2 de octubre de 2011

MEMORABILIA GGM 525
La República
Lima - Perú
2 de octubre de 2011

Jorge Alí Triana estrenó en Lima Crónica de una muerte anunciada

“García Márquez no interviene
para modificar libretos”


Obra teatral basada en novela del Nobel colombiano se presenta en el Teatro Británico, en Miraflores.

Por Pedro Escribano

Salía del colegio hecho una bala y corría hacia el quiosco a comprar El Espectador. No podía perderse un capítulo de la historia de un barco hundido. El niño Jorge Alí Triana coleccionaba Relato de un náufrago, las crónicas firmadas[1] por el periodista Gabriel García Márquez. Muchos después –como dice la primera línea de Cien años de soledad–, Triana tiene el honor y privilegio de haber llevado al cine y al teatro, de traducir en escena la prosa mágica del gran escritor colombiano.

Jorge Alí Triana está en Lima. Lo hallamos entre la escenografía del Teatro Británico, previo al estreno precisamente de Crónica de una muerte anunciada. Tiene confianza, en el elenco peruano, en sí mismo, en su oficio que ya tiene larga data y no pocos galardones.

Jorge Alí Triana,
 autor de la obra de teatro

Cuenta que su pasión por el cine y el teatro le nació de un hecho mágico, en 1956. Se quedó mudo cuando vio que un compañerito suyo del colegio apareció en una pantalla. No podía creer cómo una persona que él conocía podía estar metido dentro de una caja, y actuaba.

“Le pregunté cómo era eso. Lo escuché y me dije, yo tengo que estar allí, y ahí empezó todo hasta el día de hoy”, refiere el dramaturgo colombiano.

–Y después, cuando acabó el colegio, ¿estudió cine?

–Antes de terminar el colegio ya hacía teatro. La primera obra que hice se llamaba Caperucita del bosque, en donde yo hacía papel de lobo, un lobo engreído y muy pretencioso, muy soberbio. Luego, mi primer intento como director, siempre en el colegio, fue una adaptación de Los hijos terribles, de Jean Cocteau. Era una obra que no entendía nada, pero igual, dirigirla me pareció fascinante.
Pasados unos años, Alí Triana viajó a Praga a estudiar cine y teatro y a su retorno a su país fundó el Teatro Popular de Bogotá, TPB, que impulsa las artes escénicas en esa ciudad.

–¿Cómo así convenció a Gabo para llevar a escena sus obras?
–Tuve la suerte que el año 1982, una productora de televisión me llamó para hacer una miniserie basada en un historia escrita por él, y a él le gustó muchísimo y de allí salió la película Tiempo de morir, una película que revela esos pueblos olvidados, llenos de soledad, la vida subterránea, de nostalgia, de algo perdido que no encuentran. Es una película que yo quiero muchísimo y que él también. A partir de allí fue más fácil. Cuando hice Edipo Alcalde él fue quien me llamó.

–Le gustó la carnada, mordió el anzuelo.
–Sí. “Acabo de respirar”, me dijo. Ya llevo varios días con una historia que la tengo en la cabeza desde que vivía en Roma, cuando estudiaba cine. Eso me dijo en 1992.  Quiero que hagas una película, que es una versión de Sófocles, de Edipo Rey. Edipo Alcalde es una historia en la que un detective mientras más investiga va descubriendo que el asesino es él. Edipo mató a su padre, termina desposando a su madre y con ella tiene hijos. Es decir, padre y hermano al mismo tiempo, “¡eso no lo tiene ninguna telenovela latinoamericana!”

–¿Llevar a escena el libreto de Gabo es fácil?
–Él no se mete. Tiene muy claro hasta dónde es su trabajo, que lo hace demasiado bien. Y entiende que el trabajo es del director.

–¿En los filmes también?
–Sí, cuando trabajé La increíble y triste historia  , me dijo: “¿y a este personaje por qué le diste ese parlamento?”. Yo le dije no está en la novela. “Ah, replicó, ¡entonces hay que ponerlo! (risas). Me gustó que dijera eso. En otras veces yo le dictaba por teléfono los parlamentos y nunca los modificaba.

–¿Además de la novela de Gabo, investigó Crónica de una muerte anunciada.?
–Está basada en un hecho real que ocurrió en un pueblo. Conozco la crónica de la época. Cuando salió la novela, dos periodistas fueron a ese pueblo. Conozco un libro de uno de los protagonistas. Conozco también las versiones de las hermanas de García Márquez, porque ellas fueron testigos. El otro día me encuentro aquí con la presidenta del Consejo del Británico que conoce a una persona que es sobrina de Santiago Nasar. O sea, aquí, en Lima, hay una pariente de Santiago Nasar.

Cuando la paz se acaba

–Ha investigado tanto como Gabo para este montaje.
–No, él es un investigador muy minucioso. Le cuento, cuando filmé en Tiempo de morir, me dijo: “Oye, tú utilizaste las mismas gafas para leer como para ver de lejos (risas). Y eso no es posible”. El personaje cuando va al duelo tiene que tener gafas distintas que cuando está tejiendo.

–¿Gabo es huraño?
–No, no creo que sea huraño. Yo creo que tiene derecho a la paz. Es una persona muy asediada. Una vez estábamos en un festival de cine y me dice “vamos a almorzar a San Sebastián. Yo no puedo salir aquí, el asedio es tormentoso. Quiero que hablemos sobre  Edipo Alcalde. Nos fuimos a un restaurante y en 15 minutos los comensales aparecieron con libros para firmarlos. Se acabó la paz. Eso le produce mucha fatiga. Estos personajes como Gabo o Vargas Llosa parecen estrellas de rock.


[1] Las crónicas de El relato de un naufrago en El Espectador, no están firmadas por GGM. A manera de firma dice “según el relato del marinero Luis Alejandro Velasco” (N del E.)

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