EL TIEMPO
Bogotá - Colombia.
30 de diciembre de 2014
Un poema firmado con seudónimo:
la primera publicación de Gabo
Un día como hoy, hace 70 años, EL TIEMPO publicó la
primera obra del Nobel cuando era estudiante.
Por: GUSTAVO ADOLFO RAMÍREZ *
Especial
para EL TIEMPO
García
Márquez, en 1943 (tenía 16 años), en la época en que escribía poemas con el
seudónimo Javier Garcés. Foto: Foto archivo.
Tal vez la verdadera biografía de un escritor,
de un artista, sea su obra. Por eso, los escritos, las publicaciones, el
recuento bibliográfico nos dan el mejor panorama para seguir las huellas de un
autor. Es por ello que, sin temor a equivocarse, se puede afirmar que el
capítulo bogotano de Gabriel García Márquez es, si no el más importante, sí el
más interesante y generoso a la hora de acercarnos a su vida y obra.
Y es que aquí en Bogotá, Gabo publicó sus
primeros y últimos poemas; escribió y publicó sus primeros cuentos, sus
primeras novelas y sus primeras crónicas y reportajes. También aquí recibió sus
primeras críticas, y también sus primeros honores y premios.
En efecto, Gabo nace a la literatura en
Bogotá, el 31 de diciembre de 1944 (hace exactamente 70 años), cuando se
publica en la página literaria de EL TIEMPO su poema Canción. Gabito, como lo
llamaban sus compañeros del colegio, era por aquellos días un estudiante de
bachillerato en el Liceo Nacional de Varones de Zipaquirá y entonces cabe
preguntarse: ¿Cómo un adolescente que estudia en un colegio de la provincia
cundinamarquesa logra que un poema suyo sea publicado en el periódico más
prestigioso en el país?
Sobre este asunto se barajan distintas
versiones. Una es la que plantea Gabo en sus memorias, Vivir para contarla:
“Cecilia González, mi cómplice de Zipaquirá, había convencido al poeta y ensayista
Daniel Arango de que publicara una cancioncilla escrita por mí, con pseudónimo
(Javier Garcés) y en tipografía de 7 puntos, en el rincón más escondido del
suplemento dominical de EL TIEMPO”.
Otra explicación la dan algunos biógrafos que
sostienen que esta publicación se debe a la mediación del poeta Eduardo
Carranza, quien para esos años era el director de las páginas
literarias de EL TIEMPO y visitaba a Zipaquirá
con cierta frecuencia, donde se conocieron. Lo cierto es que el poema está
inspirado en la poética piedracielista y lleva un epígrafe del capitán del
grupo: “Llueve en este poema... E. C.”.
En 1945, también en el periódico EL TIEMPO,
aparece una noticia asociada con el futuro premio nobel, y nada más ni nada
menos que a propósito de la literatura y los libros. Ese día, 28 de junio,
anuncia el periódico que al día siguiente tendrá lugar la inauguración de la
Segunda Feria del Libro de Zipaquirá.
Al adelantarles a sus lectores el orden del
día del acto inaugural, este diario informa que a nombre de los estudiantes
hablará Gabriel García Márquez. Tal vez a ese discurso, sin acordarse del
propósito del mismo, se refiere Gabo en sus memorias cuando dice que lo
consulta con el rector del Liceo y tiene uno de sus primeros grandes tropiezos
con la ortografía:
‘Aquí hay dos problemas –me dijo–. Usted
escribió: en armonía con la flora exhuberante de nuestro país, que dio a
conocer al mundo el sabio español José Celestino Mutis en el siglo XVIII,
vivimos en este Liceo un ambiente paradisíaco’. Pero el caso es que exuberante
se escribe sin hache y paradisiaco se escribe sin tilde.
Me sentí humillado. No tuve respuesta para el
primer caso, pero en el segundo no tenía ninguna duda, y le repliqué de
inmediato con lo que me quedaba de voz:
–Perdóneme, señor rector, el diccionario
admite paradisíaco con acento o sin acento, pero el esdrújulo me pareció más
sonoro”.
Gabo y Camilo
Al año siguiente, el 15 de diciembre de 1946,
mientras en las páginas sociales del periódico se reseña el grado de bachiller
de un joven perteneciente a la sociedad bogotana, Camilo Torres Restrepo, en la
página de temas nacionales, en la esquina inferior izquierda, bajo el título
Los trabajos para la exposición pecuaria están muy adelantados aparece, luego
de comentar algunos detalles del evento bovino, un subtítulo que anuncia el
grado de 25 bachilleres.
En esta breve nota se informa que en el Liceo
Nacional de Varones de Zipaquirá se llevó a cabo la ceremonia de graduación:
“En nombre de los nuevos bachilleres llevó la palabra el alumno Gabriel García,
quien conquistó el primer puesto del curso”.
Curiosamente, Camilo y Gabo, tan solo dos
meses después, serían condiscípulos en la Universidad Nacional, e iniciarían
una larga y entrañable amistad, que llevaría –inclusive– a que fuera el padre
Camilo quien bautizara al primogénito cachaquito de Gabo, Rodrigo.
Sobre su grado de bachiller, Gabo recuerda en
Vivir para contarla que “no solo era más de lo que mis padres esperaban, sino
que además fui yo el primero de la promoción de aquel año, a pesar de que mis
compañeros de clase –y yo más que nadie– sabíamos que no era el mejor”.
En 1954, Gabo inicia su senda ganadora de
laureles y premios literarios con el primer puesto en un concurso organizado
por la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia, y con motivo de la
ceremonia de premiación, gana también su aparición en una primera página de un
periódico: EL TIEMPO, el 31 de julio de 1954.
Gabo en la primera página de El Tiempo, felicita a Carlos Arturo Truque , con quien compartió el premio de cuento del concurso organizado
por la Asociación de Escritores y Artistas de Colombia. en 1954. (Vease mas informacion en Tres cuentos colombianos).
Entonces, si bien El Espectador de los años
cuarenta, encabezado por Gabriel y Guillermo Cano, Eduardo Zalamea Borda y José
Salgar, es la cuna del García Márquez cuentista; y el de los años cincuenta es
la casa del Gabo periodista, del reportero y del crítico de cine, la verdad es
que a Gabo lo publicó primero ese que él llama en sus memorias “un periódico
rico, poderoso y prepotente”, y que fue este –EL TIEMPO– el que dio por primera
vez al mundo noticia de la existencia del que sería nuestro más importante
genio literario.
A 70 años de iniciada esta historia es bueno
revelarla. Y recordar, en homenaje a su memoria, los lazos de Gabriel García
Márquez con Bogotá, en los días que uno tras otro eran la vida.
* Director del Archivo de Bogotá, experto y
coleccionista sobre Gabriel García Márquez
Otros textos de Gabo en EL TIEMPO
Como si fuera poco este recuento de la
presencia y registros, Gabo también publicó en EL TIEMPO corresponsalías de las
que escribió durante su estancia en Europa, las cuales –desafortunadamente– no
fueron encontradas por Jacques Gilard, a pesar de su exhaustiva búsqueda, toda
vez que se concentró en el diario ‘El Espectador’.
No sospechó que también en el periódico de los
Santos hubiera encontrado textos firmados por Gabo en los años cincuenta,
cuando su nombre ya estaba asociado al diario de los Cano. Por ello, nos hemos
perdido –los lectores de Gabo y de su obra periodística recogida en libros– una
bella serie sobre los negros en París.
En EL TIEMPO, Gabo también publicó cuentos
como ‘La siesta del martes’, ilustrado nada más ni nada menos que por uno de
sus amigos que formaba parte de la Bogotá letrada y cultural de la época,
Fernando Botero.
** ** **
EL PIÑERO
Oaxaca –
Mexico
27 de
diciembre de 2014
Diario de un reportero:
Aparte de
Gabo no contado
Gabo soñó con un periódico
•Se llamaría “El otro”
Por Luis
Velázquez
Veracruz. Mexico
Pobreza dolorosa .Gabriel García Márquez estaba recién llegado
a México, procedente de Nueva York en un viaje en autobús. Sin trabajo y sólo
con cien dólares para mantener a su familia. Buscaba empleo y las puertas cerradas.
Fue una época de “pobreza dolorosa”. Una noche
llegó a casa. Mercedes Barcha, su esposa, le dijo: “Gabriel, no he podido darle
leche a Rodrigo. No tuve con qué”, cuenta Darío Arizmendi en su libro Gabo no contado (editorial Aguilar, que acaba de llegar a las
librerías de la ciudad) con quien el periodista colombiano tuvo una amistad de
30 años. Gabito, como le llamaban sus amigos, sentó a su hijo en las piernas y
le dijo: “Hijo, mañana habrá leche. Duérmete tranquilo. Hoy no hemos podido. No
pienses que tienes hambre. Duérmete tranquilo. Sueña que mañana tomarás mucha
leche”.
Y Rodrigo se durmió soñando con que al día
siguiente tomaría leche.
Y temprano en la mañana del día siguiente,
tocado fondo con su hijo, Gabito fue a buscar trabajo con tanta intensidad que
lo obtuvo como editor del semanario Sucesos, del cineasta Gustavo Alatriste, el
primer esposo de Silvia Pinal.
LUNES
Así era el Gabo
Así era el reportero y escritor Gabriel García
Márquez según cuenta su biógrafo, el periodista Darío Arizmendi:
Solo dormía seis horas diarias. “Desayunaba
café descafeinado con azúcar, algo de fruta y una tortilla mexicana” para de
inmediato encerrarse de las 8 de la mañana a las 2 de la tarde a escribir.
“Cumple en sus citas y compromisos. Jamás
llega tarde. No le gusta hacer esperar a la gente y toma las precauciones
debidas para que sea así. Hace citas con semanas y con meses de anticipación y
todas las anota en una agenda. Son incontables sus amistades, todas muy
diferentes y de muy distinto carácter”.
“Domina el francés, el inglés está informado
de lo que acontece en los cuatros puntos cardinales”… del mundo.
“En su apartado aéreo no cabe ni la correspondencia
ni las revistas y libros que le llegan”.
“Gabo sabe de todo: de literatura, de
historia, de geopolítica, de política colombiana, de arte. Y lo que ignora se
lo averigua. Tiene una curiosidad endemoniada.
“De temperamento alegre, es muy exigente
consigo mismo y con los demás. Le gustan las cosas bien hechas. Sus cualidades
humanas que practica (seriedad, responsabilidad, disciplina) las tiene
perfectamente incorporadas” en su vida cotidiana.
MARTES
Gabo soñó con un periódico
El Premio Nobel de Literatura le dejó a García
Márquez un cheque de 200 mil dólares. Entonces, dispuso que era financiar un
periódico que se llamaría El otro, en Medellín, Colombia, y que ya tenía en
proyecto, incluso, aterrizando el operativo.
Soñaba, entonces, con el mejor periódico de
América Latina, parecido al diario El mundo que entonces dirigía el periodista
Darío Arizmendi, su amigo durante tres décadas, con el formato del periódico La
república, de Italia, con reporteros menores de 30 años edad y los mejores columnistas
del mundo para que el diario tuviera una mirada internacional, más allá del
localismo empobrecedor.
Hasta que un día su esposa Mercedes Barcha, a
quien todos conocían como “La gaba” pronunció la siguiente frase apocalíptica:
“Ni se te ocurra. Aquí la plata la manejo yo y no vamos arriesgar ni un peso”.
Y “El otro” se desvaneció en los sueños.
Sin embargo, soñando con un mejor periodismo
en el mundo, García Márquez creó la Fundación para el Nuevo Periodismo en
Iberoamérica, por donde han pasado un montón de reporteros del planeta, entre
ellos, Ignacio Carvajal y Noé Zavaleta, de Veracruz, los únicos.
MIÉRCOLES
El profe exigente
Atrás del sueño de El otro, hacia 1983, el
Gabo visitó las instalaciones del periódico El Mundo, que era su referencia en
Colombia.
Se reunió con los socios del periódico que
también lo serían en El otro y disipó dudas.
Luego, se fue a la sala de redacción donde los
reporteros y editores elaboraban la edición del día siguiente y durante cuatro
horas estuvo con ellos…
“Corrigió pies de notas, pies de fotos,
titulares, leía los textos de los periodistas y los increpaba ante un mal
cierre”.
Cuenta Darío Arizmendi: “Era un profesor
innato que respiraba la felicidad dando clases, entregando las lecciones del
oficio. Gabo era generoso en sus expresiones y duro en sus exigencias, por eso
no descansó hasta tener el espacio real de una escuela para preparar los mejores
periodistas de todo el continente. Y lo cumplió”.
JUEVES
Fidel Castro y Gabo
Al cumplirse los 30 años de la revolución
cubana, García Márquez viajó a Cuba para estar con su amigo Fidel Castro. Fue
con su esposa y con su amigo Darío Arizmendi.
Jaime Abello y Dario
Arizmendi en el lanzamiento del libro en Medellín.
El Gabo dijo a Fidel:
–Oye, Fidel, de qué te arrepientes de la
revolución?.
Fidel dijo:
–El primer gran error y que me echó el mundo
encima fue el paredón, fusilar presos. No lo debí haber hecho.
–El segundo fue haber sacado la inversión
extranjera porque en estos países pobres… no podemos darnos el lujo de
alejarla.
–Y el tercer error fue la exportación de la
revolución. Teníamos un departamento llamado América que sembraba la revolución
en otros países y nos equivocamos, fue un error interferir en los asuntos de
otros lados. Y fracasamos.
Gabo y Fidel, Fidel y Gabo platicaban como
amigos, sin que el escritor ni el reportero cayeran en la tentación de publicar
el diálogo íntimo, privado, no obstante su interés y repercusión en el mundo.
Por eso eran amigos…
VIERNES
El hijo del telegrafista
Desde que saliera de Colombia a sus recorridos
y estancias y vida en el resto del mundo, cada domingo, hacia las 12 horas,
García Márquez le hablaba por teléfono a su señora madre y se la pasaban horas
dialogando, riendo y sonriendo.
Tenía una casa en Bogotá, otras en México,
otra en París y otra en España. Y las cuatro habían sido construidas por el
mismo arquitecto, igualitas, gotas de aguas, y pintadas con el mismo color,
blanco, para que así el escritor sintiera que cuando llegaba a una casa llegaba
de hecho a la misma.
Padeció cáncer y lo venció. Padeció leucemia y
durante muchos años lo superó. Padeció demencia senil.
Y cuando sintió que empezaba a perder la
memoria confió a su amigo Darío Arizmendi que pronto dejaría de escribir porque
estaba olvidando el nombre de las cosas, las historias, los recuerdos, los
diálogos.
Siempre escribió sus novelas escuchando
música. Sentía que así la belleza rítmica de la música se transportaba a la
belleza de su lenguaje escrito, de su riqueza narrativa y de su infinita
imaginación.
Tuvo once hermanos, uno de los cuales murió
joven. Dos hermanos suyos son escritores.
Fue el escritor más querido y amado en el
mundo. Era un buen hombre, un gran ser humano, sensible y sencillo, generoso y
solidario. Era Piscis. “Sólo soy uno de los 12 hijos del telegrafista de
Aracataca” decía.
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