27 de diciembre de 2010

MEMORABILIA GGM 472


Daily Telegraph
Londres – Inglaterra
Diciembre de 2010

Cartagena se prepara para el Telegraph Hay Festival 2011

Hay Festival, Colombia:
Libros y belleza juntos en Cartagena

Michael Kerr, periodista del Daily Telegraph,
hace un recorrido literario
por una mágica ciudad de Colombia
que inspiró a un escritor ganador del Premio Nobel
 y que será escenario el próximo mes,
del 'Telegraph' Hay Festival.

Artículo original:

Traducción: Iliana Restrepo Hernández


   Cartagena de Indias


Durante varios días los periódicos estuvieron llenos de desfiles de las candidatas por las calles, premios a la concursante que cocinaba mejor y a la que era más puntual, las preocupaciones del productor de televisión era el que todo saliera bien en la noche y, finalmente, la coronación de Catalina Robayo, del departamento del Valle, como Señorita Colombia 2010-2011.

Con excepción de las murallas de la ciudad -las mejor conservadas de América- Cartagena no ofrece grandes vistas; es una ciudad plana de calles estrechas que se abre en plazas, cuadradas como pañuelos, que fomentan la ociosidad. Cuando me detuve para almorzar en los alrededores del verde y sombreado Parque de Bolívar, mi mesero salió corriendo a fotografiar a una de las reinas de belleza que iba vestida de blanco con su banda real y que había aparecido

con su séquito detrás de mi silla. Tan sólo cuando desapareció tras una puerta me di cuenta de que ésta conducía a las oficinas del Concurso Nacional de Belleza, y de que el piso debajo de mí, estaba grabado con agua fuerte, al estilo de Hollywood, con imágenes de las ganadoras del concurso en años anteriores. Los periodistas se dejaban  llevar por la misma corriente. La lluvia - con breves respiros - había estado pesada en la ciudad durante una semana. El día después de que las señoritas habían desfilado en sus carrozas, una periodista informó para El Tiempo que el cielo gris no había hecho nada para amilanar los espíritus. E iba más allá: era como si la euforia de la gente en espera de las concursantes "hubiera alejado la lluvia que estaba a punto de caer en Cartagena". Incluso García Márquez hubiera trazado una línea tomando distancia de esa pincelada de realismo mágico.

La belleza dará paso al intelecto del próximo 27 al 30 de enero, cuando el Hay Festival -el sexto a realizarse en la ciudad, pero el primero que cuenta con el apoyo del Telegraph Media Group- se lleve a cabo. Los ciudadanos de Bogotá, que solo pasan los fines de semana en Cartagena más visitantes de todo el mundo, tendrán la oportunidad de escuchar a escritores como Germaine Greer y Owen Sheers y- siendo este un evento latinoamericano – a un considerable contingente de escritores hispanos, que van desde el poeta colombiano William Ospina al novelista español Juan José Millás. Escucharán conciertos de Buena Vista Social Club y Philip Glass. También, tendrán la oportunidad de  explorar la ciudad que le dio tanto empuje a García Márquez.

En su juventud vivió allí sólo durante un año, entre 1948 y 1949, pero fue una época de mucha influencia para su labor periodística y muy fértil para enriquecer su ficción. "Todos mis libros tienen hilos sueltos de Cartagena en ellos", ha dicho. "Y, con el tiempo, cuando  quiero recordar algo, siempre vienen de vuelta un incidente de Cartagena, un lugar en Cartagena, un personaje de Cartagena."

Durante los últimos tres años, un equipo de académicos ha estado trabajando para desentrañar esos hilos. Buscando identificar las personas y los lugares que él ha vuelto ficción en las novelas; han entrevistado a amigos del escritor y familiares, a su biógrafo Gerald Martin, y elaborando referencias cruzadas entre los pasajes de los libros y otros documentos, teniendo sumo cuidado para no trasgredir los derechos de autor. Después de haber publicado un libro, Las Rutas de García Márquez (que va mucho más allá de Cartagena), ahora están trabajando en un recorrido con audio-guías, que deberá estar listo antes del festival.

Mientras estuve en la ciudad, hice un recorrido por algunas de sus estaciones más destacadas con dos de los miembros de este equipo, Iliana Restrepo-Hernández y su esposo, Ignacio Vélez-Pareja, ambos, funcionarios de la Universidad Tecnológica de Bolívar. El amor en los tiempos del cólera cubrió la mayoría de nuestras andanzas. El libro – aunque bellamente llevada al cine por Mike Newell (Four Weddings, Harry Potter), es inferior a su magia, - es una historia épica de amor no correspondido. Florentino Ariza, rechazado como potencial esposo por Fermina Daza en favor del doctor Juvenal Urbino, decidió esperar el tiempo que fuese necesario hasta que ella  estuviera libre de nuevo. Esto resulta ser 51 años, nueve meses y cuatro días más tarde cuando el médico cae muerto, tratando de atrapar un loro en un árbol de mango. Entonces Florentino de manera obstinada se da a la tarea de cortejar a Fermina de nuevo.

Nuestra primera estación fue en la esquina de mi casa de huéspedes en la zona del Centro antiguo de la ciudad: el Parque Fernández de Madrid. Esta plaza, de árboles polvorientos y bancas verdes, es reconocible como el lugar donde el joven Florentino deambula con la esperanza de conseguir aunque sea una mirada de esta joven de quien se ha enamorado, mientras ella camina entre su casa  y la escuela donde estudia.

En la novela, sin embargo, García Márquez lo llama El Parquecito de los Evangelios. ¿Por qué? Iliana sugirió una explicación: en el período en el que se desarrolla la novela, la misa en la iglesia de Santo Toribio de Mogrovejo, que da a la plaza, era transmitida por altavoces que permitían que se oyera claramente tanto en el parque como en la iglesia. (Por cierto, una placa en esta misma iglesia, registra un incidente que no le debe nada a la imaginación: durante un asedio en 1741, una bala de cañón cayó entre los feligreses durante la misa pero no le hizo daño a nadie; hoy en día ésta se muestra en un nicho ubicado en la pared oeste.)

Continuando con el recorrido, vimos otros sitios que aparecen en el libro: la gran casa blanca junto al parque ("Esta", dijo García Márquez a su hermano Jaime, "será la casa de Fermina"), el Colegio de la Presentación, del cual Fermina es expulsada cuando las monjas la sorprenden con una carta de amor, el Teatro Heredia, escenario de un concurso de poesía en el que Florentino sufre otro revés (y que será el lugar principal en enero de muchos de los eventos del Telegraph Hay Festival), el portal donde Florentino escribía cartas de amor para los iletrados; y la catedral, donde, en medio de la desesperación de Florentino, Fermina se casa con Juvenal Urbino.

Nos detuvimos, también, en los lugares centrales de la vida del propio García Márquez, incluida la casa de color terracota, que construyó a mediados de los años noventa en una parcela de esquina con vista a su amado mar Caribe. (Estaba entonces trabajando en Del amor y otros demonios, una novela ambientada en la época de la Inquisición e inspirada por una historia que había conocido 45 años atrás sobre una niña que murió a los 12, pero cuyo cabello siguió creciendo durante dos siglos, hasta alcanzar más de 70 pies de largo. Había sido enterrada en lo que entonces era el Convento de Santa Clara y que ahora es un hotel de lujo, al otro lado de la calle frente a donde hoy queda su casa).

Si ha habido comentarios sobre si una casa moderna en este ambiente colonial es apropiada, ha habido más sobre las ausencias de su dueño. García Márquez pasa la mayor parte de su tiempo en México -donde ha formado una familia - y algunos dicen que se ha olvidado del país que tanto le dio. Iliana no está de acuerdo con esto último. "Él está vinculado a Colombia de muchas maneras", dijo. "Entre otras cosas, ayudó para que Cartagena fuera reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, y fue aquí y no en México, donde creó e instaló su fundación [la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano]." Se podría pensar que es una recompensa muy generosa para con una ciudad que lo recibió la primera noche durmiendo en la cárcel por haber violado sin querer el toque de queda de la época.

Las oficinas de su fundación se encuentran en la calle San Juan de Dios, un par de puertas más debajo de las antiguas instalaciones de El Universal, donde, como indica el propio escritor en Vivir para contarla, tuvo sus primeras correcciones provenientes del lápiz rojo de su mentor, Clemente Manuel Zabala, para luego ser escrutadas por un censor del gobierno. Estábamos hablando en esa calle sobre esta enseñanza de periodismo a duros golpes, cuando se produjo una de esas coincidencias deliciosas que esta ciudad parece vomitar en abundancia. Iliana me tocó el hombro, "El padre de ese hombre", dijo, señalando con el dedo a un transeúnte que saludaba, "era el censor de la época".

Cartagena es ese tipo de lugar. En las primeras horas de la mañana paseando por las murallas de la ciudad es fácil evocar en el horizonte un galeón español en las aguas del Caribe. Este era un puerto que exportaba oro e importaba esclavos, y la estratificación de la sociedad colonial - como Ignacio señaló -aún se puede leer en su arquitectura: las edificaciones de tres pisos eran propiedad de los grandes comerciantes de esclavos, las casas más bajas, de los empleados públicos; y las viviendas simples, de una planta, de herreros, zapateros y otros artesanos.

Si el clip-clop de los caballos y carruajes –es el recuerdo con más sello turístico- ahora debe competir con el sonido de los neumáticos de los carros y también con otros sonidos más tradicionales, como los pregones, o cantos de trabajo, que se han mantenido a través del tiempo con pocos cambios. En casi todas las plazas, se pueden oír los gritos nasales de los vendedores: "Paaas-teel-es", "Pla-ta-niiiii-to", "Pa-paaaa-ya".

Como los camiones tienen prohibido entrar al centro de la ciudad, se puede ver también por todas partes, hombres empujando carretas que entran y salen de las casas en proceso de gentrificación –los recicladores van con un ojo puesto en la chatarra que pueda ser rentable para venderla a un restaurador en otro sitio. A propósito descubrí por mi amigo, un periodista británico, que las puertas originales de la "casa de Fermina" terminaron en otra casa -la suya- en el barrio más humilde de Getsemaní.

Durante mis días en la ciudad, cuando volví a los lugares que había visitado con Iliana e Ignacio para tomar un poco más de notas y fotografías, vi un montón de "casas de Fermina". Al atravesar de nuevo una mañana el Parque Fernández de Madrid, vi a una joven de cola de caballo, con los pies subidos en una de las bancas, garabateando algunas notas. Detrás de ella, un cartel decía: "Aguas de Cartagena da Vida a este parque". Eso puede ser cierto. Sin embargo, es Gabriel García Márquez quien le ha dado la inmortalidad a este lugar.

***

N. del T. En la conversación se dijo que en una época, la misa en la iglesia de Santo Toribio de Mogrovejo, que da a la plaza, era transmitida por altavoces que permitían que se oyera claramente tanto en el parque como en la iglesia. No se dijo que hubiera sido en la época en que acontece la novela.

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