quizás esperara de ella una longevidad más propia del
realismo mágico. Como la de Claudio López Lamadrid, el director literario de
Penguin Random House: "Hace 15 días comíamos con ella y el crítico Ignacio
Echevarría. Se la veía llena de energía, era un hervidero de ideas, pensando
siempre en sus autores, en sus intereses y en nuevas formas de contrato. Me
alegra que haya muerto sin dolor, rodeada de los suyos, y que la agencia
continuara siendo suya hasta el final. Fue tan irrepetible y única que le caben
todos los epítetos maximalistas". O las declaraciones de su viejo
compañero de ruta Jorge Herralde: "Le tenía una gran aprecio, la conocía
desde fines de los 60. Éramos los últimos en activo de nuestra generación
editorial", recuerda el editor de Anagrama en referencia a ese grupo de
amigos como Carlos Barral, Esther Tusquets y Beatriz de Moura, conocido como la
gauche divine, que renovaron la edición hispánica. "En los últimos años
nuestra relación fue más intensa. Era una mujer difícil y dura, pero a la vez
un personaje demasiado complejo para despachar en cuatro palabras. Sin embargo,
supimos aparcar nuestros desacuerdos profesionales. Carmen oscilaba entre lo
genial y lo genialoide, con unos criterios a veces incomprensibles. Y
contemplábamos su última etapa de la agencia con dolorido estupor, porque no se
veía nada claro cómo finalizarían sus interminables y variables
negociaciones", completa.
Lo cierto es que todo había comenzado a fines
de la década del 50, cuando una muchacha de baja extracción de la Cataluña
profunda (Santa Fe de Sagarra, 1930) y poca formación (era sólo perito
mercantil), pero férrea voluntad, comenzó a trabajar -tras dar sus primeros
pasos con el agente literario rumano Vitila Horia- con el mítico Carlos Barral,
encargada de gestionar los derechos en el extranjero de sus autores. Y en
cierto modo fue el impulso del Premio Biblioteca Breve el creador de la bête
noir de los futuros editores, porque para 1960 Balcells fundó su propia agencia
junto a la mujer de Barral, Yvonne Hortet -que siempre se arrepentiría de
haberle vendido poco después su 50% de las acciones-, y en poco menos de una
década no sólo crearía de la nada su imperio, sino que además cambiaría para
siempre las reglas de la edición con su agresivo estilo: reduciendo el tiempo
de los contratos, fraccionándolos geográficamente o incluso multiplicándolos al
eliminar la cláusula de exclusividad del editor.
Una revolución que permitiría la
profesionalización de una serie de autores que pasarían a la historia de la
literatura. Entre los primeros, Vargas Llosa, flamante ganador del Biblioteca
Breve, pero también un ignoto reportero colombiano que por entonces escribía el
manuscrito de una obra que prometía, Cien años de soledad, de la que Balcells
se enteraría por el soplo de José Caballero Bonald.
Célebres son ya algunas de sus frases:
"Yo no tengo amigos, tengo intereses", o la perla que regaló a
Antonio Lucas en 2010 en una de sus contadísimas entrevistas: "Valgo más
por lo que callo que por lo que digo". Como también la conversación
telefónica en la que aquel muchacho colombiano le preguntaría: "¿Me
quieres, Carmen?". "No te puedo contestar, eres el 36,2% de nuestros
ingresos".
Lo cierto es que aquella dama de hierro se
convirtió, pese a su rudeza, en una verdadera Mamá Grande que cuidó de sus
polluelos con celo. Se ocupaba de buscarles casa en Barcelona, del colegio de
sus hijos, de la cobertura médica, les hacía de cajero automático en una época
en que no los había e incluso los socorría en sus líos de faldas. Sólo dos
anécdotas bastan para ilustrar ese saber hacer maternal. Desde que un arruinado
Gabriel García Márquez le pidiera 3000 dólares como regalo de cumpleaños,
Balcells se los continuaría enviando a cada aniversario hasta su fallecimiento.
Y las palabras con que Carlos Fuentes se acercó a ella ya lo dicen todo:
"Carmen, ¿quieres ser mi mami? Prometo respetarte y saludarte los días de
mayo", le confesó a Xavi Ayén, autor de la biografía colectiva Aquellos
años del boom (RBA).
Eso explica el exponencial crecimiento del
imperio Balcells durante las décadas del 70 y 80. Para los 300 representados
que atesora hoy su cartera de clientes, y para su legado, el futuro es
incierto. Como lo es el de su archivo de originales, cartas y bibliotecas de
autor, que había vendido al Ministerio de Cultura español en 2011 por tres
millones de euros, porque la agente jamás dio puntada sin hilo. En la
incertidumbre que le sigue a la muerte, quien probablemente se relama hoy sea
el temible Chacal Andrew Wylie.
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EL UNIVERSAL
México
D. F.
22 de
septiembre de 2015
FNPI se lamenta por Balcells,
la otra escudera de Gabo
Colombia lamentó hoy la muerte de la agente
literaria española Carmen Balcells, "la otra escudera de Gabo", tal
como la definió el director general de la Fundación Gabriel García Márquez para
el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), JaimeAbello.
Abello escribió en su cuenta de Twitter que Balcells,
fallecida hoy a los 85 años en Barcelona, fue también escudera de "tantos
grandes autores" de la lengua española, por lo que deja "una huella
imborrable" en la literatura universal.
La directora de la Biblioteca Nacional de
Colombia, Consuelo Gaitán, señaló que la agente literaria "puso a
escritores latinoamericanos en el panorama no solo europeo sino universal"
y aseguró que "tal vez (fue) la más importante persona para la difusión de
Gabo",
"Si no hubiera hecho ese trabajo de comercializar
basado en los méritos literarios de toda una generación que se hallaba en
Europa y que tuvieron la suerte de coincidir, realmente se hubiera retrasado muchísimos
años el conocimiento de la literatura latinoamericana", destacó Gaitán.
Asimismo, subrayó su labor con el nobel
colombiano Gabriel García Márquez sobre quien "exaltó el valor pero no
poniéndose ella como un eje fundamental de su obra sino solo como una
colaboradora".
"El carácter y temperamento fueron
fundamentales para hacer girar los ojos hacia la literatura y tener convicción
de que hay que arriesgar por escritores nuevos y talentos", concluyó.
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Jaime Abello Banfi @Jaime_Abello
Carmen Balcells, la otra escudera de Gabo -y
de tantos grandes autores de nuestra Lengua- nos deja una huella imborrable.
Descanse en paz.
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