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México
D.F.
25 de
julio de 2015
Noticia
Fuentes y Gabo cómplices siempre
La escritora mexicana, Silvia Lemus, presentó su libro
"Tratos y Retratos
Notimex
Quito, Ecuador.- Carlos Fuentes y Gabriel
García Márquez fueron amigos de piel adentro, vivieron y se guardaron para
siempre sus complicidades porque cada uno de ellos se llevó a la tumba los
secretos que ambos se guardaron.
Esa fue la amistad que estos dos grandes de la
literatura universal forjaron desde la década de los años 50, con encuentros
personales, familiares y a través de correspondencias que iban y venían de
París, México, Bogotá o de cualquier otro lugar del mundo.
La profundidad de la amistad entre Fuentes y
García Márquez se puede comprobar en las correspondencias que envió el autor de
Artemio Cruz al novelista colombiano, las que se encuentran en la caja 305 de
la Biblioteca Firestone de la Universidad de Pricenton.
La escritora mexicana,
Silvia Lemus, presentó su libro "Tratos y Retratos". Foto: Notimex
La otra testigo de excepción de los encuentros
de estos dos amigos fue la escritora Silva Lemus, esposa de Fuentes, quien
lleva con orgullo la vida y obra del narrador y ensayista por todo el mundo,
después de su partida en 2012.
Lemus es una mujer delgada, de conversación pausada,
que compartió su vida con Fuentes desde aquel año de boda en 1973 en París, una
ciudad que albergó en la mitad del siglo XX a los más grandes escritores y
pintores del futuro de América Latina.
La autora de Tratos y Retratos llegó esta
semana a Quito para la inauguración de la filial del Fondo de Cultura Económica
(FCE) y su Centro Cultural Carlos Fuentes, como parte de la cooperación de
México con América Latina.
Lemus conversó con Notimex después de la
presentación de Tratos y Retratos, que se constituyó en la primera actividad
del Centro Cultural Carlos Fuentes en esta ciudad de “cielo azul”, como siempre
la recordó el autor de Terra Nostra, quien vivió parte de su infancia en la
capital ecuatoriana.
Fuentes empezó a conocer a García Márquez a través
de su amigo Alvaro Mutis, quien lo invitó a leer los primeros relatos de Gabo,
que fueron los cimientos de su obra maestra Cien años de soledad.
Lemus dijo que esta fue la forma como Fuentes
se acercó a García Márquez, a quien siempre calificó como un “gran personaje de
la literatura hispanoamericana”.
Fuentes y Gabo “tenían una relación de
admiración mutua. Eran un par de latinoamericanos brillantes. Tenía ideas
políticas e intelectuales que los identificaron”.
“Ellos se admiraban muchísimo, pero ambos
tenían un gran pudor. Gabo en una ocasión me dijo: ‘acabo de leer Aura (…) que
gran escritor es tu marido’. El me las podía decir a mí, pero entre ellos no se
decían este tipo de elogios”, señaló Lemus.
Fuentes y García Márquez hacían “muchos
comentarios de humor, política. Ellos se prestaban sus personajes. Carlos
utilizó, por ejemplo a Aureliano Buendía y creo que Gabo utilizó alguna vez a
Artemio Cruz”.
Afirmó que “los dos eran muy bromistas. Los
dos eran receptores de sus bromas. Se reían mucho de sus complicidades, que no
sé cuáles eran. Los dos se llevaron sus complicidades para ellos”.
Los dos escritores tenían “espacios que solo
ellos sabían cuáles eran y que pasaba. Fueron muy discretos”, aseguró Lemus,
mientras trata de seguir recordando anécdotas de los dos amigos.
La escritora mexicana está convencida que
Fuentes, quien murió el 15 de mayo de 2012, y Gabo, el 17 de abril de 2014, hoy
estarían celebrando juntos el restablecimiento de relaciones entre Washington y
La Habana, porque los dos estuvieron cerca del proceso cubano.
“Yo creo que los dos estarían de acuerdo, que
era necesario que Cuba estuviera sin embargos, que Cuba fuera reconocida dentro
del mundo hispanoamericano. Los dos lo pensaron, estoy segura”, subrayó Lemus.
A la pregunta ¿Que le faltó a Fuentes, qué se
quedó en el tintero?, Lemus respondió sin vacilación: “Queda todo y nada (…)
Carlos escribió sin cesar. Esa era su vida”.
“El día antes de su fallecimiento, un lunes,
subió (a la segunda planta de la casa) y empezó hacer sus bocetos, en una pared
con los personajes que le daban vida a su novela que comenzó ese día: El baile
del centenario, pero hasta ahí llegó y no puedo decir más”, concluyó.
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EL HERALDO
Barranquilla
– Colombia
Junio
21, 2015
Revista
Latitud
El alud de Macondo
Por:
Ramón Illán Bacca
En este año y en las ferias de libros que se
han dado, el nombre y los libros sobre Gabriel García Márquez y Macondo son un
alud. En El legado de Macondo, una
antología de ensayos sobre nuestro premio Nobel hecha por Orlando Araújo
Fontalvo he encontrado artículos memorables.
Orlando Mejía, escritor, filósofo y de
profesión médico nos dice en su artículo “El arquetipo de Macondo. Las
babuchas, los almendros y las flores amarillas en Cien años de soledad” que la literatura es el arte de escribir algo
que se leerá dos veces. Añade que el libro de García Márquez es un clásico,
porque se puede leer un sinnúmero de veces pues, como diría Deleuze, «es una
máquina de producir sentidos y significados». El inconsciente del genio creativo
de García Márquez le permitió conectar a sus personajes con los mitos
atemporales de la humanidad. «No es García Márquez quien creó el mito de
Macondo sino que el arquetipo de Macondo se apoderó de la mente del autor».
Pasa a relacionar las babuchas de Amaranta, de
Aureliano Segundo y de Amaranta Segunda con las babuchas de Abu Cassem en Las mil y una noches y todas sus
desventuras. Los almendros están relacionados con la mitología del Talmud que
rodean la ciudad de la luz, una estancia sagrada e inmortal. A lo último, Mejía
relaciona las flores amarillas con la flor de loto, que es un mandala solar, y
se pregunta «¿Conocía García Márquez la riqueza simbólica y arquetípica de los
almendros?» Y se contesta. «Tal vez no. Lo que hace inigualable al autor de Cien años de soledad es “su don para
reflejar en sus historias auténticos arquetipos de la imaginación humana como
si él escribiera conectado al inconsciente colectivo de la humanidad, como si
fuese un amanuense jungiano».
No obstante, para el compilador Orlando
Araújo, García Márquez era un lector tan voraz como lo era Borges, con la
diferencia de que el argentino abrumaba al lector con su erudición mientras que
el nobel nuestro escondía todo ese saber y lo hacía aparecer como espontáneo.
Aún más, se dice que al terminar Cien
años de soledad, García Márquez hizo una gran fogata con todos los libros
raros y curiosos que había consultado para escribir la novela. Quiso que todos
los estudiosos se enloquecieran tratando de adivinar sus fuentes.
Mar Estela Ortega González Rubio y su hermana
Mercedes, en Una relectura de Crónica de
una muerte anunciada, traen apreciaciones muy audaces. Así las autoras
recalcan que cuando el juez le pregunta a Ángela Vicario quién era Santiago
Nasar, esta responde «Mi autor», y concluyen que esto permite «que el lector
sospeche que tanto el autor ficticio (narrador) como el autor real (García
Márquez) pueden ser los verdaderos culpables».
En la lectura de la novela, las autoras
encuentran implícito que Ángela Vicario ha tenido varios amantes antes del
matrimonio y que eso está clarísimo cuando Ángela, acosada por su hermano Pedro
que le pregunta por el culpable «ella… lo encontró a primera vista entre los
tantos y tantos nombres de este mundo y el otro y lo dejó clavado en la pared
con su dardo certero como a una mariposa sin albedrío cuya sentencia estaba
escrita desde siempre».
Sin ser un gabólogo, en Vivir para contarla García Márquez recuerda haber visto a Gentile y
a Margarita entrar al pueblo en el mismo caballo y con mucha frescura, sin
importarles lo que dirían. En un pueblo ese grado de confianza representaba una
relación mayor que la amistosa. El suspenso en Crónica de una muerte anunciada lo da el saber cómo se da el
crimen, pues al revés de las novelas policíacas, de entrada se sabe quién es el
muerto y los homicidas. A las autoras les interesó más lo que la novela muestra
de la situación de la mujer en esas fechas.
El Bolívar de García Márquez en El general en su laberinto, de Rafael
Gutiérrez Girardot, es uno de los mejores ensayos escritos sobre el genio de
Aracataca. «Entre el Bolívar histórico y el reinventado de García Márquez
ocurrieron muchas cosas, entre otras el fracaso de Bolívar», nos dice. Este
Bolívar en sus lecturas «no buscaba normas sino placer y enriquecimiento»
Riqueza fácil de encontrar para nosotros leyendo este libro.
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EL TIEMPO
Bogotá –
Colombia
20 de
julio de 2015
Opinión
40 años de El otoño del patriarca
Publicada en 1975, puede catalogarse como la novela
más rítmica en la narrativa de García Márquez.
Por José
Miguel Alzate
Por estos días se están cumpliendo cuarenta
años de haber sido publicada la primera novela escrita por Gabriel García
Márquez después de ‘Cien años de soledad’, la narración que lo catapultó como
fabulador. En junio de 1975, en medio de una creciente expectativa, apareció en
las vitrinas de las librerías de varios países de habla hispana ‘El otoño del
patriarca’. Su aparición estuvo precedida de comentarios escritos por amigos
cercanos al novelista, en los que destacaban la novedad en la estructura y en
su lenguaje oceánico. Narra la historia de un dictador caribeño que no obstante
haber nacido en la pobreza se convierte en un hombre con poder. García Márquez
recurre a la hipérbole para mostrarlo con la aureola de un sátrapa que todo lo
puede.
La expectativa que existía sobre la aparición
de ‘El otoño del patriarca’ estaba motivada por la pregunta que la crítica se
hacía en el sentido de si García Márquez sería capaz de superar la epopeya lograda
con ‘Cien años de soledad’. Algunos se atrevían a decir que no lo haría. Sin
embargo, a pesar del escepticismo, poco a poco los lectores fueron descubriendo
la maravilla de esa prosa que parecía salirse de cauce por la majestuosidad de
un lenguaje que estaba trabajado con arte literario. El impacto, desde luego,
no fue inmediato. Los lectores no podían asimilar ese estilo arrollador donde
desaparecían los signos de puntuación para darle paso a un relato continuo,
donde solo se podía tomar aire cuando aparecía una coma.
¿Puede esta catalogarse como la novela más
rítmica en la narrativa de García Márquez? Pienso que sí. Desde que se inicia,
el libro produce en el lector un encantamiento especial por la magia de ese
lenguaje que se filtra como la sombra de un poema a lo largo del texto. El
ritmo de la narración, sumado a la exuberancia del lenguaje, convierte la obra
en una avalancha musical que va develando, página a página, una sinfonía creada
para impregnar con su torrente orquestal todo ese mundo mágico que el narrador
recrea. En este libro la prosa se convierte en río por donde corren como
piedras desde las palabras más excelsas hasta frases que no obstante tener
términos escatológicos forman en conjunto un extenso poema en prosa donde la
naturaleza tiene una presencia nítida.
‘El otoño del patriarca’ innova en la
estructura misma de la novela. García Márquez utiliza a veces el narrador en
primera persona, otras se regodea con el narrador omnisciente, lo mismo que con
el narrador en tercera persona. Inclusive, existen capítulos donde aparece el
narrador colectivo. Se toma, incluso, licencia para insertar en su prosa, como
voces propias, poemas de Rubén Darío. En este relato el autor rompe con la
temática macondiana. Aquí ya no aparece nada que se identifique con la estirpe
de los Buendía, ni con el espacio geográfico de Macondo, ni con el estilo
literario utilizado en sus obras anteriores. Debido a la cantidad de voces que
se introducen en la narración, puede catalogarse como una novela polifónica.
Es una obra sobre un dictador que llega al
extremo de canonizar por decreto a su madre. García Márquez lo recreó con la
imagen que tenía de los diferentes dictadores latinoamericanos. Inclusive, le
agregó cosas de dictadores tan folclóricos como Bokassa o Idi Amín. Su
personaje muda de dientes tres veces en la vida, y tiene una hernia tan grande
que debe ser transportada en una carretilla. Vive 232 años. Sin embargo, en determinado
momento el lector no sabe si está vivo o muerto. Todo porque, a veces, el narrador
hace creer que este ha entregado su alma a Dios. Pero unas páginas más adelante
aparece vivo. Además, se mete en la vida privada de sus gobernados, exprime en
beneficio propio las riquezas de la nación y oprime al ciudadano con su régimen
totalitario.
Alguien dijo que este no era un libro para
leer sino para ser oído. Y tenía razón. Por sus páginas trasciende, como una
constante, la música. En frases como “era un coro de voces tan numerosas y
distantes que él se hubiera dormido con la ilusión de que estaban cantando las
estrellas”, se advierte esa musicalidad de la prosa. El ritmo cadencioso de la
narración, que envuelve una frase dentro de la otra, y la otra dentro de otra,
y así sucesivamente, crea una sinfonía musical que agrada al oído.
Este dictador que al comienzo en un caudillo
heroico va pasando por diferentes etapas en su vida hasta convertirse en un
decrépito patriarca manejado como un títere. Novela de prosa exuberante,
musical, casi mágica, este relato conquistó lectores por sus frases ricas en
sonidos musicales.
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EL TIEMPO
Bogotá – Colombia
16 de julio de 2015
NOTICIA
Presentan libro que rinde
homenaje
a Gabriel García Márquez
'Gabo si tiene quien le escriba', fue lanzado
durante un evento en Washington por el BID.
Por:
Sergio Gómez Maseri |
Corresponsal de EL
TIEMPO -Washington
@sergpom68
El nobel colombiano Gabriel García Márquez si
tenía quien le escribiera. Y mucho. Este lunes el Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) hizo la presentación oficial de un libro en el que rinde
homenaje al fallecido escritor a través de una recopilación de cartas,
escritos, artículos periodísticos, imágenes y mensajes de amigos y admiradores
a lo largo y ancho del planeta.
El libro, ‘Gabo si tiene quien le escriba’,
fue lanzado durante un evento en Washington que encabezó el presidente del BID,
Luis Alberto Moreno, con un conservatorio entre la directora del Festival
Nacional de Libros de la Biblioteca del Congreso de EE. UU., Marie Arana, y la
jefa de la división de Asuntos Culturales, Creatividad y Solidaridad del BID,
Trinidad Zaldívar.
“Hoy García Márquez está más presente que
nunca entre nosotros a través de su legado. Y sobre todo está vivo a través de
su más fiel compañera, Mercedes Barcha. Este modesto volumen simplemente
compila las emociones manifestadas en los medios de comunicación y las redes
sociales por un nutrido grupo de intelectuales que sintieron la muerte de Gabo
casi como la pérdida de un familiar. Gabo tiene quien le escriba no es ni un
obituario ni un libro de autor, sino una celebración”, dice Moreno en la
introducción del ejemplar que desde ya ha sido celebrado por su originalidad.
Los textos del libro, que están acompañados
por imágenes del reconocido fotógrafo literario Daniel Mordzinsky, incluyen
mensajes enviados por destacadas figuras como los presidentes Barack Obama,
Dilma Rousseff, François Hollande y Raúl Castro al igual que admiradores
anónimos que, al enterarse de su muerte, inundaron las redes sociales con
mensajes de admiración y respeto.
La presentación del libro estuvo antecedida
por la premier en Washington de un documental sobre Gabo producido por
Discovery Channel y Caracol Televisión.
El documental, narrado por el escritor
colombiano Juan Gabriel Vásquez, presenta el mundo del premio Nobel colombiano
y sus grandes contribuciones a la literatura, al cine y al periodismo mundial,
en un diálogo estrecho con personajes tan conocidos como cercanos a Gabo: los
ex presidentes Bill Clinton y César Gaviria, la editora Carmen Balcells, los
periodistas María Jimena Duzán, María Elvira Samper y Jon Lee Anderson, su
biógrafo Gerald Martin y sus hermanos Aida y Jaime García Márquez, entre muchos
otros.
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JetSet
Bogotá –
Colombia
Julio de
2015
Temas
Revista JetSet
“El Carretudo” de Cartagena
heredó los libros de Gabo
No solo la Universidad de Texas tiene algunos de los
libros de García Márquez. Mercedes Barcha, la viuda del nobel, le donó a La
Carreta Literaria, de Cartagena, 300 obras que leyó el escritor.
*“El Carretudo” de Cartagena heredó los libros de Gabo Martín
Murillo recorre las calles de Cartagena desde hace ocho años. Entre los libros
que pertenecieron a García Márquez hay biografías de mártires católicos,
relatos de conquistadores e historias de la música vallenata, entre otros
temas.
*Gabo vivió fascinado con La Carreta Literaria y dijo que esto
solo pasaba en Macondo. Después del comentario, le regaló una edición de Cien
años de soledad a este gestor cultural.
*La Carreta Literaria de Martín Murillo es un gran referente de
Cartagena. El nobel Mario Vargas Llosa la elogió en el Hay Festival de hace dos
años.
Un año después de la muerte de Gabriel García
Márquez, su esposa, Mercedes Barcha, regresó a Cartagena. Los objetos y la
biblioteca del nobel literario en su casa del sector histórico de San Diego
permanecían tal cual él los dejó en el último viaje a la ciudad que inspiró sus
novelas El amor en los tiempos del cólera y Del amor y otros demonios.
La Gaba, como le dicen a la viuda del escritor
colombiano, llegó decidida a donar algunas de las pertenencias de su esposo,
incluyendo 300 libros y revistas que finalmente destinó al proyecto de La
Carreta Literaria, de Martín Murillo. Barcha le dijo al creador de esta
iniciativa que el escritor vivía fascinado con esta biblioteca móvil que desde
hace ocho años promueve la lectura gratuita en los parques y plazas coloniales
del Corralito de Piedra.
“García Márquez me dijo en una ocasión que mi
trabajo solamente se veía en Macondo. Con cariño me decía ‘el Carretudo’”,
recordó el heredero de las publicaciones que Gabo leyó durante sus visitas a la
capital de Bolívar y que con su muerte obtuvieron el valor de piezas de museos
y de coleccionistas.
Hace unos meses, la Universidad de Texas, en
Austin, Estados Unidos, adquirió parte del archivo personal de Gabriel García
Márquez por una suma que aún no ha sido revelada a la prensa. El centro
educativo atesoró el manuscrito final de Cien años de soledad; una copia de su
novela inconclusa, En agosto nos vemos, y cerca de dos mil cartas que el autor
colombiano intercambió con los escritores Graham Greene, Milan Kundera, Julio
Cortázar, Günter Grass y Carlos Fuentes. Los documentos reposarán junto a los
objetos de otros grandes de las letras como James Joyce, Ernest Hemingway y
William Faulkner.
En contraste, el legado que heredó La Carreta
Literaria recorrerá las calles de Cartagena. Martín Murillo recibió una de las
primeras ediciones de Changó, el gran putas, de Manuel Zapata Olivella;
Ficciones, de Jorge Luis Borges, y decenas de textos acerca del vallenato y la
música clásica, relatos de conquistadores españoles, biografías de mártires del
santoral católico y ensayos relacionados con el oficio del periodismo.
La esposa del autor de El coronel no tiene
quien le escriba oficializó la entrega de los libros en su propia casa. No hubo
prensa, ni representantes del Gobierno. Barcha le ofreció un tinto y le dijo
que regara la semilla de la lectura en los cuatro puntos cardinales de la
ciudad.
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