7 de abril de 2012

MEMORABILIA GGM 570

jetset.com.co
Bogotá – Colombia
Abril de 2012

Los 85 años de Gabo

En compañía de personas muy cercanas y en medio de los rumores de sus quebrantos de salud, Gabriel García Márquez celebró 85 años de vida. No solo hubo una fiesta, sino varias en las que no faltaron los vallenatos. Los amigos que no pudieron asistir a las celebraciones recordaron muchas anécdotas del hijo de Aracataca.

El escritor Gabriel García Márquez se mostró muy sonriente durante el desayuno que organizó para celebrar su cumpleaños. En la reunión estuvo acompañado por once personas, entre ellas, su esposa Mercedes Barcha, varios familiares y el equipo de trabajadores de confianza. 

Foto: Diario La Jornada de México

Hace unos días Gabriel García Márquez cumplió 85 años, casi la misma edad de algunos de sus personajes literarios como el sabio impetuoso de Memoria de mis putas tristes, o el desesperanzado hombre de El coronel no tiene quién le escriba, el dictador de El otoño del patriarca, el combatiente de muchas guerras civiles de La hojarasca, y la del anciano emplumado de Un señor muy viejo con unas alas enormes.

Gabo, quien creó parte de este universo de octogenarios cuando apenas se acercaba a los 40 años, ahora conoce la vejez, según declaraciones de su agente Carmen Balcells, de 81 años. “Está pachucho”, dijo la representante literaria española para explicar que el Nobel se encuentra delicado “como consecuencia de que nos hacemos mayores”.

Sin embargo, el paso de los años le dio a García Márquez la posibilidad de aumentar su parentela y de sumar muchos amigos, tal como quedó registrado en la celebración de su cumpleaños número 85 en su casa del sector exclusivo del Pedregal, en Ciudad de México.

Ese día no hubo acceso a las cámaras de la prensa, exceptuando la de un equipo periodístico del diario azteca La Jornada. No obstante, la emoción de los dos comunicadores, que tendrían la primicia mundial de la fiesta en la que hubo tamales y vallenatos, se desboronó cuando Genovevo Quirós, asistente personal del autor, dijo que no podían hacerles preguntas al escritor. Pero no importó, cientos de personas, entre literatos, columnistas y amigos en los medios de comunicación de América y Europa se encargarían de narrar el anecdotario de Gabo, rico en pequeñas historias que él mismo omitió en su biografía Vivir para contarla.

Por ejemplo, una mañana en La W Radio, Julio Sánchez Cristo y Roberto Pombo, director de El Tiempo, trajeron a la memoria el día en que ellos dos y Gabito terminaron cantando boleros con Salma Hayek en el bar del hotel Camino Real, de México. Pero Salma, quien en aquella época andaba en las correrías del estreno de la película Frida, no sería el único personaje de la farándula que se dejaría seducir por la personalidad imantada del novelista. Shakira lo incluyó en el llavero de sus amigos después de que la entrevistara para la revista Cambio en 1999. “Me han hecho muchas entrevistas, algunas filosóficas y otras divertidas, pero esta es la que más recuerdo”, afirmó la barranquillera. Otros nombres del mundo de la música como el del español Joaquín Sabina se unieron a la sucesiva línea de ‘gabólogos’ después de relatar que en sus viajes a México esculca los estantes de las viejas librerías con la esperanza de encontrar algunos ejemplares de los primeros libros que publicó el escritor de novelas, guionista y cuentista. En este periplo propio de los coleccionistas ha encontrado ediciones de Cien años de soledad que superan los 1.500 dólares, casi tres millones de pesos.

El escritor Carlos Fuentes, cuya biblioteca personal está atiborrada de textos autografiados por su amigo Gabo, se unió al festejo de los 85 años del creador colombiano para explicar la pasión conjunta que sienten por el cine. “Hablamos poco de literatura, pero hablamos mucho de cine, de Robert Mitchum”, dijo, mientras confesó que fue una de las primeras personas que leyó los borradores iniciales de Cien años de soledad, la obra cumbre de Gabo que escribió en sus primeros años en México.

La relación de Gabriel García Márquez con la política ha sido igual de estrecha a la que cultivó con la cultura. Es así como el presidente Juan Manuel Santos admitió esa mañana dedicada al Nobel en La W, que después de una larga conversación de hora y media con Gabriel García Márquez acerca de lo que “él llamaba la carpintería de la literatura” conoció la importancia del uso de los adjetivos en la narración literaria.

En medio de las grandes discusiones acerca del arte de escribir, la celebración de los ocho lustros y medio del creador de Los funerales de la mamá grande fue aderezada con otro extenso anecdotario que terminó por divertir a Mercedes Barcha, la esposa, como la vez que la prensa lo creyó muerto. Roberto Pombo, quien los acompañaba cuando estalló la falsa noticia, recuerda que una periodista se le acercó al escritor y le dijo: “Maestro, dicen que estaba muerto”. Él la miró y le contestó: “No, estoy fallecido”. Las informaciones acerca de la muerte del Nobel han sido muchas, como alguna vez en que su hermano Jaime García Márquez empacó maletas hacia México porque se comió el cuento.

En las últimas semanas, los noticieros también volvieron a relatar el episodio en el que el novelista decidió lucir el liqui-liqui en la entrega del Premio Nobel en Estocolmo, en lugar de un frac, que consideraba una prenda de mal agüero. La escogencia de la pinta caribeña despertó una polémica de mucha tela en los medios de la capital de la República, y que él mismo apaciguó con una frase legendaria que nutrió su fama de hombre con sentido del humor e ingenioso: “Si supe ganarme el Nobel, entonces también sabré como recibirlo”, dijo.

Como pocas veces había sucedido, el pasado 7 de marzo el mundo de la cultura celebró en grande un cumpleaños de Gabo, hasta el punto de que Mercedes, su eterna e incondicional mujer, lo llamó el mes de jubileo, por tantas fiestas y encuentros con amigos de la vieja guardia. Una de estas reuniones se realizó en casa de José Luis Cortés, quien invitó a la intérprete peruana Tania Libertad para que le cantara Las mañanitas.

“Hay Gabo para rato”, aseguró su hermano Jaime García Márquez, en Cartagena. Dicen que el escritor está tan alentado que todavía le quedan muchísimos marzos.

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analitica.com
Caracas – Venezuela
6 de abril de 2012


Del síndrome de Estocolmo
al síndrome de García Márquez

Por Gustavo Coronel
gustavocoronelg@hotmail.com

Me siento tentado a bautizar este fenómeno como el Síndrome de García Márquez, porque parece estar claramente ilustrado por el afecto irracional y acrítico que Gabriel García Márquez ha desarrollado por años por el dictador Fidel Castro, disfrazándolo de amistad basada en intereses intelectuales comunes

El afecto o identificación que llega a sentir el secuestrado por, y con, el secuestrador es lo que se ha dado en llamar el Síndrome de Estocolmo. Hay un fenómeno similar que no involucra un secuestro, al menos de naturaleza física, aunque se pudiera hablar de un secuestro psicológico. Es el afecto o la admiración que siente una persona, más allá de lo objetivo o racional, por los dictadores, la atracción que siente la persona por el poder y por quien lo ejerce.

Me siento tentado a bautizar este fenómeno como el Síndrome de García Márquez, porque parece estar claramente ilustrado por el afecto irracional y acrítico que Gabriel García Márquez ha desarrollado por años por el dictador Fidel Castro, disfrazándolo de amistad basada en intereses intelectuales comunes. En efecto, la amistad de Gabriel García Márquez con Fidel Castro no es como la que nos describió Andrés Eloy Blanco en un poema. Blanco habla de dos amigos, un jefe civil y un agricultor quien había transgredido la ley. El jefe civil cumplió con su deber y puso a su amigo en prisión pero iba todos los días a regarle los sembradíos. García Márquez nunca ha condenado o criticado en público al staliniano dictador Cubano. La primera manifestación acrítica de esta adoración a prueba de ética fue el caso de Heberto Padilla, escritor Cubano, quien fue definido como “contra-revolucionario” y obligado a confesar su “pecado” en ‘’público, a retractarse y hasta a mencionar a varios de sus amigos como “enemigos de la revolución”. Este grotesco evento típico del estalinismo Cubano fue denunciado por todos los escritores del “Boom” latinoamericano, quienes hasta ese momento habían mostrado simpatías por la revolución Cubana. Por todos... menos por García Márquez. Hasta Cortazar firmó la carta de protesta, aunque luego se negara a firmar una segunda carta.

Cuando Plinio Apuleyo Mendoza, su buen amigo, le preguntara por qué no había firmado la carta, García Márquez le respondió, suspirando: “Ah, si tu supieras lo que yo sé….. si yo te contara”. Según García Márquez, conocer secretos de Castro era suficiente para absolverlo de toda culpa.

En su artículo “Cuba, de cabo a rabo”, escrito en 1975, Gabo (como le dicen sus amigos) exaltó al Partido Comunista Cubano y la Constitución Socialista Cubana. Al elogiar la constitución dijo que la Cuba de Castro había resuelto de un plumazo el problema de la libertad de creación artística. Sin embargo, agregó, "el contenido es otra cosa. Nada que vaya contra la revolución podrá ser publicado". Sorprendentemente, apuntó García Márquez, esto no es problema, ya que "en Cuba la gente se siente feliz y puede dar rienda suelta a su imaginación". Increíble, no es cierto?

La razón de esta adoración de G.M. por Castro, dicen los analistas, debe ir a buscarse en su fascinación por el poder. Los hombres fuertes ejercen gran atractivo para él. Adora la figura del caudillo, el cual pinta una y otra vez en sus novelas, tanto bajo la figura de Aureliano Buendía, en “Cien años de Soledad”, como en “El General en su Laberinto o en “El Otoño del Patriarca”.

En una entrevista dada a “Triunfo” en 1971 ya G.M. opinaba sobre la revolución de la siguiente manera: “La revolución Cubana ha creado una versión de socialismo que es típicamente Cubana: humana, imaginativa, feliz, sin corrosión burocrática”. Hoy tendría que admitir que eso fracasó o nunca se concretó, pero - en cambio - guarda silencio cómplice, a pesar de que el propio Fidel Castro ha dicho recientemente que el socialismo no sirve en ninguna parte, ni nunca sirvió en Cuba.

La justificación de la intervención de Castro en Angola fue otro ejemplo de su ciega adoración. La llamó “una acción solidaria, altruista”. Su pasión por los hombres fuertes lo llevaría a ser confidente de Torrijos y promotor del sandinismo en Nicaragua.

Fidel Castro le regaló una mansión en La Habana y un auto Mercedes Benz, cuando ganó el Premio Nobel, en una época en la cual los Cubanos andaban en bicicletas destartaladas (todavía andan así).

G.M. ha dicho que, gracias a él, muchos prisioneros políticos Cubanos han sido liberados. Sin embargo, Reinaldo Arenas niega que haya sido ayudado por él. También lo niega Armando Valladares. Sin embargo, G.M. si parece haber sido factor importante en la liberación de Norberto Fuentes. Lo que es importante es que G.M. no ha protestado nunca por la existencia de los prisioneros políticos Cubanos. Se limita a tratar de ayudarlos pero no a condenar el sistema que los aprisiona, como si lo haría un hombre amante de la libertad y de la justicia.
 

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